Buscar este blog

80 Leyenda de Torcoroma





Santuario de Torcoroma, cercano a Ocaña (Colombia)




LEYENDA 


       DEL SANTUARIO 



DE TORCOROMA 



(Colombia)



Como no podía faltar en un Santuario que se precie, también este tiene su leyenda (o historia), según se crea. Y esta es.


(Sale una niña al escenario. Viste una túnica blanca y un lazo azul en la cintura).

NIÑA: –Era el 16 de agosto de 1711. Y…
        En Torcoroma de Ocaña,
             la familia campesina
             que la maldad abomina,
             cultivadores de caña,
             con la que los dulces hacen…
             De fe profunda y cristiana,
             así, su vida se gana,
             y a otros, sus gustos complacen…

(Salen cuatro personas al escenario: madre, padre y dos hijos protagonistas de la leyenda).

PADRE:   –Me llamo Cristóbal Melo.

MADRE:  –Y yo, su mujer, Pascuala.
                 Y este lugar nos regala
                  lo mejor de nuestro suelo.

JOSÉ:      –Yo soy su hijo, José

FELIPE:   –Y yo Felipe me llamo.
                   y la belleza proclamo
                   de este lugar, y mi fe.

PADRE:   –Somos humildes cristianos
                  quizás, por eso, la suerte
                  tuvimos de conocerte,
                  Virgen de los colombianos.

JOSÉ: –Un día fuimos de tala,
Entrada al templo


             mi hermano Felipe y yo
             porque papá lo ordenó.
             Aquí, el bosque nos regala
             árboles de troncos rectos,
             con los que hacer la canoa
           –no la de popa y de proa–,
             si no utensilios perfectos
             donde amasar el melero,
             para los dulces de caña
             que, con destreza y con maña,
             con paciencia y con esmero,
             hacemos cada mañana.
             Y ese día, en la montaña,
             que, a veces peligro entraña,
             era la luz muy diáfana,
             los robles los adecuados
             para el duramen vaciar,
             y, fácilmente, amasar
             los dulces edulcorados.

JOSÉ: –Era el tiempo de verano,
             pero un árbol florecía
             y un aroma expandía
             que llegaba hasta el llano.
             Eran muy rojas sus flores.
             El árbol el adecuado,
             pero, una vez, talado,
             nuestras fuerzas inferiores
             eran para levantarlo.
             En el barranco cayó
             y ni mi hermano ni yo
             pudimos ni menearlo.
             Volvimos. Atardecía.
             Y contamos a papá,
             y escuchaba la mamá,
             qué nos sucedió ese día.

PADRE: – Mañana iremos todos.
              No es normal que en el verano
              y, con el tiempo secano,
              florezca. De todos modos,
         iremos a ver qué ocurre.
         Quizás sea algún prodigio
         que dé a Ocaña prestigio.
         Y si otro hecho concurre…
         La pesadez, los aromas
         y las flores en verano…
         Nada, hijo, ocurre en vano,
         en la fe no hay axiomas.


Entrada al templo (Torcoroma)

JOSÉ:   –¿Usted cree en los milagros?

PADRE: – ¿Por qué no? Somos cristianos.
                Cristo curó con sus manos.

JOSÉ:    –Pero era Dios y, en los agros,
                solo hay rocas, tierras, plantas…

PADRE: Que es el milagro mayor
              que hicieron sus manos santas,
               y nos regaló el Señor.
               Vamos, pues, necesitamos
               un tronco recto y grueso,
          mas que no sea en exceso.
          Los que valgan, señalamos.

NIÑA:  –La madre se quedó en casa.
              El melero la esperaba
               y la mañana avanzaba.
          Ella preparó la masa.

Atrio o galería de Torcoroma

NARRADOR: –El padre y los hijos vieron algunas decenas de árboles. Ninguno parecía adecuado. El que era grueso estaba muy torcido, y el recto tenía poco duramen. Llevaban varias horas en la montaña.  

JOSÉ: –Esto no es normal. No hemos encontrado ningún árbol que sirva, papá. Vamos a ver el que talamos ayer. Ese era el adecuado.

PADRE: –Vamos, pues.

NARRADOR: –Y el padre y sus hijos llegaron a donde estaba el árbol. Intentaron levantarlo, pero fue imposible. Ni siendo de plomo, hubiera pesado tanto. Y don Cristóbal Melo pensó que aquel árbol tenía algo especial. Y no tardaría en comprobarlo.

JOSÉ: –Este es, papá.

FELIPE: –Sí. Podríamos, tallarlo aquí mismo porque llevarlo a casa es imposible.

PADRE: –Aquí está el hacha, el mazo y las gubias.  

NARRADOR: –Fue Felipe el primero que comenzó la tarea. Apenas había sacado las primeras astillas al árbol… Felipe iba a dar un nuevo hachazo, pero el padre le advirtió y puso la mano, evitando que diera el hacha en el árbol. Del mismo corazón del tronco salía una luz muy brillante que iluminaba totalmente una parte del bosque. Se intensificó el aroma y se obró el milagro. Cristóbal Melo no se había equivocado.

(Entra varias niñas en el escenario. Llevan en sus cabezas una corona de flores y visten una túnica blanca con una cinta azul a la cintura. Van descalza).

NIÑA 1: –Y, en el mismo corazón,
                el árbol atesoraba
                una imagen que asomaba,
                y esa era la razón
                de aquella luz tan brillante
                que hizo al bosque claro día.

NINA 2: –Era la Virgen María,
               que, en una actitud orante,
Alegoría de la aparición
               en el corazón, sus manos,
          su mirada, en oración,
          al cielo, eleva sus ojos.
          Los tres cayeron de hinojos,
          rezando con devoción.

NIÑA 3: –El padre cogió en sus manos
aquella imagen tan bella
que luce como una estrella
y bendice a los humanos.
Vuelven, con la estatua, a casa.
La madre escucha el milagro
y rezaron el rosario,
la imagen sobre una basa.

NIÑA 4: –La noticia se extendió
por Ocaña y su comarca.
Y, en aquel lugar, se marca
la ermita, que originó
un sencillo santuario.
La imagen examinada,
en privado es venerada
con permiso del vicario.

NIÑA 5: –Y muy pronto, el Prelado,
tras escuchar testimonios,
fueron tan satisfactorios,
que permiso ha otorgado
para venerarla en público,
en la iglesia catedral.

NIÑA 6: –Y fue la devoción tal,
antes que aquel templo rústico,
ermita en aquel lugar,
fuera Santa Ana, de Ocaña,
(y nadie allí se extraña),
lugar donde venerar
la imagen aparecida
por ocañeros, muy querida,
y de otro cualquier lugar.

Altar de la Virgen



NARRADOR: –Hoy día el Santuario se llama de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma, también conocido como Santuario del Agua de la Virgen. 

Resalta el sencillo edificio entre la arboleda, con sus arcos de medio punto. Hay un espacio, con sencilla balaustrada, desde donde se contempla una blanca estatua de la Virgen, con las manos juntas, como dice la leyenda se apareció. Ante ella, las plantas florecidas parecen arrodillarse. Y los colombianos –y también turistas extranjeros–, frecuentan ese lugar de veneración de Nuestra Señora de las Gracias.


ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Maestro, profesor de Filosofía y Psicología
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Envíanos tus comentarios

117 AFDA

        ÍNDICE  PRINCIPAL                              ____________________________________   Pregón:  Educación y expertos. Libertad       ...