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48. La hora de unir

   

ÉRASE UNA VEZ UN PHORA DE UNIR VOLUNTADES
 La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades que la integran y la solidaridad entre ellas. (Constitución Española, título preliminar, artículo 2)

 La diversidad es siempre un valor. Lengua, tradiciones, usos y costumbres distintas, elementos que suman en la riqueza demográfica y cultural de un país. Es hora de unir voluntades, no de disgregar. ‘La unión hace la fuerza’, ‘divide y vencerás’… Expresiones como estas corroboran una innegable realidad. Lo sabe bien Europa. Si así no fuera, países en clara recesión económica, en ocasiones próxima a la bancarrota, se hubieran visto segregados hace tiempo.

 No resultan fácilmente asociables prosperidad y aislamiento o automarginación. Reconozco mi limitados conocimientos en cuestiones macroeconómicos; pero las afirmaciones de voces autorizadas, en debates, editoriales y artículos de opinión, no dejan lugar a dudas.

 Esgrimir como bandera el derecho a la autodeterminación, en los tiempos que corren, sólo puede entenderse desde el oportunismo político. Apelar al sentimiento, y más cuando se tergiversa y traiciona la historia, constituye una actitud demagógica a todas luces repudiable, adoptada por quienes, sin escrúpulo moral alguno, persiguen a toda costa rédito electoral.

 Nada tengo contra los catalanes. Es más, he de decir, en honor a la verdad, que nunca me sentí incómodo cuando visité Cataluña; muy al contrario, disfruté de una más que aceptable hospitalidad. Aunque tampoco puedo desautorizar el testimonio de quienes, residiendo en esa comunidad y no pudiendo acreditar condición de autóctonos, afirman sentirse poco considerados, cuando no manifiestamente discriminados y en algunos casos perseguidos o vejados.

 Como buen madrileño de nacimiento y origen, de familia avecindada en la Villa y Corte por varias generaciones, tengo el ánimo cosmopolita y hospitalario que caracteriza a esta capital. No negaré a nadie su voluntad de emanciparse, si ese es su deseo; pero creo necesario recordar que nos debemos a una Constitución democráticamente aceptada, y que sólo en los términos y cauces que ésta dispone podrá prosperar cualquier movimiento secesionista, por más que voces interesadas pretendan obviar esta condición y tirar por la calle del medio esgrimiendo pretendidas urgencias.

Preciso es también escuchar las voces de aquellos que, en mayoría, quieren mantener, junto a su condición catalana o vasca, la irrenunciable y honrosa pertenencia al Estado Español.

…………………………………….

España, quien te respeta
no te quiere desgarrada,
ni dejará que aparezcan
cicatrices en tu cara.

Trajes distintos te visten,
gentes distintas y varias,
lenguas, usos y costumbres,
fiestas, canciones y danzas.
 
Mil colores, que no impiden
el que seas respetada,
y te muestres sin fisuras,
secesiones o distancias.
 
Esto, sin sombra de duda,
manda nuestra Carta Magna.

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Psicopedagogo. Emérito UCJC

 

 

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