3. EL ARMAMENTO DE LOS TERCIOS
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Los Tercios, al comienzo de su creación, disponían básicamente
de armas tradicionales y clásicas, espadas
largas o cortas y lanzas o picas, igualmente largas o cortas, usadas por la infantería y la caballería y para la propia defensa
corporal, escudos y corazas.
Disponían de armas manuales de fuego que empezaban
entonces a divulgarse a nivel de los
ejércitos y también de artillería ligera y pesada para combatir en
batalla campal o para sitiar y conquistar fuertes y ciudades amuralladas.
3.1 Armas clásicas de
lucha cuerpo a cuerpo
Las armas blancas más
usadas por los “tercios españoles” eran: la espada, la espada ropera, la daga y
la vizcaína, envainadas en sus correspondientes fundas de cuero, atadas a la
cintura o colgando en bandolera.
Además de estas armas, desde 1642, al incrementarse las armas
de fuego, los tercios llegaron a disponer y utilizar de la bayoneta calada en
sus mosquetes. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la generalización de las armas
de fuego acaban con el uso de las grandes y pesadas espadas.
Veamos
en detalle cada una de estas armas:
3.1.1 Las espadas
La espada es
un arma blanca de dos filos que consiste básicamente en una empuñadura sobre
una hoja de acero recta, afilada y punzante. La empuñadura impide que la mano se
deslice hacia la hoja cortante y da a su manejo seguridad y agilidad. La espada
es un arma ofensiva y defensiva a la vez, por lo que exige usarse con muchísima
agilidad y destreza.
El dibujo reproduce las partes importantes de la espada
que con ligeros cambios secundarios se vino manteniendo a lo largo de los siglos desde las más
remotas épocas de la Edad de Bronce, hasta nuestros días, en que su valor es
sobre todo caballeresco y
representativo.
El uso de la espada como arma de
defensa y ataque se remonta a la Edad de
Bronce, (1700 a 900 a. de C.) período prehistórico,
anterior a la Edad del Hierro.
El bronce es una
aleación metálica de cobre y estaño en la que el primero constituye la base
principal y el segundo participa en una proporción del 20 % más o menos.
En la Edad de Hierro, los hititas, micénicos,
celtas de Hallstatt, (Siglo VIII, a. de C.) y otros pueblos de Oriente, siguen
usando la espada como arma principal. Pero las espadas se fabrican ya de
hierro, metal mucho más ligero y cortante que el bronce. Los griegos, los ejércitos de Alejandro Magno, los
imperios persas y sasánidas, los romanos, los mahometanos, los cruzados
medievales y todos los ejércitos de todos los pueblos la han usado hasta el
siglo XIX, en que espadas y sables, ante la efectividad de las armas de fuego
personales, han pasado a tener un valor puramente simbólico en el mando militar
para oficiales en trajes de gala.
La falcata
ibérica, famosa espada de la península ibérica, fue usada por los guerreros
celtas (keltoi en griego), que invadieron Occidente en los finales de la
Edad del Bronce, hacia el año 1000 a. de
C. Los celtas alcanzaron todo su apogeo con la Edad del Hierro. (siglo X a VII
a. de C.)
“Entre los elementos más relevantes de la Cultura Ibérica se encuentra sin duda la falcata, una espada de
hierro, de aspecto elegante, en forma de sable, de hoja ancha, curva y
asimétrica; casi siempre, CON DOBLE FILO EN LA PUNTA.
A menudo, las falcatas se decoraban con damasquinados en hilo de plata, figurando motivos vegetales, geométricos, zoomorfos e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica”.
A menudo, las falcatas se decoraban con damasquinados en hilo de plata, figurando motivos vegetales, geométricos, zoomorfos e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica”.
TRITESTA.
Evolución de la espada desde el siglo VII a. de C. a la Edad Media.
Las espadas
de hierro que reemplazaron a las de bronce, permitieron aligerar su peso,
abaratar su producción y al mismo tiempo multiplicar su peligrosidad por su corte,
más y mejor afilado.
A lo largo de todos los siglos se han seguido incorporando
diversas innovaciones a las espadas sobre todo en su tamaño, peso y diseño, que
buscaban siempre proteger la mano, aumentar su efectividad y decorar y
enriquecer la empuñadura según la categoría social de su dueño.
Diferentes partes y perfeccionamientos en la empuñadura de una espada del siglo XVIII. |
Se mejora la
“cruz” de hierro que separa la
empuñadura de la hoja propiamente dicha y se crean los “gavilanes” de latón que
luego se cambian por aros de hierro que aumentan y protegen la seguridad de la
mano y hacen la espada menos pesada y
más manejable.
En el Renacimiento, de 1300 a 1500,
la espada era el arma que usaban cuantos se batían en duelo.
3.1.2 La espada
ropera o estoque
La espada
ropera o estoque, como también se la llamaba,
surgió en la España del siglo XVI para designar una espada de hoja estrecha,
recta, y alargada. También se la llamaba tizona,
aunque no tenga nada que ver con la ancha y pesada espada del Cid.
Estoque, espada muy estrecha
con dos cortes y muy puntiagudaestrecha
El estoque
le llevaban también muchos hombres civiles, colgado de la cintura, como arma
ofensiva y defensiva de pronto remedio. En los tercios lo usaban un número
determinado de soldados, hábiles espadachines, que se abrían camino entre los
piqueros enemigos a quienes combatían con eficacia y trataban de desordenar.
Solían llevar un estoque en una mano y un puñal de pequeñas dimensiones, la daga, en la otra.
3.1.3 Espada vizcaína
También
llamada “misericordia” o “quitapenas”, era un arma blanca y corta, usada por los tercios
españoles en el siglo XVI. Se trataba de una espada de unos 30 cm, triangular y
con la empuñadura protegida por medio arco
de metal y que se manejaba con la mano izquierda.
Constituía
un complemento auxiliar de la espada que se manejaba con la mano derecha. En los
combates de nuestros tercios esta espada corta o daga, era llamada también
en el lenguaje coloquial, “misericordia”
porque con ella, además de defenderse, acabada la batalla, hacían pequeñas
operaciones en las heridas recibidas y rematan a cuantos, gravísimamente
heridos de muerte segura, sufrían una cruel y larga agonía.
Espada o daga conocida también por el
nombre “misericordia” o “quitapenas” por servir, pasados los combates, para realizar pequeñas
operaciones en las propias heridas o aliviar las lentas y dolorosas agonías de
quienes se encontraban ya muy muy heridos de muerte.
A comienzos del siglo XVIII, cuando
al mosquete se le añade la bayoneta calada, a las ventajas propias de las armas
manuales de fuego, se añade la posibilidad
de continuar la lucha cuerpo a cuerpo con un arma blanca. Ello acabará con el
uso de espadas, estoques y puñales como
armas regulares militares.
3.1.4. La bayoneta calada
En la Edad
Moderna, a medida que aumentaban y se perfeccionaban las armas de fuego las
espadas iban perdiendo su eficacia, viéndose reemplazadas por la bayoneta calada, un pequeño y
puntiagudo puñal que permitía ser utilizado por los mosqueteros, encajándolo firmemente
en el hueco de sus mosquetones.
Se hacía
uso de ella cuando, acabada la pólvora o las balas, o desbordada la infantería
por el enemigo, se luchaba cuerpo a cuerpo, sin tiempo de preparar y cargar
arcabuces y mosquetes, acción excesivamente lenta y farragosa y mucho más con
el enemigo a la carga.
La bayoneta calada, es también un arma blanca muy
afilada, que se acopla o cala al extremo
del cañón del fusil o mosquete, y se usa para combatir en el cuerpo a cuerpo.
Bayoneta calada acoplada a un
fusil moderno.
Los tercios españoles, hacia 1642 contaban ya con ella,
antes incluso de la supresión definitiva de la pica o lanza. Más tarde, hacia
mediados del siglo XVIII, se generaliza en los ejércitos europeos el cambio de
la espada por la bayoneta calada. Señal de que las armas de fuego habían ganado
la batalla a las armas blancas que pasaban así a segundo y último recurso en la
defensa y el ataque.
3.1.5 Las lanzas o picas
El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
(Manuel Machado, en su poema “Castilla”.)
La pica o lanza es un
ama ofensiva y defensiva, utilizada con notable éxito frente a la caballería enemiga que irrumpía a galope tendido sobre
los escuadrones enemigos a los que causaba un notable daño, sembrando el pánico
y la confusión en los cuerpos de infantería.
La pica o lanza es
un arma de asta, entre 3 y 5 metros de longitud, normalmente 4 en su versión más
extendida. Pero las había hasta de más
de 5 metros. Eran muy usada por la infantería,
principalmente para hacer frente a los ataques y cargas de la caballería.
Los primeros en usar este arma fueron los soldados
griegos, en cuerpos llamados “pezhetairos”, (compañeros de a pie).
Los ejércitos de Filipo II y de su hijo Alejandro
Magno, las usaron en sus conquistas de África y Asia.
Más tarde en la Edad Media, las usaban grupos de
soldados de los pueblos centroeuropeos, suizos y alemanes, sobre todo, que se
contrataban como combatientes mercenarios al mejor postor.
En la Edad Moderna los tercios españoles generalizaron
la lanza como arma defensiva y ofensiva, hasta consagrarla como símbolo de su
fuerza y de su destreza y poder. Las lanzas de los tercios de españoles pesaban
unos 5 kilos, y exigían un ejercicio continuo
para llegar a manejarlas con agilidad y vigor.
“ En el combate, inicialmente, la pica
debe llevarse lo más cercana al pecho, cogida por la parte más inferior con la
mano derecha, mientras la mano izquierda debía estar alineada con el hombro
derecho, después, se ponía en la axila derecha; el soldado debería afirmar
sobre el suelo el pie izquierdo para contener el golpe del enemigo y luego,
adelantaría el pie derecho, moviendo el hombro y la axila derecha, de tal
manera que el movimiento de vaivén sea tan fuerte que el golpe en el enemigo
fuera mortal”. (Maestre de Campo Sancho de Londoño).
Era particularmente un arma muy eficaz para frenar las cargas de la caballería
enemiga o para defender emplazamientos y posiciones estáticas. Con ellas se montaban
fácilmente formaciones en erizo y otros muchos encuadramientos, de avance,
resistencia o retroceso, según las
conveniencias tácticas del combate.
En los tercios españoles los arcabuceros y mosqueteros defendían los
flancos laterales de los piqueros o lanceros.
El maestre de campo Sancho de Londoño, cita dos tipos de pica según su
longitud: picas de 26 palmos, más o menos
5,42 m. y picas de 20 palmos, con una longitud de 4,17 m.
En otro
lugar dedicaremos un capítulo a los movimientos tácticos de los piqueros que, junto a la destreza en el manejo de sus
picas, escondían su fuerza y poderío militar.
Como puede verse fácilmente en la imagen, los “tercios” no usaban
uniforme militar ni tampoco era obligatorio vestir armadura metálica como lleva
el primer soldado de la izquierda.
Las armas blancas se fabricaban mayoritariamente en Toledo, como veremos
en su momento, las manuales de fuego en
el país vasco y los cañones se fundían en Cantabria, Málaga, Burgos y
Barcelona.
3.1.6 Las alabardas
Diferentes modelos de alabarda. |
Las alabardas eran el arma que usaban los sargentos. Eran lanzas más cortas que las
picas y estaban enastadas en un astil de madera de unos dos metros de longitud y
a diferencia de las picas iban rematadas con un
filo curvado en forma de hacha
por uno de sus lados y su asta terminaba
en punta.
La A es una alabarda de la segunda mitad del siglo XV.
La B data de inicios del siglo XVI.
La C tiene el filo
convexo y corresponde al primer cuarto del siglo XVI.
La D tiene el filo ligeramente cóncavo y es del último cuarto
del siglo XVI.
3.1.7 Fabricación de las armas blancas
En España
las más renombradas fraguas y los talleres más reconocidos, dedicados a la fabricación de
armas blancas, espadas, puñales, estoques, dagas, bayonetas y alabardas,
estaban en Toledo.
Las
técnicas de los talleres especializados de la ciudad y las limpias y frías aguas
del río Tajo, daban un temple especial a
los aceros, cortantes y flexibles, allí elaborados.
Toledo. Taller de los Hermanos Moreno, batiendo el
acero, (aleación de hierro y carbono), para fabricar espadas. En nuestros días estas armas se
siguen fabricando para la decoración, el turismo y las grandes batallas
históricas reproducidas en el cine.
El hierro
provenía sobre todo de las herrerías del país vasco. Convertido allí en grandes
bolas de hierro se enviaban a Toledo en carretas donde eran laminadas y
convertidas en armas blancas, principalmente espadas.
Este es el
motivo por el que en las provincias vascas se hiciera alusión en numerosos
documentos de época referentes a Toledo, como “la tierra del bolo”, es decir,
donde ellos enviaban las bolas de
hierro.
También se
fabricaban muy buenas espadas en Bilbao, Zaragoza, Calatayud, Cataluña, Segovia
y Valencia.
Una buena
espada debía buscar en su fabricación la mejor conjunción posible entre su
peso, la resistencia, el equilibrio, la flexibilidad
y el corte. Las de Toledo, por estas cinco cualidades, eran muy apreciadas y
tenían entonces fama merecida.
Réplica de la Tizona del Cid Campeador. |
En cuanto
al peso, la famosa espada Tizona del Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar,
llegaba a pesar los 1.700 gramos. Las espadas de manejar con las dos manos
podían llegar hasta los 3 kilos, pero eran siempre excepcionales y para casos muy
contados.
Estatua ecuestre de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid
Campeador, legendaria figura del medievo español y europeo, erigida en el paseo
del Espolón, en Burgos. Muestra su famosa espada “Tizona”, de 1.700 gramos de
peso. Durante toda la Edad Media la espada fue el arma más importante en acciones
ofensivas y defensivas, tanto para la infantería como para la caballería.
JOSÉ MANUEL
GUTIÉRREZ BRAVO
Maestro, doctor en Historia,
Exdirector de la Universidad Laboral
de Toledo
Virgen de la Peña, diciembre de
2016
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