8 LA LEY DE HUBBLE
Como vimos en el anterior artículo, a través de las observaciones de las
galaxias que había hecho Edwin Hubble y su equipo en el observatorio de Monte
Wilson, en California, se había comprobado que las galaxias se estaban
alejando.
Entre 1924 y
1929, Hubble comprobó en sus abundantes y sistemáticas observaciones, que
cuanto más distante se hallaba una galaxia, ¡a más velocidad se desplazaba!; y
que esta velocidad dependía de la distancia, de manera que si una galaxia se
encontraba a doble distancia que otra, se alejaba a doble velocidad. Esta
proporción se conoce como Ley de Hubble.
Dicha ley establece que la velocidad de recesión de una galaxia es
directamente proporcional a su distancia. Su expresión es: V = kD;
de la cual V, es la velocidad de
recesión de la galaxia expresada en km/segundos; D, es la distancia expresada en millones de años luz y k,
es la constante de Hubble; se expresa en km/seg/megaparsec. El megaparsec (mp)
es igual a 3.26 millones de años luz.
La distancia a la que estimó Hubble en 1929 que estarían las galaxias más
alejadas era de unos 2.000 millones de años luz, con un valor para la constante k de 500 km/seg/mp. Ese
sería, pues, el radio de la esfera celeste y, por tanto, su edad.
En años sucesivos el valor de k fue disminuyendo, lo que
significaba que la edad del Universo, según el hombre, había ido aumentando.
Actualmente se sabe que el radio de la esfera celeste es de cerca de 14.000
millones de años luz.
La ampliación de los horizontes del Universo, que el hombre experimentó
en aquellas fechas fue enorme. El inquietante concepto del Universo infinito
volvería a planearse en su mente. Pero al descubrir que las galaxias se estaban
alejando entre sí, aportaba una nueva reflexión que conmocionó a la comunidad
científica en esos años.
Como casi todas las galaxias se alejaban unas de otras, si hacíamos una
retrospección, como una película proyectada al revés, llegaríamos a la
conclusión de que en tiempos anteriores habrían estado muy juntas, hasta el punto de que no se
distinguieran unas de otras. Se abrían así nuevos frentes de reflexión, de
investigación y, también, de especulación en el ámbito astronómico.
Pudo existir un tiempo en el que todas las galaxias estuvieran agrupadas
en un mismo bloque de materia; y que fueran impelidas por alguna forma de explosión.
Ante estos nuevos conocimientos, George Lemaître (1894-1966), sacerdote
belga, astrónomo y profesor de física en la Universidad Católica de Lovaina, propuso
en 1931 un Universo primitivo contenido en un átomo 30 veces el tamaño del Sol;
en un huevo cósmico. Al explosionar en el espacio, este átomo habría
dispersado la materia con distintas velocidades y habría acabado por condensar
y formar estrellas y galaxias.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo
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