EL ESPAÑOL EN AMÉRICA: GUATEMALA
Guatemala es ese pequeño país centroamericano que hace
frontera con Méjico, Belice, El Salvador y Honduras. De 16 millones de
habitantes, su lengua oficial es el español pero cuenta con 26 lenguas
indígenas. 26 dialectos que emplean los descendientes de los mayas. Dialectos
como el kakchiquel, lleno de consonantes que dificultan su pronunciación para
los hispanohablantes.
En las ciudades o cabeceras (como dicen allí) la gente habla
español, es el idioma que emplean los funcionarios en cualquier documento oficial,
el idioma que se ve en cualquier cartel de cualquier carretera. Asentado, por
tanto, no tiene rival frente a las lenguas indígenas. Ningún otro país
hispanohablante tiene tanta variedad de lenguas como Guatemala, pero es, casi
nadie lo discute, el país en el que se habla un mejor español.
La pureza del español guatemalteco habrá que buscarla en La
Antigua Guatemala, que es una ciudad colonial cercana a la capital. Allí
proliferan las academias de español, que reciben gentes de todo el mundo. El
prestigio de La Antigua en la enseñanza del español está reconocido a nivel
internacional y hasta las mismas iglesias y edificios oficiales (típicamente
españoles) ayudan a crear un buen ambiente en el aprendizaje de nuestro idioma.
Podemos diferenciar dos maneras de emplear el idioma en
Guatemala: de un lado, el español correcto que se enseña en las escuelas y
academias, con una correcta ortografía, semántica, etc. De otro, el español del
hablante de la calle, que muchas veces pronuncia mal y escribe mal. El español
de la calle, el de los hablantes, que es el realmente vivo, estropea el español
académico.
Se tiene conciencia en Guatemala de que el español les abre
las puertas del mundo. El profesorado, sea indígena o no, emplea nuestro idioma
común en sus clases. Otra cosa es que en el claustro de profesores, en los
patios, los profesores indígenas prefieran emplear sus distintos dialectos. No
existe en Guatemala una pugna entre el español y las distintas lenguas
indígenas. Muchas pequeñas localidades tienen su nombre en la lengua indígena
que allí se emplea y no tienen traducción alguna al español. Incluso, en los
últimos tiempos, se está pidiendo que los documentos oficiales se escriban
también en la lengua indígena correspondiente.
El español que se habla en Guatemala es un buen español,
aunque recibe constantemente nuevos americanismos. La población indígena,
mayoritaria en el país, no recibe la influencia del inglés de EE.UU. a través
de internet. Lo recibe a través de la televisión. El indígena guatemalteco
compra antes una buena televisión plana que un cuarto de baño para su casa. Y,
en efecto, si uno visita toda la zona central de Guatemala (bien montañosa)
podrá ver en las casas de las aldeas un partido en la cadena norteamericana CBS
Sports entre los Cleveland y los Chicago Bulls, pero probablemente tenga que
hacer sus necesidades fuera de casa en cualquier sitio que encuentre.
No encontrará el español que trate a un guatemalteco
diferencias importantes entre su manera de expresarse y la nuestra. Le oirá decir
cuate (amigo, chico), timón (volante del coche), chipi chipi (lluvia fina que se da en la
zona de la Alta Verapaz), canche
(pelo rubio), puyar (apuñalar), pellizcar (picar algo de comida) o cachimbo (mucha cantidad de algo).
El guatemalteco tiende a usar el diminutivo (despuesito, cafecito). A nosotros, su
acento nos suena como el de los mejicanos, mientras que ellos diferencian un
mejicano de un compatriota en las primeras dos o tres palabras. Algo más les
cuesta reconocer a un salvadoreño de un nicaragüense, que tienen casi el mismo
tono.
El guatemalteco no se considera dueño del idioma, aunque en
realidad lo sea (junto con el resto de países hispanohablantes). Ellos son los
que hacen al español algo importante en el mundo. Los españoles somos simplemente
una minoría que, además, desprecia la lengua de Cervantes en algunas regiones
de su propio país, algo inconcebible en Guatemala.
JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor de
Lengua y Literatura
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