TRÍPTICO MARTIRIAL
(En el martirio de los
Hermanos de las EE.CC. de Turón)
I.
La última comunión
¡Señor, el mar se ha
alzado. La tormenta
ruge, y el huracán
siniestro brama!
El odio del impío, como
llama
roja y voraz, quemarnos
pronto intenta.
Ven por última vez, Hostia
incruenta,
amor del mundo, sol que
luz derrama.
Nos viste en sangre el
panorama.
Nuestra fe y caridad, pan
santo, aumenta.
Señor, la carne es flaca.
Late el pecho
turbado, hasta los huesos
se estremecen
y en el alma sin ti solo
habrá luto.
El árbol con tu gracia tan
derecho,
mientras las hachas, rayos,
resplandecen,
y en ofrenda de amor dé su
tributo.
II.
Hacia el martirio
Noche oscura. Rumores
infernales.
El búcaro es de fuego, más
las flores
frescas, aun sueñan en
quietud de amores.
Ni las pueden rozar los
vendavales.
Arrancados a cosas
inmortales,
oyen la voz, que llama de
rencores:
iréis a combatir con los
traidores.
Y marchan resbalando en
lodazales.
Andan los cuerpos
lánguidos, las almas
erectas, como mástiles de
cedro,
pensando en Dios olvidan
qué es arredro.
El pueblo duerme, si el
infierno vela…
En el cielo se comban
bellas palmas…
El fulgor de la cruz deja
una estela.
III.
El triunfo
Campo santo. La paz, que
ahora profana
la blasfemia, al romper
tanto misterio.
Gime el río rezando su
salterio…
Suspira el valle por mejor
mañana.
Los mártires, con fuerza
soberana,
ven los surcos rasgar el
cementerio
donde el grano, en fecundo
cautiverio,
dará espiga de luz siempre
lozana.
Se oye un grito de
infierno y un disparo…
Los montes con el eco
tabletean…
y la noche medrosa se
estremece.
Para ellos ya fulgura el
cielo claro,
y los lauros eternos
verdeguean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Envíanos tus comentarios