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79 Siglo XVIII. Nicolás Fdez. de Moratín




A MUCHA DISTANCIA YA DEL MAGISTERIO, 
VUELVO A NUESTRO POBRE SIGLO XVIII, 
CON RECUERDOS SUELTOS



Me encantaría charlar –para seguirlos- con algún colega o alumno sobre




7 Nicolás Fernández de Moratín

       


- A lo mejor del padre de Leandro no nos queda más que la quintilla del caballero cristiano que pide licencia para alancear a un toro con el que nadie puede: “Sobre un caballo alazano, / cubierto de galas y oro, / demanda licencia urbano / para alancear a un toro / un caballero cristiano”. Barajábamos su cinco versos y siempre se leía cabal, desordenados los versos, con su sentido clavadito.

- Recitamos aquellas quintillas convencidos de que eran las mejores que se habían compuesto en lengua castellana. Para liras, fray Luis de León, san Juan de la Cruz y Orizana. Para quintillas, las de Moratín padre.

- Empieza “Las naves de Cortés destruidas” con el arranque de la Eneida: “Canto el valor del capitán hispano /que echó a fondo la armada y galeones”. ¿Dominaba a los clásicos?

- Echó “Las naves de Cortés destruidas” a las aguas hermosas de un concurso. Se las hundieron. Otro desconocido se alzó con el honor. Las vimos navegando bien honradas por los mares de nuestros estudios de bachillerato.

- Nos interesó por su título el epigrama del catedrático de poética del Colegio Imperial de Madrid, don Nicolás: “Saber sin estudiar”. Lo aprendimos de memoria:

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho»


CUR


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