EL
VENCEJO
El
español medio no diferencia un vencejo de una golondrina. Su
parecido es evidente. Cazadores, labradores, gente del campo no
confunden un vencejo de una golondrina como no confunden un conejo de
una liebre. Delibes, echo el ojo a los animales del campo, nos
hablaba de vencejos sin temor a equivocarse:
El último coto, p. 206
Hace
días que llegaron los vencejos y en casa es no parar. Los condenados
chillan como pendones sin dejarlo. Todo el día de Dios andan
colgados del alero. A las siete ya me tienen de pie. ¡La madre que
los echó, no los mataran a todos!
Diario
de un cazador, p. 64
El
vencejo, como toda ave viviente, tiene su nombre científico: apus
apus, aunque también
recibe otros nombres comunes
como andarón, alfaicino
o falceta. Es un pájaro muy gracioso que vive prácticamente en el
aire. Solo utiliza el nido cuando cría sus pollos. El resto de su
vida, vuela que te vuela. ¡Hasta bebe sin posarse! Pájaro de vuelos
rápidos, ameniza las tardes de los pueblos de España con sus
chillidos y vuelos a cierta altura. Probablemente casi todos
recordemos sus vuelos al atardecer de un día cualquiera de julio en…
¿Tordesillas? ¿Las Navas del Marqués? ¿Linares? ¿Quintanar de la
Orden?
De
plumaje gris oscuro, tiene unas patitas de alambre. Sin plumas se
queda en nada, minúsculo. Sin embargo, delgadito él, le cuesta
remontar el vuelo una vez posado, de ahí que viva en el aire y así
se evite problemas.
Con
estos cambios climáticos me cuesta decir que viene a España en mayo
y se marcha de nuestros paisajes a finales de agosto/primeros de
septiembre. Aunque pesa lo que unas lonchas de jamón de York, si le
hiciese falta, podría volar en un día ¡hasta 1.000 kilómetros!
Al
igual que los ingleses necesitan de playa y sol cuando vienen a
España, el vencejo busca pueblos con abundancia de insectos
voladores y rocas con agujeros para anidar. Y, a falta de rocas, le
bastan edificios abandonados si en ellos hay agujeros para hacer lo
mismo. Con poco hueco se conforma.
Una
vez hecho el nido, la madre pondrá, en una sola puesta, 2 o 3
huevos. Después los incubarán tanto el padre como la madre y, en 3
semanas… ¡Zas! La familia aumenta.
El
vencejo es animal de costumbres y vuelve sobre el mismo nido año
tras año… Y eso hasta los más de 20 años que viven algunos de
estos pájaros.
Hormigas,
moscas, polillas y mosquitos se echan a temblar cuando se les informa
que llegan a España los vencejos. “Más de uno va a morir”, se
dicen. Y, efectivamente, irán cayendo a lo largo del verano.
Pareciese
de chiste decir que los vencejos duermen en el aire, pero así es: a
2.000, 3.000 metros de altura se forman nubes de vencejos que apenas
se mueven hasta que sale de nuevo el sol. ¡Curiosidades de la
naturaleza!
Contar
los vencejos que hay en España cada verano es como querer contar las
arenas del desierto o las estrellas del cielo. A ojo de buen cubero
se habla de 2 a 3 millones de parejas. No hay de qué preocuparse.
Abundan.
Esperemos
ahora a volver a verlos este verano y poder pasear por nuestros
pueblos bajo la orquesta de chillidos que da otra alegría a la
España rural.
JORGE
URDIALES YUSTE
Doctor
en periodismo. Profesor
especialista
en Miguel Delibes
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