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20211225

103 AFDA

 Enero, 2022                                 

PREGÓN

            Nuestro estilo de Humanidades (IV)

MAGISTERIO

            La Escuela ¿ha muerto? Teódulo GR

             A la hora del café. La Escuela, foco de cultura hacia fuera. CUR

 Soneto desde el sentimiento: El soneto, instrumentoÁH

Antes de la TC: Profundas raíces. Apuleyo

 Liras. El buen maestro ilusionado. A. Sánchez Montero

ESTILO

   Política. El estilo español en la Escuela. R. Duque de Aza

La reflexión. Cada uno es cada uno. CUR

Acuarelas: De nuevo agua y cieloTeódulo GR

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           (IV) NUESTRO estilo  DE HUMANIDADES



     

El barco de la Educación ha de cambiar su rumbo y ponerle proa a las Humanidades. Es una necesidad. Es cuestión de supervivencia. Precipitarse en el abismo del nihilismo, sería el fin de toda navegación. En el fondo del precipicio se acabó el hombre.


Pero el cambio de rumbo no ha de hacerse a ciegas y sin más. Se trata de salvar al navegante.

Si hemos de volver a las esencias de Europa, pongamos el barco de la Educación rumbo a Jerusalén a Atenas, y a Roma, al viejo Egipto, a Mesopotamia y al Oriente de las especias y la sabiduría.

Veamos, primero, el meridiano y el paralelo sobre el que estamos, los actuales motores que mueven hoy el barco, el estado de la mar… y ¡rumbo a las Humanidades!

                       

No es cuestión de volver a siete años escolares de latín al final de las cuales el alumno pueda traducir en sesenta minutos diez renglones de Julio César con ayuda de un diccionario latino. Si se estudia latín, es como trampolín para leer con total dominio, haciéndoles familiares y próximos, a Cicerón, a Horacio, a Séneca, a Tito Livio, a Quintiliano, a Tácito y a Marco Aurelio... Para empezar, los profesores de latín han de pensar y hablar en latín, cosa descuidada ya desde el siglo XVI. Los jesuitas del XVIII ya se quejaban del descuido.

Es cierto que con la literatura española, buceada a fondo, bastaría para una formación humanista más que suficiente y completa. Piénsese. Es una alternativa y, mejor, un acompañamiento.


Habrían de pasarse a los alumnos las Humanidades no como enciclopédica información que les barnice la inteligencia, cosquillee su afectividad y salude, de paso, a su voluntad, sino como alimento que se mastica y digiere, a cuya miga y corteza se le hinca el diente y sobre las que se pone pie seguro y firme en los fundamentos y en las leyes de articulación de cada una de las realidades ontológicas que la integran.

Quizá haya que empezar por llevar la “Teoría de conocimiento” del bachillerato Internacional, como propedéutica de los estudios, a todo nivel, hacerla extensiva a todo ciclo educativo. Esto es otra cuestión, que venimos estudiando.




 

 Magisterio


         LA ESCUELA, ¿HA MUERTO?


Es frecuente encontrarse en la prensa diaria con artículos que abordan el tema educativo ya sea desde una perspectiva más o menos teórica, ya desde la concreción de la institución escolar. El otro día se publicaba en El Mundo un artículo que llevaba por título “Autopsia de la escuela” (El Mundo, 24 de noviembre de 2021). Lo firmaba José Sánchez Tortosa, un doctor en filosofía y además profesor y autor de libros sobre tema pedagógico. El título, a primera vista, daba que pensar. Porque una autopsia se realiza siempre a algo o a alguien después de muerto.


"La escuela ha muerto” fue en los años sesenta del pasado siglo no sólo el título de algún libro sino algo así como un slogan o, si se quiere, el lanzamiento de un nuevo paradigma educativo, de la mano y de la inspiración de autores como I. Illich y E. Reimer entre otros. Profetizaban la muerte de la escuela por considerarla – simplificando mucho- una institución no sólo inútil sino peligrosa, ya que era un engranaje más de sistema de clases sociales y contribuía de manera palpable a la reproducción de una sociedad injusta.

Pero creo que no es esta la idea de la muerte escolar del autor antes citado: no se trata de contraponer escuela y sociedad, sino de certificar la muerte de cierta escuela, de esta escuela, la suya y, sobre todo, la escuela pública, la “escuela republicana” -de los valores republicanos-, según el autor del artículo. No es que la escuela como tal no sirva, sino que “esta escuela” se ha degenerado. Y por eso se la puede dar por muerta.

Y es que los caracteres de esta escuela a los que alude el autor son tan negativos que parece imposible recuperarla, “dada la función específica de la escuela hoy”. Y, ¿cuál es esa función específica? ¿cuáles son sus rasgos que la convierten en un ser inerte? La escuela es calificada de “yermo páramo en el que las resistencias docentes son marginales, residuales y sospechosas y el conocimiento va quedando como lujo inaccesible para la mayoría de los escolarizados, al alcance solo posible para quienes pueden pagarse esa escuela donde todavía -con pocos alumnos y excelentes profesores- “sigue vivo lo irrepetible y excelso de la enseñanza”. Pero la escuela criticada provoca “una privatización del conocimiento y una feudalización del saber”, lo cual es “la traición a la finalidad esencial de la escuela y, por lo tanto, el final de la escuela republicana”.


Enumera luego otras realidades de todos conocidas: devaluación del esfuerzo, reducción escandalosa de contenidos fundamentales (historia, filosofía), pase de cursos y obtención de titulaciones con asignaturas suspendidas… y añora funciones escolares fundamentales que, según él, destruyen la esencia y la función de la escuela: la supresión de los “exámenes externos para obtener la calificación al final de cada etapa”, “expulsar de los planes de estudio todo lo que no cuente con el respaldo de las ciencias positivas”… o “devolver a los departamentos de orientación a su función de auxiliar y entregar el papel central al docente como experto en un saber categorial específico…”.

Casi todo lo que nos dice el autor es deformador y destructivo. Es un ataque continuo a un modelo de escuela -la escuela de todos- y hay que oponerse con decisión y fortaleza. Es necesario luchar para no tener que hacer “autopsias” innecesarias. Y en ese sentido no es exagerado criticar el estado al que se está reduciendo a la escuela. Pero no quiere decir que la escuela haya muerto: basta con mirar a políticas educativas de nacionalistas o populistas. Ante la deformación y destrucción de un modelo de escuela hay que buscar nuevos paradigmas. Y no sólo en los ámbitos no estatales (ver los nuevos modelos o paradigma de la educación escolar de ciertas congregaciones religiosas, por ejemplo), sino en la escuela estatal y pública. Y luchar contra una política educativa ideologizada y autoritaria, que lo contamina todo. Son los responsables directos de la educación pública los que tienen que luchar por una “escuela viva”.

Teódulo GARCÍA REGIDOR



           

 

          

   

       A LA HORA DEL CAFÉ


        EL JEFE DE ESTUDIOS SUGIERE

Y LOS PROFESORES COMPARTEN


La Escuela, un foco de cultura hacia fuera (III)



* Si la Escuela ha de ser un foco de cultura, su proyecto educativo y sus métodos de trabajo han de ser más parecidos a los del agricultor que cultiva que a los del mecánico que encaja y ajusta conocimientos y saberes y, luego, puede descuidarse porque cumplió.


* Nuestra Escuela cursa las matemáticas, trabaja las ciencias, domina la literatura, etc. de forma singular. Se la puede identificar por su particular estilo didáctico. Y ha de hacerlo de manera que resulte ser una verdadera corriente de pensamiento.


* Corriente de pensamiento: movimiento cultural en marcha, que se advierte fuera de las aulas por su periodismo de alta calidad, el aula de cultura del centro, las actividades sociales, la relación con otros centros docentes… (aquí cabe pasar lista de los distintos frentes que tenga el centro abiertos al exterior y de que se vea el modo de tratar cada uno, de manera que transmita lejos la energía propia de la corriente que deseamos).



Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Escuelas de magisterio

Emérito UCJC


Hace versos nuestra Escuela

Sonetos, por ejemplo

El aprendizaje es cabal y concluye cuando el alumno lee, estudia (analiza y saborea, aplica a su persona y relaciona con su entorno académico y el modesto cotidiano, etc.) y termina “recreando” lo que aprendió.

Tras dedicarle una sesión de clase al soneto famoso que le encargó Violante a Lope, uno de mis alumnos me ha entregado, al cabo de los años (más vale tarde, que nunca) el soneto siguiente que por mi parte lleva calificación de “sobresaliente de honor” (nunca llegué a dar “matrículas de honor”, que eso corría a cuenta de los que manejaban los dineros).

Magisterio cumplido, alumno hecho.

CUR



Para leer antes y después y tener presente 

durante la clase de Teoría del conocimiento:



   LAS PROFUNDAS RAÍCES

 Calladas y como muertas

se ahondan las raíces

en las tierras matrices

de cualquier flor u hoja

de un día inacabable,

pues reposan

en la madre fructífera y nutricia

de toda planta vigorosa.

Vedlas felices en su fosa

como actrices

de la Naturaleza prodigiosa.

Vedlas surgir y resurgir

cada primavera undosa y bulliciosa.

Vedlas primorosas.

No hace falta que el sol las ilumine y encandile,

son ellas solas las que imprimen

su sello original en los abriles

a cientos y miles,

aun a través de rajas de cantiles,

que luego nos perfuman y aseguran

una vida más pura

y llena de ternura, tersura y hermosura.



Pensamientos que acompañan al buen maestro



          Bebo en la aurora como buen maestro

y riego de cielo el seco suelo.

Ilumine la Verdad suprema

que algunos llaman oscuridad.

Llamo sin cesar

porque la Verdad espera dentro.


Símbolo es el fuego:

calienta e ilumina a quienes recibieron

con gozo la semilla.


Al filo del amanecer,

nacieron mis ideales

que me serán premiados

al atardecer.

Los maestros somos humanos

que quisimos ser auroras.

Amor es despertar un estilo

que ilumine la Verdad.

El maestro abre el camino

que facilita el caminar al discípulo.

Este es su secreto:

saber para qué se vive.

¿Dónde termina la influencia

de un verdadero maestro?



ANTONIO SÁNCHEZ MONTERO

Maestro. Profesor de filosofía


Estilo

     EL ESTILO ESPAÑOL EN LA ESCUELA




          Dama de Elche. Para el arte español, primera dama española. Siglo VI a. C.

La educación del alumno en el estilo de ser español no hay que confundirla con la educación española del educando. No es la educación la española: el educando es el español. A este es a quien hay que formarle en un estilo propio del español. La educación, cualquiera que sea, si es educación, es educación en un ancho y tópico sentido. La tipificación “en el estilo español” ha de considerarse como la “diferencia específica” del “género próximo”, la educación.


El estilo de que hablamos hay que ir a buscarlo en la lengua, en la historia, en la geografía, en los trabajos y los días, en las fiestas vivas de España y en los entierros de sus muertos, en la manera de profesar la religión y de ser ateo, en los modos de ejercer la libertad y de aceptar las responsabilidades… Allí hay que encontrarlo.

 

Este estilo, que ahora no definimos, es el que hay que implantar en el educando español, partiendo, desde luego, de su peculiar e histórico “carácter fundamental” con el que lo nacieron y con el entorno patrio, aire y talante que va a respirar hasta sin darse cuenta, porque flota en su derredor.

    «De ninguna cosa se precia tanto el hombre de bien y noble, como de guardar fee y palabra y ser fiel a quien deve».                                                (Covarrubias)

Efectivamente, hay que contar con que el ser español responde a una concepción de “caballero” o de “dama” en la Historia (consúltese, al respecto, a Manuel García Morente): que se rige, en mayor o menor grado, pero siempre, por la luz encendida en su propio pecho; se valora más por lo que es que por lo que tiene; es de ánimo grande y generoso; que se mostrará más arrojado que tímido; orgulloso y altivo; temperamental, de fuerte personalidad; cuidadoso de su honra, “patrimonio del alma”; que encuentra que tiene pleno sentido el grito de “¡Viva la muerte!”; de hecho, concreto y fraternal en sus relaciones con los demás; realista e idealista a la vez; amigo de sus amigos; que afirma la individualidad de su persona y que estima más la vida privada, aun social, frente a la vida genérica y abstracta de otros pueblos; que cuenta con Dios y su Providencia, porque para él la religión es algo del todo serio...

Sobre esta tierra, que históricamente es la que es, ha de caer la semilla del estilo de ser español que siembre en sus alumnos la Escuela educadora.

RAMIRO DUQUE DE AZA

Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento

Bachillerato Internacional



 





 

                CADA UNO ES CADA UNO

 

No es que nos dé igual ocho que ochenta. Ni mucho menos.

A nosotros mismos nos hemos impuesto el crecer, el no quedarnos niños, el no parar hasta conseguir lo que llamamos nuestra personalidad axiológica, la persona ideal que el Cielo y la sociedad nos piden y nosotros nos exigimos con total decisión.

Pero habrá que contar con las limitaciones y el modo de ser de quienes nos rodean. Son personas y su dignidad de tales nos hace respetarlas, emplear con ellas “el debido respeto”, admitirlas como son. Les ayudaremos en lo que podamos y sepamos. Está en nuestras manos el mejorarnos a nosotros mismos, pero no siempre el conseguirlo de los demás.

Si son de cerámica, se van a portar como lo que son, cerámica.


Pensad en un gato de loza o de cerámica. Decora un rincón de la casa. Lo colocaron sobre un pañito blanco, con encajes, en lo alto de un soporte de madera.

Le miramos y parece que nos está preguntando el porqué de su inamovible rigidez. No habla. Su silencio nos pregunta: ¿por qué? Él sabe que es un gato, claro que lo sabe, de sobra sabe que es un gato de cerámica. Las personas de la casa pasan frente a él, le miran y no le ven o le ven y no le miran. Pasan las cosas delante de sus grandes ojos, pero no interviene ni con unas ni con otras.

Los días con luz y las noches a oscuras se le vienen unas tras otras con la frialdad de la inanición, sin que parpadee nunca ni cierre los ojos para dormir.

                 Nunca pasa hambre, nunca tiene sed, jamás desea nada.

A lo peor no se da cuenta, solo ha comprendido lo que es, cuando el pequeño de la casa le dio un meneo al soporte de madera sobre el que oteaba el limitado horizonte de gato de cerámica y, hecho añicos sin remedio ha comprobado que no era más que un gato de cerámica, sobre un pedestal.

Hay personas oro, personas plata, personas cerámica… Si son personas: merecen respeto, hay que dirigirse a ellas “con el debido respeto”.

 

 Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Lengua y literatura

Emérito UCJC


T.G. Regidor 


De nuevo agua y cielo. Pero las nubes tocan un horizonte incierto, y cielo y agua brindan a los ojos y al espíritu un ambiente que insinúa deseos de fundirse con la naturaleza. Sumergirse.

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