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69. Diálogo con el tiempo


                  
DIÁLOGO CON EL TIEMPO 
    AL TERMINAR MI NOVELA

EXPERIENCIA FALLIDA. 
UN ERROR DEL DESTINO”


Tony quería despedirse y comentar algunas inquietudes con sus amigos Melonticós (el futuro) y Teleutaios (el pasado). Y fue Melonticós quien interrumpió sus pensamientos cuando Tony pensaba que no volvería. Pero nunca sus amigos le habían decepcionado y no iba a ser esta vez la primera.
El pasado y el futuro, las dos caras del tiempo.
Hola, amigo Tony.
Melonticós, creí que ya no me hablarías. La novela está prácticamente terminada, a falta del epílogo. Has sido un buen amigo y compañero de viaje.
Gracias, Tony. Yo también quería desearte suerte. Y, aunque sé que escribes para ti, sería de desear que, aquellos que lean la novela, vean que hay unos hombres y unas mujeres, quizás normales, pero que tuvieron la suerte de conocer y vivir el amor y supieron admirar la belleza de la naturaleza.
Eso me gustaría, Melonticós. Pero para que lo lean tendrían que publicarme la novela. Sabes que es una ilusión que, frecuentemente, me visita. Pero, hasta este momento, no había tenido tantas esperanzas.
Ten confianza. Si le gusta a tu amigo Apuleyo...
¿Lo conoces?
Conozco todo aquello que a ti te preocupa.
Gracias, amigo. Espero ver cumplido ese deseo.
Lo verás. Resaltas lo positivo de la vida y solamente reflejas en pinceladas las amarguras y penas. Me gusta que seas uno de los que piensan que la Literatura debe vengar las injusticias del tiempo o de la vida.
Así es. Yo soy principiante en la bondad, como casi todos los humanos. No me gusta la sociedad actual; pero es en la que tengo que vivir. Resaltar el silencio del bien, quizás acalle los estruendosos ruidos del mal que tanto se difunden en los medios de comunicación. Eso es, al menos, lo que creo, amigo.
Tony, ha sido un placer acompañarte en esta tu nueva aventura. Espero que–puesto que el tiempo es algo que te preocupa–, sigas acordándote de mí.
Lo haré, Melonticós.
Hasta la próxima, Tony. Te dejo con mi compañero Teleutaios.
Hasta pronto, amigo.
El dios Cronos.
¿Se han acabado tus dudas? –preguntó Teleutaios.
¡Qué remedio, amigo Teleutaios! “Lo que fue no pudo dejar de ser” –escribió Lope–. Yo no soy quien para dudar de tal afirmación. Además mi experiencia me lo confirma. Pero tampoco estoy en contra de la duda. Como sabes, he sido profesor de Filosofía; y se dice de ella que siempre “guarda en reserva una duda”. Esto mismo, quizás se pueda aplicar a la vida.
Así es, Tony. Pero mi interés, al hacerte esta pregunta, era otro. ¿Acaso sigues dudando del amor?
Amigo Teleutaios, en tu seno he aprendido y los años me han hecho algo escéptico. Sé que el sentido común no deja de ser un contrincante de la duda, al menos en la vida; más no estoy seguro que el mío la venza. Pero yo también te pregunto: ¿Acaso el hombre honrado no puede tener dudas honradas? Recuerdo el proceder de un personaje de una de mis novelas “Andrea. En la balanza del destino”. Curiosamente, también se llamaba María. Se había vengado de cuantos hombres pudo, abandonándolos cuando le confesaban su amor. He de decirte que un hombre hizo lo mismo con ella. Pero cuando llamó el amor a su puerta, María tuvo muchas dudas honradas. Su venganza –que ella llamaba “justicia salvaje”, en expresión de Franklin–, no sería fácil que la comprendiera el hombre que la había enamorado.
Lo sé Tony. Yo te acompañaba en ese viaje aunque no te hablara. Y María fue valiente. Quiso confesarle la verdad a su novio. Pero, como el hombre –su hombre–, la amaba, no quiso saber nada de su pasado. Solo le dijo: “–A partir de ahora, no más secretos”.
Me has convencido, Teleutaios. Tú lo sabes todo.

¿Somos acaso juguetes del tiempo?

No, Tony. Solo conozco el pasado.
Melonticós conoce menos que tú. O se calla porque no quiere hacerme sufrir antes de que el mañana llegue a ser hoy. Y esto es de agradecer. Nada bueno se obtendría de conocer los males del futuro. Sería un sufrimiento inútil.
Así es, Tony.
Pero me habías preguntado sobre la duda. He pensado, amigo Teleutaios, que hay dudas que llevan a la desesperación. Y puede ser que estas se den más en el amor. En realidad, no sabría decir si lo que se siente es duda o temor. La duda se opone a la seguridad. Las dos se pueden dar en la ciencia y en la vida. O eso es lo que pienso. Con el correr de tiempo, he aprendido a dudar, Teleutaios.
Llevas razón. Duda existencial, crisis existencial, sentido de la vida... todo esto preocupa al hombre honrado alguna vez.
Desconozco si hay muchos o no que les preocupen estas cuestiones. Hoy se vanaliza todo. El amor también. Yo he interiorizado la sentencia que dice: “Quien no ama no vive”. Y estoy de acuerdo con A. Nervo –que sabes es un autor que me gusta–. Él ha escrito estos versos: “Hay más amor en mi duda / que en tu tibia afirmación”. Puedo dudar y amar mucho. Cuando se ha vivido y el tiempo no ha sido frecuentemente amigo, el futuro no solo preocupa, se teme. Y estarás de acuerdo conmigo que hacer algo útil con el futuro, es siempre tener presente el pasado.
Gracias por lo que me toca. Eso significa que ahora dudas de algo que has afirmado en estas páginas. Escribir te hace reflexionar. Y la reflexión, a veces, cambia los pareceres, incluso, algunas creencias poco profundas.
Sí. Sé a qué te refieres. El pasado puede ser “profeta del futuro”.
Las tres moiras. Portada de mi novela.
Sí, amigo. Siempre cabe esa posibilidad. La duda en la ciencia es positiva. Se dice que quien no duda no sabe. Esta es la “antorcha del sabio”. Y así es, a mi entender. Sin embargo, caben otras dudas, otras cuestiones. A veces, te puedes preguntar si ocurre eso mismo en la vida o con la vida.
Sí, Teleutaios, sin embargo, no es igual dudar de los aspectos fundamentales de la vida que de la ciencia. El amor es uno de ellos. Sé que dudar es tanto como buscar la verdad; pero ¿es dudar aprender a vivir o aprender a amar? No sabría qué responderte. Aunque en un momento he escrito que, a veces, el amor se aprende por ensayo y error. Es más fácil comprender la duda cartesiana, Teleutaios.
Así es, Tony. Hemos hablado de la vida. Tu amigo John dice que es “puñetera”. La vida es compleja, incomprensible, a veces. Y si quien no ama no vive, también el amor es complejo y hace sufrir. Hay quienes tienen todo para ser felices en él, y no lo son. Y eso no deja de ser una insensatez.
Así es. Lo he comprobado en mis últimas experiencias. Si fueras mi juez, amigo Teleutaios...
Este no dejó terminar la frase a Tony. Y le dijo:
Sé a qué te refieres. Puesto que hemos hablado de la duda; mi sentencia sería el aforismo que se dice cuando se aplica la justicia: “En la duda, hay que hacer una interpretación más benigna” – dijo Teleutaios que sonreía a Tony.
Tony le agradeció que pensara así...
Gracias, amigo. Espero que, en el próximo libro, me acompañes y me aconsejes, como lo has hecho en este si el tema se presta.
Será un placer, Tony. Amigo, nunca pierdas la esperanza. Yo soy tu pasado, pero debes olvidarme en aquello que te haya molestado. Es el presente el tiempo que te interesa, aunque –como has escrito–, solo disuelto en mí, eres consciente de él. Ama y olvida.
Gracias, amigo... Espera, Teleutaios. No te vayas aún– casi suplicó Tony.
¿Qué deseas?
Melonticós me ha dicho que le ha gustado mi novela. Y ¿a ti?
También, Tony.
He escrito sus páginas con recuerdos que han embellecido mi vida. No me he torturado demasiado escribiendo sobre aquellas experiencias que me han hecho sufrir, que también las hubo, Teleutaios. A mí me gusta escribir sobre aquello que ha sido positivo en mi vida o en la de aquellas personas amadas y conocidas. Pero desconozco si mis novelas serán dignas de ser leídas... Y esta en concreto.
Deprisa gira la ruleta del tiempo.
Eso dependerá de si lo narrado ha sido digno de ser vivido, Tony.
Tú ¿qué crees? Para mí, lo ha sido. Lo que fue, fue; y no pudo ser de otra manera. Pero creo que dependerá también de las expectativas del lector.
Así es, Tony.
Decía Boileau que el escritor que no sabe limitarse, jamás sabrá escribir. Yo me limito a escribir sobre lo que el clásico latino llamaba “el lugar común de un libro”, que no es otro que lo vivido por el hombre. De alguna manera, sigo el mandato de Boileau. También estoy seguro de mis preferencias. No me gusta la ficción. Pero, como piensan algunos, yo creo que escribir nunca deja de ser un milagro, sobre todo, en los clásicos. Sus pensamientos los ordenaban y embellecían de tal forma que el resultado es una inigualable y hermosa creación. Todo, probablemente, porque poseían las cualidades que pedía Cervantes para el escritor: “Gran juicio y un maduro entendimiento”.
Sí, Tony. Todos habían sido bendecidos por las musas. En ellos se encuentra todo lo que puedas buscar, son la fuente.
No sé si soy osado escribiendo, Teleutaios. Pero difícilmente sin osadía se puede hacer algo importante en la vida; y, con mi escritura, a nadie hago daño. Escribo casi siempre aquello que pienso y miento y fabulo lo menos posible, salvo cuando puedo ofender (en esto no sigo el consejo del autor de “El viejo y el mar”). La vida nunca es una fantasía. “La pluma (tendría que decir, el ordenador) es la lengua de mi alma” que había escrito Cervantes.
Tony, escribes para ti. Es el mejor camino para que un día puedas escribir para otros.
Un día, Teleutaios... Ya soy mayor.
Nunca es tarde, Tony.
Sí, amigo. Sabes que, para mí, la Literatura es un descanso; pero, al mismo tiempo, me hace esclavo del tiempo. Algunos me ponen el listón muy alto. Creo que es imposible de alcanzar, ni para el que primero lo pensó y escribió.
Sí, Tony. Sé a qué te refieres. Como le dije a Melonticós, “todo está en los griegos”. La petición que algún pensador hacía a los escritores “escribir aquello que nadie haya escrito”, es un imposible.
¿Tú también lo crees?
Sí, Tony.
Yo escribo de mi pasado –el único tiempo que me pertenece–, y, como tal, solo es mío; pues solo es mío aquello que he vivido y sentido; y a mí solo pertenecen mis recuerdos y mis experiencias, no siempre fáciles de expresar con palabras. Y, en ese sentido, son únicos.
Así es, Tony.
Sin embargo, confieso mi ignorancia cada vez que entro en una Biblioteca. Hubiera tenido que leer tanto para escribir bien...
Pero también es verdad que si todos los escritores escribieran aquello que nadie ha escrito, se reducirían drásticamente el número de libros.
Sí, pero eso hemos quedado que es una imposibilidad metafísica. Y me asombra la grandeza de Homero y la humildad de Horacio cuando, en una de sus Epístolas, escribió que “cualquiera se atreve a escribir versos” y que sus libros servirían para “envolver como papel inútil”. ¡Qué equivocado estaba! ¿Es posible que creyera, realmente, esto que escribió? Es uno de los escritores clásicos.
Así es, Tony. Por eso traspasó el límite del tiempo.
Sí, amigo.
Tony no comprendía cómo Horacio pudiera haber escrito tal cosa. Pero quizás ahí radicara su grandeza. Esa afirmación denota una gran humildad.
Sí. Tú sigue escribiendo, Tony. Un día encontrarás un argumento que te guste y entusiasmará a quienes lo lean. Y se cumplirá tu sueño.
Gracias, amigo. Lo intentaré.
En el amor no hay tiempo...
 Y Teleutaios, ese viejecito amable de sonrisa atractiva, vestido como Tony se imaginaba a algunos filósofos griegos de la obra La Escuela de Atenas, desapareció lentamente. Caminaba por un paseo bordeado de árboles que formaban un bello arco; sus colores malvas, rojizos y blancos hacían de aquellos ejemplares la más hermosa primavera. Teleutaios caminaba como aquel que no tiene prisa en llegar, con la lentitud que algunas mujeres se enamoran. Y antes de desaparecer, se volvió, alzó su brazo derecho, como si quisiera bendecir a Tony y, milagrosamente, este oyó las palabras de Teleutaios que le decía:“No dejes de intentarlo”.
Un viento suave, que expandía una aroma desconocida para Tony y una luz muy brillante que desdibujaba la imagen de Teleutaios, fue la última experiencia más bien visión mágica–, que tuvo Tony de su amigo.

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Maestro, profesor de Filosofía y Psicología

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