ALJIBE Y DESPEDIDA
(La joven cicerone nos habló en varias ocasiones de la importancia de los aljibes en la época en la que nacieron las ciudades extremeñas. El agua era imprescindible para las familias, su defensa e independencia. Vivían de puertas adentro, sin importarles la calle; y era el patio, el lugar que les comunicaba con el exterior, además de proporcionarles algunos alimentos. Y por haber hablado tanto ella (“momento en que tú callabas” –pensará Carlos–), me acordé del aljibe en estos versos).
AL
ALJIBE
¡Oh
aljibe de los árabes,
alabado por la joven!
Vimos
todo desde fuera
Nos
bajó hasta las entrañas
con
sus arcos de herradura
¡madre
mía qué tortura
si
no desciendes con maña!
Pero
Urdiales que sabía
de
la vida y de aljibes
dijo
con sabiduría,
asomado
a la ventana:
–
“Bajen
ustedes, yo sé
qué
es un aljibe; y también
dijo
con dulce palabra:
–
“Ve
tú, Aurora de la mañana,
yo
volveré otro día
que,
en la ciudad de Almería,
bebía
del agua clara
que
el aljibe me ofrecía.
Y
yo tendré que volver.
Que
ver la esencia por fuera
es
como aquel que quisiera
la
verdad bien conocer
siendo
negación de ella.
ENCUENTRO
EN TRUJILLO
DESPEDIDA
No
saben cuánto lo siento
haber
estado alejado
en
esa tierra bendita
que
tanto amo y he amado.
Encontrar
a compañeros
y,
más que amigos, hermanos,
y
compartir alegrías
que
ya, pasados los años,
hoy
son sonrisas y gozo
que
ha dibujado el pasado.
¡En
qué grata compañía
tanta
belleza he gozado,
tantos
hermosos recuerdos
Los
amigos que antes fueron
y
son hoy también hermanos
y
sus hermosas mujeres
que
mi alma ha constatado,
pues
son buenas por ser lindas
y
bellas – que dijo Safo –,
por
ser buenas. ¡Qué alegría
de
haber con todos gozado
de
una amistad tan sincera
que
ha de hacer borrar mis llantos
si
alguna vez la tristeza
– o
quizás el desencanto –,
traicioneros,
me visitan
o
me anonadan los años!
He
cogido una cuartilla;
la
he visto pintada en blanco
y
me ha dicho muy bajito,
como
hablan monjes y santos:
– “Alégrate,
tienes suerte
de
tener amigos tantos”.
Yo
he sonreído a la hoja
y
he escrito, que me ha dictado
con
sutil voz – como dije –,
y
acento muy delicado:
– “Sé
agradecido y no temas
que
ya habrás reconocido
que,
con amigos así,
es
fácil hacer camino”.
–“Llevas
razón – yo le dije,
alegre
y agradecido –,
La
Salle imprime carácter,
pliego
en blanco que he escrito
para
agradecer a todos
que
seáis buenos amigos.
Ha
escrito mi mano hoy
palabras
que son cariño
pues
mi mano al corazón
obedeció
como un niño”.
¡Qué
lejos está aquel tiempo!
Pero a Griñón yo no olvido
ni
a aquellos buenos hermanos
que
dieron cuanto han tenido.
Su
tiempo fue nuestro tiempo;
su
gozo, el nuestro ha sido;
sus
lágrimas fueron nuestras
y
nuestro su sacrificio.
Me
he puesto sentimental.
Perdonad
pues sois amigos
porque
los años ablandan
el
corazón; y hoy el mío
no
sabe agradecer
tanto
como ha recibido.
Cuando
vuelva a Tenerife,
solamente
he de llevar
vuestras
sonrisas, amigos;
vuestra
amistad que, en palabras
y
en actos, he recibido.
Y
si queréis algún día
visitarme
en mi destino,
seré
feliz en teneros –
como
el ave hace en el nido –,
a
quienes hoy yo confieso
que
son hermanos y amigos.
ANTONIO
MONTERO SÁNCHEZ
Maestro
y profesor de Filosofía y Psicología.
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