(IV) MODALES EN EL TEMPLO
Sobre la cortesía en los modales de los niños
Erasmo
de Rotterdam
1537
De moribus in templo
Modales
en el templo
Quoties fores templi præteris, nudato
caput ac modice flexis genibus et ad sacra verso vultu, Christum divosque
salutato. Idem et alias faciendum, sive
in urbe, sive in agris, quoties occurrit imago crucis.
Cada vez que traspases las puertas del
templo, descubre la cabeza y, doblando moderadamente las rodillas, vuelto el
rostro al sagrario, saluda a Cristo y a los Santos. Lo mismo ha de hacerse
también en otras ocasiones, ya en la ciudad, ya en el campo, cada vez que te
encuentres con la enseña de la Cruz.
Quum sacra peraguntur, totum corporis
habitum ad religionem decet componere. Cogita illic præsentem Christum cum
innumeris Angelorum millibus; et si quis regem hominem allocuturus circumstante
procerum corona nec caput aperiat nec genu flectat, non iam pro rustico, sed
pro insano haberetur ab omnibus, quale est illic opertum habere caput, erecta
genua, ubi adest rex ille regum immortalis et immortalitatis largitor, ubi
venerabundi circumstant ætherei spiritus? Nec refert si eos non vides: vident
illi te; nec minus certum est illos adesse, quam si videres eos oculis corporeis:
certius enim cernunt oculi fidei quam oculi carnis.
Cuando se están celebrando los oficios
sagrados, la compostura toda del cuerpo ha de estar a tono con la religión:
piensa que está allí presente Cristo con innúmeros millares de ángeles; y si al
que yendo a dirigir la palabra a un rey, que es hombre, rodeándolo cerco de
principales, ni descubre la cabeza ni dobla la rodilla, no ya por rústico, sino
por loco lo tendrían todos, ¿qué cosa será tener la cabeza allí cubierta,
rígidas las rodillas, donde está aquel inmortal rey de reyes y donador de la
inmortalidad, donde están alredor los espíritus etéreos dignos de veneración? Y
no importa si no los ves: ellos te ven a ti; y no menos cierto es que ellos
están presentes que si los vieses con los ojos corporales: pues con más certeza
ven los ojos de la fe que los ojos de la carne.
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