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78 Las aves en Delibes


                     
                        
       LA PARDILLA




Pareciera que la perdiz de verdad, la auténtica de entre todas las perdices, fuese esta pardilla si nos atenemos a su nombre científico: perdix perdix. Por dos veces se nos repite su nombre para recalcar que esta es la que es. Miguel Delibes, que las conocía bien, nos la nombra en uno de sus libros autobiográficos, El último coto:

Los chicos, en cambio, lo pasaron bien en Fuentes Carrionas. Se divirtieron de lo lindo e hicieron carne: trece pardillas.

Los cazadores, la gente del campo, omite decir “perdiz” cuando habla de la pardilla, también llamada en algunas zonas perdiz charra o perdiz charrela.

Para Delibes, hablar de la pardilla es hablar de caza y son muchos los términos propios de la caza que asoman en las obras del escritor. Podríamos imaginar un día de caza tomando las palabras que emplea el maestro:

Para los preparativos de un día de caza leemos en Delibes: carabina, chaleco-canana, perdigón de cuarta, sexta, séptima, zurrón, percha, morral. Al salir al campo se nos ofrecen muy diversos “oficios”: batidor, ojeador, venador, cetrero, galguero, furtivo, jaulero, corralero, puntillero, bichero. El modo de cazar varía en función de las posibilidades: batida, cazata, mano, ojeo, cacerío, ganchito (ojeos a lo pobre), tornacaza (repaso al día siguiente); veda, desveda, media veda. ¿Dónde cazar?: aguardadero, cazadero, perdedero, tiradero; aguardo, abrigaño, abrigada, acotado.

También nombrará Delibes las partes de la escopeta: boca, caño, culatín, guardamanos. En su discurso, Miguel Delibes usa verbos que son casi exclusivos de la caza: emplomar, manear, apeonar, apiolar, aspearse, cobrar, colgar, encamar, entrizar, enviscar, cepear, embardar, repullarse…

A todo este mundo cinegético, sumémosle un buen puñado de aves como nuestra pardilla, con cierta querencia por los sistemas montañosos y solo algo más grande que la codorniz. Ave muy familiar, se mueve en bandadas. Allá vuelan juntos los padres y sus polluelos, algunas tías solteras, la suegra, los yernos de las mayores, un cuñado… Tiene la pardilla dos residencias, como la gente rica o algunos jubilados que combinan Málaga y Madrid o Cantabria y Benalmádena. La pardilla en verano tira al monte (en rigor a la alta montaña) y en invierno baja a tierras más benignas lejos de la nieve.

Cuando la pardilla quiere tener familia, preparará un nido sencillo, sin lujos. Nada de habitaciones con cortinas y salones llenos de adornos. Simplemente una capa de ramitas en el suelo. Y después… ¡Ala! Más de docena y media de huevos al mundo. El macho acompañará a la hembra durante toda la crianza. Ni se esconde ni se va a bar. Los dos irán criando a los polluelos a base de insectos y semillas.

La pardilla es una pieza clave en la cadena alimenticia. Muchas rapaces y zorros viven de ellas. Sus enormes polladas son una buena fuente de alimento para otros animales. Pero lo importante es que no todas perecen. Afortunadamente la Naturaleza es sabia y nos sigue dejando que disfrutemos de esta ave en España. 

JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor
especialista en Miguel Delibes







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