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20190929

82 AFDA

Octubre, 2019
ÍNDICE PRINCIPAL 

Pregón: Curso 2019-2020
Alta política con estilo: Tradición. R. Duque de Aza
Cuadros sobre el más allá (I): Resurrección. E. Knippers. Eduardo Malvido
Páginas recuperadas: Colegio modelo. Maravillas. Teódulo G.R.
Camilo José Cela: Las mujeres en Cela. Á. H.
Soneto desde el sentimiento: Claroscuro. Á.H.
Rincón de Apuleyo: Romance de la infancia. Oda a las abejas.
Afderías: La lagartija y el perro. CUR
Educación física:Clases de técnicas.  F. Sáez





   CURSO 2019-2020


De nuevo, en marcha, sobre nuestro común y particular camino de Santiago que es el magisterio y el estilo. Un nuevo curso. Una nueva hazaña. Un nuevo empuñar el bordón de peregrinos, entonar la joven canción de nuestra alegre primavera y, ¡adelante!, camino y campo a través. 


¿Qué adónde vamos? Al sepulcro del Apóstol, a la tumba de don Quijote de la Mancha, a Roma, a Jerusalén y a Atenas… donde el servicio del más alto magisterio y el logro de nuestro propio estilo nos lo pidan.

Aspirando a las cumbres de la educación, serviremos al magisterio que quieren los Cielos para España, para Europa y para el mundo. En esto pisaremos el acelerador, no nos queda otra. Afilando y afinando nuestro estilo, serviremos a Dios y agrandaremos el mundo, seguro.

Camino y campo a través, ¡adelante!







     TRADICIÓN



Vengo de muy atrás, pero voy adelante”

La idea de que el tiempo es lineal la aporta a la civilización el pueblo de Israel, concepción que aceptan luego los griegos, frente a la radicalmente diferente concepción cíclica del tiempo propia del Oriente y de la América precolombina.

Aparisi y Guijarro
Occidente distinguió entre pasado, presente y futuro, liberándose con ello de la concepción cíclica o cosmológica del tiempo. Hizo que los pueblos de Occidente quisieran obrar haciendo plinto y trampolín del pasado, apoyados en el pretérito, sin quedarse en repetirlo, mirando hacia el futuro, en una palabra, progresando.

En 1879, ante las Cortes Españolas, un valenciano, Aparisi y Guijarro, condensó en una frase todo este empeño lineal y de progreso del Occidente cristiano: “Vengo de muy atrás, pero voy adelante”. Frase lapidaria que define los mil pasos de cada zancada que acostumbra a dar la Tradición que merezca escribirse con mayúscula inicial.

Vicente Aleixandre

Y Vázquez de Mella: “La Tradición es progreso hereditario. Si no es hereditario, no es progreso; y hay progreso, si hay herencia”.

Para el metafísico francés Réné Guénon la vía de acceso a la verdad absoluta del hombre y la relación del hombre con Dios y la creación postulan una única tradición para la Humanidad, mejor, una esencial Traditio perennis.
Por su parte, el poeta Vicente Aleixandre destaca esta capacidad creadora de la tradición al escribir en su discurso de recepción de premio Nobel: “Tradición y revolución. He ahí dos palabras idénticas”.

RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional


CUADROS SOBRE EL MÁS ALLÁ

Edward Knippers (1946- )

"Resurrección"

panel al óleo, 243 x 365 cm


Son pocos los datos biográficos que he podido recoger. Artista estadounidense. Licenciado en Bellas Artes. En la universidad de Tennessee obtuvo una maestría en pintura. Estudió también en la Sorbona y en la Academia de Bellas Artes de Pensilvania. Cuenta en su haber con más de 100 exposiciones. Obras suyas figuran en numerosas colecciones públicas y privadas.
Miembro de la religión anglicana. Su mujer, Diane, muy comprometida en la misma religión, murió de cáncer en 2003, a los 53 años de edad.
Desde 1983 el contenido de su pintura recrea las narraciones bíblicas, tanto del AT como del NT. La característica más distintiva de sus representaciones pictóricas es la enorme presencia en sus cuadros del cuerpo humano desnudo.
Antes de empezar con el análisis del cuadro “Resurrección”, vamos a destacar los rasgos característicos de sus pinturas con escenas sacras. Además del gran espacio que las figuras humanas desnudas ocupan en sus obras, que, como hemos dicho, es la marca de la identidad de su autor, contamos con estos otros rasgos peculiares suyos: ausencia del paisaje natural; técnica abstracta en los espacios cerrados (ver en Google “Anunciación”, “Jesús en el templo”…); minimalismo arquitectónico; dinamismo narrativo con tono dramático y no pocas veces trágico; explícito compromiso arte-fe; etc.
Podemos clasificar el estilo pictórico de nuestro autor como expresionista barroco, una pintura que expresa los más variados y contrapuestos sentimientos y emociones: de admiración, de repulsa, de amor, de ira, de solidaridad, de crueldad, de éxtasis, de ternura, de soledad…
Volvemos ahora a la descripción e interpretación de la obra concreta “Resurrección”, de Edward Knippers.
En el extenso panel de Ed. Knippers que vemos arriba se observan dos franjas o bandas:
La franja inferior toda ella al descubierto y en la que figuran tres hombres; entre los dos de la primera fila se plantan de frente las robustas piernas del Resucitado; asimismo se muestran a la vista pedruscos, huesos, material metálico y un casco militar roto; no es reconocible ninguna otra pieza de la armadura de los tres soldados que, según el relato de Mt 27,62-66, custodiaban la gran piedra que cerraba el sepulcro de Jesús.
La franja superior aparece cubierta con un velo multicolor pero transparente; en la parte central, justamente en el punto donde se cruzan los ejes en aspa del cuadro, se alza resplandeciente el torso de nuestro Señor; en los brazos abiertos de Jesús resucitado el velo se fracciona en formas asimétricas, tras las cuales se adivina la presencia de dos seres celestiales que con sus manos establecen la frontera entre el lugar luminoso del Resucitado y el lugar oscuro de los hombres mortales.
En este momento lo que nos interesa es comprobar la aportación del pintor estadounidense Edward Knippers al tema escatológico de la resurrección de Jesús, sin olvidar ni por un instante que las realidades escatológicas no tienen analogías en nuestras experiencias de seres mortales, por muy creyentes y artistas que seamos.
La novedad mayor de Knippers en esta pintura al óleo consiste en su intento de hacer partícipe al Cuerpo de Jesucristo en su resurrección gloriosa.
Hay quienes se oponen a los cuadros bíblicos pintados por Edward Knippers porque, según ellos, nuestro pintor ha convertido la Biblia en una “colonia nudista”.
Son muchos los que conociendo y “padeciendo” el trato vejatorio recibido por el cuerpo en sus respectivas iglesias a lo largo de los siglos se extrañan sencillamente del tratamiento preferencial que Knippers concede al cuerpo humano, lo cual les recuerda más bien el culto que el hombre moderno rinde a la corporeidad del ser humano.
Sin embargo, el propio artista se olvida de la infravaloración secular sufrida por la realidad física de nuestro cuerpo en contraste con la altísima estima de la que ha gozado siglo tras siglo el espíritu o el alma humana, y aduce en defensa de nuestra realidad física razones teológicas de hondo calado. Textualmente nos dice:
"El cuerpo humano está en el centro de mi imaginación artística porque el cuerpo es un elemento esencial en las doctrinas cristianas de la Creación, la Encarnación y la Resurrección… La desencarnación (´disembodiment´) no es una opción para el cristiano".
Aquí en concreto se trata de la resurrección de Jesús y Edward Knippers no renuncia a la “encarnación” del resucitado Jesús. Su cuerpo resucitado, además, no es un cuerpo universal, anónimo, sino que es el cuerpo resucitado de Jesús, el Crucificado. Los leves trazos rojizos que se ven en sus dos muñecas y en el costado evocan al Mesías que murió crucificado. Lástima que el artista haya dejado las piernas del único Resucitado en la zona de la historia y se muestren al espectador en toda su pesadez y carnalidad. Pensamos que el pintor no ha sabido resolver el problema técnico de presentar gloriosamente vivo el Cuerpo entero de Jesús.
Algún crítico se ha quejado de la fijación de Knippers en la dimensión física del hombre recordando que los seres humanos somos también espíritus. Esto lo sabe perfectamente Edward Knippers. En ese busto glorificado de Jesús resucitado, alma y cuerpo se aúnan en el triunfo escatológico. Si se quiere, podemos hablar de una versión “espiritualista” en el caso de “La resurrección de Cristo”, de El Greco (véase en Google), y de la versión “corporalista” de Knippers en “Resurrección”, con tal de admitir que ambos pintores entienden la resurrección de nuestro Señor en cuerpo y alma.
La segunda aportación novedosa de Knippers a la realidad escatológica de la resurrección de Jesucristo es precisamente ese velo multicolor y transparente que recorre la banda superior del panel que estamos comentando.
En la tradición artística cristiana se suele simbolizar lo divino o lo tocado por la Divinidad mediante fondos dorados, halos luminosos alrededor de la cabeza, discos solares por detrás de la cabeza, mandorla o almendra que contiene en forma oval a algún personaje sagrado… El mismo Edward Knippers alude alguna que otra vez a la tradicional aureola mediante manchas de color amarillo, azul… planeando sobre la cabeza de Jesús (con motivo de su bautismo por Juan, o sanando a los lisiados…).
La aportación original del pintor estadounidense al lenguaje visual clásico consiste en representar a la Divinidad por un velo o un friso acristalado y polícromo. El efecto que produce en el espectador es alucinante. Las intervenciones “milagrosas” de Dios en la historia de la salvación son resaltadas por el pincel de Edward Knippers envolviéndolas en ese visillo lleno de luz y de color que atrae enseguida nuestra mirada.


Edward Knippers 
    “Moisés y la zarza ardiendo”

Con las dos novedades aportadas por Edward Knippers a la plasmación visual de las escenas bíblicas, retornemos finalmente a la pintura que encabeza este comentario: “Resurrección”, de Ed. Knippers.
Se trata de un acontecimiento de naturaleza escatológica. En la resurrección de Cristo únicamente interviene Dios, lo que también ocurre cuando se habla de la creación de la vida. En cambio, en la historia de esta vida, particularmente en la historia humana, incluida la de Jesucristo, intervienen misteriosamente Dios y la creatura, especialmente el ser humano, creado para vivir en libertad. Hablando de la resurrección de Jesucristo, el NT es constante en atribuir a Dios Padre la resurrección de Jesús y la atribuye ya sea con una formulación activa (“Dios lo resucitó de entre los muertos”: cf. Hech 3,15; Rom 4,24), ya sea con una formulación pasiva (“Fue resucitado por Dios de entre los muertos: cf. Hech 2,31-32).
Sin embargo, en el panel de Knippers la resurrección parece surgir del mismo Jesucristo. Dios Padre no hace acto de presencia en la resurrección del Hijo humanado pintada por Knippers. Es el mismo pecho de Cristo la cuna del nacimiento de la luz y de la vida gloriosas. El viejo Catecismo Romano del Concilio de Trento (publicado en 1566), refiriéndose a la resurrección de Cristo, ya nos decía que “con la palabra resurrección significamos no solamente que Cristo triunfó de la muerte, sino, y sobre todo, que Cristo resucitó por su propia virtud y poder: cosa que solo de él puede afirmarse”. Sabedor el Catecismo Romano de que en el NT la resurrección de Jesús es asunto de Dios Padre, continúa dándonos la siguiente explicación que “peca” de dualista y que hoy día no es de recibo:
Y cuando en las Sagradas Escrituras se afirma que Cristo fue resucitado por su Padre, se han de entender estas palabras dichas de Cristo solo en cuanto hombre, del mismo modo que se han de referir a Él, en cuanto Dios, los textos en que se afirma que resucitó por su propia virtud.”
Si nos fijamos de nuevo en el Cristo resucitado de Edward Knippers, comprobamos que el manantial de luz y de vida del Resucitado no se repliega sobre él mismo, sino que se expande con energía, pero sin agresividad, por el resto de la composición pictórica. Los tres hombres de la franja inferior son bañados por la luz y el calor del Resucitado. La nueva vida glorificada del Nazareno penetra misteriosamente en la trama oscura y enredada de la existencia humana.
En cuanto a la franja superior, la expansión de la energía del Resucitado se abre a espacios más coloristas y transparentes. Más de uno pensaríamos que se trata de espacios cósmicos y que el Resucitado representa el Cristo cósmico de Teilhard de Chardin.
Y ¿qué podemos decir del intento de Edward Knippers de ofrecernos el hecho escatológico de la resurrección de Jesucristo a través de su Cuerpo glorificado rodeado de flotantes teselas policromadas armoniosamente? El espectáculo es asombrosamente bello…
Pero el recuerdo de las palabras con que Pablo cuenta a los corintios su experiencia de encuentro con el único Resucitado, Jesús de Nazaret, me rompe en mil pedacitos la figura vigorosa, fulgurante y plena de vida del Resucitado de Knippers. En efecto, Pablo, rememorando el impacto que le produjo Jesús resucitado en contraste con el paradero final de la materia orgánica del ser humano, escribe a los corintios:
Se siembra corrupción, resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual” (1 Cor 15,42-44).
Es de agradecer a Edward Knippers que en esta obra nos haya mostrado su fe en la resurrección de Cristo y que nos haya pintado tan hermosa y atractivamente la resurrección corporal del Señor Jesús. Pero el Cuerpo fascinante del Resucitado que el pintor estadounidense nos pone delante de los ojos no es, no puede serlo, el Cuerpo incorrupto, el Cuerpo glorioso, el Cuerpo fuerte, el Cuerpo espiritual del que habla Pablo, testigo fidedigno del Resucitado Jesús, a los corintios de su tiempo en particular y a los cristianos de todos los tiempos en general… Dado el carácter escatológico del acontecimiento de la resurrección de Jesucristo, son muy comprensibles las limitaciones de la obra pictórica “Resurrección”, de Edward Knippers.
Adward Knippers
Creer en Dios creador es difícil. También lo es creer en un Dios providente que interactúa libremente con el ser humano. Pero lo más difícil todavía es creer que Dios ha resucitado a Jesús y que vaya a resucitarnos también a nosotros. Y es lo más difícil de creer porque nosotros sabemos muchísimo de “corrupción”, de “vileza”, de “debilidad”, de “cuerpo natural”, y nada de “incorruptibilidad”, de “gloria”, de “fortaleza”, ni de “cuerpo espiritual”. Si no creemos de verdad en la resurrección ya realizada en Jesucristo, es imposible que creamos en nuestra propia resurrección futura.

EDUARDO MALVIDO
Maestro, catequista y teólogo



PÁGINAS RECUPERADAS (1)



COLEGIO MODELO”


El siglo pasado ha sido para muchos, especialmente para los religiosos educadores, un siglo de contrastes. Por una parte, en su primera mitad sufrieron incomprensiones, menosprecios, persecuciones... Por otra, encontraron un terreno abonado para su misión educadora y contribuyeron a abonarlo aún más, ya con su testimonio y compromiso, ya con la sangre que no pocos derramaron.

Sobre lo primero quisiera recuperar hoy unas palabras, sencillas y sinceras, de un pedagogo no muy conocido entre el gran público: Enrique Herrera Oria, hermano del que fue fundador de El Debate y eminente cardenal de la Iglesia. Enrique escribió, entre otras cosas un libro de historia de la educación (Historia de la educación española desde el Renacimiento, 1943), del cual he entresacado este testimonio que refleja la educación socialmente comprometida de un colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que luego ha tenido fama más bien por su calidad y su elitismo: el Colegio de Nuestra Señora de las Maravillas. Los colegios religiosos, en los años veinte parecían ofuscados por el gran potencial pedagógico –teórico y práctico- de la Institución Libre de Enseñanza y de sus centros satélites. También eran tachados –como colegios de segunda enseñanza- de educar a la burguesía y de dejar poco menos que abandonadas a las clases humildes, obreras... Enrique Herrera Oria cuenta que en el Colegio Maravillas, luego vilmente destruido por el fuego enemigo, había una honda preocupación social. He aquí el texto:

“De estos colegios (una escuela social educativa) era, verbigracia, el que los Hermanos de las Escuelas Cristianas dirigían en Cuatro Caminos con el título de “Nuestra Señora de las Maravillas”. Aquel colegio, estando la masonería en el Ministerio de I. P. , quedó reducido a cenizas y dio vergüenza cómo llegó la impudicia (sic) y la calumnia al extremo de acusar ante los Tribunales a los mismos Hermanos como incendiarios del Colegio.

El Colegio de las Maravillas era un gran centro de educación social. Los niños que estudiaban el Bachillerato se preparaban para la vida en tres o cuatro círculos de estudios. Allí se daban también conferencias por estudiantes católicos, se les ponía en contacto con otras asociaciones, contemplaban todos los días las escuelas gratuitas en las que en número de cuatrocientos, se educaban los hijos de los obreros, y contemplaban también aquella Asociación de cuatrocientos obreros, Padres de Familia de los mismos alumnos.

He tropezado después en la Universidad con alguno de estos muchachos formados en los círculos de estudios y en ese ambiente de preparación para la vida. Eran jóvenes alegres, resueltos y con quienes se puede contar para cualquier obra de acción social, de acción católica y de acción patriótica. La idea del servicio, como dirían los autores belgas, había penetrado en aquellos corazones, convirtiéndolos en verdaderos patriotas, en verdaderos apóstoles”, (Historia de la educación española, pp. 120-121).

Y aun así... el Colegio fue eliminado porque no merecía ser representante cualificado de una educación que llamaban caduca, retrógrada.


TEÓDULO GARCÍA REGIDOR
Profesor del Centro Universitario La Salle, Madrid

(1) Mi colaboración en AFDA durante este curso será la
reproducción –con breve introducción o comentario- 
de alguna página antigua, válida ayer y válida hoy.













         LA MUJER EN CELA (I)



Es práctica generalizada, sobre todo entre los menos conocedores de la obra celiana, imputar a don Camilo una actitud desenfadada, procaz incluso, a la hora de abordar temas relacionados con la mujer, particularmente en cuestiones de erotismo y sexualidad. La razón de semejantes tópicos estriba en la originalidad y atrevimiento del autor al tratar este tipo de cuestiones, particularmente en algunas de sus publicaciones, y a su manifiesta actitud de rechazo ante determinados tabúes y ante la pacata utilización de eufemismos innecesarios. Ausencia de remilgos que le ha granjeado fama de excesivo, cuando no de misógino o de manifiestamente machista. No existen, a nuestro juicio, razones fundadas para tales apreciaciones, ni hay por qué extrapolar al autor la condición moral de sus personajes. Si, tras el concienzudo análisis de la obra de Cela, elaborado durante años, se nos pidiese nuestra opinión al respecto, responderíamos que no existen argumentos suficientes para atribuir a don Camilo tales calificativos; sí las hay para reconocer en él una especial sensibilidad que le hace mostrarse compasivo y generoso con el débil –ya se trate del parvo marginado o de la mujer maltratada o tratada con desconsideración-, y manifiesto respeto hacia la maternidad, condición que dignifica a la mujer y la pone en clara ventaja respecto del varón.

Confiamos en que la presentación que a lo largo de las próximas números de AFDA pretendemos hacer sobre “la mujer en Cela” resulte suficiente para refrendar lo que decimos. En aras de la brevedad, sacrificaremos muchas de las citas que podrían ser traídas, y mostraremos, como muestra, las que a nuestro juicio pueden resultar más representativas.


RASGOS POSITIVOS
1 Condición física
La condición positiva más claramente reiterada en la narrativa de Cela en lo que al aspecto físico de la mujer se refiere es la belleza en su conjunto, ya se exprese con los calificativos de mujer bella, agraciada, bien plantada, de buen porte, ‘de bandera’ o simplemente, deseable. Le siguen en frecuencia el aspecto saludable, la vitalidad –que en ocasiones se manifiesta bien a las claras en la ‘orondez’, y, de manera más específica, en referencias a los andares gráciles, la voz agradable, y la fortaleza física, amén de una serie de atributos que constituyen ante el hombre, como veremos, eficaces ‘armas de mujer’.

En “La colmena”, Martín se acuerda de Petrita, con sus carnes prietas y su cara lavada, con sus piernas derechas y sus senos levantándole la blusilla del jersey. Mrs. Cadwell reconoce el encanto de aquella aldeanita galesa de piernas torneadas, que tenía las mejillas de tornasol y el pelo negro como el azabache. La catira Pipía Sánchez, perla de Nueva Esparta, a decir del poeta de Cunamá, era digna hija de una señora muy bella y muy blanca; admira sus piernas largas y delgadas, los ojos grandes, la tez pálida y el cabello largo. Alzada sobre su caballo Chumito, le parece el mismo viento, lambe que lambe por la sabana. En el desfile de personajes que salpican las páginas de “Tobogán de hambrientos” encontramos la belleza femenina manifestada con claridad, tanto en el aspecto exterior como en el interior de las damas que por aquel desfilan. Sirvan de muestra los piropos para Soledad Paterna, que tiene planta de emperaora y que a los veinte años fue la mujer más hermosa de todo levante, o la belleza que se descubre en Esther, joven discapacitada, que desde su silla de ruedas mira el áspero mundo con sus ojos azules. En “San Camilo 1936”, Tránsito -la novia de ese personaje innominado a quien el autor se dirige siempre en segunda persona, lo que muy bien pudiera interpretarse como recurso autobiográfico- es descrita por este como muy guapa y bien plantadatodo un bellezón. ‘La Caobita’, mujer muy bella además de muy temperamental y caprichosa, la mujer más mujer de toda España, desnuda parecía la Venus Calpigia. También en “Cristo versus Arizona” encontramos otra bella mujer: la india Mimi Chapita, a quien se presenta como muy bella y elástica, aunque con mucho ritmo y musculatura, características estas últimas que quizás la alejen un poco del canon clásico de belleza. Y en este desfile de espléndidas bellezas femeninas, la descripción que en “Madera de Boj” se hace de Miliña Valcarce, mujer que a sus habilidades domésticas –lavandera, planchadora, modista y cocinera, entre otras- une una belleza singular. Un bellezón debía de ser también Visitación, la veinteañera segunda hija de doña Visi y don Roque, castaña y con los ojos profundos y soñadores.

Quien tuvo, retuvo. La madurez conserva la belleza de la juventud. Es el caso de la señorita Ramona, personaje de “Mazurca para dos muertos, quien dejó atrás la juventud pero que no representa más de treinta y tantos, y está más guapa que nunca, con sus ojos hondos y negros y su pelo tirante. O el de Tina Coribio, en “Madera de boj”, quien de jovencita había sido muy guapa y todavía, en plena madurez, conservaba cierta aparatosa hermosura. Mujeres de singular atractivo son también misia Ángeles Luz Moncada, señora de gran porte y abolengo rancio; Manecha Amieiros, real hembra, bien plantada, con las piernas largas y el pelo como la seda, dicen que daba gusto verla; Ermitas, la madre de Paquito, muy hermosa y bien plantada, que fue Miss Pontevedra; la querida del capitán del vapor inglés Cardiff II que embarrancó en la punta Mixirica: una negra de Tobago de mucha apariencia; o las mozas de Sardiñeiro, con fama de guapas y bien plantadas. Y ¿qué decir de la negra María del Aire? Para el caporal Feliciano Bujanda, un compendio de atributos de belleza, un tronco e mujé, con los ojos grandotes como güevos y el cabello to negro y unos piececitos… y unos andares… que marea.

Y junto a la belleza, y hermoseándola más si cabe, el aspecto saludable. Como el de la enfermera de “Pabellón de reposo”, de aspecto sano y robusto, el color de su tez, sonrosado, el de sus dientes, blanquecino, y el de sus ojos, castaño. Las mozas de Gudiña, en “Madera de boj”, se crían garridas y saludables. La mujer del verdugo, en “Oficio de tinieblas 5”, es digna de respeto, porque no obstante tener los pechos caídos es garrida, amorosa y sana. Rebosantes de salud están también Belencita Catarroja –personaje de “Tobogán de hambrientos”- profesora de cultura física, mujer de tiernos sentimientos y hasta –lo uno no quita lo otro- de muy femeninas aptitudes y doña Rosa, la dueña del café ‘La Delicia’, imagen misma de la venganza del bien nutrido contra el hambriento.

A propósito de Rosalía a Tranqueira, que baila como nadie y nada como nadie en el canal de Os Meixidos, comenta el narrador: una moza fuerte y sana es una bendición de Dios y un regalo del cielo, si yo fuera Rey de España me rodearía de mozas fuertes como caballos y sanas como hortensias para que me contagiasen la alegría y me hiciesen justo y benéfico.

La fortaleza física se pone claramente de manifiesto en algunos personajes femeninos de la narrativa celiana, sin que quede claro si se considera virtud o una condición que estorba la delicadeza y más bien la desmerece. No sabríamos muy bien en cuál de los dos sentidos interpretar la advertencia que se hace en “Oficio de tinieblas 5”, y en la que literalmente se lee: Aristófanes piensa que a la mujer le gusta montar a caballo y tenerse firme pero tú debes negarte a la comodidad y a la derrota que son conceptos estatuidos y previstos. Tampoco queda claro si es de admirar o no la Belencita, personaje de “Tobogán de hambrientos”, profesora de cultura física, que mona, lo que se dice mona, no lo es. Y lista, lo que se dice lista, tampoco. La Belencita, lo que es, es fuerte, eso sí, fuerte como un toro, pero –aquí aparece de nuevo la reflexión sobre la oportunidad o no de tal circunstancia- la fuerza, en la mujer, es un adorno innecesario. De la catira se asegura que tenía unas fuerzas tremendas y que gracias a ellas cargó con su hijo adolescente don Juan Evangelista - cuando este murió en accidente-, lo llevó dentro y lo puso, rompiéndose el corazón, sobre la cama. La negra María del Aire, sacaba, a veces, unas fuerzas descomunales, unas pujanzas morrocotudas; de Evelina Castellote se lee en “San Camilo 1936” que es fuerte como un toro e incansable, y que todos los hombres le sirven, unos más y otros menos pero todos le sirven. Y de la chunda del coronel Rivera, en “Cristus versus Arizona” que es un forrazo de mujer. Fortaleza física y valentía se dan cita en la india Violet. Se siente muy segura con su látigo, su cuchillo y la protección que jamás le fue negada de Papá del Cielo.

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela
Emérito UCJC








ROMANCE DE LA 



INFANCIA





¡Ah, cuando yo era niño
cómo jugaba y soñaba
y cómo me divertía
repicando las campanas
de la torre de la iglesia
al anochecer y al alba
y también a mediodía
con el Ángelus de plata,
ave, ave, avemarías
que en mis labios se posaban!


¡Ah, ah, cuando yo era niño
cuántos cuentos hojeaba,
leía y reproducía
pintados por las dos caras
de las páginas hermosas,
tersas, claras, limpias, blancas!
¡Ah, ah, cuando yo era niño,
borrones de tinta echaba
sobre la caligrafía
inglesa que me mostraban
en los cuadernos de Rubio
los profesores del aula!


¿Por qué dejé de ser niño?
¿Por qué se me fue la infancia
y por qué no volvería
a jugar como jugaba
con la vejiga del cerdo
inflada para explotarla
ante las risas temblonas
de las chicas asustadas? 

¿Y por qué aquel carromato
que con puntas apuntaba
y llenaba de basura
del corral y de la cuadra
ya no corre, está cojito
porque una rueda le falta?
Y aquella bici ligera
sobre la que pedaleaba
¿qué fue de ella y de los pájaros
que, viéndola, se espantaban
y subían a los árboles,
su verdadera posada? 

¿Qué fue de la caracola
en la que el mar resonaba
aplicándola al oído
de mi hermanita Alejandra?

¿Y dónde andan las tijeras,
los peines y las navajas
con los que cortaba el pelo
y rasuraba las barbas
mi padre a los parroquianos
en los fines de semana?
Todo voló de mi vida
salvo la infancia, la infancia,
ese país preciadísimo
que tantos recuerdos guarda.

Vuelve, señorita, vuelve
a enajenarnos el alma
con tus dones primerizos
que nunca, nunca se acaban.

Hoy mismo voy a tocar
nuevamente las campanas,
voy a hacerme un carromato
aun con las ruedas cuadradas
y voy a oír si el mar sigue
resonando por la playa
dentro de una caracola
vacía y caracolada.



  



ODA A LAS ABEJAS



No desaparezcáis,
pepitas de oro,
brillantes bailarinas
del árbol a la flor
de la retama
que os enrama.


No desaparezcáis,
alígeras abejas
fabricadoras de la miel.
Sin vosotras el mundo
no sería como es,
ancho y fructífero
en haz y envés.


Volad
todo lo que queráis,
pero también
cobijaros en el panal-
panel de rica miel.


Frío fue el invierno,
bella la primavera,
hojeroso el otoño,
el verano de arena
extendida en la playa morena.


Tejed la red
de la esperanza tierna
y dejadnos absortos
viendo vuestra tarea
de un sitio a otro,
de la ciudad a la aldea
polinizando
el corazón de la floresta.


Abejas antañonas,
no moriréis,
sea cual sea
esa costumbre frágil
de la naturaleza:
con la miel en los labios
nuestras bocas se quedan.


Aguijón transparente,
alas de ida y de vuelta,
quietas, un rato quietas,
mientras el vientre
dulcemente os gotea
por las paredes
de la colmena.








Prietas, bien prietas,
después de libar
lustrantes pasajeras—
los pecíolos firmes
de las flores floreras.


Apicultor yo fuera
para saber trataros
como merecéis, abejas,
ejemplos de humildad,
laboriosidad,
convivencia
y condescendencia.


No, no lo soy,
me cuesta
despegarme
de la pereza
y a una distancia consecuente
os observo
con los ojos alerta.


Trabajad, trabajad,
os dice este poeta,
que no sabe otra cosa
que aquilatar
poquito a poco
este poema.


Ya os dejo,
pepitas de oro,
dulces abejas,
danzarinas constantes,
miel sobre hojuelas.


El campo es vuestro.
Mía es la pena
de no gozar
de libertad
como la vuestra.











   1 la lagartija

y el perro

  • La lagartija, verde, marrón, a trozos de otros tintes, viste el camuflaje de las tropas modernas, en sintonía con el suelo sobre el que se desliza.
  • Le gusta el sol, avanza en silencio, mira al cielo. Se ha quedado inmóvil, escucha y se le pasa el tiempo clavada al suelo sin pestañear.

  • La cola que perdió la lagartija (¿de una pedrada?) saltó lejos y rápida y se la tragó el escolar revoltoso que abrió en ese momento la boca. Sigue dando saltos eléctricos dentro de él.
  • A las lagartijas más presumidas se las conoce por lo lisas, lo aseadas que van y lo elegante y fugaz de su marcha. No se meten en terreno arenoso, prefieren patinar sobre rocas que acaba de lavar la lluvia.
  • El político quisiera que todos los hombres, como los perros, ladraran en su defensa, se echaran a sus pies como ovillos, movieran el rabo de alegría con sola su presencia y les saludaran al paso de su coche.
  • Por contra, le he dicho a mi perro que no le voy a negar el pan ni a echarle de casa, que no me tema, que nunca seré su superior, ni viviré a sus expensas, que se porte como lo haría en mi ausencia, que no quiero esclavos.
  • Después de lo que le he dicho a mi perro, mi perro me tiene por idiota.
  • La dignidad humana por los suelos: la da el espectáculo del amo del perro recogiendo la caca de su can, que se paró donde le pareció y le dejó en medio de la acera lo que le plugo.
CUR







  
  66 CLASES DE TÉCNICAS


Técnica conducida
Las clases de técnicas, entendidas de manera general, y aplicadas al movimiento corporal, se establecen según el grado de participación de las acciones musculares. Pueden intervenir varios de los factores musculares tratados anteriormente como son: su velocidad de contracción, la aplicación de una determinada magnitud de fuerza muscular y las funciones musculares que intervengan en el desarrollo del ejercicio físico. Las técnicas pueden clasificarse en conducidas e impulsadas.

Técnica conducida
En las técnicas conducidas la tensión muscular actúa constantemente durante toda la ejecución. Se tiene por tanto, un completo control del movimiento en su recorrido. Los músculos, en sus diferentes tipos de contracción, conducen y controla el movimiento en todas sus fases.
Son ejemplo de esta clase de técnicas de ejercicios los movimientos propios de fortalecimiento; pueden ser con autocarga –uso del propio peso corporal como resistencia a vencer–, con el trabajo de pesas, y con los ejercicios propios del yoga y del pilates; generalmente, con movimientos lentos y muy controlados.

En las técnicas impulsadas existe contracción muscular en un determinado recorrido del movimiento –fase principal– que produce un incremento de su velocidad; y el movimiento continúa por efecto del impulso en su fase final.
Técnica impulsada
Esta técnica precisa de la acción sucesiva de la contracción y la consiguiente relajación de los músculos agonistas. Las clases de técnicas impulsadas son: balanceos, ejercicios explosivos y ejercicios de resorte.

Técnica impulsada
Los ejercicios de balanceos son movimientos pendulares obtenidos por impulsos livianos más la interacción de la gravedad. Pueden ser de todo el cuerpo en suspensión, con agarre de manos y el cuerpo por debajo, o en apoyo de manos, como los balanceos propios de las barras paralelas. Pueden ser, también, de algunos segmentos corporales –piernas o brazos– mientras el resto del cuerpo permanece quieto.
Presentan un equilibrio estable, alterado cuando el centro de gravedad de todo el cuerpo o del miembro correspondiente se separa de la vertical del apoyo. Responden al principio del péndulo.

Los ejercicios explosivos se caracterizan por una fuerte contracción muscular de los segmentos que intervienen en su fase principal, y su consiguiente relajación cuando han adquirido gran velocidad; el movimiento continúa por inercia en su fase final hasta que es frenado por la resistencia que oponen los músculos antagonistas o por la fuerza de la gravedad; continúan hasta completar el recorrido articular.
El impulso se efectúa en un tiempo muy reducido. Desde el punto de vista de la energía, son ejercicios de gran potencia; el movimiento se produce en un tiempo mínimo. Son ejercicios inadecuadamente llamados “balísticos” puesto que éstos implican el vuelo de un objeto con trayectoria parabólica; esto es, pueden ser la consecuencia de un ejercicio explosivo con resultado de vuelo de todo el cuerpo, pero no ejercicios balísticos como tales.
Técnica conducida
Los saltos de longitud o altura en el atletismo, así como los saltos acrobáticos de la gimnasia, son buenos ejemplos de ejercicios explosivos con desplazamiento de todo el cuerpo. Los lanzamientos de una pierna como un fuerte golpe al balón en fútbol, son ejemplos de ejercicios explosivos con desplazamiento de un miembro corporal; aunque también podrían clasificarse como técnicas de balanceo. Es cuestión de grado.
El lanzamiento de peso es un buen ejemplo de lanzamiento de objetos puesto que es un movimiento con aplicación de mucha fuerza y alta velocidad –potencia– donde se implica todo el cuerpo estableciendo una cadena biocinética cuyo resultado es la impulsión de la bola de hierro.

Técnica impulsada
Los ejercicios de resorte efectúan un control del propio peso para frenarse después de un movimiento más o menos rápido para obtener un impulso por reacción. Los movimientos se producen en dos sentidos opuestos o en dos direcciones diferentes.
Consisten en producir los siguientes movimientos:

Amortiguación en caídas de saltos con flexión articular.
Cambio de dirección por desplazamiento del propio peso.
Rebotes de poca o mediana magnitud –fuerzas reactivas– en los que se producen contracciones pliométricas como consecuencia de la respuesta a una carga.
Técnica impulsada
Ballestas en las que se aprovecha la elasticidad corporal para producir un movimiento opuesto como reacción al movimiento anterior; tanto de flexión como de extensión articular.

Son éstos movimientos de recepción de saltos, batidas de impulsión de saltos, jugadas de baloncesto o las acciones de efecto muelle que se dan en la gimnasia artística, como ejemplos de este tipo de ejercicios.

Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo

117 AFDA

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