Buscar este blog

20220128

105 AFDA

          Marzo, 2022 

ÍNDICE PRINCIPAL


Pregón

            Nuestro estilo de “Centro de estudios”(VI)

Magisterio

La Escuela enseña: El alumno se hace peregrino. R. Duque de Aza

La Escuela es el maestro: Orizana. CUR

La Escuela siempre:Adoctrinamiento. Teódulo G.R.

           Escuela de vanguardia: Calderilla de la educación. CUR

La hora del café. La personalidad se hace. CUR

Doce virtudes del maestro: Sabiduría y prudencia. Á.H.

Soneto: Nació en la Salle un docto magisterio. A. Montero

Estilo

           Política. El estilo español y libertad. R. Duque de Aza

 La reflexión. El estilo AFDA es de imperativos. CUR

 Acuarelas: Quiso ser paisaje. Teódulo GR

_____________________________________________

          

     
                             NUESTRO estilo DE “centro de estudios”  (VI)





Nos gustaba definirnos como educadores que, trabajando en un colegio, en un instituto o en la universidad, lo estaban haciendo en “centros de estudios”.

Nuestra escuelita, nuestro colegio, el colegio mayor universitario, la universidad en los que nos dejamos la vida no eran en nuestra mente supermercados en los que se compraba información y se expendían diplomas que acreditasen a los alumnos ante la sociedad: pretendían ser verdaderos “centros de estudios”.


Partiendo de la raíces educativas y de la etimología de las palabras, alumnos y profesores, todos a una, nos afanábamos (studium en latín es empeño, afán de aprender, “studium discendi”), como monjes medievales en la obra perfecta que elabora los saberes que importan al hombre.

Por eso, la “disciplina” de nuestros centros conservaba con pleno sentido su etimología latina, de “disceo”, aprendo. La disciplina para nosotros era conocimiento, ciencia, arte, actitud ante la vida, como cuando los romanos hablaban de “disciplina stoicorum”, disciplina de los estoicos.

Seguimos pensando y nos mantenemos en la idea de que los centros de enseñanza han de ser verdaderos “centros de estudios” donde la piqueta de la inteligencia cave a diario, como monjes medievales, buscando la aurora de toda realidad y el corazón encendido se deje alumbrar por la luz y el fuego de la ciencia, el saber y el conocimiento.

Y un estilo propio de quienes, felizmente afanados, descubren por primera vez las cosas; alumnos y profesores, a una, conjuntamente levantando la sólida pirámide o el alto rascacielos de la Sabiduría.


magisterio

                    LA ESCUELA ENSEÑA

           EL ALUMNO SE HACE PEREGRINO

El niño llega a la Escuela niño y, mientras crece como niño, adolescente y joven, inicia su vocación y condición de peregrino.

En el lejano latín de la Roma clásica el peregrinus era el “viajero” o el “extranjero”.

A partir de las Cruzadas, en el siglo XI, peregrino es quien, campo a través -per agros- , camina en busca de lo sagrado.

La Escuela, aplicándose al estudio de distintas áreas de la realidad, está siempre en camino y convierte a alumnos y profesores, en peregrinos del misterio que nuclea, esconde y hay que perforar para encontrar el ser total y el sentido de toda realidad.

Aunque coincida en cuanto que busca la Sabiduría con el cristiano peregrino que hace el camino que le lleva a Roma, a Jerusalén o a Santiago de Compostela, no es esa el suelo que pisan sus pies. Lo suyo son primordialmente las ciencias humanas y divinas. Ese es el campo que atraviesa como peregrino.

Si la Escuela trabaja las matemáticas, las ciencias naturales, la metafísica, el deporte, la música, lo que estudie o trabaje…, en todo está de paso, y no ha de parar en su peregrinación de aprendiz hasta dar con la última etapa de la realidad, con el misterio de las cosas y de la vida, de lo terrestre y de lo celeste.

RAMIRO DUQUE DE AZA

Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento

Bachillerato Internacional


                 

     La Escuela es el maestro

                 

  A José R. Villalón, “Profesor ditinguido” 
del Departamento de Humanidades 
de la Universidad de Puerto Rico, en Ponce, 
con mi admiración y aplauso


                         Confesiones de un discípulo de Orizana



He vivido muchos años, he sido profesor de por vida y más allá de mi jubilación. Por donde me han llevado mis andanzas me siguió la sombra de mis limitaciones que nos acompaña sin remedio y a la vez también una luz, un amanecer perenne, que para mí ha seguido iluminándome y seguirá dándome luz mientras viva: Orizana.

Hoy quiero recordarle con algo que escribí hace años y que a mis 94 empezados sigue del todo en pie.

Estudiaba yo magisterio. Mis compañeros de curso eran inteligentes, inquietos, vivaces, interesados por la docencia que nos vendría después. El profesorado de la Escuela de Magisterio era francamente bueno, aunque entonces nos parecía solamente bueno. Todo marchaba bien en aquella Escuela. Pero, al segundo año, saltó el prodigio. Apareció un profesor nuevo, precedido de fama de poeta y de pensador.

El caso es que tenía andares de pastor, pero el perfil de su rostro a unos les recordaba el de Ortega y Gasset y a otros, el de los bustos de los pensadores griegos. A todos nos cruzó alguna vez por la mente que podría venir directamente de la Academia de Platón, a quien llamaba su maestro. ¿Cómo habría salvado 25 siglos de distancia en el tiempo entre Atenas y nosotros?

Aunque había compuesto las mejores liras escritas después de Fray Luis de León, quizá, pienso hoy, ni hablaba castellano, el buen castellano de Valladolid que hablaba, porque nos enseñaba realidades y no palabras. Parecían sus clases el mismo cristal de puro trasparentes. A duras penas podíamos fijar nuestra vista en sus ojos grandes y verdes, de genio, ni en su rostro iluminado por el secreto de las cosas que explicaba, porque no se le veía a él cuando hablaba sino el trasfondo del mundo y la razón que da sentido a las cosas.

¿Cómo os diría yo? Los demás profesores nos definían, nos describían o nos explicaban su materia. Él era sumamente sencillo y no se perdía en largas explicaciones. Los temas más complejos, como la vida, la muerte, el arte, la cultura, el mundo, nos los mostraba a las vivas y como radiografiados, con el escaso esfuerzo de quien señala la hora en el reloj de pared o saca del cajón de su mesa un taco de madera para decir lo que es la pirámide o el prisma. Así de sencillo y así de concluyente. No diré que para él no había misterios, porque era precisamente lo contrario, en todo veía realidades misteriosas, es decir, enormemente ricas, capaces de enriquecernos y de hacer crecer el Universo.

Nosotros no concedíamos a sus clases, entonces, la importancia que tenían, porque nuestras pupilas se habían acomodado a la visión diaria del genio y no dábamos al caso mayor importancia. De cuando en cuando advertíamos que colegas suyos, profesores de Universidad, particularmente extranjeros, hablaban con él y a continuación se colocaban al fondo del aula, durante varias clases suyas y tomaban notas como locos.


Había palabras que le eran particularmente gratas y que pronunciaba con entonación singular. Eran, más que palabras, nudos de conceptos, síntesis de intuiciones. Recuerdo que un día nos dijo, al paso, que estaba tocando fondo en su pensamiento y que a lo mejor el Cosmos no era más que un símbolo. Yo, entonces, no entendí bien lo que quería decir, quizá, tampoco ahora, pero sí que entendía que estaba tocando la síntesis de sus síntesis, la radiografía resumen de sus radiografías todas de la Realidad con mayúscula.

Pues, bien, a este hombre prodigio, enormemente accesible, que merecía ser inmortal, se le declaró un cáncer en el intestino y en unos meses desapareció. Fui a visitarlo al Hospital de San Carlos, del que no salió ya. Sabía lo que le pasaba. No le vi apurado. Me apretó largamente la mano, me miró a los ojos y me dijo: “¡Sea tenaz en el estudio… Siempre nos aguarda la Verdad!”.

Su muerte, que nos apiñó a sus discípulos, nos dejó como huérfanos. Nos sorprendimos con cientos de preguntas en la boca de las que no éramos conscientes antes, y cuya respuesta tendríamos que encontrar solos, si dábamos con ella. La ilusión de aquellos años de entusiasmo intelectual se había desvanecido. Para mí era un final natural. Es, me decía, el destino de las ilusiones como ésta: nos impulsan a vivir y desaparecen para que el esfuerzo de vivir sea más nuestro. Aunque se van, no nos dejan del todo. Nos crean una melancolía que nos derrumba momentáneamente en llanto, pero nos nutre a la larga y cómo… Fueron. Nada con fuerza que fue, deja de ser del todo. Orizana en mí, en nosotros.

Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Lengua y literatura

Emérito UCJC



 ADOCTRINAMIENTO


En la prensa diaria solemos encontrarnos, aunque quizás ni tan frecuente ni tan intensamente como debiera ser, el problema de la educación. Son muchas las dimensiones del problema educativo en nuestra escuela nacidas de la “deriva” por donde discurre el sistema educativo. Y muchas, las valoraciones críticas del mismo. Conocidas son algunas, como el desprecio del esfuerzo y el poco aprecio al mérito personal, el golpe asestado a la cultura humanista en los currículos, la escasez del conocimiento de la historia… o la pérdida de algunas dimensiones personales; hace unos días el profesor y filósofo J. A Marina afirmaba: “el concepto del deber ha sido expulsado de la escuela” (El Mundo, 29- 01- 2022). Pero hay otro asunto que se viene repitiendo y que actúa como telón de fondo de no pocas situaciones problemáticas, sobre todo en el ámbito de la escuela pública: el adoctrinamiento. Y entiendo este no en su sentido tradicional y positivo -transmitir una doctrina-, sino en su sentido peyorativo.

Estos días he recordado la tradicional disputa, también hoy muy actual, sobre la libertad de enseñanza. En la España de hace un siglo -también antes- era frecuente la polémica entre los secularizadores de la enseñanza (liberales y laicistas, sobre todo) y los representantes del pensamiento conservador y católico. Ambos grupos defendían lo mismo, la libertad de enseñanza, pero esto, que era idéntico en su formulación, se convertía en algo contrario, si no antagónico, cuando se descendía del concepto o principio a la pedagogía concreta. Libertad de enseñanza para los católicos era libertad de creación de escuelas -escuelas confesionales- y libertad para enseñar la religión católica a todos los alumnos de todas escuelas públicas; lo cual incluía un frontal rechazo a la libertad de cátedra.

Los laicistas, por el contrario, defendían una libertad de enseñanza que incluía, sobre todo, la libertad de cátedra para todo profesor o maestro y que exigía la negación de todo dogma o “doctrina”, y, por tanto, la supresión de la religión (católica) en el ámbito de la escuela pública. En el fondo de ambas posturas estaba presente el peligro del adoctrinamiento: para los laicistas, el adoctrinamiento religioso y moral de la Iglesia católica obligatorio en las escuelas del estado; para los católicos, el peligro de la libertad de cátedra como fácil rampa para enseñar errores contrarios a la religión y “adoctrinar” así a los niños y jóvenes españoles.

Hoy, aunque el panorama educativo y político sea muy otro- porque nos rige una Constitución que consagra a la vez el derecho a la educación y la libertad de enseñanza- haya quienes pretenden imponer a todos su propia verdad particular y siguen negando a familias y grupos sociales el derecho a elegir un modelo educativo que incluya la religión confesional en la escuela de todos. Se atribuyen algunos la libertad y el poder de obligar a todos a conocer y aprender “su verdad”, mientras se niega a algunos un derecho que está consagrado para todos en la Constitución Española. Lo cual provoca quejas y acusaciones: un modo de entender la libertad de educación camuflado de adoctrinamiento y trufado de manipulación.

Este es solo un ejemplo de lo que se está llevando a cabo con el desarrollo de la nueva Ley de educación. En tiempos pasados -al comienzo de nuestra transición política- se pretendió en buena lógica elevar a nivel de ley lo que era normal en la calle. Hoy, por el contrario, se quiere imponer a los ciudadanos lo que previamente se ha convertido en ley de una minoría o de un grupo ideológico. Se obliga no solo a enseñar tales contenidos -el qué- sino que también se pretende obligar al cómo ha de enseñarse: la perspectiva de género llevada a las aulas y a ciertas materias como las matemáticas, es una prueba de ello. Se tiende así a negar la libertad de pensamiento y se desea imponer una “fe ciega”. Se actúa de manera autoritaria ya que se pretende “ordenar a los demás lo que pueden o no pueden decir, lo que deben o no deben pensar”. Se reproduce así la paradoja de volver a tiempos pasados y a métodos autoritarios, basados en un falso cientifismo y convertidos en pura ideología política o en un ejercicio de ingeniería social.

No es extraño que personas, grupos y medios de comunicación que hoy luchan por la libertad en la escuela critiquen la posibilidad del adoctrinamiento educativo: algunos hablan de éste como de una amenaza (“La escuela no debe ser una cancha para el adoctrinamiento”, decía en El Mundo no hace mucho Monserrat Gomendio, experta en educación e investigadora del CSIC). Pero eso que para algunos es una amenaza, para otros es ya una nefasta realidad. Y no sólo aplicado al caso de alguna materia, sino al conjunto de los contenidos curriculares y a las orientaciones pedagógicas de los reales decretos que desarrollan y concretan la última ley educativa del actual gobierno. Por eso podemos decir que “la solución básica contra el adoctrinamiento escolar es la libertad educativa” que consagra la Constitución. No es de extrañar que se critique abiertamente lo que hace días decía el editorial “Adoctrinamiento de manual”: “Y es bajando al detalle donde solo cabe asumir que lo que ha puesto en marcha el Gobierno es una auténtica batalla cultural contra la historia y a favor de la manipulación ideológica más burda que jamás se dio en una ley educativa” (ABC, 17 de febrero de 2022). 


TEÓDULO GARCÍA REGIDOR

Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle


                                    DE “HEIM” A “HEIMLICH” EN LA ESCUELa


                                                       calderilla de la EDUCACIÓN


Viejos apuntes de una clase en la

Escuela de Magisterio, de los años 1961-1963 (I)


El hogar familiar (heim) en el mejor de los casos es acogedor (heimlich) y en todos, siempre, patria (heimat).

En él ha nacido al ser que uno es y en él se nace al ser al que uno deviene, de acuerdo con la distinción que considera al hombre como ser que es y como ser en marcha, que va a ser.

El niño encuentra descanso en su casa. En ella disfruta del apoyo de los suyos: con ellos se suelda mejor (en su caso, se defiende mejor). Hasta lo inanimado adquiere en casa sangre familiar. El calor del hogar ha caldeado el chirrido estridente de la puerta del aparador, los flecos verdes de la lámpara del pasillo, el goteo cantarín de la pila del patio...: es su misma sangre la que circula por las venas invisibles de las cosas menudas e inimportantes.

En el hogar el hombre es más él mismo. Lo que en él hay de más sustancial se reafirma. Mana en el heim una como alegría de la propia esencia del hogar y en él se da una exaltación personal.

Cualquiera no puede entrar en cualquier heim ni sintonizar sin más con su mundo espiritual. Se precisa una raíz inicial: matrimonio, paternidad, filiación, parentesco.

Si echamos mano de terminología escolástica, en todo heim se da una materia:

                                 a) los padres, los hermanos, la tía pequeñita y hacendosa…

b) los grandes acontecimientos, tradiciones, recuerdos…

c) los juguetes, los cuentos, las expresiones, anécdotas, sobreentendidos…

 Y hay una forma que hace posible que el hogar (heim) sea de hecho hogar acogedor (heimlich). En términos no escolásticos hablamos de espíritu, de estilo, de cierta inefabilidad.

No es lo mismo el “Pin-pin, zarramaca tin, vino la coneja...” dentro de un heim, que fuera de él, pero es preciso reconocer la fuerza poética que en sí lleva esa “bobería” popular para convertir menudencias y banalidades heim en realidades heimlich.

Si estos materiales inertes, calderilla de la existencia, no tuvieran valor fuera del hogar, no nos interesarían aquí. Nos interesan porque pueden llevarse a a escuela y a la vida de la calle.

Se podrá ver cómo en el apunte de la próxima clase.


Carlos Urdiales Recio

Maestro. Exsubdirector de la Esc.del Magisterio La Salle, Madrid



                                      

                                   A LA HORA DEL CAFÉ


     EL JEFE DE ESTUDIOS SUGIERE

Y LOS PROFESORES COMPARTEN


La personalidad se hace


* Personalidad heredada y personalidad adquirida o axiológica. La Escuela de Le Senne asegura que venimos a este mundo todos con la herencia de un carácter fundamental, “foncier”, que permanecerá en nosotros de por vida. Pero una psicodialéctica del yo hace posible desarrollar en cada sujeto una “segunda naturaleza”, en su esfuerzo por hacerse con su personalidad axiológica.

* Ateniéndonos a la distinción orteguiana de “hombre masa y hombre de selección”, hay que suscitar en la persona del alumno el apremio por la propia exigencia, el afán de superación y la capacidad de un esfuerzo arduo y lujoso: “nobleza obliga”.


* La Escuela profesa una axiología. De no profesarla no sería escuela. La define su Ideario. La sociedad actual que tiende a ser neutra no favorece ese Ideario. A nosotros, nos define y da personalidad.

* Vuelta de tuerca a la reflexión de la mañana: valor 2.


Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Escuelas de magisterio

Emérito UCJC

                             
                                 
                                                                               
           
  


                                   Colegio de San Ildefonso (Santa Cruz de Tenerife)                                                                                                                           

                                             

       NACIÓ EN LA SALLE UN DOCTO MAGISTERIO


Nació en La Salle un docto magisterio

que aprendimos de gente humilde y buena

y su ejemplar acción en mí resuena

que fuera siempre el bien su fiel criterio.


Y doce virtudes fueron su imperio,

noble dedicación el día llena.

    En el silencio el alma se serena

    y, en la humildad, descubren el Misterio.


    Sembré sus enseñanzas en mi vida

    y copié cuanto pude su modelo;

    como, en ellos, mi acción fue bendecida.


    En la enseñanza grande fue mi celo,

    en la labor, mi vocación cumplida;

que fue, desde mi infancia, gran anhelo.


ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ

Maestro, Profesor de Filosofía


Estilo     








                        ESTILO ESPAÑOL Y LIBERTAD


El español con estilo no puede vivir si no vive en libertad, si la libertad no es su vida, el aire que respira, el aliento que lanza fuera de sí.

Su libertad no es una propiedad que le corresponda y le venga por ser hombre, no es una propiedad, un propio del hombre, es lo propio del hombre con estilo. La libertad para el español con estilo no es una conquista en la que se empeña por ser supremo valor, ni mucho menos es un botín con el que haya que piratear y hacerse con él cueste lo que cueste; es una cuestión interior que atañe al ser de la persona, imprescindible y necesaria para ser la persona que se debe ser, para serse. Y esto precisamente en virtud y gracia de la libertad personal.

La libertad de movimientos es propia de toda libertad. La libertad se mueve dentro de un espacio o no se mueve, y en este caso no es libertad. El espacio de cuanto se mueve en libertad está presidido siempre, en el orden más riguroso, el teleológico, y en el orden más modesto, a ras de suelo e instantes, por la autoridad. La autoridad es la posibilidad condicionante del vivir de los hombres. La autoridad ha de reducirse al mínimo, es un ideal, en toda sociedad, pero le es imprescindible.


En la cúspide: la Autoridad Soberana

No hay que confundir autoridad con poder. El Poder, en cuanto distinto de la Autoridad, ni puede identificarse con ella ni puede sustituirla. Cuando la autoridad queda absorbida por el poder, el poder agusana la autoridad y la corrompe.

La sociedad no ha sido nunca más libre, ni más democrática-por más que sus gobiernos fueran monarquías absolutas-, que cuando sobre el poder gravitaba la Autoridad divina y no andaba suelta y a su antojo y capricho.

Por eso, el español con estilo no acierta a ser libre si su libertad no la preside, en definitiva, la Autoridad Soberana de Dios.

Ramiro Duque de Aza

Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento

     










          El estilo AFDA se alimenta de “IMPERATIVOS”




(Los principios son esenciales, universales: La Patria debe ser amada.

Los imperativos son existenciales o situacionales, singulares:

¡Todo por la Patria!, Dieu le veut!)


No solo Alemania necesita hoy “imperativos”


"No todo principio, aunque sea un principio del “deber ser”, un principio que tiene vigor, que se debe observar, es ya por ello mismo un imperativo.

"La diferencia entre principios e imperativos existe no sólo respecto de cada hombre en particular, sino también tratándose de magnitudes históricas, como son los Estados y otras individualidades históricas de índole colectiva. Ellas tienen también su indeducible individualidad histórica, su determinada hora histórica, su kairós original e irrepetible, su misión histórica, etc. Por eso tienen también sus determinados imperativos que no se deben confundir con los principios universales del deber ser.

"En la Alemania cristiana de hoy tenemos muchos principios y muy pocos imperativos.

"Vistas así las cosas, sigue siendo cierto que la promulgación más bien doctrinal de principios debería ir de la mano de la proclamación de imperativos.

"Si en la Alemania cristiana de hoy examinamos y analizamos minuciosamente nuestra predicación y nuestra proclamación del cristianismo, tendremos necesariamente que decir que hay demasiadas palabras para expresar principios y muy pocos imperativos. Por eso suenan nuestras palabras como algo resabido y soporífero, demasiado barato y hasta huero. En realidad, no es así. Los principios deben, desde luego, proclamarse. Las gentes prestan por lo regular oído a los imperativos. Pero por lo regular sólo oyen principios en lugar de imperativos, ideas en lugar de modelos concretos,  la frase abstracta  en lugar de la realización gráfica y sensible. Entonces las palabras les suenan a algo trivial y trillado, barato y vacío.

"Nuestros discursos dan la impresión de excesiva circunspección, de tremenda madurez y ponderación. Todo ello está muy bien, pero… no deja de ser un tanto estéril. No se oye una voz clara y tajante. Nos quedamos demasiado en la áurea mediocridad.

"Hay necesidad de imperativos. Ahora bien, con frecuencia nos faltan éstos o sólo se nos ofrecen los antiguos que se han convertido ya en principios o que resultan ya falsos, es decir, históricamente impotentes.

"La esencia del pasado sólo se defiende con la conquista de un nuevo porvenir. Para ello hay necesidad, además de otras muchas cosas que son todavía más importantes, de imperativos y no sólo de principios".

* Ver la distinción en Karl Rahner:  

Lo dinámico en la Iglesia. Ed. Herder, Quaestiones disputate. Barcelona, 1968


Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Lengua y literatura

Emérito UCJ



                                                                                          T. G. Regidor



Es lo último salido del taller… De esta acuarela me parece más interesante admirar no tanto el qué -aunque lo merece- sino el cómo: la técnica, la composición, las mezclas, el estilo de pinceladas amplias y decididas…expresado todo ello en la sencillez de un rincón que quiso ser paisaje.


117 AFDA

        ÍNDICE  PRINCIPAL                              ____________________________________   Pregón:  Educación y expertos. Libertad       ...