DIÁLOGO
CON EL TIEMPO (II)
Algunos
cambios han remodelado el aspecto de Griñón.
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Tony
agradecía estos momentos en que le visitaban el pasado y el futuro.
La Filosofía nunca había dejado de interesarle. Siendo muy joven
decía que sería profesor de Filosofía. Y lo fue, venciendo una
desilusión ─o quizás por eso─. Estudiando
Magisterio, el Director de la Escuela, Pablo de la Cruz (que en paz
descanse) le dijo que el artículo de filosofía que había escrito
era prácticamente una copia. Y llevaba razón. Tony no había
estudiado Historia de la Filosofía. Pero la ilusión con la que
había escrito aquellos pliegos, merecía algo más.
Y,
pasado el tiempo, hizo las oposiciones de Filosofía con un buen
resultado. Siendo una materia que podía ser poco atrayente para los
alumnos, no se encontró con alumnos que la rechazaran.
Y,
al escribir lo anterior, se dio cuenta de algo que había dicho en
páginas posteriores.
(...)
El tiempo pasaba mucho más rápido que aumentaban las páginas que
escribía. Aún así, llevaba casi la mitad de su novela. El haber
personalizado al pasado (Teleutaios) y al futuro (Melonticós) le
permitía a Tony reflexionar sobre cuestiones que ─con el
trascurrir de la vida─, le preocupaban y quizás a algún
lector, le interesaran. Cuestiones que la propia trama del pasado que
contaba le iba trayendo.
Y
escribía ─directa o indirectamente─ del tiempo. Y
pensó lo divertido y, a veces, trágico que era ese otro pensamiento
mítico de los griegos cuando hablaban de Cronos, ese joven
Titán, hijo de Gea y de Urano, que derrocó a
su propio padre y lo castró con una hoz o guadaña, símbolos con
los que se le representa; derrocado, a su vez, por sus hijos Zeus,
Hades y Poseidón y encerrado en el Tártaro, aquel
infierno mitológico, lugar tan alejado como la distancia de la
tierra al cielo. Y en honor de Cronos, se celebraba la fiesta
de la Cronía. ¡Qué imaginación! Homero y Hesiodo oyeron
las voces de todas las musas juntas.
─ Hablabas
de nosotros.
─ Sí.
De vosotros, Teleutaios y Melontikós: del tiempo.
─ ¿Por
qué no hablas del presente? ─preguntó Teleutaios y asintió
Melontikós.
─ Porque
no soy consciente de su existencia. Estoy de acuerdo con San Agustín.
El tenía conciencia de un pasado que no existía en un presente que
se desvanecía en un futuro que no era. En realidad ─sintiéndolo
mucho por ti Melontikós, te tenía que haber llamado Melon, pero me
resultó más literario el que te di─, solo soy consciente del
pasado. Solo este activa mi presente con trozos de pasado que
interpretan el presente. Soy un ser, una entidad vital con pasado.
¿No os parece?
─ ¿Por
qué te preocupas entonces del futuro? ─ preguntó Teleutaios.
─ Porque
unos momentos será presente y, enseguida, pasado. Conocí a una
persona que cayó enferma. Y, por miedo a morirse durmiendo, no se
acostaba. Se quedaba sentado en el sillón.
─ Pero
murió ─dijo Melontikós.
─ Naturalmente.
Cuando se acerca el momento de la muerte, quizás se desaten todos
los miedos.
─ ¿Será
el momento en que más se añore el tiempo? ¿No crees?
─ No
lo sé, querido Teleutaios. Depende del “élan” vital que se
tenga. He conocido a personas que han aceptado la muerte sin
inmutarse. De lo que sí estamos seguros los mortales es de esto: un
día el velo de tiempo, que se interpone ante la eternidad, se
rasgará y no habrá más resto de él.
─ Así
es ─dijo Melontikós
Un
toque de modernidad con el espíritu de siempre. Una simbiosis de lo
que fue y lo que es.
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─ Sin
embargo, me preocupa ese tiempo interno, la duración, esa que me va
“royendo los años”, la vida de la que emerge el tiempo. Y, me da
pena, pero solamente puedo afirmar que “solo soy aquello que fui”.
O, al menos, esa es la conciencia que tengo del tiempo. Soy una forma
de ser en él.
─ Y,
¿por qué lo sientes?
─ Es
una forma de hablar. Pero, también es verdad, que no sé que seré
ni mañana ni dentro de un año. No s, con certeza, si seré. El
tiempo me dice que soy un ser contingente. Y, toda la creencia que
tengo sobre que soy fundamentalmente tiempo, Zubiri lo dice mejor y
con más autoridad: “El ser no se funda en el tiempo, sino este en
el ser” porque el tiempo es “el modo de ser de las cosas”. El
tiempo está ceñido a las cosas y, aunque yo cierre los ojos, mi
pensamiento me lleva a la realidad, a las cosas.
─ Así
es─ dijo Teleutaios.
─ Y,
hablando de Zubiri, su producción filosófica es enorme; e
importante, la teológica. Fue discípulo de Ortega y Gasset y,
posteriormente de Heidegger, filósofo influyente en todos los campos
del saber, uno de los máximos exponentes del neokantismo. El estilo,
con Zubiri, dio un giro lingüístico; advirtió los problemas de la
metafísica y fue un abridor de nuevos mundos. Es preciso “pensar
el ser como relación de los entes en el tiempo". Quizás fue el
último gran metafísico español.
─Gracias
─ dijeron. Y se despidieron los interlocutores de Tony.
─Gracias
a vosotros.
Todo
lo anterior lo había escrito Tony en el Parque de La Niña,
huyendo del bochorno que hacía ese día. Guadalajara es una de
las ciudades que cuenta con más parques, teniendo en cuenta su
número de habitantes. Pero los veranos son muy calurosos.
ANTONIO
MONTERO SÁNCHEZ
Maestro,
profesor de Filosofía y Psicología
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