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48. Al papa Francisco

   
MÁS CATÓLICOS, ID EST, MÁS INTERNACIONALES

Desde arriba se ven las cosas mejor y no se pierde el conjunto. Es el caso de Su Santidad asomado a la Iglesia y al mundo.
Desde abajo, se fija uno en detalles. Hay detalles que alegran y detalles que dan pena. Otros, que no dan ni pena ni gloria pero que, a los ojos de quien los percibe, serían una buena lluvia de otoño de las que desperezan el campo sobre la tierra seca y agrietada del estío. Huele a mojado tras los primeros chaparrones.
El detalle, en esta ocasión, es la parroquia. Puede ser la mía de Madrid. Se parece a muchas otras. A mí se me encoge el alma cuando voy a mi parroquia, la de La Virgen de las Fuentes, muy dinámica, pero reducida a fortaleza parroquial, amurallada. Qué sé yo, algo así me parece como el castillo de Manzanares el Real, asomado a su embalse, precioso, pero quieto sobre su granito de las Pedrizas.
A lo mejor había que revisar el concepto de parroquia (hace algún tiempo que algunos de nosotros –profesores, mejor, maestros- queríamos aplicarlo a centros escolares que eran focos de cultura y de vida cristiana. Pero el tema del paréntesis, mejor para otra ocasión. Esto no es lo que hoy le traemos como sugerencia).
 

La sugerencia viene de observar, cuando viajamos por esos mundos de Dios, que en otros templos, como en mi parroquia de Madrid, en la misa de los domingos, hay fieles que asisten a los oficios litúrgicos y no son españoles: alemanes, ingleses, africanos, orientales… Cuando voy de viaje por Europa, con el Imserso o sin el Imserso, me encanta sentirme como en mi propia casa en las misas católicas, si recitan en latín el paternóster, el gloria, el credo… y cuatro cosas más de la misa en esa lengua muerta pero internacional. Todos unidos en esa mínima tangencia que fue la lengua de la Iglesia durante siglos.
Hay motetes y plegarias que, con un poco de esfuerzo, le darían un buen tirón al nudo de nuestra pertenencia aquí y ahora al universal y católico Cuerpo Místico de Cristo: La salve, el Regina Coeli, el Ángelus… recitadas o cantadas en latín por fieles de toda raza y lengua.
Nos sería más fácil, al escuchar al vecino extranjero cantar en la misma lengua en la que cantamos nosotros, sentirlo próximo, nuestro, de nuestra misma Iglesia y del mismo Cristo.
Santo Padre, apúntelo para lanzarlo en uno de sus ángelus desde la ventana del Vaticano. Le van a hacer caso. Verá qué hermoso y ancho, si viaja de incógnito y se cuela en iglesias perdidas por esos mundos de Dios el que cristianos de toda raza y lengua coincidamos con las mismas palabras latinas en el paternóster y en la profesión del credo o en el canto del pange lingua… Un anticipo de la lengua -¿latín celeste?- que hablaremos en el Paraíso, nuestra y de todos.

RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
 
 

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