EL
GRAN DUQUE
Un gran duque es un búho real, ni más ni menos. Se nos hizo famoso el gran duque de Los santos inocentes que tenía el Azarías al principio de la novela. Después acabaría llevando sobre su hombro un simple grajo, pero inicialmente su compañero fue un gran duque (así lo leemos en la página 12 del libro):
(…)
pero, en cualquier caso, Azarías le decía al gran duque, cada vez
que se arrimaba a él, aterciopelando la voz, milana bonita, milana
bonita,
Al
gran duque se le conoce como nombre científico el de búho
búho y como nombre común
el de búho real.
Toda
la emotividad que Delibes pone en boca del Azarías (del texto
anterior) al arrimarse al gran duque es el milana
bonita, milana bonita. Delibes
es un castellano de Valladolid y, por tanto, es contenido en su
persona y sus manifestaciones públicas, semipúblicas, privadas. Es
contenido en su expresión literaria, contención manifiesta en su
narrativa. Una “dorada mediocridad” le hace equidistante de los
pensadores del 98 y de los labriegos que no ejercen de filósofos.
Aprende de las virtudes y vicios de los castellanos-castellanos, a
los que busca y frecuenta. Cuando se estudia con rigor la tipología
del hombre castellano, siempre se hace referencia a una contención
propia de las gentes de la meseta, en palabras, en gestos y, en
general, en la expresión de su interioridad.
Miguel
Delibes, castellano de nacimiento y profesión, confirma con su
persona y obra la proverbial contención castellana y pone en boca
del Azarías estas dos palabras con las que se comunica cariñosamente
con el ave: milana bonita.
Hace
no mucho tiempo me contó uno de los hijos del escrItor, Juan
Delibes, que entre él y sus hermanos y amigos encontraron un pollo
de gran duque en Sedano. Debajo de una roca, con plumas, bastante
grande, pero todavía un pollo. Juan era entonces un niño y se lo
llevó a casa y le comenzó a alimentar. Hace muchos años, me
contaba Juan que no estaba prohibido coger estos animales. Juan lo
fue criando en una habitación a oscuras. Cuando Juan entraba en la
habitación emitía un sonido distinto del que emitía con los demás.
Un sonido de confianza, de conocimiento de su dueño. Le soltaba por
las noches, pero volvía. Cada salida nocturna era más larga y una
noche ya no volvió. “Posiblemente se adaptaría a la vida libre”,
me aseveraba Juan.
El
gran duque ha alcanzado cierto reconocimiento en la narrativa de
Miguel Delibes quizá gracias a la magistral interpretación que hizo
del Azarías Paco Rabal. Él es el que puso en valor esto de la
milana bonita
y pareciese que el gran duque cogió entonces el alto vuelo que no
había tenido en la novela.
JORGE
URDIALES YUSTE
Doctor
en periodismo. Profesor
Especialista
en Miguel Delibes
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