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59. Nuestra Escuela RECITA

             

NUESTRA ESCUELA RECITA POEMAS

14-16 AÑOS



MARCO SICOLÓGICO DE LOS 14-16 AÑOS                                                                                             
 

·           En el centro escolar y en la familia la vida del adolescente de 14-16 años se interioriza y se muestra subjetiva.

·         El comportamiento del muchacho va resultando cada vez más personal con el nacimiento de su intimidad.

·         Es esta una buena etapa para estudiar con un primer fruto las muestras más significativas de la cultura española, particularmente aquellas que puedan ayudar a estos adolescentes a entender mejor las reacciones y conductas de las personas.

·        Ahora ya está el joven aprendiz en condiciones de entender y de profesar algunas síntesis de la Historia que conoce y primeras síntesis de las experiencias que va teniendo. Por ejemplo, la verdad del verso del Cantar: Dios que buen vassalo si ouiesse buen Señore!.

·        El adolescente sueña despierto. Los versos que le damos le pueden facilitar el sueño y el despertar a una vida elevada.

·        Algunos versos le expresarán lo que adivina y no sabe decirse. Le servirán para llevarlos al diario íntimo que puede que haya empezado a escribir.





      PRESUPUESTOS PEDAGÓGICOS

Si haces propios unos cuantos poemas excelentes de la literatura española, primero tomarás posesión de ella con muestras ejemplares; segundo, cumplirás con el deber social  de conocer y apreciar el patrimonio cultural de tu patria, y, tercero, contribuirás activamente a su conservación y futuro.

Si pudieras apropiártelos todos, estarías en condiciones de ser más persona para tu propio provecho y de servir de fermento cultural en tu entorno.

Haciendo tuyos un número suficiente de los poemas más excelsos, pasarás por la existencia con una dignidad que nada ni nadie te podrá quitar.



DOS MUESTRAS PARA LOS 14-16 AÑOS

11. RIMA. VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS


·      Miles de adolescentes se saben de memoria las seis logradas estrofas de esta Rima LVII de Gustavo Adolfo Bécquer.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
 tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!
               Gustavo Adolfo Bécquer



14. LOS CABALLOS DE LOS CONQUISTADORES


·   España llevó a América el caballo. Allí no había.
·         Un hispanoamericano, José Santos Chocano, ha compuesto estos versos en los que parece que se oye el trote de los caballos de los conquistadores  y, a ratos, su galope y hasta su noble fuerza y su ligereza de movimientos.

·      Muchos hispanohablantes, a uno y otro lado del Atlántico, se saben estos recios versos metálicos de memoria.


LOS CABALLOS DE LOS CONQUISTADORES


¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Sus pescuezos eran finos y sus ancas
relucientes y sus cascos musicales...

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

¡No! No han sido los guerreros solamente
de corazas y penachos y tizonas y estandartes,
los que hicieron la conquista
de las selvas y los Andes:
los caballos andaluces, cuyos nervios
tienen chispas de la raza voladora de los árabes,
estamparon sus gloriosas herraduras
en los secos pedregales,
en los húmedos pantanos,
en los ríos resonantes,
en la nieves silenciosas,
en las pampas, en las sierras, en los bosques y en los valles...

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Un caballo fue el primero
en los tórridos manglares
cuando el grupo de Balboa caminaba
despertando las dormidas soledades,
que, de pronto, dio el aviso
del Pacífico Océano, porque ráfagas de aire
al olfato le trajeron
las salinas humedades;

y el caballo de Quesada, que en la cumbre
se detuvo, viendo, al fondo de los valles
el fuetazo de un torrente
como el gesto de una cólera salvaje,
saludó con un relincho
la sabana interminable...
y bajó, con fácil trote,
los peldaños de los Andes,
cual por unas milenarias escaleras,
que crujían bajo el golpe de los cascos musicales...

¡Los caballos eran fuertes!
!Los caballos eran ágiles!










¿Y aquel otro de ancho tórax,
que la testa pone en alto, cual queriendo ser más grande,
en que Hernán Cortés un día,
caballero sobre estribos rutilantes,
desde México hasta Honduras,
mide leguas y semanas, entre rocas y boscajes?
¡Es más digno de los lauros,
que los potros que galopan en los cánticos triunfales
con que Píndaro celebra las olímpicas disputas
entre el vuelo de los carros y la fuga de los aires!

Y es más digno todavía
de las odas inmortales,
el caballo con que Soto diestramente,
y tejiendo sus cabriolas como él sabe,
causa asombro, pone espanto, roba fuerzas
y, entre el coro de los indios,
sin que nadie haga un gesto de reproche,
llega al trono de Atahualpa y salpica con espumas
las insignias imperiales...

¡Los caballos eran fuertes!
¡Losa caballos eran ágiles!

El caballo del beduino
que se traga soledades;
el caballo milagroso de San Jorge,
que tritura con sus cascos los dragones infernales;
el de César en las Galias;
el de Aníbal en los Alpes;
el centauro de las clásicas leyendas,
mitad potro, mitad hombre, que galopa sin cansarse
y que sueña sin dormirse
y que flecha los luceros y que corre más que el aire;
todos tienen menos alma,
menos fuerza, menos sangre,
que los épicos caballos andaluces
en las tierras de la Atlántida salvaje,
soportando las fatigas,
las espuelas y la hambres,
bajo el peso de las férreas armaduras
y entre el fleco de los anchos estandartes,
cual desfile de heroísmos coronados
con la gloria de Babieca y el dolor de Rocinante...













En mitad de los fragores
decisivos del combate,
los caballos con sus pechos
arrollaban a los indios y seguían adelante;
y, así, a veces, a los gritos de ¡Santiago!
entre el humo y el fulgor de los metales,
se veía que pasaba, como un sueño,
el caballo del Apóstol a galope por los aires...

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

Se diría una epopeya
de caballos singulares
que a manera de hipogrifos desalados
o cual río que se cuelga de los Andes,
llegan todos sudorosos, empolvados, jadeantes,
de unas tierras nunca vistas
a otras tierras conquistables;
y, de súbito, espantados por un cuerno
que se hinca con soplido de huracanes,
dan nerviosos un relincho tan profundo
que parece que quisiera perpetuarse...
Y, en las pampas sin confines,
ven las tristes lejanías, y remontan las edades,
y se sienten atraídos por los nuevos horizontes,
se aglomeran, piafan, soplan... y se pierden al escape.

Detrás de ellos una nube,
que es la nube de la gloria, se levanta por los aires...

¡Los caballos eran fuertes!
¡Los caballos eran ágiles!

José Santos Chocano



POEMAS SUGERIDOS PARA LOS 14-16 AÑOS
                                                     
1.    MÍO CID ROY DÍAZ-POR BURGOS ENTROVE. Cantar de Mío Cid
2.   APRIESSA CANTAN LOS GALLOS. Cantar de Mío Cid
3.   AMIGOS E VASALLOS DE DIOS OMNIPOTENT. Gonzalo de Berceo
4.   LOORES DE SANTA MARÍA. Gonzalo de Berceo
5.   ELOGIO DE LA MUJER CHIQUITA. Arcipreste de Hita
6.   ODA A FRANCISCO SALINAS. Fray Luis de León
7.   CANCIÓN A LAS RUINAS DE ITÁLICA. Rodrigo Caro
8.   DINEROS SON CALIDAD  Luis de Góngora
9.   ÁNDEME YO CALIENTE. Luis de Góngora
10.  ROSA DIVINA. Sor Juana Inés de la Cruz
11. Volverán las oscuras golondrinas. Gustavo Adolfo Bécquer
12.  CAUPOLICÁN. Rubén Darío
13.  UNA NOCHE. Antonio Machado
14. LOS CABALLOS DE LOS CONQUISTADORES. José Santos Chocano
15.  ANDALUCÍA. Manuel Machado
16.  FELIPE IV. Manuel Machado
17.  CASTILLA. Miguel de Unamuno
18.  NANAS DE LA CEBOLLA. Miguel Hernández
19.  SONETO AL ESCORIAL. Dionisio Ridruejo
20. ESCRITO A CADA INSTANTE. Leopoldo Panero
21.  POEMA DE LAS ESPIGAS. Nazario González Ramos, Orizana

CARLOS URDIALES RECIO
Maestro. Profesor de Lengua y Literatura
                                                                                                                  Emérito UCJC

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