Buscar este blog

20191129

84 AFDA

 Diciembre, 2019
ÍNDICE PRINCIPAL

Pregón: Dureza, coraje y esfuerzo
Cuadros sobre el más allá (III): Aparición de Jesús a dos discípulos de Emaús. 
Sieger Koder. E. Malvido
Páginas recuperadas (3): Ramón y Cajal. Teódulo G.R.
Alta política con estilo. La política hoy… Solo la excelencia. R. Duque de Aza
Casi cuento: Canela y Raúl. Á. H.
Soneto desde el sentimiento: Mater inmaculata. Á.H.
Rincón de Apuleyo: Los golpes bajos de la vida. Romance amoroso en o-o
Afderías, 3 : Hormigas, zorra y peces. CUR
Educación física: Los contenidos de la educación física.  F. Sáez

             

     
DUREZA, 

                CORAJE Y ESFUERZO


Tres palabras duermen hoy olvidadas en un rincón del Diccionario de la Real Academia de la Lengua española: dureza, coraje y esfuerzo; la dureza del carácter ibero, el decidido coraje español y un esfuerzo de lujo sin mermas.

Nuestra generación, la del magisterio y el estilo, tenía estas tres palabras escritas con letras de oro en su frontis y eran para nosotros las nuevas puertas del Paraíso de Ghiberti que daban paso a un ambicioso proyecto de vida personal y de quehacer colectivo.

Nos las habían enseñado nuestros clásicos de los Siglos de Oro españoles. Entre ellos, y valga como muestra para este pregón, Bernal Díaz del Castillo, el de la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, cuando en el capítulo CXXII escribe que le dice Hernán Cortés a su gente: “… que acostumbrados estamos de trabajos y aguas y vientos y algunas veces hambres y siempre traer las armas a cuestas y dormir por los suelos, así navegando como lloviendo, que si miramos en ello, los cueros tenemos ya curtidos de los trabajos… ”.

Tal dureza, coraje y esfuerzo (como antaño en nuestra juventud, que aun hoy, en senectud, nos queda para regalar) encontraba su motor, raíz y razón religiosa e imperial en lo que poco más arriba había escrito este nuestro citado clásico: “… fue muy santa y buena quedada, y hemos hecho a Dios y a su Majestad gran servicio, que está claro”.

¡Abrazado el alto fin, encontramos el camino y aun el ritmo de la marcha!

Fue así entre nosotros, porque así era nuestra herencia, lo que heredamos: “No hay progreso sino es herencia; lo que se nos entregó -tradición- nos marca la marcha, nos exige el progreso”.




        CUADROS SOBRE EL MÁS ALLÁ



(III)

Sieger Köder (1925-2015)
"Aparición de Jesús resucitado a los dos discípulos de Emaús” 
(Lc 24,13-35)

Antes de adentrarnos en la significación religiosa de la pintura al óleo de Köder, vendrá bien recordar quién es el pintor, cuál es su estilo y para quiénes pintó.

Sieger Köder nació el 3 de enero de 1925 en Wasseralfingen (Alemania). Después de 12 años enseñando arte y trabajando como artista, Köder cursó los estudios eclesiásticos y se ordenó de sacerdote católico en 1971, a sus 46 años de edad. Desde 1975 hasta 1995, fue párroco en Hohenberg y Rosenberg. A sus 70 años se retiró a un pueblo próximo a Stuttgart. Falleció el 9 de febrero de 2015 en Ellwangen (Alemania).

Desde el punto de vista artístico, las obras pictóricas de Köder siguen el estilo expresionista del holandés Van Gogh, del noruego afincado en Alemania Emil Nolde… El expresionismo se caracteriza por volcar en el arte las ideas y las emociones del sujeto adaptando las “formas” artísticas (color, estructura, ejes, líneas, perspectivas…) a las vivencias subjetivas. Por el contrario, el impresionismo se atiene en las “formas” al objeto visual y al instante vivo del objeto visual. Dentro del estilo expresionista, Sieger Köder tiene sus peculiaridades: la presencia del tema religioso en toda su obra, que, en cambio, apenas asoma en los pintores expresionistas; el tono sereno y amable de sus cuadros, como si fueran láminas evangélicas; el esquematismo, claridad y profundidad de sus pinturas; clara prioridad del mensaje sobre las “formas”; autenticidad de la experiencia religiosa del artista… Se nota una correspondencia casi perfecta entre estas características del pintor-párroco con las exigencias de una buena evangelización del pueblo creyente para el cual pintó nuestro artista.

Quien no recuerde el pasaje de Lc 24,13-35 hará bien en leer dicho pasaje en algún NT, puesto que es el texto que Sieger Köder interpreta con su pintura.

Antes de analizar y comentar el cuadro de S. Köder, interesa saber si el relato de Lucas testimonia una aparición más de Jesús resucitado como las que figuran en los otros Evangelios (María Magdalena, Pedro, los Once, …) o se trata de una forma de presencia distinta del Resucitado, concretamente de la presencia sacramental del Resucitado en la celebración eucarística. Razones:
1 Contrasta enormemente la brevedad −dos versículos− con que Marcos (16,12-13) cuenta la aparición de Jesús resucitado a los dos discípulos (“Después de esto, se apareció bajo otra figura a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea”) y el resultado negativo de su comunicación a los demás discípulos (“Ellos volvieron a comunicárselo a los demás, pero tampoco creyeron a estos”), en comparación con el largo relato de Lucas −23 versículos− y la acogida positiva de los Apóstoles de la visión del Resucitado por parte de los dos discípulos (“ ¡Es verdad! El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón”). Si la aparición a la que alude el evangelio de Marcos no convenció a los Apóstoles y sí la aparición que narra el evangelista Lucas, tiene que ser porque el relato de Lucas se refiere a una distinta presencia del Resucitado: a la presencia eucarística de Jesús resucitado.
2 Leemos en el evangelio de Lucas: “Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio”. Estas palabras y acciones de Jesús evocan la última Cena celebrada con sus discípulos en contexto de la pascua judía, según la narran Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; el propio Lc 22,19-20; y 1 Cor 11,23-25. Pero a diferencia de estos textos del NT que ponen el punto álgido en la entrega de Jesús, mediante los símbolos del pan y del vino, hasta la muerte y muerte de cruz, el climax del relato de Lucas se alcanza cuando los dos discípulos reconocen a Jesús resucitado en la partición del pan y al instante se les desaparece: “Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron [como Resucitado], pero él desapareció de su vista”. Esta comparecencia del Resucitado es algo nuevo en los relatos de la última Cena.
3 Llama la atención cómo el relato de Lucas, en todo su desarrollo, coincide punto por punto con lo que, andando el tiempo, vino a ser la celebración eucarística oficial de los cristianos: una primera parte, la liturgia de la palabra, en la que se recuerda lo que el AT anunciaba del Mesías y lo que el NT narra de la vida histórica y del trágico final del Mesías Jesús; y una segunda parte, la liturgia propiamente “eucarística” (de “acción de gracias”), porque en ella se proclama el triunfo definitivo de Jesús resucitado sobre la muerte y las injusticias y nos unimos a él y a los demás cristianos mediante la comunión.

Viendo la parte central de la pintura de Köder y su lado derecho superior, habría que decir también que el artista alemán entiende la presencia del Resucitado como la presencia del Señor en el sacramento de la eucaristía. Se trataría de la gran presencia del Resucitado en nuestras celebraciones eucarísticas, que el pintor y sacerdote nos posibilita contemplar.

Pero, aun siendo la principal, no es la única presencia del Resucitado en esta obra pictórica de S. Köder. El autor, siguiendo el relato de Lucas, alude a otras dos presencias de Jesús ya resucitado en su encuentro con los dos discípulos. Vamos con ellas empezando a fijar nuestros ojos en el lado izquierdo superior del espectador.

Por encima de las dos figuras que pasan las hojas de un libro, se muestra a Jesús en medio de los dos discípulos, distinguiéndose de ellos por el círculo de luz de la resurrección alrededor de la cabeza. Un poquito más arriba de los tres viajeros en sombra se atisba el calvario con diminutas cruces y con un pequeño sol negro sobre ellas.

Con el breve bosquejo de lo acontecido en el Gólgota y de la escena de Jesús resucitado (el aura lo identifica) que camina de incógnito con los dos discípulos, nuestro párroco-pintor reproduce prácticamente la mitad del largo texto de Lucas (24,13-24). Tenemos aquí una primera presencia de Jesús resucitado con cuantas personas han perdido el sentido de la vida como consecuencia de las experiencias negativas que les ha tocado padecer. Como así había sucedido con quienes habían creído que el Mesías esperado iba a triunfar en la historia y alzar a su pueblo a la cima del dominio sobre todos los otros pueblos de la tierra, y ahora escapan decepcionados y entristecidos fuera de Jerusalén.

En los tres versículos siguientes de Lucas (24,25-27), el Señor resucitado intenta justificar su frustrante final de pasión y muerte a los dos compañeros recurriendo a las sagradas Escrituras y haciéndoles ver que estaba anunciado que el Cristo padeciera antes de entrar en su gloria=la resurrección.

Digamos, en primer lugar, que no es fácil, a la luz del mesianismo tradicional judío, encontrar en el AT pasajes que anuncien la vida no mesiánica y la muerte antimesiánica del Ungido de Yahveh. Solo hallamos en el AT una ramita que nos habla del Mesías al estilo humilde y rechazado de la existencia histórica de Jesús bajo la figura del Siervo de Yahveh: cfr. Isaías 42,1-4; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12. En segundo lugar, la gloria que alcanzaría el Mesías y con él el pueblo elegido es de una dimensión terrenal, mientras que la gloria conseguida por Jesús, mediante la resurrección de la muerte, para él ya en el presente y para nosotros en el futuro, pertenece al orden de lo escatológico.

En esos tres versículos, Lucas apremia a los dos discípulos a que confronten la vida y el comportamiento de Jesús Mesías con la Palabra de Dios escrita. Es lo que tenemos que hacer los discípulos de Jesús: cotejar nuestras actitudes y nuestras acciones en particular con la Palabra de Dios encarnada y ahora glorificada. Es la segunda manera de hacerse presente Jesús resucitado en la existencia de los seres humanos: mediante la confrontación de nuestras vidas con el Jesús de los Evangelios. Sieger Köder nos lo indica presentando a los dos discípulos en el flanco izquierdo del espectador, justo encima de la espalda y del cuello de uno de los dos discípulos agrandados, como ansiosos lectores de los libros sagrados.

Pasamos a continuación a contemplar la parte central de la presente obra pictórica de Sieger Köder.

Si el Artista y Sacerdote bávaro sitúa en la oscuridad las dos comentadas presencias de Jesús resucitado, al tratar ahora la presencia de Jesús resucitado en la eucaristía, Sieger Köder nos sorprende con un ventanal de luz, símbolo del Resucitado, que inunda de claridad el espacio, contra toda lógica, en contrapicado, de modo que los libros sagrados, la mesa de la comida con sus trozos de pan y con sus vasos, y sobre todo las figuras de los dos discípulos aumentan considerablemente de tamaño.

Nuestro pintor era muy consciente de que no podía pintar al Resucitado porque Este es un ser humano transformado gloriosamente, el Hombre Nuevo que transciende escatológicamente al hombre viejo creado por Dios. Según el mismo Sieger Köder:
¿Cómo se puede pintar al Resucitado? ¿Cómo se puede pintar la Resurrección? Yo no he visto nunca al Resucitado. Por consiguiente, ¿lo puedo pintar? Nuestra fe es solo o tiene su origen en que creemos a un par de testigos que lo han visto verdaderamente. Pero estos evidentemente no lo pudieron pintar o no lo han pintado. Ya tuvieron dificultades para describir esta realidad del Resucitado.”

Y nuestro Autor alemán opta por “pintar” al Resucitado mediante el símbolo de una explosión luminosa entre blanca y amarilla dorada. San Pablo recurrió antes que nadie al símbolo de la luz para referirse al Resucitado. En la primera carta a los corintios el Apóstol de los gentiles distingue el resplandor de los cuerpos terrestres del resplandor de los cuerpos celestes, y entre estos últimos diferencia el fulgor del sol, el de la luna, el de las estrellas. Y recordando sin duda alguna su experiencia de testigo del Resucitado, concluye sobre nuestra futura transformación escatológica: “Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terrestre [Adán], llevaremos también la imagen del celeste [Jesús resucitado]” (1 Cor 15,49).

Ya se dijo que el texto de Lucas no relata una aparición más de las que figuran en los Evangelios, sino que nos regala una catequesis elaborada posteriormente sobre la presencia del Resucitado en la celebración actual del sacramento de la eucaristía por parte de los cristianos. En las dos partes de que consta la eucaristía, el texto de Lucas, como también la representación pictórica de S. Köder, resaltan mucho más la Resurrección que la pasión y muerte del Señor.

En el caso de nuestro pintor, compárese el gran espacio dedicado a la presencia sacramental del Resucitado en el panel central y el mínimo empleado para las dos primeras presencias. Otro tanto habría que decir de la tonalidad oscura del flanco izquierdo, en contraste con el colorido resplandeciente del panel eucarístico. Un detalle también importante: fijémonos en el estrecho flanco a la derecha de nuestra mirada, encima del discípulo en rojo; ahí vemos una figura que porta el cirio pascual encendido con los puntos que se marcan en la vigilia del domingo de Pascua.

Estas peculiaridades de la lámina pintada por Sieger Köder tienen sus consecuencias significativas teológicas. Pienso que el cuadro del pintor y párroco nos anuncia sobre todo la importancia del amor ilimitado de Dios manifestado por mediación de Jesucristo y relega a un lugar muy secundario los pecados cometidos por los seres humanos. Es el Amor del mismo Dios Padre y del Espíritu Santo expresado de una vez por todas por Jesucristo, en su entrega hasta la muerte y muerte de cruz, lo que ahora, gracias a la presencia del Resucitado, se actualiza para nosotros cada vez que celebramos la eucaristía. Es en la celebración eucarística donde tenemos acceso a recibir del Resucitado aquel mismo amor incondicional y definitivo con el que se entregó por nosotros a una muerte dolorosa, prematura y humillante. En la última Cena que Jesús celebró con sus discípulos faltaba la acción resucitadora del Padre y del Espíritu Santo con la que se confirmaría el Amor divino de Jesús para con los seres humanos.

Terminamos exponiendo otra pintura de Sieger Köder sobre la última Cena, en la que se advierten esas diferencias en comparación con la presencia del Resucitado en nuestras celebraciones eucarísticas.



(Jesús se hace presente mediante sus dos manos y el reflejo de su rostro en la copa. El color sangre del líquido de la copa y el pan fraccionado y repartido provocan en los discípulos el temor y el pánico por los acontecimientos que se avecinan. Obsérvese la sombra grisácea de la cruz sobre la mesa. ¡El contraste entre esta última Cena de Köder y la presencia del Resucitado en el sacramento de la eucaristía en la pintura de Köder que hemos comentado es mayúsculo!).


EDUARDO MALVIDO
Maestro, catequista y teólogo


PÁGINAS RECUPERADAS (3)


RAMÓN Y CAJAL



Santiago Ramón y Cajal, médico y eminente científico, no sólo se ocupó de la medicina o de la investigación. También cultivó otras disciplinas y abordó asuntos aparentemente menores, pero de una riqueza y frescura de ideas extraordinaria. Una de esas obras menores fue su librito titulado Charlas de café, escrito en forma intrascendente si se quiere, pero cuajado de aforismos y de juicios certeros, “reflejo de un mente siempre alerta ante el variado panorama de la vida”. Su tono es jovial y humorístico, propio de las conversaciones de café, práctica que él cultivó a lo largo de más de cuarenta años. En esta obra, dice el propio Ramón y Cajal, “no tiro a adoctrinar, sino a entretener y, cuando más, a sugerir”.
Uno de los temas tratados es del de la vejez, la ancianidad. Esta etapa de la vida, aparece con sus luces y sus sombras, con sus riquezas y sus limitaciones. A veces en tono positivo y otras, con una mirada pesimista y aun sarcástica sobre la última etapa de la vida. Una etapa en que, según él, la persona mayor ha de saber estar con humildad y modestia y dejar paso a quienes vienen a ocupar nuestro puesto: “los jóvenes llegan con ademán amenazador y recaban parte de su botín”. Lo que procede, dice don Santiago, es “cederles de buen grado la plaza. Sírvanos solo de consuelo la esperanza de que lo mejor de nuestra personalidad florecerá algún día en la conciencia de nuestros descendientes, aunque se olvide el origen, como la rosa opulenta ignora el humilde escaramujo de que desciende” (p. 92)
Y dentro de la vejez, la acción intelectual, la actividad del cerebro es una cuestión en la que se detiene el premio nobel. Tres textos ofrecemos a los lectores de AFDA que guardan cierta relación entre sí e iluminan la de algún modo la etapa de la vida en la que ya hemos entrado muchos de sus lectores. Creo que la claridad de los textos ahorra todo comentario:
a) La vida del cerebro
Muchos filósofos de la antigüedad y no pocos sabios modernos hacen notar la frecuente conservación de los dotes del espíritu en el viejo y hasta en el decrépito. (El entendimiento, dicen algunos, mejora con los años). Restando del aserto, asaz lisonjero, la inevitable exageración del panegirista, casi siempre provecto, resulta incuestionable que, de todos los órganos, el cerebro resiste más a la regresión que todos sus compañeros” (p. 86).

    b) Ser nosotros... hasta el final
"Lo más triste de la vejez es carecer de mañana. Debemos, empero, los viejos, reaccionar contra este desalentador sentimiento, no dejándole ascender desde el corazón a las manos. Si eres labrador, pide a Dios que te sorprenda la muerte plantando un árbol; si escritor, ruégale que la Implacable te sorprenda con la pluma vibrante, reclinada la cabeza sobre las albas cuartillas, el más bello de los sudarios” (p. 20).

    c) Caer con dignidad y decoro
"Los viejos hemos escalado una cima fría, pero serena; no descendamos de ella exudando petulancias y ñoñeces. Defendamos nuestro cerebro de la chochez, inflexibilidad e intolerancia, y luchemos heroicamente contra nuestras arterias, que nos arrebolan al menor esfuerzo, y con la tristeza, que nos enerva. Puesto que es fuerza caer, caigamos con dignidad y decoro” (p. 104).

Don Santiago Ramón y Cajal pudo experimentar la vejez en su vida: murió a los 82 años.
TEÓDULO GARCÍA REGIDOR
Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle





LA POLÍTICA HOY 
NO ES DE ALTA TENSIÓN, 
SOLO LA EXCELENCIA CUENTA


La alta tensión de un pueblo, por más que hoy la política parece llenar todo el espacio de lo que llamamos España, hay que ir a buscarla donde está. El tendido de sus cables y el almacén de los condensadores de energía son otros. Pasan solo y se detienen en una alta excelencia, la de los voluntariosos maestros de escuela, los médicos de enfermos, los ingenieros que tienden puentes, los zapateros que hacen zapatos, el labrador que ama la tierra, el cazador a los Delibes: los artistas y orfebres del detalle y la hondura…, alta excelencia.


En los siglos de Oro de España la alta tensión de España pasaba por la persona del Emperador, por Santa Teresa y San Juan de la Cruz, por el burgalés Francisco de Vitoria, por Velázquez y Murillo, por Cervantes y por don Calderón de la Barca...


* Cervantes está escribiendo a la luz de una vela. Parpadea de cuando en cuando la llama del candil. Escribe noche tras noche. Ya está en la tercera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Va a empezar el capítulo XXI, que tratará de la alta aventura y rica ganancia del yelmo de Mambrino. Cervantes se ha detenido. Ha de afilarla punta de la pluma de ave con la que escribe.

España entera, la más densa España de todos los tiempos, se ha detenido por la pausa que está haciendo don Miguel. La más alta tensión, que ni el mismo Cervantes advierte, cruza por las letras que ya lleva escritas. No parecen de gran importancia. Leemos: “En esto comenzó a llover un poco...” No dice gran cosa el arranque de este capítulo, pero esa casi nada tiene ya la alta tensión del genio. Por esas siete palabras anodinas está cruzando la más alta literatura de todos los tiempos, la Historia de España se está vistiendo con ella de gloria inmortal, el mundo merecerá la pena por lo que las precede y por lo que va a seguir escribiendo su autor. El orbe entero va a ser más rico y más hermoso y más noble por la obra que a la luz de un candil, noche tras noche, viene escribiendo don Miguel de Cervantes, un soldado de los muchos que pelearon en Lepanto en 1572, en la más alta ocasión que vieron los siglos. Esto que ahora va escribiendo nuestro antepasado compatriota será otra alta ocasión que verán los siglos y los siglos.

* Mientras, en otro rincón de la Península que señorea el Apóstol Santiago, acaba de decir misa un sacerdote inteligente. Se llama don Pedro Calderón de la Barca. Por él está cruzando también otra carga eléctrica de alta tensión del Oro de su siglo. Ha dicho una misa impecable. Cada palabra de aquel latín de la liturgia del Corpus Christi que celebra le es un misterio de luz. Nadie percibe que aquel cerebro está a punto de dar un salto de gigante de aquellos latines sagrados a “La vida es sueño”, drama y auto sacramental. Mientras decía la misa, don Pedro, ha ido pasando de asombro en asombro: las palabras de Cristo eran más que palabras, Verbo divino, el pan se ha hecho carne, el vino, sangre de Dios… ¿Sueña o es que realmente son así las realidades que oficia? Ha terminado la misa. Pasa y sale del misterio a la realidad. ¡Ya está! Le cruza como relámpago por la mente que la auténtica vigilia, la real, es la realidad de la misa y que la vida a la que vuelve, un mero sueño. Ya está, en un instante, caída en buena tierra la semilla de “La vida es sueño”, alta tensión para siempre, mientras el mundo sea mundo. Luego vendrá, enseguida, “El gran teatro del mundo”, otro momento de oro, monumento para la eternidad del tiempo.

El mal de las modernas democracias está, por ejemplo, en que su ministro de Educación no es un excelente de las tareas educativas y a la vez de serlo de la cosa pública, es un advenedizo que no ha tenido, para el trabajo que se le encomienda, ninguna vocación ni preparación técnica, no es un excelente de la educación. Y así, dígase de la casi totalidad de los políticos de las modernas democracias. Una ruina, porque lo único que cuenta, vale y perdura es la excelencia hecha realidades.

"Una sola cosa, aprendiz, estudiante, hijo mío, una sola cosa te será contada, y es tu Obra Bien Hecha.”, nos dejó escrito Eugenio d´Ors para el frontis del Partenón de toda cultura y para siempre. Lo que aquí nosotros llamamos la excelencia.

RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional





CANELA Y RAÚL


-¡Corre, canela, corre!

Gritaba -mejor sería decir cantaba- Raúl a
su pequeña mascota color miel, mientras se alejaba de la casa, correteando por el jardín. –Corre, canela- repetía, al tiempo que agitaba una pequeña rama de encina caída, y la arrojaba unos metros hacia delante, presa inanimada que la perra haría suya, sujeta entre las fauces, y devolvería a los pies del muchacho. Un juego repetido que mantenía entretenidos a los dos y les permitía el ejercicio tan propio y necesario para ambos cachorros. Que apenas cinco meses tenía Canela, y seis los años que Raúl esperaba cumplir la próxima primavera.

En los ojos del pequeño se reflejaba la luz de la mañana, y en sus labios se abría una franca sonrisa que solo unas semanas atrás hubiera resultado imposible. Porque por entonces Raúl aún no reía, tampoco sonreía, y sus ojos estaban velados de profunda tristeza.

Hacía apenas tres meses que Raúl vivía en aquella casa, con padres recién estrenados. Nunca supo –nadie se lo dijo porque seguramente nadie lo sabía- quiénes fueron sus verdaderos padres, que por alguna razón no pudieron, o no quisieron, asumir la responsabilidad que la naturaleza había querido confiarles. Y una mañana aquel bebé, de tan solo unos días, había aparecido abandonado a la puerta del hospicio.

Cariño y cuidados no le faltaron. Pero Raúl –que con este nombre quisieron bautizarle las Hermanas- fue desde el principio un niño triste, invadido por la melancolía y nada amigo de juegos y esparcimientos. Generalmente distante de sus compañeros, a las carantoñas respondía con un respingo, y a los intentos de proximidad con gesto despectivo. No era un niño autista, ni parecía afectado por algún tipo de discapacidad física o psíquica que justificara tales respuestas. Simplemente, era la suya una actitud que reflejaba la carencia de unos padres a los que no pudo nunca poner rostro y a los que, desde muy pequeño y a pesar de sus pocos años, parecía recriminar su abandono.

Canela –el nombre se lo puso Raúl, antes no tuvo ninguno- fue también un cachorro abandonado. Alguien lo encontró una tarde acurrucado en un bordillo de la carretera, a las afueras de la ciudad. Alguien que al menos tuvo la decencia de recogerlo y no dejarlo morir. Aquel pequeño animal –víctima de unos dueños irresponsables- tuvo al menos la fortuna de verse recogido en el albergue ‘Francisco de Asís de SPAP, asociación altruista y nunca suficientemente valorada, que da asilo y protección a animales abandonados. Allí acudieron Eduardo y Mabel, los padres adoptivos de Raúl, y allí fueron testigos de una súbita transformación. Fue recoger entre sus brazos al cachorro y dibujarse en los labios del niño una inusitada sonrisa. Ambos habían sido víctimas de idéntico desprecio y ahora estaban llamados a compartir afectos. Mucho era el que Raúl había almacenado sin saberlo en su joven corazón y ahora tenía donde volcarlo.

Desde aquella tarde Raúl ha cambiado mucho. Ya no queda apenas sombra de la melancolía que durante años atenazó su corazón. Ahora se siente feliz, capaz de compartir, de dar y recibir sin esfuerzo. No sólo Canela, todos a su alrededor tienen desde entonces su cariño. Ahora corre divertido y ríe y sonríe, porque ya se rompió, con aquel abrazo en SPAP, el lazo que hasta entonces había oprimido y entristecido su corazón.

Gracias, SPAP, Gracias en nombre de Raúl, de Canela, y de todos los Raúles y Canelas del mundo. Nuestro homenaje agradecido a vuestra organización y a cuantos como vosotros son capaces de hacernos saber que aún existen, que aún somos capaces de hallar –puede que incluso de protagonizar- gestos de verdadera humanidad.
                                                                       
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
 
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación. Emérito UCJC
Ciudadano del mundo



         LOS GOLPES BAJOS DE LA VIDA


Estaba yo un día triste,
tan triste como alelado,
cuando me vino a las mientes
por qué ese día macabro
no me quitaba de encima
semejante golpe bajo
que me dejaba aturdido
sin el control necesario,
componiendo un poemilla
poemilla o poemazo—
que me quitara la pena
que ya me estaba embargando…,
y empecé a escribir deprisa
deprisa, que no despacio—
este que aquí mismo expongo
sin que me cueste trabajo
y que me ayudó a vencer

la acedía y el desgarro
que me habían convertido
en un muñeco de trapo
a vaivén de los pesares
y de los estados de ánimo,
librándome al fin de humores
penosos, vagos y aciagos.

En resumen, que me encuentro
limpio de todo cuidado
y más alegre que un mono
y más piante que un pájaro
y más luciente que un pez
y más juguetón que un gato
con un ovillo redondo
rodando, siempre rodando…
y más paciente que un búho
y más fuerte que un caballo,
un toro, un caimán, un búfalo
o un cocodrilo dentado
que por el Nilo se escurre
taimado, siempre taimado,
a la espera de una presa
descuidada en el yerbajo.

Tomen ejemplo los débiles,
los pobres, los apocados,
los tiquismiquis, los bobos,
los descontentos a saldo,
los perezosos, los tímidos,
los cobardes, los tarados,
los zopencos y engreídos,
los payasos y los cuáqueros.
La vida tiene estos golpes
muchas veces golpes bajos—
y habrá que enfrentarse a ellos
para siempre superarlos.

¿Qué más da que el frío invierno
nos hiele los pies y manos
o que el Rey sol nos desnude
por las playas en verano
si es que también hay otoños
de árboles amarronados
y primaveras florícolas
en suaves y amenos prados?

¿Qué más o menos nos dan
las montañas o los páramos,
los valles o las praderas,
los ríos o los barrancos,
los desiertos arenosos,
los poderosos pantanos,
las marismas humedales,
los campos abandonados…
o los días con sus noches,
los glaciares y los lagos?
¿Para qué la voluntad,
para qué la fuerza de ánimo,
para qué el tiempo, ese cíclope,
si no para reafirmarlos
y estar a disposición
de lo que disponga el Hado?

Sólo le pido a la vida,
que me mantiene de encargo
de un Dios pleno, omnipotente,
magnánimo y soberano,
que me deje como estoy
cumpliendo años y más años
y escribiendo a todas horas
sin hacerle a nadie daño.

En consecuencia, señores
que me leéis a diario,
forjaros igual que el hierro
en la fragua de Vulcano,
sed un volcán como el Etna,
volad como un aeroplano,
tomad las riendas del cuerpo,
razonad con temple claro,
huid del vicio herrumbroso,
tened el alma en las manos,
embridad los sentimientos,
gozad en paz del trabajo,
liberaros de las penas,
la abulia y sus golpes bajos.


Entonces tendréis mi estima,
entonces seréis colmados,
entonces, válgame Dios,
entonces os diré: ¡”Bravos”!





  ROMANCE AMOROSO EN O-O


Al término de la vida,
qué tristeza y qué alborozo
posan en mi corazón
rimando un romance en O-O.
Ambas emociones surgen
como del fondo de un pozo
y me apresto a registrarlas
con espíritu animoso
para que brillen a tope
los tiempos en que fui otro,
otro más tierno y sensible,
más profundo y candoroso.

Bellos son los re-encuentros,
bellos también los rastrojos
de aquellos versos sonantes
de mis verdes años mozos,
cuando en Granada leía
a la sombra de los chopos
y luego escribía a solas
imitaciones de tropos
de Góngora y Garcilaso,
de Lope, filón de oro,
de Quevedo y de Zorrilla,
mezclados codo con codo
con Calderón de la Barca
y su Segismundo a modo
de un rey encerrado en un
tristísimo calabozo.
Yo era ese rey padeciente
con lágrimas en los ojos,
pero a la vez era Sísifo
con un pedrusco en el lomo,
que no lograba subir
adonde estaban los otros,
los muy amados poetas
que me incitaban a coro:
ven, ven, que la altura es bella,
tú puedes como nosotros
desasirte de torturas
y emborracharte de gozos
juntando esfuerzo y talento
ante cualesquiera escollo”.
Les hice caso y subí
las gradas y grados todos
de la enseñanza de entonces
con la pujanza de un toro
y en el Insti “Padre Suárez”
me gradué en latín y en otros
idiomas, como el francés,
tan molieresco y eufónico
que me ha servido hasta hoy
como báculo precioso
para recorrer el mundo
desde el uno al otro polo,
con un boli en diestra mano
y sus poemas a bordo.

Mi senectud los evoca
y los recita a manojos
en las aulas, con los niños
repitiéndolos a coro,
cual si fueran papagayos
de un bosque de tomo y lomo,
pues el árbol de la Lengua,
que es un árbol muy frondoso,
resuena en ellos y brilla
la emoción entre unos chorros
de luz que doran el alma
llenándola de reposo.


Hoy que vuelvo a recordar
trozos y trozos y trozos
de aquellos lindos romances
muchos de ellos, ¡ay!, anónimos—
se convierten en columnas
de un palacio deleitoso
en el que he morado a gusto
como un jeque o emir moro.
Y aquí se acaba la historia
de mi romance amoroso.
Ojalá sirva de ejemplo
para estos tiempos de acoso
a la ninfa Poesía…
haberme comido el coco.

   


3 HORMIGAS, ZORRA Y PECES

  • Los silos, innovación multiplicada sobre ancha geografía española después de la Guerra, no eran otra cosa que hormigueros puestos en pie.
  • A los españoles del tiempo de Franco nos encantaban, los multiplicamos. Les fuimos llenando de grano, camión a camión. Sobre la meseta castellana eran las atalayas del crecimiento de la España de entonces.

  • Se dice que las hormigas acaparan. No acaparan, son previsoras. Piensan en el invierno al que llegará el hormiguero, no cada una de ellas. No les preguntéis a las cigarras. Tienen otra idea de las hormigas laboriosas.

 ¿Qué cosa ha dado un brinco al corazón de la zorra? Es la cuerna alarmante del cazador de zorras.

  • Un brinco, no más. La zorra sabe que es la cuerna, solo la cuerna.

  • El pez se topa con el vidrio de la pecera. Ni se queja él ni se rompe la pecera. Gira señorial.

  • En este globo transparente lo tengo colgado del techo. Se mueve el pez, está quieto el globo en el espacio. Quizá piensa el pez que es libre.

  • El día que me lleven a la Residencia de ancianos mi pecera será menor, más chica que la de anciano de hoy. ¿Tendrá agua?

CUR


68 Los contenidos de la educación física






Visión integradora

La Educación Física es una parte integrante del concepto global de educación que, como medio pedagógico, utiliza el movimiento humano en todas sus formas y posibilidades. Hasta no hace mucho, nuestra cultura mantenía la educación dentro de unos cánones puramente intelectualistas, mezcla de verbalismo y abstracción, fruto de una filosofía dualista que preconizaba la primacía absoluta del espíritu sobre la materia, relegando el cuerpo a un mero continente de la espiritualidad. Con este enfoque fundamental de la educación, creció una rama que, en tales circunstancias, no podía ser considerada sino secundaria.

La rápida evolución de las ciencias del hombre, sobre todo en las últimas décadas, nos mostró que era ilusorio pretender educar de una manera integral sin tener en cuenta el comportamiento motor. El objetivo que se asigna a la educación física es el de favorecer el desarrollo del hombre para lograr que se ubique y actúe en un mundo dinámico y en constante transformación, dominándolo; también, a conocerse mejor y aceptarse a sí mismo. Actualmente se abre camino un objetivo con la vertiente de la salud: una educación física para la salud.


La Educación física abarca al ser total, puesto que el acto motor no es un proceso aislado. Por el contrario, sólo adquiere significación cuando hace referencia a la conducta que emerge de la totalidad de la personalidad. Representa, por tanto, una forma determinada, un enfoque distinto de la formación y la educación. Ha de existir porque no se puede realizar una auténtica educación basada en la naturaleza del hombre si no se tiene en cuenta lo corporal. Según afirma Ommo Gruppe (1976), la Educación estaría incompleta sin la gimnasia, el juego, la actividad física y el deporte. Es inevitable recordar la frase de Hammelsbeck, (1961), citado por Vayer (1973), cuando dice que “la educación es mucho más que la educación física, pero es muy poco sin ella”.


Objetivos


Los objetivos de la Educación física son diferentes para cada persona, según sus motivaciones o la etapa de la vida en que se encuentre. No obstante, los seres humanos de todas las edades tienen los mismos propósitos fundamentales para moverse. En conjunto se puede afirmar que sus metas son el desarrollo individual, la adaptación al ambiente y la interacción social. Los niños necesitan del movimiento como factor vital para su desarrollo; los jóvenes han de desarrollar sus capacidades de movimiento como ayuda para llegar a adultos con plena capacidad funcional; y los adultos precisan realizar actividades motrices que les permitan una continua puesta a punto, una integración individuo-ambiente más completa y el mantenimiento o la mejora de la salud.

Las experiencias que proporcionan la práctica del ejercicio físico satisfacen los mismos propósitos, que son clave para todas las personas.

Un estudio realizado en Estados Unidos, patrocinado por la Alianza Americana para la Educación Física, la Salud y la Recreación, coordinado por A. Jewett en 1974, citado por Sánchez Bañuelos (1985), pretendía investigar cuáles eran las motivaciones del hombre para ejercitarse. Este estudio dio como resultado que la persona se mueve por alguna de estas metas: para satisfacer su potencial humano de desarrollo, para adaptarse y controlar el ambiente físico que le rodea o para relacionarse con los demás. Cada una de ellas está integrada por otras más concretas. Así, el hombre se mueve para mantener y desarrollar las funciones cardiorrespiratorias o para conseguir un equilibrio psíquico saludable. También, para liberar tensiones y frustraciones; incluso, como reto, para probar su coraje y capacidad. Cada individuo puede hallar un significado personal a través de una combinación de estas metas del movimiento.


Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo
 



   





117 AFDA

        ÍNDICE  PRINCIPAL                              ____________________________________   Pregón:  Educación y expertos. Libertad       ...