VIII
Cuando mira la tierra, ella tiembla;
toca los montes y echan humo. (32)
Cantaré a Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras viva. (33)
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. (34)
Por eso su canto, que no va a tener fin, y el tañer del instrumento musical que sabe manejar, seguirá sonando. Uno y otro dudarán cuanto al salmista le dure la vida. ¿Le agradará a Dios? El salmista lo espera y desea que el poema que está concluyendo también le agrade. Y su alegría mayor va a ser que Dios acepte poema tan hermoso que está terminando.
CARLOS URDIALES RECIO
Maestro. Ciencias religiosas. Univ. Lateranensis
Ancien élève de Évode Beaucamp
et de Francesco Spadafora
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