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80 EP 2019 Por Guadalajara



                 

ENCUENTRO DE PRIMAVERA, 2019


       VISITA A GUADALAJARA



Con motivo del Décimo Encuentro de Primavera 2019, y conociendo el poco tiempo de que dispondremos en la visita que haremos a Guadalajara –imposible visitar todos los lugares de interés que tiene esta capital–, voy a ayudarles a que conozcan, o se imaginen, algunos de ellos que, probablemente, no podremos contemplar.

Guadalajara fue fundada por los árabes a lo largo de la mitad del siglo IX y del X, llamándola Wad-al-Hayara; es decir, valle de los castillos o río de las piedras.

Anteriormente, hubo un asentamiento romano, de nombre Arriaca –motivo por el que a los nacidos en la provincia de Guadalajara se les llama, además de guadalajareños, arriacenses. Y, aunque se conoce poco de la historia de Guadalajara en la época árabe, han dejado muestra de su estancia en el Puente sobre el río Henares, y ruinas del Alcázar.

Puente árabe
Tuvo una gran restauración en el reinado de Carlos III

Guadalajara alcanzó cierto esplendor durante el siglo X, aunque fuera un periodo de frecuentes guerras. Fue Alfonso VI de Castilla quien la conquistó; hay crónicas que atribuyen la hazaña a Álvar Fáñez, que da nombre a una Torre en el lugar, por donde dicen, quebró la resistencia de los árabes, llegando hasta el lugar en el que hoy se emplaza la Iglesia de San Ginés, obra de Juan Guas.
Iglesia de San Ginés
Proyecto de Juan Guas


Los primeros fueros fueron concedidos por el rey Alfonso VII de Castilla, en 1133, acordando otros nuevos en el reinado de Fernando III de Castilla. Con su hijo, Alfonso X el Sabio, Guadalajara tiene un mayor florecimiento económico, debido al privilegio concedido de celebrar Ferias y Mercados, que perduran hoy día.

Ruinas del Alcázar árabe
Un hecho importante para la villa fue el establecimiento en ella de la familia Mendoza, hecho que ocurrió en la mitad del siglo XV. Entre sus miembros destacados, se encuentran Don Íñigo López de Mendoza (1398-1458) y el Gran Cardenal de España, Don Pedro González de Mendoza. El primero falleció en Guadalajara. Había casado con Catalina Suárez de Figueroa y, entre sus hijos fue el de más renombre el Gran Cardenal, nacido en Guadalajara. Don Íñigo mandó construir el Palacio del Infantado. Con la marcha de los duques a la corte, hizo que decayera el esplendor de Guadalajara. Los Mendoza ostentan el título de Duques del Infantado.




Palacio del Infantado (Juan Guas), fachada y Patio de los Leones


Como he dicho, mandó edificar el palacio el Marqués de Santillana. La fachada y el Patio de los leones (en la foto) lo hacen un edificio magnífico, a pesar de la restauración –discutible para algunos–, tras el incendio en el 1936. Ha sido la residencia habitual de los Mendoza. Su construcción se concluyó a finales del siglo XV. Fue el V duque del infantado quien introdujo elementos renacentistas al gótico original. Son de admirar los contrastes en la fachada principal, de una hechura gótica admirable inicial y ventanas renacentistas. El alféizar de la galería superior parece romper la solidez del muro, que, a su vez, se acentúa con esa distribución de cabezas de clavos en piedra. Su diferencia con la portada es notable. Esquemática en el muro y muy complicada en la portada, donde se esculpen los emblemas de la familia ducal y del constructor. Su contemplación es muy diferente si se observa a la luz del día o en la oscuridad de la noche.

Sala interior del palacio
Pero tan bello o más que la fachada es el Patio los leones que lo forman dos galerías de arcos rebajados en tres centros, siendo los motivos decorativos leones que se miran, en la galería inferior y, en la superior, animales mitológicos: grifos. Ambas galerías estaban sustentadas por columnas helicoidales, que fueron remplazadas por las actuales en 1571, de estilo jónico.

Desgraciadamente, la mayor parte de la decoración interior desapareció en el incendio de 1936. Se pueden visitar algunas salas decoradas por el italiano Cincinato, entre 1578 y 1580.
En el palacio se casó Felipe II e Isabel de Valois, evento que dejó muy feliz al Duque, pero sus arcas muy menguadas. Se dice que, en la muerte de Isabel, fue la única vez que se vio llorar a Felipe II en público.

Fue Enrique IV de Castilla quien concedió a Guadalajara el título de Villa. Y, aunque goza de cierto esplendor en el XVI, sufre la crisis generalizada del XVII.

Siendo yo niño, Guadalajara apenas tenía 11.000 habitantes. Alcalá de Henares frenó su crecimiento; y fue en la década de los sesenta, cuando, incluida en el Plan de Desarrollo, evoluciona positivamente.

Lo que es hoy Guadalajara lo podrán ver cuando la visitemos. Es una ciudad tranquila, de más de 83.000 habitantes en el censo del 2016, que goza de las ventajas de una capital y de un pueblo; tiene abundantes parques y lugares dignos de verse. Su desarrollo ha tenido un efecto negativo en la provincia: la despoblación de sus pueblos.

Patio del palacio de la Cotilla
El Palacio de la Cotilla se remonta al siglo XVII, fecha que revelan las columnas del patio que se conservan y siguen el modelo alcarreño. A fines del siglo XIX sus propietarios eran los marqueses de Villamejor, título que ostentaban Ana de Torres e Ignacio de Figueroa, padres del conde de Romanones, que fue ministro en la monarquía, y que creara el Archiduque Carlos cuando ya había renunciado a la corona de España. Felipe V lo confirmó. Los marqueses de Villamejor, padres del Conde Romanones, siguieron los gustos decorativos de la época en Europa, y dieron a su palacio un toque oriental. No deja de ser una rareza en España. Se mantiene, en el llamado Solón Chino, la decoración mural en papel de arroz en muy buen estado. De su rareza proviene su valor excepcional.
Interior del palacio de la Cotilla


El conjunto formado por el convento de la Piedad y Palacio del caballero Antonio de Mendoza (hoy este último el Liceo-Caracense) es obra de Lorenzo Vázquez de Segovia. Covarrubias es el autor de la portada de la iglesia coronada por la Piedad. El Portón del palacio fue concebido como un arco de triunfo, con motivos ornamentales militares y coronado con las armas de las familias propietarias y de los escultores.


Portada de la iglesia y del palacio

Patio del palacio
Guadalajara tiene iglesias que son dignas de verse. Una de ellas es la Iglesia de Santiago Apóstol de estilo gótico mudéjar, una de cuyas capillas se debe a Covarrubias. Es la situada en la parte del Evangelio, de estilo plateresco, que data de principios del siglo XVI y construida para que fuera enterrado el caballero de Santiago Juan de Zúñiga. La capilla de la epístola fue fundada por Diego García de Guadalajara.

En este tiempo, eran varios los arquitectos que trabajaban por las tierras de Castilla. El nombrado anteriormente, Juan Guas y Lorenzo Vázquez de Segovia, uno de los introductores del estilo gótico isabelino.

Iglesia de Santiago Apóstol
Iglesia de Santiago Apóstol

De notable belleza es también barroco de la iglesia de San Nicolás, de finales del siglo XVI. En un principio, fue la iglesia del Colegio de los Jesuitas (que recuerda su planta). La portada barroca, labrada en piedra, es de finales del siglo XVII y representa la fe (en una hornacina) y coronada por la Santísima Trinidad, sobre un muro de ladrillo.

San Nicolás, interior


San Nicolás
En el interior, destacan el altar y la estatua de Comendador Rodrigo Campuzano, tallada en Guadalajara, a finales del siglo XV que comparan con El Doncel de Sigüenza.

En la concatedral o iglesia de Santa María (donde según los organizadores cantaremos la Salve) se conjugan tres estilos: el mudéjar con sus característicos arcos lanceolados en ladrillo, la torre que, en un principio, era independiente; renacentista, incorporado a principio del siglo XVI, en el pórtico, con los característicos capiteles de la región alcarreña; y el barroco de la bóveda interior.

Concatedral de Santa María
El Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo está situado muy cerca del Parque de San Roque. María Diega Desmaissieres, que ostentaba los títulos de Duquesa de Sevillano y Condesa de la Vega del Pozo, era una mujer filántropa y mandó construir uno de los mejores conjuntos arquitectónicos de comienzo del siglo XX. Incluía un panteón. El arquitecto elegido fue Ricardo Vázquez Bosco.
Panteón de la condesa
El panteón tiene una cúpula en cerámica barnizada que recuerda el arte italiano. Armoniza elementos del arte oriental y occidental. El primero da al monumento una apariencia bizantina y su forma exterior es de cruz griega. Destaca en el interior el altar con un extraordinario calvario, pintado por Alejandro Ferrán, en la cripta. Y, así mismo, un grupo escultural que representa el cortejo fúnebre de la condesa. La perfección en los detalles y la riqueza de los materiales, son otras de las características de la obra.
En este mismo recinto se encuentra el Colegio de las Adoratrices y su hermosa Iglesia.
Iglesia de las Adoratrices

Guadalajara tiene otros monumentos: El palacio de Débalos, actual Biblioteca Municipal, del siglo XVI. Ayuntamiento, Santuario de la Antigua (la patrona de Guadalajara), la Torre del Alamín (siglo XIV), convento de los Carmelitas de San José (siglo XVII), capilla de Luis de Lucena (siglo XVI), Iglesia del Carmen (siglo XVII), palacio de la Condesa de la Vega del Pozo (siglo XX), iglesia de San Francisco (siglo XV, reconstruida por el Gran Cardenal), Puerta de Benjaque (siglo XIV)…

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ,
Maestro. Profesor de Filosofía y Psicología

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