1.
Reflexión
lasallana sobre el estilo de nuestra Escuela
Dentro
de la Escuela:
Se
señala a alguien por haber roto el jarrón de las flores de la
clase. Nos quedamos sin jarrón. Pudo evitarlo, no lo hizo adrede,
sin embargo, es culpable por negligencia.
Pero
no fue obra de aquel a quien se señala.
En
otra Escuela, el negligente que lo fue, cobarde y plebeyo, si no
profesa que “nobleza obliga”, se callará. No aclarará el error.
Sólo pensará que, oculto en la sombra, no le culpen a él.
Pero,
en nuestra Escuela, de ordinario, alguien levantará la mano y dirá:
¡perdón,
fui yo!
Lo hará porque se siente obligado. Le obliga la nobleza que profesa
el grupo y la suya propia. No ha de pagar un inocente.
La
nobleza en todo orden de cosas:
1.
Calificaciones.
No
es que, por flojera, no haya alumnos en nuestras clases, tentados de
contentarse con calificaciones de suficiente.
Pero se masca la necesidad de saber cuanto más mejor y no parar
hasta el muy
bien en
toda disciplina. Nobleza obliga.
2.
Excelencia.
Entre nuestros alumnos los hay correctos.
Lo que más abunda, sin embargo, son los
excelentes.
Su nobleza les obliga a serlo.
3.
Nobleza.
El clima de clase, desde el primer día de escuela es este. Que la
nobleza obliga. De donde resulta que se estudia y se trabaja con
alegría.
4.
El
maestro.
El maestro se ha obligado a sí mismo. Va delante.
Preguntad
en nuestros centros. Os dirán que vivir sin obligaciones es de
plebeyos, que la nobleza exige ordenación y acatamiento a lo mejor.
Y es que en nuestra Escuela damos por sentado que a todos la nobleza
nos obliga. El
valor nobleza es un valor propio que
se profesa
en
nuestra Escuela con orgullo y alegría.
CUR
Maestro.
Profesor de Lengua y literatura
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