el
CoheleT A VUELO DE PÁRAJO
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Evangelio a la vista
Babilonios y egipcios profesan el “eterno retorno” de la Naturaleza, todo se repite. La vida es para ellos una noria que da vueltas. Los israelitas, por su parte, ven el discurrir de la vida en sentido lineal, marchan siempre y siempre hacia algo mejor, que esperan que llegará. La vida para ellos es el desovillar de una madeja.
Los
griegos también profesan el “eterno retorno”, que ha vuelto a
traer hace unos años entre nosotros a primera línea de pensamiento
Federico Nietsche.
Cohelet
constata que efectivamente todo se repite. Como en la Naturaleza, la
existencia humana es un redondo movimiento circular. Todo parece
encadenado a repetirse sin descanso, en un hacerse y deshacerse que
se suceden.
Su
gran tesis está al arranque del capítulo primero de su libro:
“Una
generación se va, otra viene, mientras la tierra siempre está
quieta” (1,4). Al
poco: “Nada hay nuevo
bajo el sol” (1,9).
A
Cohelet le exaspera el estar a merced de un movimiento que no le
conduce a ninguna parte. En su corazón de israelita mantiene la
nostalgia de la Historia como iter continuo, la ilusionante Tierra
Prometida delante que mana leche y miel.
Pero
para el Cohelet, en el fondo de estas repeticiones cíclicas hay
oculta una permanencia que impide que el mundo se hunda en la nada.
La tierra siempre subsiste. ¿A qué llama Cohelet la tierra que
subsiste?
La
Naturaleza, el hombre y el tiempo de hecho hablan un mismo lenguaje.
Cuentan una historia monótona y cansina, que se repite y recomienza.
Es una discurrir que está pidiendo a gritos la plenitud que no
tiene.
El
error de Israel puede estar precisamente en esperar demasiado de esta
vida terrena. Cohelet no es un pesimista, es un clarividente que hace
tabla rasa de todas las ambiciones humanas. Con él, el pensamiento
de Israel está preparándose para dar un salto maravilloso: hay que
concebir la existencia, don de Dios, de otra manera, agrandar el
horizonte al infinito.
Los
tiempos mejores están por venir. Cohelet no nos mienta al Mesías.
No lo ve aún. En el fondo lo anhela y nos ha preparado la pista de
despegue hacia la espera de la Gran Novedad, cuyos contornos él ni
adivina.
Desorientado
y clarividente, prepara la metamorfosis que al cabo de dos siglos va
a llevarnos al Evangelio de Jesús, el Hijo de Dios vivo.
Zereutes
Ancien
élève de Evode Beaucamp
y de Francesco Spadafora
y de Francesco Spadafora
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