LIRAS PARA APRENDER
A Guatapé, un paraíso de color.
Pueblo, de estilo colonial antioqueño.
Cautiva por su belleza.
Alegre primavera
viste tu juvenil arquitectura;
tus zócalos quisiera
¡oh dichosa ventura!
si mi alma vistiera su hermosura.
¡Quién pudiera perderse
en la calle colorista del Recuerdo!
Nada igual puede verse,
pues todo allí concuerdo
y pierdo la razón para ser cuerdo.
Tus fuentes son hermosas
–circulares destellos en la noche–,
las almas son dichosas;
y todo allí trasnoche
y la sana alegría yo derroche.
¡Que la luz se haga calle
como nace el color a la armonía!
¡Que el pensamiento calle!
¡Que no se acabe el día
hasta borrar toda melancolía!
Me miran las ventanas
con ojos de colores encendidos
y ríen las mañanas
–corazones rendidos–,
que, en la Belleza, quedan redimidos.
Tus empedrados brillan
a la luz de la luna y las farolas;
el color no mancillan
y cantan barcarolas,
en el embalse, las tranquilas olas.
Hay paisas en las fuentes,
de pie, sobre el brocal de los pilones;
sus rostros sonrientes,
sus sombreros alones.
Multicolores son sus corazones.
Son juguetes de niños
que extasiados contemplan y se admiran.
Aquellos hacen guiños,
los infantes los miran.
Versos son sus sonrisas que me inspiran.
Soy niño en el recuerdo,
pues niño debo ser para admirar
si en la beldad me pierdo.
Allí todo es soñar
y soñar es vivir; y vivir, amar.
Allí el corazón dejo.
Volé al Parnaso de la Fantasía
y de nada me quejo.
Nació allí la armonía
y la sonrisa en tu alma y en la mía.
ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Maestro,
profesor de Filosofía y Psicología
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