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20210331

97 AFDA

Abril, 2021

ÍNDICE PRINCIPAL


Pregón: En la lengua, la realidad de España

Desde el margen: Vivimos NCA (II) Teódulo GR

Alta política con estilo: También es política... R. Duque de Aza

En homenaje: Homenaje a Cervantes. Y una coda. A. Gómez Moreno

La mujer en Cela: Relaciones de género. Menosprecio a la mujer. ÁH

Hemos leído: Tula y yo. CUR

Soneto desde el sentimiento: Sí a la vida. ÁH

Rincón de Apuleyo: La fructífera flor de almendro

Educación física: Los deportes.  F. Sáez

Veinte valores fundamentales. La reflexión de la mañana. CUR-ÁH

Reseña: Tula y Yo. J.M. Casillas

Afderías: Más reflexionerías. CUR

Acuarelas: Volver a los orígenes. Teódulo GR




EN LA LENGUA ESPAÑOLA 

VIVE TODA LA REALIDAD 

DE ESPAÑA

Seguimos con las razones que nos llevan al tema nuestro de la veneración por las palabras (apuntada en un pregón de AFDA anterior), dado que cuanto tocamos y nos rodea visible, y también lo invisible, para nosotros no son meras realidades sino que tiene un carácter verbal.

El salmo 19 nos da pie para esta veneración de las palabras.

Dice el salmista que los Cielos cantan la gloria de Dios.

El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos.

(Sal 19,2)

Beaucamp leía aquí que el aplauso de los cielos iba dirigido en este salmo a la gran obra de Yahvé, es decir, al Pueblo de Israel, de que Dios se gloriaba por encima de toda su obra creada. La social e histórica gran obra de Dios son los hombres y, desde luego, en el Antiguo Testamento, Israel.

Pero en este arranque del salmo 19 se está diciendo también -y es la exágesis más corriente entre los biblistas- que el firmamento entero es una realidad que de suyo grita proclamando a Dios, y como en estallido, su gloria. Imposible no oírla. Da voces (verbaliza en idoma cósmico), proclama de continuo, está ahí pronunciando y cantando la gloria del Dios Todopoderoso.


Corolario. Dicho lo anterior, no necesita prueba particular, ya que se deduce con facilidad de lo afirmado, el hecho de que los separatistas que quieren hacer añicos a nuestra España no lo lograrán mientras haya personas que hablen la lengua de Cervantes, de Santa Teresa y Fray Luis de León. Donde se hable “su” castellano España estará viva y los valores y realidades españoles vigentes.

Frente a quienes quieren acabar con España y sus valores históricos, nosotros cuidaremos el español en el que vive toda realidad, cuerpo y estilo españoles.

Si el barrido de españoles, que quiere empezar por el destierro de los benedictinos del Valle de los Caídos, nos dispersa: en la tierra a la que vayamos florecerá la semilla de España, que será flor y fruto, “complida de todo bien”, la hermosa España de Alfonso X.



 





Desde el margen


7 VIVIMOS NCA (II)


En el artículo anterior terminábamos mencionando algunos principios que fundamentan, definen y desarrollan la realidad del nuevo contexto de aprendizaje (NCA), así como los ámbitos didácticos donde realmente tiene lugar dicho aprendizaje. Trataremos de arrojar algo de luz sobre ellos siguiendo muy de cerca el texto explicativo que los autores ofrecen a los profesores.

1 Los principios

El horizonte hacia el que se encamina el “propósito educativo” se basa en unos principios ineludibles a la hora de crear el contexto no solo adecuado sino optimizador. Estos son:

    La interioridad

Se trata de provocar una mirada interior que permita el “desarrollo de la vida interior de cada persona” y que encienda la motivación y la acción “de dentro afuera”. Tiende al desarrollo de la cualidad humana que aúna espiritualidad y personalidad; además de otros valores… permite también “la experiencia trascendente y facilita la experiencia de la Divinidad”.

    Mente, cuerpo y movimiento

Dada la interacción constante entre pensamiento y movimiento, este principio reconoce que “el movimiento fortalece el aprendizaje, facilita la integración del conocimiento y aumenta la motivación”. De ahí que se busquen entornos dinámicos que superen el modelo tradicional de aula.

    Construcción del pensamiento

El método en cuestión parte de principio de que “el pensamiento es educable” y que la escuela es lugar donde se puede y se debe fomentar el pensamiento. Para ello -o por ello- se buscan momentos y situaciones aptos para “la reflexión individual y compartida como bases sobre las que se orienten las competencias y las capacidades de pensamiento”.

    Conducta y actividad autorregulada

La autorregulación del aprendiz es otro principio básico, fundante. Es una invitación o, mejor, un apremio a que el alumno regule por sí mismo su ritmo, su intensidad, su esfuerzo… y los tiempos que necesita para alcanzar sus metas. Se trata, pues, de un proceso natural e individual de aprendizaje como experiencia única e irrepetible.

    Dimensión social del aprendizaje

La relación con los demás es condición básica e ineludible de todo aprendizaje. No sólo con el maestro, sino con los demás discípulos. También el proceso NCA se funda en este principio fundamental a partir del cual “se trabaja el desarrollo de prácticas sociales y culturales que promuevan la participación, la cooperación, la solidaridad la justicia y a democracia” con la mira puesta en convertir al lugar de aprendizaje en “aulas de vida social”.


2  Los ámbitos didácticos

Pero al aprendizaje no le basta los principios: es un proceso, (acción) que necesita lugares concretos, ámbitos para la acción. Y se describe el ámbito como “un entorno didáctico que permite articular el currículo de forma integradora”. En él se integran “tiempos, espacios y contenidos”. ¿Cuáles serían esos ámbitos, esos escenarios en los cuales el aprendiz es protagonista activo?

El Seminario: es un espacio de encuentro entre conocimiento y persona. En él “se evocan los conocimientos curriculares en su estado primero, “en su estado más puro”. Se expresan de modo teórico, pero se busca la posibilidad o capacidad de aplicación en los ámbitos siguientes, diversos pero interrelacionados. El seminario es compatible con la aplicación de diversas estrategias de aprendizaje, antiguas o actuales.

Taller: es el ámbito de acción por excelencia. En él, el alumno se construye a sí mismo, se erige en protagonista de su propio aprendizaje. Se trabaja el contenido ofrecido en al ámbito anterior (seminario) y se trata, desde dicho contenido, de “desarrollar el propio ser”, la propia persona… en un ámbito que tiene un carácter instrumental… en el que “se aprende haciendo”.

Proyecto: Se trata aquí de integrar contenidos con los principios
del NCA. “De forma interdisciplinar, desde el saber adquirido en el Seminario y desde el ser trabajado en los Talleres, los proyectos permiten al alumno elaborar procesos de pensamiento y compromiso superiores”. (Y un instrumento clave serán los materiales propios del NCA).

Acogida: al final del proceso el cierre tiene como objetivo “evaluar lo hecho, hacer previsiones, celebrar lo conseguido, despedir el día”. Es, por tanto, algo así como una evaluación que permite sacar conclusiones de lo aprendido: errores que corregir, aciertos que confirmar y éxitos que celebrar… para comenzar un nuevo proceso.

El lector de estas notas, comprimidas y un tanto oscuras, -sobre todo si es ajeno al NCA, - percibirá cierta ambigüedad o, como expresábamos en el artículo anterior, puede que reconozca realidades didácticas “de siempre” en términos “de ahora”. Y ello es posible, pues se trata en este método de algo muy práctico, de un proceso muy activo. Sólo desde la acción -como en muchos de los movimientos educativos contemporáneos- se puede comprender todo lo demás: los principios teóricos y los ámbitos o escenarios didácticos en los que se “representa” la acción y los instrumentos utilizados.

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Y para terminar, unas consideraciones acerca de tres coprotagonistas de este modelo: el educador, las familia y el alumno. En cuanto al educador, su función, aunque de algún modo se vaya definiendo según cada uno de los escenarios, juega un papel esencial “no sólo como acompañante y mediador del aprendizaje, sino como espejo en el que el modelo y el alumno se mira”. No es poca cosa que se proponga al profesor como “quien ha de vivir intensamente aquello que va a hacer vivenciar al alumno”. En realidad, no es nueva esta imagen, siempre presente en los movimientos pedagógicos auténticos; pero en este caso no se refiere sólo al educador como ejemplo en cuanto persona, sino al educador en su función de docente. No puede ni debe desvincularse vitalmente de la función que se le atribuye en este modelo. Por lo que se refiere a la familia, el modelo NCA “reconoce a las familias como agente esencial del proyecto educativo, considera indispensable que las familias conozcan el proyecto y se sientan invitadas a participar plenamente en él como auténticos protagonistas”. Una afirmación que, conociendo la realidad de los centros escolares, también los de La Salle, es casi más un deseo que una realidad. Pero estamos presentando algo que se postula como diferente de los modelos anteriores, también en el papel de las familias. Y será este uno de los objetivos que conseguir. Y nos queda el alumno. Sería una obviedad afirmar lo conocido: que el alumno es el auténtico -algunos afirman “el único”- protagonista. Pero esta afirmación puede tomar formas concretas diferentes. También en los modelos tradicionales el alumno es protagonista que ha de asumir los contenidos y adquirir -él mismo y por sí mismo- competencias, habilidades y hábitos. Sin esto no habría educación. ¿Qué se postula del alumno como protagonista en este modelo?

Que realice un “aprendizaje experiencial” (“que viva experiencias significativas de carácter transversal y basadas en el conocimiento”); que realice un aprendizaje “en y desde la relación” (combina la realización individual con la participación cooperativa”); que integre los contenidos del currículo con sus necesidades y deseos como persona; que realice la “construcción pedagógica del saber en sus dimensiones: científica, tecnológica, artística, humanística y espiritual-transcendente”. En definitiva, “el alumno se sitúa en la convergencia de todas ellas. Su recorrido vital a lo largo de la actividad escolar le pondrá en disposición de elegir, con libertad y espíritu crítico, su propio recorrido por la vida”. Meta final de la educación que todo contexto educativo ha de facilitar en el aprendizaje de ser persona.

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P.D. Hemos hecho referencia a la práctica. Ofrezco, para rematar el artículo, el testimonio de un profesor de Educación Infantil del Colegio Institución La Salle.

Como maestro de educación infantil una de las cosas de las que estoy convencido con el paso de los años es que el proceso de acompañamiento debe ser respetuoso con el momento evolutivo de cada niño y niña, con las capacidades y preferencias y con los ritmos de aprendizaje.

Para mí hay dos cosas clave que aporta NCA como método-contexto. Una es ese respeto, plasmado en la cantidad de alternativas que se ofrecen para abordar los contenidos, en la conexión con la emoción como motor de avance y en el conocimiento que se demuestra detrás de cada proceso que plantea. La otra es la visión que se argumenta del niño o niña como persona que ya cuenta con mucho y que hay que facilitar que lo pueda sacar. Dejando a un lado la imagen del jarrón que hay que llenar, NCA abre espacios y tiempos para permitir que con una propuesta cuidada de materiales cada uno explore sus posibilidades y sus preferencias.

La flexibilidad de la propuesta para la etapa hace que quepan muchas mejoras que tendrán que salir de la experiencia de los claustros en la aplicación. La formación es una de las claves que hay que seguir planteando para poder acompañar bien todo el proceso. También como propuesta me parece que sería interesante sistematizar un acompañamiento para garantizar una puesta en marcha lo más ajustada a los fundamentos teóricos posible. (Alfonso Vadillo, Institución La Salle. Madrid). 


TEÓDULO GARCÍA REGIDOR

Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle





TAMBIÉN ES POLÍTICA...


¿La política para los políticos? Pues, no.

Pero como quiera que todos somos hijos y miembros de la polis, desde antes de Aristóteles, que nos vio como zoon politikón (del griego ζῷον, «animal» y πολῑτῐκόν, ”político (de la polis)”, inmersos estamos todos en la polis y, por ende, en la política. No necesariamente la arribista de corto vuelo y más o menos miserable, pero sí la ancha, de gran horizonte de solidaridad y de raíces naturales.

Nadie habría de pensar, porque cometería un grave error contra natura, que las fuerzas políticas son solo aquellas que se presentan como tales en el uso contemporáneo de los términos vigentes. Fuerzas políticas son todas aquellas que de una u otra manera intervienen con eficacia en el logro o en el derrumbamiento de la Sociedad (AFDA precisamente, desde su estilo y pensamiento, resulta una porción de granito en la sierra pétrea que es la polis).

Hay fuerzas de pensamiento, a las que en paridad de doctrina no les cuadra el nombre de fuerzas políticas, pero que por su carácter elevado ha de considerarse que de hecho han actuado como tales siempre. Es el caso del Catolicismo y de la Cultura española.

El Catolicismo y la consolidada Cultura histórica española no son una fuerza política en pugna con otras, sino una gran fuerza que atempera, conforma y armoniza a las demás allí donde esté vigente.

Ninguna fuerza política puede olvidarse del peso que el Catolicismo tiene para España y para Europa. El hecho de ser mejores católicos y que la cultura por nosotros esté en alza, sin más, es política en cuanto que purifican la polis de España y enriquecen la polis de Europa.

RAMIRO DUQUE DE AZA

Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento

Bachillerato Internacional




         Homenaje a Cervantes
(IV)

                             


Y una coda

(«La cueva de Montesinos», cs. 22-23, 1615)


El episodio de la cueva de Montesinos supone un pseudo-prodigio en una obra que podríamos etiquetar como pseudo-romance, en la que, dado su planteamiento realista, el viaje al más allá no tiene inicialmente cabida. El accidente geográfico que da nombre al episodio existe, aunque nadie hubiera visto en él la entrada a un mundo mágico o a otra dimensión. La cueva está situada en Ossa de Montiel, en la provincia de Albacete, muy cerca ya de Ciudad Real, y se sabe que comunica con las Lagunas de Ruidera. Una sima como esta, con unos ochenta metros de caída y con agua en alguno de sus tramos, queda automáticamente asociada al legendario pozo airón, del que en unos casos se dice que comunica con el mar y en otros que llega hasta los antípodas (al respecto, remito sin más a Salas Parrilla, 2005). Si cito este episodio quijotesco es porque en él se acumulan referentes de toda índole, incluidos los de tipo hagiográfico y cristológico.

Comencemos por el final y recordemos el descensus ad Inferos del propio Cristo, expresado en el Credo, aunque no en las Sagradas Escrituras. Tengamos en cuenta también la visita al Hades por parte de Orfeo para rescatar a su amada Eurídice, sin olvidarnos de las de Ulises, Eneas, Virgilio o Dante. La bajada a la sima o gruta por parte de don Quijote repite ese patrón, con un movimiento hacia lo más profundo. Ya puestos, reparemos en el viaje de san Patricio al Purgatorio o en el ascenso al cielo apuntado en algunos relatos (como en el famoso cuento de Pedro y las habichuelas), aunque en tales casos la verticalidad tenga sentido opuesto.

 Entrada a la Cueva de Montesinos  

En el Infierno, el Purgatorio y el Cielo estuvo el caballero Túngano, Túndalo o Tundalo (también llamado Caballero de Hibernia), que protagoniza uno de los relatos populares más exitosos desde el Medievo en adelante (considerada su condición de relato breve, no puede extrañar en absoluto la frecuencia en que se transmitió por medio de pliegos sueltos). En todos los casos que puedo aducir, la caverna se presenta a modo de espacio prohibido, inaccesible para el común de los mortales. Como si de un nuevo Alejandro (el héroe civilizador por excelencia) se tratase, la aventura no le sale al paso, sino que don Quijote la busca consciente y decididamente; por eso, tiene que apelar a terceros para que le bajen a lo más hondo atado con una maroma.


Al retornar dormido, don Quijote manifiesta que ha pasado todo el tiempo en un estado de trance; por ello, lo que cuenta suena a oráculo; de hecho, nuestra asociación primera se dirige a la sacerdotisa de Apolo en el oráculo de Delfos, aunque la sima activa la memoria y trae nombres como la Grotta di Posilippo o Grota di Virgilio en Nápoles. Lo que inicialmente nos aguarda en el interior de la cueva de Montesinos es ridículo: una actualización a la española de las Metamorfosis de Ovidio, pues personificados están el río Guadiana (es el escudero de Durandarte) y las lagunas de Ruidera (en realidad, se trata de una dama con sus siete hijas y dos sobrinas).

Historia del virtuoso cavallero 

don Túngano (Toledo, 1526) 

En opinión del acompañante ocasional de don Quijote, un estudiante aficionado a la escritura, todo aquello habrá de servir para enriquecer las tres obras eruditas que pretende escribir: una continuación del De rerum inventoribus libri octo de Polidoro Virgilio, una especie de Nobiliario vero actualizado y el citado aggiornamento ovidiano. La habilidad de Cervantes no tiene límites, pues el lector pasa por encima de tales disparates sin darles demasiada importancia y se prepara para lo que viene, que sorprendentemente nada tiene de bufo y mucho, sí, de grandioso.

Al descender a lo más hondo, nos adentramos con don Quijote por los predios del roman, romance o novela medieval. Para que nada falte, allí está el mismísimo mago Merlín, que tiene encantados a todos los habitantes de la cueva desde hace más de quinientos años. Cervantes bebe no sólo de la leyenda artúrica sino, sobre todo, de la leyenda carolingia en su desarrollo hispánico por parte del romancero, con los personajes de Montesinos, Durandarte y Belerma. Ninguna de las leyendas citadas se usa en sentido recto: los elementos cómicos y paródicos alcanzan a todos los personajes y situaciones del episodio. A pesar de ello, lo cómico, como he dicho, no impera en el conjunto ni se impone al resto de los ingredientes: si algo predomina es la imaginación de don Quijote y su culto a Dulcinea, que deleitan y conmueven.

Montesinos presenta a don Quijote a Durandarte, su primo y amigo, a quien se ha mutilado el corazón (recordemos que, en origen, Durandarte es el nombre de la espada de Roldán). Él es el don Quijote del que tantas hazañas ha profetizado Merlín; es el héroe para el que la presente aventura estaba reservada, en palabras del propio Montesinos, que se acoge a una vieja fórmula del roman courtois. Recordemos cómo, en la deriva a lo divino del universo literario de Chrétien de Troyes, las más altas empresas sólo acabarán exitosamente si las acometen los personajes más puros: Perceval y, sobre todo, Galaad, hijo de Lanzarote y el único caballero que llega al Santo Grial. Así, los personajes encantados nos remiten a la literatura carolingia y bretona, a las materias de Francia y Bretaña; a ellas se unirá la españolísima y quijotesca figura de Dulcinea. La prueba, a modo de arco, de la pureza y lealtad en el amor es también española: la tenemos en el Amadís y en los Siete libros de la Diana de Jorge de Montemayor.

En último término, no quiero dejar de señalar algunos ingredientes que no sólo miran hacia el pasado, sino hacia el futuro. En el caso presente, las asociaciones lo mismo nos conducen por las sendas del imaginario popular y el folclore, con Blancanieves, o se proyecta hacia un futuro que es presente gracias a Tim Burton y La novia cadáver (Corpse bride, 2005). En el caso de Durandarte sin su corazón, la memoria vuela rauda hasta relatos de la más diversa índole, desde el texto de san Mateo, 6, 21 (Ubi enim est thesaurus tuus ibi est et cor tuus). Esta estética invita a detenerse en un sinfín de posibles estaciones, con figuras como Drácula y relatos hagiográficos como el de los Siete santos durmientes de Éfeso.

En este episodio, Cervantes despliega toda su técnica perspectivista, a la que recurre de nuevo varios capítulos más adelante, pues la bajada a la cueva será materia de discusión en el episodio del retablo de maese Pedro; del mismo modo, los Duques, que gracias a Sancho tienen noticia de la aventura, la prolongan por medio de varias burlas. De todas ellas, la primera es la solemne procesión de carros en que supuestamente pasa Dulcinea encantada. Los engarces alcanzan también a los capítulos que preceden; por eso, don Quijote dice haber visto de nuevo a Aldonza Lorenzo / Dulcinea, acompañada por las labradoras de que le habló Sancho (c. 10, 1615). En este preciso instante, el relato parece venirse abajo, pues es a Sancho a quien don Quijote da cuenta de su visión, sin saber que lo del encuentro con Dulcinea es una patraña urdida por él. En cambio, para Sancho ello sólo prueba que su amo está encantado. De ahí en adelante, don Quijote creerá en el encantamiento de Dulcinea y hará lo posible para librarla de tan dura prisión, aunque sea a costa de Sancho.

Poco antes, el registro elevado propio de la narrativa caballeresca se hace trizas: todo se vuelve mundano al explicar don Quijote que ni defecó ni hizo aguas mayores; del mismo modo, antes había aclarado, siguiendo a Montesinos, que el color amarillo y las ojeras de Belerma, amada de Durandarte y encantada por Merlín, no se debían a que tuviese la regla, a la que don Quijote llama nada menos que «mal mensil». En un nuevo guiño terrenal, las damas que acompañan a Dulcinea le piden un préstamo de doce reales para cubrir unas necesidades acuciantes. Esta otra dimensión enriquece el conjunto y forma un complejo entramado narrativo, entre ficción y realidad, entre literatura y vida; y con presencia de la ironía, la parodia, la ilusión o la apariencia y lo que tiene todo el aspecto de onirismo (visio o somnium).

Del mismo modo opera la incorporación del lector, a quien no se da todo hecho o resuelto, pues ha de convertirse de algún modo en juez y parte o, más propiamente, en creador. Las apariencias no pueden resultar más complejas, pues ahora no sólo tenemos la locura del héroe de la novela moderna: también hemos de enfrentarnos al fenómeno del encantamiento, propio del viejo roman, con sus filtros de amor y otras pociones; y a un ingrediente onírico que enriquece notablemente el conjunto. Todo lo complica la rúbrica del capítulo XXIII (De las admirables cosas que el estremado don Quijote contó que había visto en la profunda cueva de Montesinos, cuya imposibilidad y grandeza hace que se tenga esta aventura por apócrifa), a la que hemos de unir el arranque del capítulo XXIV, que merece la pena releer:

Dice el que tradujo esta grande historia del original de la que escribió su primer autor Cide Hamete Benengeli, que llegando al capítulo de la aventura de la cueva de Montesinos, en el margen dél estaban escritas de mano del mesmo Hamete estas mismas razones:

—«No me puedo dar a entender ni me puedo persuadir que al valeroso don Quijote le pasase puntualmente todo lo que en el antecedente capítulo queda escrito. La razón es que todas las aventuras hasta aquí sucedidas han sido contingibles y verisímiles, pero esta desta cueva no le hallo entrada alguna para tenerla por verdadera, por ir tan fuera de los términos razonables. Pues pensar yo que don Quijote mintiese, siendo el más verdadero hidalgo y el más noble caballero de sus tiempos, no es posible, que no dijera él una mentira si le asaetearan. Por otra parte, considero que él la contó y la dijo con todas las circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran máquina de disparates; y si esta aventura parece apócrifa, yo no tengo la culpa, y, así, sin afirmarla por falsa o verdadera, la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo más, puesto que se tiene por cierto que al tiempo de su fin y muerte dicen que se retrató della y dijo que él la había inventado, por parecerle que convenía y cuadraba bien con las aventuras que había leído en sus historias».

Conviene hacer una serie de precisiones sobre este episodio. La primera ya se ha señalado: estamos ante la primera aventura buscada conscientemente por don Quijote, ya que las demás le salen al paso. La segunda es que, junto al universo literario desplegado en la propia obra, se suman otros dos: el ovidiano y el artúrico, certeramente recreados por el autor. El tercero es que se trata no de una patraña urdida por don Quijote (Sancho rechaza de plano esta posibilidad), ni de una aventura sobrenatural que cabe sólo en el roman o la literatura fantástica: más que de visión por parte de un trastornado, cabe hablar de un interesante caso de onirismo. En ello, coincide la mayor parte de la crítica.

La crítica también ha reparado en un sinfín de aspectos relativos a este episodio. Se ha hecho una lectura mística de la bajada a la Cueva, como también se ha leído en clave mesiánica, dado que todos los personajes que viven en el interior de la cueva esperan al único héroe que podrá liberarlos del hechizo de Merlín. El mecanismo, no obstante, es el mismo del roman courtois y otros relatos fabulosos, y aparece antes en la mitología y el folclore. De todo lo que se ha escrito, a mí lo que más me interesa es la confirmación del encantamiento de Dulcinea, una pieza importantísima por sí sola y por el peso que ejerce sobre los episodios que siguen y, con carácter retroactivo (lo que resulta sencillamente genial), sobre los que ya se han leído. Don Quijote adquiere aquí su máxima dimensión como el espejo de caballeros que pretende ser; de aquí en adelante, asistiremos, ya sin vuelta atrás, a su paulatina caída y a su muerte.

ÁNGEL GÓMEZ MORENO

Catedrático de Literatura, UCM


                  


RELACIONES DE GÉNERO EN LA NARRATIVA CELIANA



                         2  MENOSPRECIO HACIA  LA MUJER

A nadie se le escapa la falta de consideración que en ocasiones la sociedad tiene para con la mujer, fruto de un machismo atávico que felizmente va yendo a menos, gracias a la justa y cada día más intensa reivindicación. Es tristemente frecuente la calificación que aquella recibe de ‘mujer objeto’, puesta al servicio de los intereses del varón; de mujer ‘florero’, como un signo más del ascendiente social y la capacidad económica de aquél; de reclamo publicitario, manifiesto o subliminal, elemento de utilidad para la captación del potencial cliente; y, en el más sangrante y despreciable de los casos, aunque por desgracia no el menos frecuente, de objeto de placer para la satisfacción del más primitivo instinto sexual. De todos estos aspectos, no en muy frecuentes ocasiones, salvo en lo que a la prostitución se refiere, hallamos testimonio en los personajes de la narrativa celian


Mujeres florero, las señoritas que flanquean al ganador a la hora de recibir el trofeo. En “Historias de Venezuela” encontramos a Evaristo. Sabía que con un arma en la mano dejaba mucho que desear, pero le hubiera gustado ser campeón de arma corta, de esos que meten la bala en el cien y luego salen en los diarios, muy sonrientes, al lado del gobernador y de dos o tres señoritas que le ofrecen un ramo de flores. Buena propaganda comercial, sin duda, parecían reportar las señoritas que en las paredes de Modesto Retén Quinteiro, muy esmeradamente puestas sonreían al respetable mientras le ordenaban que bebiese coca-cola, bien fría, o que fumasen lucky-strike, de aroma delicioso.

A la señorita Fifí –ordena el banquero de la habitación B, en “Pabellón de reposo” a su administrador- no le dé ni un cuarto. Sin escándalo, diviértala, paséela, exhíbala, pero de dinero, ni hablar.

La mujer, se comenta en “San Camilo 1936”, es un delicioso instrumento de placer, pero hay que recordar sus delicadas cuerdas, estudiar su teclado caprichoso y voluble. Instrumento del que se agradece el buen oficio, y aún mejor si lo acompaña la ignorancia, como en el caso de la joven Benicia, en “Mazurca para dos muertos”: la joven es una máquina de dar calor y compañía, también deleite, mira lo que te decimos. Todos te queremos bien, todos nos alegramos de que no sepas tocar ni el violín ni la armónica. Benicia es como un molino que no se detiene jamás.

Los comentarios que en “San Camilo 1936” se atribuyen a don Gerardo, resultan verdaderamente denigrantes, más que para la mujer, objeto de aquellos, para quien los refiere. Leemos, literalmente: A las mujeres conviene cansarlas un poco para que suden y se ablanden, don Gerardo piensa que las mujeres son como las cabras, criaturas que tienen la carne correosa, da gusto ver saltar a las cabras y a las mujeres, lo malo es meterles el diente así de buenas a primeras, de golpe y porrazo y sin ponerlas en adobo, a las mujeres se les debe tratar con mucho respeto y consideración y no negarles nada, ¿Que quieren cenar?, pues se las echa de cenar, con postre, vino de marca, café y pipermín, aquí no vale querer hacer ahorros, ¿Que quieren una sortija con un aguamarina o un rubí?, pues se les compra una sortija con una aguamarina o un rubí, ¿Que lo que quieren es una sortija con una esmeralda o un brillante?, entonces se les dice que no, que no tienen cuerpo para chaleco y que se estén calladas y no mareen, ¿Que quieren bailar?, se hace una seña y el cerillero Senén las saca a bailar el fox-trot y el tango o lo que le echen, a las mujeres hay que complacerlas, se debe ser galante con las mujeres y tratarlas bien.

Tampoco los comentarios que siguen, en la misma obra y en idéntico tono soez, tienen desperdicio: Esta mujer está rancia –leemos-, sabe a rancio como el tocino que se olvidó durante meses y meses bajo un montón de periódicos, pero tú tampoco puedes aspirar a más, confórmate con lo que tienes y sácale el gusto, menos da una piedra. Jesualdo, cuando termina con lo del poeta Bohemio, le echa un polvo de gallo y casi de compromiso a la Enriqueta y se despide rápido, tengo que hacer la información, adiós, hasta mañana. No mates a esta mujer maloliente –leemos en otra ocasión-, acuéstate otra vez con ella y deja que la mate el que venga detrás. Y don León, que duerme como una piedra con toda la cama para él solo, opina, desde su condición xenófoba y machista que a las putas negras se les puede tirar de la cama abajo cuando se termina ya están acostumbradas a las putas blancas no porque no se dejan y arañan e insultan con los peores insultos cabrito hijo de puta chulo.

A la mujer vestida de torero antiguo, en “Oficio de tinieblas 5”, el enano Barrabás le dice que no, que al teatro no la lleva pero sí a cenar y a bailar y a hacer el amor por este orden ortodoxo.

En “Pabellón de reposo” encontramos al ‘viejo verde’ que observa con ojos lascivos a la joven enferma: Junto a la pobre virgencita tísica que llora de nostalgia, de histeria y de irrealizables y jamás concretados amores, se sienta el tiburón catarroso que la mira con insaciables ojos de fauno.

Mero objeto de satisfacción sexual es Purita, personaje de ‘La Colmena’ a quien el señor José, después de merendar, lleva al cine, para darse el lote antes de irse a la cama. Una cachonda con arrobas es lo que yo quiero –asegura don Nicolás, en la misma obra, a su sobrino Pedrito-, una tía apretada que tenga donde agarrarse. Todo lo demás –afirma- son monsergas y juegos florales.

La mujer, simple mercadería, objeto de compraventa o propiedad con la que apostar. En “Cristo versus Arizona’, Bob Oasis y Jennie: el que ganara se llevaba a Jennie y el otro se quedaba con el corsé. Tiresias, en el mercado de las esclavas, -se comenta en “Oficio de Tinieblas 5”-, compró a la joven y bellísima azahara como recipiente en el que saciar y vaciar su lujuria.

Resignada servidumbre, esclavitud sexual ante el varón, que vemos repetirse una y otra vez en diferentes circunstancias. Humillante la imagen servil y no menos humillante la pretendida recompensa. Paca, personaje de “San Camilo 1936”, se deja amar con resignación como las esclavas de los viejos reyes […] Paca, mande señor Fidel, múevete más deprisa, sí señor, el señor Fidel a veces manda a Paca a comprar un cuarto de bofe y la invita a almorzar, Paca no es ninguna desagradecida, como hay tantas. Paca se queda quieta si el señor Fidel quiere algo, pero lo que quiere el señor Fidel es seguir durmiendo, ya le echará otro polvete cuando amanezca, no hay prisa. Paca, tiene miedo de que la preñen, pues ya la preñaron una vez y las pasó moradas. Pero con el señor Fidel es otra cosa, el señor Fidel es muy bueno y además no preña, se conoce que no es de preñar.

Los hombres llaman hembras a las mujeres en determinadas circunstancias, consideración que se hace en “Cristo Versus Arizona” a propósito de Manolita, mujer de pequeña estatura pero muy juguetona en la cama, en los bares de la calle de la Florida también había buenas hembras, que ratifica lo que venimos comentando.

En “La catira”, el peón Gilberto Flores y el vereco Nicanor Poveda, cantan las ‘alabanzas’ a la india María: -¡Ah, que teníamos que habé botao los sutes a la laguna y habenos traío a la india! –Que no ta mal pensao, compae, que la verraca tenía lindos ojos, pues…. -¡Ah, y las carnes, cuñao, las carnes, que el guate Trinidad se sintió un señorón faramallero, pues, peo bien que le gustaba palpalas! ¡Ah, y que habíamos de habé gozao, vale! Y en la misma obra, chocan la vulgaridad y primitivismo de Lisímaco Cabudare, frente a la delicada actitud de su vástago Flavio Maximino, que con cara de oveja comenta a su padre el cariño que siente hacia Florcita, su joven esposa: -¡No sé lo que te ha ilusionao e ese carapacho e tu señora! -¡Y es que yo no me he enamorao po lo carnal, papasito, que yo me he enamorao pu el timbre e voz, ¿sabe? –Guá, qué jóvenes maricos, los de hoy! ¡En mis tiempos no pasaban esas aberraciones, pues…! ¡En mis tiempos nos prendábamos pu el volumen, ¿sabes?, y no andábamos con tóa esa vaina e modernismos!


Don Benigno Portomourisco Turbisquedo, padre de Policarpo el de la Bargañeira –se nos dice en “Mazurca para dos muertos”- pensó siempre que la mujer es la más puta y desleal de todas las hembras, incluida la culebra. Y en la misma obra se comenta de tío Cleto que el menosprecio hacia su esposa llegó al extremo de permitir que, cuando ésta murió de viruelas en París, su cadáver fuese arrojado a la fosa común, porque dejó pagado el entierro, sí, pero no la sepultura. Qué equivocados estaban sus suegros, que muy compungidos se decían: ¡Pobre Lourdes, qué desconsuelo habrá dejado en el corazón de Cleto.

Concluimos este apartado sobre el menosprecio hacia la mujer y su utilización por el varón, con una cita tomada de “El asesinato del Perdedor”, que resulta especialmente significativa: -Natalia, eres una asna pero, mientras sigas estando buena y siendo generosa, yo te querré lo mismo. Después, no; después te defenestraré cuando estés más distraída y quedarás escalfada contra las baldosas del ágora. ¡Qué final gracioso, vive Zeus!

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO

Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela 



Tula y Yo,

Casillas, José María

Marzo , 2021


El lector de Tula y Yo va a encontrarse con un millar de consejos que le adelanta Tula, una perra de la saga cervantina de Cipión y Berganza, guardianes del Hospital de la Resurrección de Valladolid. El coloquio corre aquí a cuenta de la perra Tula y del autor de este libro de cien capítulos sin paginar.

El autor me consta que se inició a escribir por el Sistema Redacta, de carriles, enfoques e interiorizaciones, síntesis de la escuela francesa, tan cuidadosa de la “Grammaire et la composition française”, y de la intuitiva y brillantemente modernista de la española de Orizana.

Este es su libro número siete. Anteriores: La teoría de la relatividad, Ella, Anecdotario, Declaración U, Cartas a Tula, Héroes y Quijotes.

Además de economista, y por ello minucioso, es buen observador de las realidades cotidianas del día a día, para las que lleva siempre el ojo abierto, mantiene personal preferencia por los filósofos estoicos y ha buceado particularmente, según propia confesión, en clásicos medievales, en nuestra “Generación del 98”, en la “promoción de 1935” y en la de los “escritores de los años 50”.

                                                                                         CUR






LA FRUCTÍFERA FLOR DEL 


ALMENDRO

  Mediado marzo me he ido

a plantar flores de almendros

  antes de que mayo llegue

y les hiele un viento cierzo.

Así almacenaré más frutos

y cuando vuelva el invierno

igual que las hormiguitas

dispondré de un buen sustento.

Aún conservo yo almendrucos

de más de cinco años ciertos

cogidos en Fuentidueña

la villa de mis abuelos

y los voy cascando justo

ahora para mis nietos.

Naturaleza fructífera

ayúdame en los esfuerzos

y dame ¿cómo que no?

más años para ese empeño.


 

                            80 Los contenidos de la EF (IV) 

                      Cuarta etapa  (16-18 años)

                      

                                                    Los deportes

 


Terminábamos el tema anterior exponiendo que en el ámbito de la educación física escolar deben elegirse con buen criterio los deportes que se van a utilizar como adecuado medio de conseguir los objetivos educativos prácticos.

Entonces ¿qué requisitos precisan tener los deportes que integren el currículo escolar para que supongan una carga educativa significativa? Como regla general estableceríamos las siguientes premisas: poder ejecutarse en el propio recinto escolar, no ocupar mucho espacio individual, no utilizar material muy complejo, ser simétricos en su ejecución –los deportes de raqueta quedarían excluidos como un trabajo con carga significativa–, no implicar riesgo físico objetivo para los ejecutantes, no utilizar deportes de contacto directo –suelen generar angustia para una considerable parte de la población escolar, además de riesgo físico–.

Algunos deportes de los no recomendados podrían realizarse en el ámbito escolar con unas adecuadas condiciones de protección y limitados en la duración y en la intensidad.

Por otra parte, los deportes integrantes del programa educativo deberán contener en su ejecución suficiente carga de esfuerzo individual como para cubrir varios objetivos de condición física.

Los más idóneos, por tanto, serían aquellos deportes que más objetivos de la educación física consigan, una vez excluidos los desaconsejables y que no excluyan a ningún alumno por la dificultad de su ejecución. Así mismo deberán alternarse, de manera equilibrada, disciplinas individuales con colectivas.

Concretamos. Los deportes más idóneos para utilizarlos como adecuado vehículo de educación física son: la gimnasia artística –adaptada al medio escolar– y el atletismo, como individuales.

Los deportes colectivos, una vez respetada las premisas anteriores, pueden elegirse entre aquellos que en cada zona o región predominen por cuestiones culturales. En nuestro entrono, son válidos: el fútbol, el baloncesto, el balonmano y el voleibol. Algunos deportes como el béisbol o el rugby, por ejemplo, no se encuentran entre nuestras costumbres.


En conclusión, aquellos deportes que no aseguren a todo el alumnado la misma participación –al menos la misma oportunidad– y suficiente esfuerzo físico, aquellos deportes que no ofrezcan una carga física significativa, aquellos deportes que no permitan un trabajo físico equilibrado y simétrico o aquellos deportes que pongan en riesgo su integridad física, deberían estar excluidos del programa curricular de la asignatura de Educación física.


Pero estas premisas no siempre las tiene en cuenta el profesorado de la asignatura. Generalmente, por su escasa carga de esfuerzo, pues con mucha frecuencia imparte unidades de actividades de poco valor para cubrir algunos de los objetivos más importantes de los enumerados. Pongamos algún ejemplo: en enseñanzas medias suele impartirse una unidad de bádminton durante todo un trimestre. Deporte muy divertido y agradable, pero de poco valor puesto que no cubre gran parte de los objetivos de la asignatura. Además, es una actividad asimétrica que ocupa mucho espacio físico, no siempre disponible, y utiliza un tiempo en el que se podrían impartir contenidos de mayor significación.

También es frecuente que el profesorado, por una errónea interpretación de los programas oficiales, imparta contenidos teóricos ¡incluso con exámenes! Los contenidos de tipo teórico, los alumnos deberían recibirlos a la vez que las prácticas para vivenciarlos mientras los desarrollan, sin tratar de comprobar en qué grado los han asimilado. Seguramente, más de lo que los propios alumnos son conscientes, al haberlos recibido asociados a una determinada práctica con su carga emocional asociada.

Tratar de sistematizar dichos conocimientos teóricos como si de otra asignatura de Ciencias naturales se tratase, e impartir esos contenidos puramente teóricos a costa del tiempo de práctica, puede considerarse una aberración que conculca los principios de esta asignatura.


Francisco Sáez Pastor

Universidad de Vigo


     

 Tula y Yo,

Casillas, José María

Marzo , 2021


El lector de Tula y Yo va a encontrarse con un millar de consejos que le adelanta Tula, una perra de la saga cervantina de Cipión y Berganza, guardianes del Hospital de la Resurrección de Valladolid. El coloquio corre aquí a cuenta de la perra Tula y del autor de este libro de cien capítulos sin paginar.

El autor me consta que se inició a escribir por el Sistema Redacta, de carriles, enfoques e interiorizaciones, síntesis de la escuela francesa, tan cuidadosa de la “Grammaire et la composition française”, y de la intuitiva y brillantemente modernista de la española de Orizana.

Este es su libro número siete. Anteriores: La teoría de la relatividad, Ella, Anecdotario, Declaración U, Cartas a Tula, Héroes y Quijotes.

Además de economista, y por ello minucioso, es buen observador de las realidades cotidianas del día a día, para las que lleva siempre el ojo abierto, mantiene personal preferencia por los filósofos estoicos y ha buceado particularmente, según propia confesión, en clásicos medievales, en nuestra “Generación del 98”, en la “promoción de 1935” y en la de los “escritores de los años 50”.

CUR



   

              Más reflexionerías


* Flexiona sobre ti. Dóblate hasta que des con el fondo que hace de suelo a tu yo profundo.

* Flexiona hasta que las yemas de tus dedos toquen el pie del Misterio.

* Luego, manten el contacto con el Misterio hasta que este te suba al corazón.

* Suelta y levanta las yemas del suelo, cuando el Misterio haya llegado ya a tu cerebro y lo tenga invadido.

* Al terminarse la reflexión de la mañana, en el colegio debería escucharse un clamor: ¡Palabra de Dios!, o lo que es igual, ¡Palabra de Santa Sofía!


* Con la reflexión de la mañana inicia su jornada el colegio. Son de tres a cinco minutos de gloria. Luego se desciende: la clase equis engancha con la del día anterior y sigue su ladera empinada...

* El alumno encargado hoy de la reflexión de la mañana: “He dedicado 45 minutos a su preparación”. El profesor: “La reflexión de hoy tiene a sus espaldas mis 30 años de pensamiento y de vida”.


* Si el profesor no es filósofo, que la escuche y la medite, pero que no la dirija. Nadie le llamó. Rompería su encanto.

* El hombre nace filósofo. La reflexión solo salta del filósofo vivo al filósofo con el que nos nacieron y que aún jadea tras la Verdad. O no es “reflexión de la mañana”.

* Cuando dejemos el colegio echaremos mano de lo que aprendimos para bracear en la Universidad y servir a la familia y a la sociedad con un trabajo. Para vivir y sembrar estilo nos pasó su banco y sus tesoros la “reflexión de la mañana”.

CUR

Teódulo García Regidor

Volver a los orígenes

Es reconfortante volver a la tierra primera, sentir su textura, aspirar su luz, reconocer sus colores, pisar las laderas familiares… y volver a mirar el árbol solitario -o casi-, como tantos en Castilla, que presume de dignidad en todo tiempo y que afronta, solo también, los calores del verano o los rigores del invierno. ¡Tierra cercana, tierra vivida!

117 AFDA

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