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20200529

90 AFDA


Junio, 2020
 
ÍNDICE PRINCIPAL

Pregón: Escuela, de bullir imágenes
Cuadros sobre el más allá (IX)“ Los amantes se comen el mundo”. E. Malvido
Coronavirus: Genética de las poblaciones y humanidades. Á. Gómez Moreno
Páginas recuperadas (9): ¿Vulnerables o inmunes? Teódulo G.R.
Alta política con estilo: En el horizonte, Europa. R. Duque de Aza
Hemos leído: Habilidades gimnástico acrobáticas. F. Sáez
Soneto desde el sentimiento: AFDA. Á. H.
Rincón de Apuleyo: Junto al mar.
Afderías, 9: El gallo y las gallinas. CUR
Educación física: Contenidos de la EF: 13-15 años.  F. Sáez








ESCUELA DE BULLIR IMÁGENES
 


Escuela y Sociedad a través de la Historia han ido del brazo. Así fue ya en la lejana Mesopotamia, en el Egipto de tres milenios, en el corazón de Israel, en la Grecia de Platón y de Aristóteles, en la Roma imperial, en el Medievo de las escuelas monacales y universidades, en los esplendores del Renacimiento… Escuela en alto, sociedad creadora y viva. Sociedad decadente, Escuela en declive o disolución. Siempre correlativas.


Hoy la Sociedad está vieja y enferma, carece de pulso. La educación, en términos generales, es un fracaso mundial, no solo español. Aunque dispone la Escuela de una tecnología espléndida y abunda en formalidades pedagógicas, no transmite las imágenes vigorosas que antaño dinamizaban la vida personal y social.
¿Qué clase de imágenes vigorosas no transmite? Las que manan pujantes de las grandes obras literarias, de la filosofía de pensadores de fondo, de la mejor historia del propio y de otros pueblos. 
 
Con la caída del muro de Berlín y el fin del marxismo, el año 89, parece que le Historia se ha detenido. Nos hemos entregado al Estado del Bien-estar no del Bien-ser, a la mediocridad. Empezábamos la gran desmemoria de fin de siglo con la voluntad de olvidar el pasado, de vivir en un mero presente placentero. Ya todo era indiferente, todo daba igual, todo era intercambiable. 
 
Mientras el mejor Occidente se daba al olvido y bebía en las aguas del río Leteo (drogas, movidas, yoga, New Age…), el peor Occidente urdía destrucciones y se entregaba al resentimiento hasta llegar al odio, su forma de crear, destruir.

En épocas más vigorosas y vitales que la nuestra se vivía con la imaginación familiarizada y alimentada de imágenes de relatos de personajes bíblicos, de héroes griegos y romanos, de pensadores, de poetas, de santos y de sabios de otros tiempos y contemporáneos. Hoy, hemos arrinconado estas imágenes o las hemos despojado de su condición inmortal, heroica o sagrada, cuando no las hemos desterrado de nuestro mundo a mano. A ellas habrá que volver, para que bullan en la Escuela.
  
¿Qué alumno sale hoy de las actuales aulas españolas con el tirón que supone un apasionamiento por la singular persona de Cristo corazón de la Escuela, la lectura viva del Cantar de mío Cid y del Quijote, el peso histórico de la Conquista de América, el latigazo de la inefable pintura de Velázquez y de Murillo, el considerarse descendiente de los rústicos de la Guerra de la Independencia y de los héroes de la División Azul?


¿Quién abandona hoy las aulas universitarias con la Biblia a fuego sobre su corazón y su inteligencia? ¿Ídem que le escueza en el alma de por vida la Ilíada, la Eneida, la Divina Comedia, El gran teatro del mundo, la pintura de fra Angelico, el Acueducto de Segovia, la música de T. L. de Victoria…?
 
¡Enciéndase el horno con fuego inteligente, póngase pasión y que vuelva a bullir la Escuela con añejas y nuevas IMÁGENES!



 
CUADROS SOBRE EL MÁS ALLÁ  (IX)               

RELACIÓN DE LOS RESUCITADOS CON EL UNIVERSO


 
Mariano Peccinetti (1985- )
Los amantes se comen el mundo”
Collage de la serie “Collage al infinito

El NT, tan elocuente a la hora de tratar desde Cristo y en Cristo los dos contenidos del cielo que hemos mencionado (la relación de los resucitados con el Dios de Jesús y la relación de los bienaventurados entre sí), ahora se manifiesta sobrio y dubitativo cuando se refiere al tercer elemento que integra la felicidad plena del cielo de los resucitados: la pervivencia del cosmos y las actividades que los resucitados desplegarán como señores del universo en la vida bienaventurada.En un primer análisis vamos a ver qué nos dice la fe cristiana en Dios creador y los diagnósticos de las ciencias contemporáneas sobre la pervivencia del universo. 
 Dios no es solamente el Autor de la creación desde la nada (“creatio ex nihilo”), sino también de la creación continua (“creatio continua”). La 2ª ley de la termodinámica nos habla de la “entropía”, que la ciencia física entiende como la tendencia de un sistema aislado de energía al desorden, al caos. Hemos oído muchas veces la frase “big bang”, la gran explosión de energía. La entropía vendría a ser el agotamiento total de la energía del universo.
  
No se debe poner ese predecible acontecimiento físico al par de la creación continua por parte del Creador. Nadie sabe nada de la interacción que Dios creador mantiene con el cosmos. 
A continuación cambiamos de enfoque: en lugar de mirar el cosmos desde la acción creadora de Dios, creación inicial y creación continua, nos fijaremos en la acción resucitadora de Dios realizada ya en Jesucristo. 
Vamos a dar tres razones teológicas de la pervivencia del mundo en la era definitiva de los hijos de Dios resucitados a imagen y semejanza del Hijo Jesucristo:
    * El Dios resucitador es el mismo Dios creador. Es inconcebible que la acción resucitadora de Dios no lleve a feliz término el mismo mundo que ha brotado de sus manos creadoras.
    ** El Hijo humanado gloriosamente es la misma Persona que subsistió en la humanización histórica de Dios Hijo. La Segunda Persona humanada escatológicamente continúa relacionada, aunque de forma superior, con este cosmos con el que se comprometió para siempre el día en que fue engendrado en el seno de María.
    *** Los hombres nuevos, inmortales, no serán seres creados por Dios de la nada, sino que la fe cristiana proclama la resurrección de los hombres muertos. Esta pervivencia perpetua de la anterior personalidad humana comporta la continuidad de este mundo material, en el cual los resucitados hijos de Dios ejercerán plenamente el señorío que Dios les otorgó al crearlos (cfr. Gen. 1,28).
Y ¿qué tipos de actividades ejercerán los resucitados con ese señorío sobre el cosmos?
La relación de los hombres actuales con la naturaleza está marcada en gran parte por la necesidad. En la vida celestial, en cambio, la relación con el cosmos por parte de los hombres bienaventurados estará caracterizada por la “pro-creación” gratuita y gratificante. La actividad del hombre en el mundo será una actividad más bien lúdica, como la que el AT asigna a la Sabiduría:
Yo estaba junto a Él, como aprendiz; yo era su alegría cotidiana, jugando todo el tiempo en su presencia, jugando con la esfera de la tierra, y compartiendo mi alegría con los humanos” (Prov 8,30-31).
Vamos a citar dos textos que se refieren a las actividades que los bienaventurados podrán seguir desarrollando en el futuro escatológico en relación con el cosmos. El primero es del concilio Vaticano II, más en concreto de la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, del documento más conocido como Gaudium et Spes. El documento conciliar en su nº 39 afirma, por una parte, que el progreso terreno, en los diversos aspectos (tecnológicos, científicos, humanos individuales y sociales…) interesa mucho al reino escatológico de Dios, y, por otra parte, que, con la llegada del Señor en su manifestación gloriosa, los bienes que son producto de nuestros generosos y nobles esfuerzos se mantendrán y se completarán de manera inimaginable:
Aunque el progreso terreno no se haya de identificar con el desarrollo del reino de Dios… interesa mucho al reino de Dios. Los bienes que proceden de la dignidad humana, de la comunión fraterna y de la libertad, una vez que, en el Espíritu del Señor y según su mandato lo hayamos propagado en la tierra, los volveremos a encontrar… en el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz. En la tierra este reino está ya presente de una manera misteriosa, pero se completará con la llegada del Señor.”
El segundo texto pertenece al paleontólogo, al amante apasionado de la presencia y acción transformadoras de Cristo en la materia, al sacerdote jesuita Teilhard de Chardin. Este autor ama la materia=el universo porque, ante todo, la ve animada por el Verbo encarnado en carne de hombre; también porque Jesús de Nazaret, el Verbo humanado, supo luchar contra las negatividades de la materia para el ser humano (sus tentaciones de individualismo, de sin sentido, de disgregación y de muerte) y vencerlas con su amor apasionado a Dios y amor altruista a sus semejantes; y finalmente porque, a diferencia de muchos cristianos, sigue contando con la materia=universo en los bienaventurados del cielo porque Cristo resucitado no es un espíritu a-cósmico, sino el Cristo cósmico:
Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu” (Himno a la Materia).
La pervivencia de este mundo es, por otro lado, la aspiración profunda de poetas cristianos como Joan Maragall, José María Souvirón...

Del primero son estos versos entresacados de su Canto espiritual, según la traducción del también poeta cristiano J. M. Valverde:

¡Es igual! Este mundo, como sea,
tan extenso, diverso y temporal,
esta tierra con todo lo que engendra
es mi patria, Señor, ¿y no podría
ser también una patria celestial?”

J. M. Souvirón, gran poeta malagueño, se declara poeta creyente en su libro Del nuevo amor (1943). Personalmente me cautivó la lectura de este libro, por su forma y por el contenido, que versa sobre el Amor con mayúscula. Entre su amplia producción poética, selecciono los siguientes versos de la poesía “La gran sorpresa”, que responde bellamente al deseo humano de que este mundo permanezca por los siglos de los siglos.
 
La gran sorpresa
“Será saber de pronto
que no hemos dejado el mundo en que vivíamos,
que ese mundo nos sigue y acompaña
con sus paisajes y sus cánticos.
Mundo perfectamente realizado
en un tiempo distinto.
La tierra es segura,
tal como fue, por lo que fue creada.
La escena que olvidamos
acaso por no haberla merecido.
La mirada de odio transformada en amor.
La despedida hecha retorno inesperado
en la nueva esperanza, ya sin dudas.
El barro hecho jardín.
El golpe hecho caricia, el dulce golpe.
Tal vez en un minuto
se hayan cumplido los tres días de Pascua.
¿Adónde iremos?
No tendremos que ir; nos quedaremos
vivos de otra manera, pero vivos,
en sitios cuyo nombre aún ignoramos,
cuyos límites hoy no conocemos,
pero que serán sitios adorables
donde habíamos estado sin saberlo.
La gran sorpresa será conocer
que no habíamos muerto.” 

¿Cómo es posible representar no el cambio en sí mismo del universo, sino la transformación de los seres humanos resucitados y sus efectos de cara a su señorío y a sus actividades respecto del universo material? Desde luego no hay una obra pictórica tradicional que nos lo exponga. Hay que recurrir a una representación fantasiosa. Nos hemos visto obligados a recurrir a alguna composición artificial y artificiosa, como al collage del argentino Mariano Peccinetti, que figura en la portada de este artículo.
¿Qué es lo que observamos en el collage de Peccinetti? En primer lugar, destaca la superioridad de los seres humanos sobre el mundo material: el tamaño de las bocas de los amantes es considerablemente superior al del mundo, entendamos por mundo ya sea el planeta tierra, ya sea el universo o el pluriverso que abarca todas las galaxias existentes. Esa superioridad de los seres humanos se pone también de manifiesto por el colorido rojo carmesís de los labios de los amantes humanos sobre el blanco y azul desvaídos del mundo.
En segundo lugar, en el collage de Peccinetti compartimos el disfrute de nuestro dominio escatológico del universo que habitaremos. Dejamos de contemplar para siempre la imagen de la humanidad sometida y zarandeada por las fuerzas incontrolables de la naturaleza y asistimos al momento inacabable de tener al mundo a nuestro servicio y para nuestro seguro deleite.
¿Es posible decir algo más sobre nuestro quehacer en el futuro escatológico en relación con la realidad material, cósmica? Pienso que el collage del joven Mariano Peccinetti responde, a su manera, satisfactoriamente a nuestra capacidad concreadora después de la muerte. A don Miguel de Unamuno lo que más le retraía de su creencia en la existencia de la vida escatológica era precisamente la falta de continuidad después de la muerte de su intensa actividad intelectual en esta existencia corpórea (actividad “con-creadora”):
¿Pero es acaso pensable una vida eterna y sin fin después de la muerte? ¿Qué puede ser la vida de un espíritu desencarnado? ¿Qué puede ser un espíritu así? ¿Qué puede ser una conciencia pura sin organismo corporal?” (“Del sentimiento trágico de la vida”).
Las preguntas de incredulidad que Unamuno lanza en este texto van contra la concepción espiritualista de Platón. Pero no afectan a la fe cristiana en la resurrección de los muertos. Los creyentes cristianos afirmamos que es el yo del justo el que será resucitado en su integridad humana y transformado escatológicamente… El fundamento de nuestra fe en la resurrección y transformación de los muertos fieles a Dios no se basa en que tenemos una concepción antropológica distinta a la de Platón, sino en el hecho de la resurrección del Hijo humanado del Padre. Unamuno tenía una antropología similar a la del cristianismo, pero el antiguo Rector de la Universidad de Salamanca no creía en la resurrección de Jesucristo.
 
EDUARDO MALVIDO

Maestro, catequista y teólogo

 

CORONAVIRUS,

GENÉTICA DE LAS POBLACIONES Y HUMANIDADES


Nota de la dirección del blog AFDA: el documento que presentamos es síntesis del ensayo realizado por su autor en la Lección de Clausura del Curso Académico 2019-2020 en la Universidad de Alicante. Nuestro propósito no es otro que el de facilitar su comprensión y divulgación, por lo que hemos obviado citas bibliográficas y determinados detalles técnicos y cuestiones secundarias, respetando, con la necesaria supervisión del autor, los elementos fundamentales del documento inicial.

En este estudio, pongo de relieve la relación entre la geografía del coronavirus y la genética europea. Ciertamente, llama la atención que la epidemia (en puridad, no merece llamarse pandemia) derivada del coronavirus (SARS CoV-2) se cebe en las comunidades humanas en que impera el haplogrupo R1b, característico de Europa Occidental. Más sorprende, no obstante, que el hecho haya escapado a la atención de la comunidad académica, que debería trabajar con la presente hipótesis por las implicaciones que tiene.

Desde su foco difusor en la lejana China, el coronavirus dio el salto a Europa de un modo imposible de precisar (su trazabilidad es compleja, como sabemos). Lo único seguro es que este minúsculo y temible invasor, de cuya existencia las autoridades chinas informaron a la OMS el 31 de diciembre de 2019, dio la cara en Europa un mes más tarde. Fue el 31 de enero cuando dos turistas chinos que se encontraban en Roma fueron hospitalizados por presentar un cuadro clínico sospechoso y preocupante. En cuestión de días, el virus se había extendido por Lombardía, Véneto, Emilia Romaña y toda la Italia septentrional, contagiando a miles y miles de personas. En esa región, el coronavirus arraigó con fuerza inusitada, nada comparable a lo sucedido en otras partes, entre ellas el propio sur de Italia. El mapa italiano del coronavirus se perfiló de inmediato, y se ha mantenido sin apenas variaciones: la epidemia va de más a menos cuando descendemos por la Península de los Apeninos y tiene su frecuencia más baja (en número de contagios y muertes) en Calabria y Sicilia. La geografía y las magnitudes del coronavirus, actualizadas como conviene por los expertos de la Johns Hopkins University (Baltimore, MD, USA), son de público dominio.

Para el iniciado en Genética de poblaciones, el mapa del coronavirus demuestra que la enfermedad de que es causa (COVID-19) tiene mayor incidencia en las zonas en que predomina el haplogrupo R1b. Y aclararé que el haplogrupo lo definen las variaciones en el ADN de un individuo, que comparte con miembros de su misma comunidad humana. Añádase que los alelos determinan el ADN y que son muchas las enfermedades y síndromes de carácter hereditario que se deben a la alteración de algún alelo.

Así, el actual ADN de los manchegos (que portan algunas variedades de R1b) se remonta a los gascones y vascones que acompañaron a Alfonso VI en su campaña toledana de 1085; del mismo modo, la genética de los mallorquines de hoy confirma que su origen está en el Ampurdán, los Pirineos y el Languedoc pues ellos repoblaron las Islas Baleares tras la campaña de Jaime I.

En el mapa resultante del estudio realizado por S. M. Adams y otros genetistas en 2008, sobre un total de 1.140 individuos, llama la atención la correspondencia total de haplogrupos con etnias o razas, operación no poco dudosa al identificarse automáticamente haplogrupo y grupo étnico-cultural. En Eupedia podemos comprobar que, en el meridión italiano, R1b cede ante haplogrupos del Mediterráneo oriental y el norte de África. Esa diversidad aporta sentido a dos cifras tan extremas como los 5.561 casos por millón de habitantes de Lombardía, frente a 457 en Sicilia. Pasemos revista a aquellos países y regiones, ya estén en Europa u otros continentes, cuyas cifras resultan más ilustrativas. Revelador es el caso de Grecia, donde el coronavirus muestra su cara más amable, pues suma 200 contagios de SARS-CoV-2 por millón de habitantes (para hacerse una idea de las magnitudes, basta comparar esa cifra con los 6.882 casos de Madrid).

En mi opinión, este hecho concuerda con una realidad incontestable: la genética de los griegos difiere por completo de la propia de los pobladores de Europa occidental. Concretamente, en Grecia los haplogrupos hegemónicos son el E1B1B, propio del norte de África, con otros dos, el J2 y I2, propios del Mediterráneo oriental; por su parte, el haplogrupo R1b aparece en un 15% aproximado de su población.

Prestemos atención a Alemania, cuyos buenos resultados en la lucha contra la epidemia se deberían —y esta opinión es casi unánime— a los medios con que cuenta, especialmente a sus empresas y laboratorios médico-farmacéuticos; a ello, habría que añadir la eficacia y rapidez de su reacción frente al virus y otros posibles factores privativos. En mi opinión, y sin que ello suponga minusvalorar la calidad del sistema sanitario de ese país, la genética de los alemanes resulta más eficaz en este caso que la de un español o un británico. Las cifras del SARS-CoV-2 y la COVID-19 en Alemania, tan envidiadas por los españoles, tienen que ver con el hecho de que Alemania es una zona de tránsito genético. 
 
Ciertamente, en ella comienza el descenso en la
frecuencia del haplogrupo R1b (44%) y el incremento en R1a (16%), característico de los pueblos eslavos; en la misma medida se siente el escandinavo I1, al que se une un popurrí genético de baja frecuencia. Idéntica es la proporción de Austria, aunque llaman la atención dos hechos: la diversidad genética del país y, comparativamente, la baja frecuencia de R1b (32%), superado por la suma del escandinavo I1 (12%), el eslavo R1a (19%), el eslavobalcánico I2a-b (9%); y en segundo término, la presencia nada despreciable del haplogrupo africano E1b1b (8%). Por cierto, curiosidad donde las haya, éste era el haplogrupo de Adolf Hitler.

En fin, en Rusia, donde el haplogrupo R1a es hegemónico —pues alcanza el 46% del total, muy por delante de N (23%), de origen euroasiático y segundo en frecuencia, y de I2 (11%), también euroasiático y tercero en frecuencia—, el virus tiene una cifra insignificante si se compara con las de sus vecinos de la Europa Central y Occidental: tan sólo 92 casos por millón.
Como hemos visto, el haplogrupo R1b abarca desde el norte de Italia a Finisterre y tiene una frecuencia muy alta en el País Vasco (85%), Irlanda (81%) y en dos regiones francesas: Bretaña (80%) y Normandía (76%). Tras Irlanda, los grandes reservorios del R1b por países corresponden, por este mismo orden, a España (69%), Gran Bretaña (67%), Bélgica (61%) y Francia (58’5%). Luego viene Italia, con una frecuencia muy distinta al norte o al sur. En la Europa del R1b, la COVID-19 tiene efectos devastadores.
Por un tiempo, las cifras y la información en general parecían quitarme la razón, al menos en los casos de Gran Bretaña y Francia, dos de los grandes reservorios de R1b; sin embargo, en la primera semana de abril, los contagios y las cifras de muertos se dispararon hasta marcar máximos. El 15 de abril Francia tuvo 1.427 muertos y Gran Bretaña 761. Los cambios de tendencia son continuos y parecen la norma; de ese modo, el 16 de abril la cifra se redujo a la mitad: 753 decesos. Las autoridades sanitarias deben saber, antes de nada, que la clave de este todavía gigantesco dilema está en la Genética de poblaciones. Las cifras suben y bajan de un día para otro, como en Francia, que el 16 de abril vio reducida la cifra de muertos hasta 753.

De Bélgica hay que decir que le corresponde el lugar que justamente ocupa, pues su R1b representa el 61% de R1b y los contagios por millón de habitantes son 3.226, lo que supera la cifra de Italia (2.920). También sorprende que sean tan parecidas las cifras de sus dos regiones principales: la de los valones (3.078) y la de los flamencos (3.288). Aunque las proporciones no sean exactas, de Holanda, con un 49% de R1b y 1.860 casos por millón de habitantes, cabe decir que apenas si se aparta de la fórmula aquí aplicada.

A nuestro cálculo, sólo se resiste —y conviene precisar que de forma igualmente relativa— Irlanda, aunque su número de casos, que ayer alcanzó los 3.000 casos por millón no es una cifra baja en términos absolutos; sin embargo, empatar en contagios con Suiza, que anda también por los 3.000 casos aproximados, debe considerarse todo un logro; ya que el R1b suizo queda a más de treinta puntos del irlandés: 50% frente a 81%. Hay que comparar magnitudes sabiendo lo que se hace, pero tanto o más se necesita que los parámetros sean idénticos o muy parecidos. En ese sentido, llama mucho la atención que el aumento de casos en Irlanda se considere un fracaso absoluto al comparar las cifras con las de países semejantes por su población; sin embargo, lo que importa —ya lo he dicho— no es el número absoluto o relativo de habitantes, ni la renta per cápita, sino el porcentaje de R1b de cada país.

Si comprobamos el R1b de las cinco similar nations, caemos en la cuenta de que la operación es fallida en origen. ¿Qué tenemos frente al 81% de Irlanda? Pues veamos los porcentajes respectivos, en orden decreciente, de Dinamarca (33%), Noruega (32%), Eslovaquia (14,5%), Croacia (,5%) y Finlandia (3,5) A la luz de ese dato, la operación es aberrante. Un dato a tener en cuenta es la división de los haplogrupos en ramas o en subclados; a ese respecto, hay un dato de la mayor importancia. En los países o regiones de Europa en que impera R1b, la más poderosa de sus ramas, por frecuencia y extensión, es P316, S112 o R1b1b2a1b. A menudo se le adhiere una etiqueta, italo-celta o italo-céltico, por el hecho de que, en el pasado, su foco irradiador se situaba en el entorno de los Alpes italianos. En los últimos años, se han propuesto nuevas teorías sobre la génesis y expansión de este y otros desarrollos de R1b y, en especial, se ha prestado especial atención preferente al País Vasco como posible foco irradiador. En todo caso, resaltaré de nuevo la importancia que P312 puede tener en el caso presente, ya que sería el blanco, diana o target ideal en el caso de un conflicto NBQ. Nosotros, ni nos lo planteamos, pero en un desarrollo teórico convendría tener este factor en cuenta.

En cambio, otros subclados del R1b son casi exclusivos de un país o región, como es el caso del DF27, característico de la Península Ibérica y concentrado en el País Vasco y los Pirineos; de la primera zona, la vascongada, iríamos a los vascos foramontanos y los manchegos; del extremo oriental de esa misma cadena montañosa, vamos a las Islas Baleares gracias igualmente al fenómeno de la repoblación.
El corte genético del Estrecho de Gibraltar es el más tajante, ya que en 10 km se pasa del haplogrupo europeo R1b al norteafricano E1b1b. Aparentemente, si la información de que disponemos es correcta, la población autóctona del norte de África sería resistente al virus, ya que Marruecos sólo contabiliza 42 casos por millón de habitantes. A ese respecto, es importante disponer de la totalidad de las cifras de la COVID-19 en Ceuta y Melilla, aunque por ahora sólo dispongo de los relativos a la primera ciudad.

Por cierto, esos datos respaldarían mi hipótesis: un 87% de los contagiados son europeos caucásicos, frente a un 13% de origen magrebí. Reténgase, por otra parte, que los europeos representan el 52% del total y los segundos el 48%; sin embargo, los números oficiales se apartan de los verdaderos, que hablan de una población de origen magrebí muy superior en porcentaje (70-75%), lo que deja las proporciones en lo que a la COVID-19 se refiere en un 90-95% frente a un 5-10% respectivamente. Quien pueda debe completar y actualizar la información relativa a estas dos plazas o ciudades españolas en África.

El recuento y fijación de porcentajes son
determinantes para validar, revisar o refutar la relación entre el coronavirus y el haplogrupo R1b, que aquí defiendo. Del seguimiento y cotejo de los datos resultará que mi hipótesis se desestime finalmente o se considere con mayor detenimiento. Ese análisis (o cualquier otro con base en la Genética) puede explicarnos el porqué de la diversa incidencia de la COVID-19, tanto en Europa como el resto del mundo.
Interesantísimo es lo que pueda ocurrir en Australia, donde el haplogrupo R1b es el más frecuente con diferencia. Este dato debe cruzarse con otros como son el aislamiento geográfico y el aislamiento adicional, resultante del cierre de las fronteras y el control establecido por las autoridades en esa nación-continente.
Si no partimos del hecho señalado, no se explica la baja incidencia de la COVID-19 en los países más
poblados de Asia y África, que no cuentan con una sanidad pública desarrollada como la occidental y tienen una renta muy baja. Me refiero a la India, con una población de 1.352 millones y una tasa de contagios de 5,5 por millón; o a Nigeria, con una población de 196 millones y poco más de 1 caso por millón. Del mismo modo, choca que Egipto (con 98 millones de habitantes y 18 casos) y también Indonesia (con 264 millones de habitantes y 14 casos) queden a años luz de las cifras de Europa o América.

En fin, me interesa destacar un caso especialmente revelador: el de Zambia, país en que la mitad de la población ha llegado a estar infectada por el VIH (y me despreocupo de las cifras actuales porque no las preciso ahora) y al que, en línea con el resto del África Negra, apenas afecta la COVID-19. Son solamente 3 casos por millón. Para poner orden en las cifras de la COVID-19 y anticipar su evolución, no hay que apartar la vista de sus reservorios principales, que invitan a formular una serie de preguntas. Esta es, en mi opinión, la primera de todas: ¿qué pasará, a partir de ahora, en los Estados Unidos?

Si la razón me asiste, cabe esperar una explosión en el número de nuevos casos; de hecho, el cambio de tendencia comenzó días antes de que yo procediese a la recogida de datos para este artículo. La causa, como sin duda suponen, radica en que el haplogrupo R1b está en el ADN primario de muchos norteamericanos, con un grupo especialmente nutrido como es el que forman los descendientes de irlandeses, británicos y escoceses, que suman 87 millones de personas.

En otros países de Hispanoamérica, sucede otro tanto, sin que sea determinante el aspecto marcadamente amerindio de gran parte de la población. Pienso en concreto en Ecuador, donde un reciente estudio coordinado por el Centro de Investigación Genética y Genómica de la Universidad (UTE) ha concluido que, frente al linaje amerindio del Mt-ADN (esto es, el ADN mitocondrial o materno), el Y-ADN (esto es, el ADN paterno) revela un mestizaje del 60%; por lo demás, el 30% es amerindio y el 10% africano). Como muchos de los ancestros son españoles, el haplogrupo más frecuente con diferencia es el R1b.
Conclusiones
Concluyamos. La Genética de poblaciones muestra que el enemigo invisible, silente y terrible al que hoy enfrentamos causa más estragos en unos países que en otros y se muestra más cruel con determinados grupos o individuos. Por ello, España y algunos de los países más dinámicos de Occidente, en que R1b está en la mayoría de la población masculina, constituyen el objetivo principal del coronavirus. La lucha contra tan poderoso enemigo (poco más que una gripe, se nos decía para tranquilizarnos) tiene hoy dimensiones de epopeya, aunque no hay un único héroe, sino miles de personas que arriesgan su vida en el trato directo con los enfermos en unas condiciones perfectamente mejorables.

En mi opinión, era imposible anticipar lo ocurrido en el Occidente europeo; es más, aún carecemos de claves básicas para controlar y neutralizar el virus. Ahora bien, el solo hecho de atender preferentemente a un haplogrupo, el R1b, en relación con el acceso del SARS-CoV-2 al cuerpo humano y el desarrollo de la COVID-19 puede derivar en un uso inteligente de las armas con que acudimos al combate. Les he contado todo lo que sé, que ojalá sirva para apuntar algunas líneas de investigación e inducir una serie de actuaciones.

Entre las principales ideas que se ocurren, una es la búsqueda de un remedio (sobre todo, de una vacuna) en el entorno del haplogrupo R1b. En especial, habrá que prestar atención al modo en que se interrelacionan el SARS-CoV-2 y P312, la forma más frecuente y extendida de R1b. Para acabar, les propongo un juego que se diría infantil por lo sencillo y que al mismo tiempo no puede ser más revelador de que vamos por el buen camino.

Ángel GÓMEZ MORENO
Catedrático de Lengua y Literatura
Universidad Complutense. Madrid


   
PÁGINAS RECUPERADAS (9)

 
LA CUARENTENA:


¿VULNERABLES O INMUNES?


 
Este mes, que cierra el curso fecundo de AFDA, no iré a recuperar páginas que fueron escritas en otro tiempo: imposible sustraerme a la pandemia que invade desde nuestro pequeño yo hasta el amplio mundo, he querido recoger algunos textos de entre la múltiple y variada literatura que en estos meses ha salido a la luz, especialmente en la prensa. Y no he buscado el incesante desgranar de los datos y las cifras, sino algunas páginas que me han ayudado a ver esta dramática realidad desde otra perspectiva, a vivir esta situación anómala y extraña desde la sensibilidad y la experiencia de los otros.
Todos hemos vivido este acontecimiento, inaudito e impensado meses atrás, desde una situación más o menos cercana con la pandemia: unos hemos perdido a algún familiar, otros, a amigos y conocidos... y todos, a personas relevantes de la vida social, pero, sobre todo, a los miles y miles de personas anónimas, compañeros de nuestra aventura vital. Todos hemos sentido, perplejos e impotentes, la extensión y la intensidad de este mal que ha dejado herido al mundo en sus seguridades, en sus dogmas, en la firmeza de sus adquisiciones...
Y muchos han escrito, abrumados por el peso de esta situación, para describir la intensa morbilidad del virus, su facilidad de contagio, la responsabilidad que cada uno adquiere consigo mismo y con los otros, las consecuencias de todo tipo que harán de nuestra sociedad conocida una sociedad diferente. Se ha hablado mucho de las consecuencias sociales, culturales, económicas, casi todas ellas negativas y de un alcance e intensidad impresionantes.
Pero también se ha hablado –y se ha repetido como un mantra en ciertos ámbitos sociales- que la vida –en general y en cada uno de nosotros- ya no volverá a ser igual, que no volveremos a ser los mismos, que esta pandemia cambiará nuestra forma de vivir y, sobre todo, nuestro yo, nuestras ideas y valores, nuestras relaciones con los demás. Aunque algunos, escépticos o incrédulos, consideran esta posibilidad como algo impensable, como “un imposible milagro”. 


Pues bien, desde el optimismo y “desde la esperanza a pesar del mal”, deseo recuperar unas páginas de JOSÉ MARÍA ORTIZ IBARZ, Rector de la Universidad Villanueva, aparecidas en el diario ABC (30 de marzo de 2020) cuyo título –“Vulnerabilidad e inmunidad”- quiere ser una mirada positiva sobre esta pandemia y descubrir que se puede llegar desde la inevitable vulnerabilidad de nuestro ser individual y colectivo –ahora dramáticamente experimentada- a descubrir y afianzar en nosotros, paradójicamente, una cierta inmunidad: “Cuando estamos haciéndonos a la idea de lo que va a significar vivir confinados en nuestras casas, las actuales circunstancias constituyen una inesperada oportunidad para reflexionar sobre vulnerabilidad humana. Y sobre lo que puede hacernos inmunes”. En este caso, no es la inmunidad biológica frente al virus, sino la inmunidad moral, esa inmunidad que creamos con lo mejor de nuestra condición humana.

La vulnerabilidad, dice el articulista, no se muestra sólo en casos de contagio físico; aunque ese contagio haya sido una realidad dramática y siga siendo una dolorosa amenaza para todos. Incluso en esta dura realidad de la pandemia nuestra vulnerabilidad nos hace tomar conciencia de nuestra contingencia, de nuestra debilidad y de nuestra dependencia. Dependemos de los otros; no sólo de su ayuda material, sino de su palabra, del sentido que cada uno nos aporta ante realidades oscuras y dramáticas. Sobre todo cuando padecemos la mayor vulnerabilidad que puede sufrir una persona.

Hay una vulnerabilidad que supera a las demás: “toda vulnerabilidad produce miedo. Que la vida nos ponga en relación con otros también evidencia su carácter dependiente y vulnerable. Porque cuando intentamos querer a los demás asumimos el riesgo de no ser aceptados o correspondidos, y eso nos hace sentir vulnerables. Pero, ¿cuál es la mayor vulnerabilidad que puede sentir una persona? No parece ser la que pueda eliminar nuestro cuerpo. Cuando nos preguntamos si desearíamos no morir, encontramos respuestas que apuntan claramente al deseo de terminar con una vida poco apetecible. Más temible que el cuerpo deje de realizar sus funciones vitales es la muerte de nuestro ser íntimo: la soledad, la incapacidad para amar o ser amados, la imposibilidad de ser recordados”.
Ante esta pandemia hemos experimentado nuestra mutua dependencia (“Entre todos...”) para superar nuestra común vulnerabilidad; ello puede ser un signo de la necesidad de vivir con y para los otros y de adquirir una inmunidad que nos salve como seres humanos vulnerables, porque “necesitamos ser alguien para alguien, estar presentes en la memoria de otros. Sin embargo, aunque la vida en comunidad nos protege, en realidad no nos proporciona una plena in-munidad, no nos hace refractarios a cualquier mal o enfermedad. Vivir con otros, en comunidad (cum-munus) significa que estamos ligados por las tareas comunes, por una alianza de reciprocidad que nos obliga a intercambiar nuestros dones (‘munera’). Para los latinos, la expresión ‘munera’ hacía también referencia a un oficio, una tarea que se debe cumplir proporcionando un servicio a la comunidad. En este sentido ‘cum-munera’ evocaría la obligación que todos tenemos de considerar nuestro trabajo como un servicio a los demás. Por todo ello, tener una vida en común, vivir en comunidad significa que nuestra vida es un regalo, pero un regalo para los otros”.
Durante esta pandemia, en hospitales desbordantes de enfermos, hemos visto al personal sanitario dejarse la piel y la vida en un acto de servicio, desesperado en muchas ocasiones, por salvar la vida de los otros, seres humanos como ellos. Las imágenes de sanitarios aplaudiendo a los enfermos recuperados es también un signo de la profunda alegría por haber conseguido entre todos la salvación... Por eso, en nuestro ancho o reducido mundo “las actuales circunstancias nos invitan a comportamientos generosos, protegiendo y ayudando a los más débiles. La generosidad, elemento esencial de la confianza, va a convertir nuestra vulnerabilidad en inmunidad. Por eso, tras esta crisis, la confianza podrá volver a ser el cemento que cohesione nuestra sociedad y el fundamento de nuestra recuperación”. Si este fuera uno de los beneficios de la pandemia –beneficio que habría de tener un amplio horizonte y un largo recorrido- quizás hubiéramos ganado mucho para superar esta otra vulnerabilidad que nos amenaza.

TEÓDULO GARCÍA REGIDOR
Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle

 
POLÍTICA DE ALTO VUELO (IX)

EN EL HORIZONTE, 
EUROPA
 
A los españoles nos viene de perlas el gran horizonte. Somos españoles al pleno siendo universales. Por eso nos va bien el ser católicos. En nuestra raíz lo somos, naturaliter catholici. 
Nuestros ojos están hechos para mirar a lo lejos, son panorámicos. Nuestro brazo, la voluntad, está hecha para grandes empresas; atrás queda América. También en esto somos naturaliter conquistadores.
Por esto, a los planteamientos en las escuelas españolas hay que darles, por de pronto, el verdadero vuelo de la historia grande. En la escuela española se han de levantar los ojos a Europa, uno de nuestros naturales horizontes.
Veámoslo desde sus raíces,en su y una de sus fuentes. Veamos un primer documento al que nos obligamos.
Es una crónica de la segunda mitad del siglo VIII. Nos cuenta la batalla de Poitiers (732). Dura siete días. Al amanecer del séptimo los cristianos ya vencedores se adueñan de las tiendas de los musulmanes. Las encuentran vacías. El cronista escribe:
Europenses vero… in suas se leti recipiunt patrias, los europeos, cierto, regresan alegres a sus patrias”.
Es un primer documento. Es el primer documento en el que se habla de los europeos, de las gentes de Europa. De patrias distintas, se han unido para detener la marcha del invasor, que pretendían acabar con la identidad histórica y la libertad de los pueblos de Europa. Se les ha detenido. El Cristianismo, Grecia, Roma y los bárbaros del norte estaban haciendo en esta gran ocasión de dique con sus mentes y con sus espadas.
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional





Nos felicitamos en AFDA y felicitamos a nuestro “maestro” de Educación Física, puntual y riguroso en sus escritos mensuales para nuestro blog, porque su libro

Habilidades Gimnástico Acrobáticas,
SÁEZ PASTOR, FRANCISCO
Ed. ESM, 2015

     ahora, en 2020, alcanza su tercera edición.

Viene siendo manual de texto para los alumnos que cursan la asignatura de Gimnasia en la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Vigo.

Sabemos, también, que es texto recomendado en diversas facultades españolas de Ciencias del Deporte.










JUNTO AL MAR



Es el mar el que aumenta la mirada
y alarga el horizonte al infinito.
Es el mar el que le hace pequeñito
al barco que se aleja y nada y nada.

Un niño, un hombre, una mujer soñada…
quedan embelesados y en circuito
contemplando la luz de lo finito
que resta por la playa desolada.

El mar, el mar… es una travesía
del alma con el cuerpo navegante
sobre el palo mayor de la hombradía.

Dejadme que los vea y que, delante,
me esperen hoy y siempre; todavía
con ellos voy, me voy, instante a instante.



9 EL GALLO y las gallinas

  • El primer gallo del Paraíso se tragó un pimiento rojo que tenía prohibido y ya todos sus descendientes vienen al mundo con el pecado de origen de su primera soberbia por montera y barba.
  • Al gallo de la veleta le plancharon al rojo vivo y eso le dejó laminado y negro.
  • Los gallos se adelantaron en la evolución de la Naturaleza y por eso echaron espolones: pensaban vivir caballeros a caballo.

  • A la gallina cantora la inmortalizó Santo Domingo de la Calzada después de asada. Al gallo se le dio el consuelo de dar nombre a la misa de medianoche de Navidad.
  • Entre los gallos profanos yo me quedo con el gallo de la veleta de Alfanhuí, el de un solo ojo que se ve por las dos partes, el mismo que se bajó una noche de la casa y se fue a las piedras a cazar lagartos a picotazos de hierro.

  • San Pedro no volvió a comer gallo tras la Pasión. No podía. Por si le cantaba en la garganta.
  • Pronuncias gayinero y lo que mientas es un gallinero venido a menos.
  • Las gallinas se asustan por demás, ya antes de asustarse se les pone la carne de tales.

  • Paradoja: ¿Qué corral es más gallinero, el que tiene gallinas y gallo o el que carece de gallo que las ordene y señoree?
  • Las gallinas en el corral duermen sobre los aseladeros que tienden con los dos palitos de las eles de su nombre puestos en horizontal.

CUR










74 Los contenidos de la EF

Tercera etapa: de 13 a 15 años



                 Desarrollo de los deportes



En esta etapa de la Educación física escolar los discentes empiezan a recibir unas sesiones progresivamente menos globalizadas. Pueden abordarse trabajos analíticos y diferenciados sin necesidad de «disfrazarlos» como juegos, aunque el factor lúdico debe mantenerse. Aspectos como el desarrollo de la fuerza, la mejora de la velocidad, el incremento de la resistencia o la adquisición de la flexibilidad se pueden empezar a trabajar ya de manera específica y directa; sin olvidar el carácter de progresividad.

Los deportes reglados también pueden practicarse de manera directa y específica. Deberán combinarse deportes individuales con deportes colectivos. Son un buen vehículo de desarrollo de las capacidades físicas, las cuales deberán terminar de afianzarse. Pero no todos los deportes tienen la potencialidad de ser buenos transmisores de los contenidos de educación física. Unos son mejores que otros.

En cuanto a los
deportes individuales, adaptados, el atletismo, la gimnasia preacrobática y la natación, son los mejores, como ya vimos en el tema anterior. El  o el tenis, por ejemplo, pueden ser muy divertidos de practicar, pero no son adecuados como óptimo vehículo de educación física escolar, porque son asimétricos –se trabaja más con una parte lateral del cuerpo que con otra–, ocupan mucho espacio para pocos alumnos y, sobre todo, le quitan tiempo a la práctica de otros deportes que cumplen mejor los objetivos educativos de esta asignatura, como los mencionados anteriormente. No son, por tanto, los mejores para cumplir los objetivos educativos de esta asignatura.

No obstante, es frecuente ver a escolares de esta etapa que durante todo un trimestre llevan entre su material escolar, la raqueta de bádminton, los días que les toca esa asignatura. Esto es, durante ¡un trimestre de práctica! de esta actividad los alumnos no tienen oportunidad de trabajar los deportes básicos o colectivos propuestos, de mayor carga en su contenido.

Los deportes colectivos que se realicen, deberán ser, preferentemente, propios de la cultura del ámbito social en la que están inmersos los alumnos. Los más habituales, y socialmente conocidos en el nuestro, son el fútbol, el baloncesto, el balonmano y el voleibol. La práctica de todos ellos corresponde a la ejecución de los patrones físicos básicos como son: conducir un objeto con los pies –balón–, botar, manejar, lanzar, recibir y golpear. Toda esta actividad supone realizar movimientos de coordinación, lanzamientos de precisión y dominio del espacio a la vez que se trabajan de manera dinámica movimientos globales de correr, saltar, acelerar, frenar, cambiar de dirección… conjunto de actividades muy enriquecedoras del aspecto físico de la persona.

Se propondrán sesiones con trabajo de una intensidad significativa y continuada. Los alumnos las deberían finalizar con la sensación de haber trabajado y de haberse esforzado de manera notable hasta el punto de sentir fatiga.

Si a los ejercicios físicos que realizan los escolares se les quitan las «envolturas» que solían llevar en la etapa anterior para darles sentido los argumentos de la sesión, y se analizan con detenimiento, observaremos que casi siempre se están trabajando una o varias de estas capacidades condicionales: fuerza, velocidad, resistencia o flexibilidad. Solamente en los casos de ejercicios muy específicos de coordinación o equilibrio podrían desligarse estos aspectos como predominantes; pero éstos, ya se deberían haber trabajado suficientemente en la etapa anterior y dejar ésta para trabajo de mayor carga física.

Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo






117 AFDA

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