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76 Las aves en Delibes








EL VENCEJO


El español medio no diferencia un vencejo de una golondrina. Su parecido es evidente. Cazadores, labradores, gente del campo no confunden un vencejo de una golondrina como no confunden un conejo de una liebre. Delibes, echo el ojo a los animales del campo, nos hablaba de vencejos sin temor a equivocarse:

                               Hoy vi un vencejo levantar del suelo en el patio de la casona después de un aleteo frenético (…)
El último coto, p. 206

Hace días que llegaron los vencejos y en casa es no parar. Los condenados chillan como pendones sin dejarlo. Todo el día de Dios andan colgados del alero. A las siete ya me tienen de pie. ¡La madre que los echó, no los mataran a todos!
Diario de un cazador, p. 64

El vencejo, como toda ave viviente, tiene su nombre científico: apus apus, aunque también recibe otros nombres comunes como andarón, alfaicino o falceta. Es un pájaro muy gracioso que vive prácticamente en el aire. Solo utiliza el nido cuando cría sus pollos. El resto de su vida, vuela que te vuela. ¡Hasta bebe sin posarse! Pájaro de vuelos rápidos, ameniza las tardes de los pueblos de España con sus chillidos y vuelos a cierta altura. Probablemente casi todos recordemos sus vuelos al atardecer de un día cualquiera de julio en… ¿Tordesillas? ¿Las Navas del Marqués? ¿Linares? ¿Quintanar de la Orden? 

De plumaje gris oscuro, tiene unas patitas de alambre. Sin plumas se queda en nada, minúsculo. Sin embargo, delgadito él, le cuesta remontar el vuelo una vez posado, de ahí que viva en el aire y así se evite problemas. 

Con estos cambios climáticos me cuesta decir que viene a España en mayo y se marcha de nuestros paisajes a finales de agosto/primeros de septiembre. Aunque pesa lo que unas lonchas de jamón de York, si le hiciese falta, podría volar en un día ¡hasta 1.000 kilómetros!

Al igual que los ingleses necesitan de playa y sol cuando vienen a España, el vencejo busca pueblos con abundancia de insectos voladores y rocas con agujeros para anidar. Y, a falta de rocas, le bastan edificios abandonados si en ellos hay agujeros para hacer lo mismo. Con poco hueco se conforma. 


Una vez hecho el nido, la madre pondrá, en una sola puesta, 2 o 3 huevos. Después los incubarán tanto el padre como la madre y, en 3 semanas… ¡Zas! La familia aumenta.

El vencejo es animal de costumbres y vuelve sobre el mismo nido año tras año… Y eso hasta los más de 20 años que viven algunos de estos pájaros.
Hormigas, moscas, polillas y mosquitos se echan a temblar cuando se les informa que llegan a España los vencejos. “Más de uno va a morir”, se dicen. Y, efectivamente, irán cayendo a lo largo del verano.

Pareciese de chiste decir que los vencejos duermen en el aire, pero así es: a 2.000, 3.000 metros de altura se forman nubes de vencejos que apenas se mueven hasta que sale de nuevo el sol. ¡Curiosidades de la naturaleza!

Contar los vencejos que hay en España cada verano es como querer contar las arenas del desierto o las estrellas del cielo. A ojo de buen cubero se habla de 2 a 3 millones de parejas. No hay de qué preocuparse. Abundan. 

Esperemos ahora a volver a verlos este verano y poder pasear por nuestros pueblos bajo la orquesta de chillidos que da otra alegría a la España rural.

JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor
especialista en Miguel Delibes






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