MÁS CATÓLICOS, ID EST, MÁS INTERNACIONALES
Desde
arriba se ven las cosas mejor y no se pierde el conjunto. Es el caso de Su
Santidad asomado a la Iglesia y al mundo.
Desde
abajo, se fija uno en detalles. Hay detalles que alegran y detalles que dan
pena. Otros, que no dan ni pena ni gloria pero que, a los ojos de quien los
percibe, serían una buena lluvia de otoño de las que desperezan el campo sobre
la tierra seca y agrietada del estío. Huele a mojado tras los primeros
chaparrones.
El
detalle, en esta ocasión, es la parroquia. Puede ser la mía de Madrid. Se
parece a muchas otras. A mí se me encoge el alma cuando voy a mi parroquia, la
de La Virgen de las Fuentes, muy dinámica, pero reducida a fortaleza
parroquial, amurallada. Qué sé yo, algo así me parece como el castillo de
Manzanares el Real, asomado a su embalse, precioso, pero quieto sobre su
granito de las Pedrizas.
A
lo mejor había que revisar el concepto de parroquia (hace algún tiempo que
algunos de nosotros –profesores, mejor, maestros- queríamos aplicarlo a centros
escolares que eran focos de cultura y de vida cristiana. Pero el tema del
paréntesis, mejor para otra ocasión. Esto no es lo que hoy le traemos como
sugerencia).
La
sugerencia viene de observar, cuando viajamos por esos mundos de Dios, que en
otros templos, como en mi parroquia de Madrid, en la misa de los domingos, hay
fieles que asisten a los oficios litúrgicos y no son españoles: alemanes,
ingleses, africanos, orientales… Cuando voy de viaje por Europa, con el Imserso
o sin el Imserso, me encanta sentirme como en mi propia casa en las misas
católicas, si recitan en latín el paternóster,
el gloria, el credo… y cuatro cosas más de la misa en esa lengua muerta
pero internacional. Todos unidos en esa mínima tangencia que fue la lengua de
la Iglesia durante siglos.
Hay
motetes y plegarias que, con un poco de esfuerzo, le darían un buen tirón al
nudo de nuestra pertenencia aquí y ahora al universal y católico Cuerpo Místico
de Cristo: La salve, el Regina Coeli, el
Ángelus… recitadas o cantadas en latín por fieles de toda raza y lengua.
Nos
sería más fácil, al escuchar al vecino extranjero cantar en la misma lengua en
la que cantamos nosotros, sentirlo próximo, nuestro, de nuestra misma Iglesia y
del mismo Cristo.
Santo Padre, apúntelo para lanzarlo en uno
de sus ángelus desde la ventana del Vaticano. Le van a hacer caso. Verá qué
hermoso y ancho, si viaja de incógnito y se cuela en iglesias perdidas por esos
mundos de Dios el que cristianos de toda raza y lengua coincidamos con las
mismas palabras latinas en el paternóster y en la profesión del credo o en el
canto del pange lingua… Un anticipo de la lengua -¿latín celeste?- que hablaremos
en el Paraíso, nuestra y de todos.
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del
conocimiento
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