115 Magisterio. Reflexiones filosóficas (XI)

 

          REFLEXIONES FILOSÓFICAS (XI)

    

              HARTMANN, SIGUIENDO LOS PASOS DE PLATÓN

Nicolai Hartmann (1882-1950) intentará conciliar la ética de Kant y la ética de Scheler. Busca una validez absoluta, pero desde una ética de bienes. La ética de Hartmann, según afirma J. Fischl (1984: 454), pasa hoy día por ser la más extensa y mejor de nuestro tiempo.

Parte Hartmann de la hipótesis, para algunos todavía provisional, de que se debe suponer un reino de los valores eternos e inmutables, a modo y manera de las Ideas platónicas. Es decir, un modo de ser propio por encima del mundo real-actual.

Platón abrió una zanja, un abismo (jorismós) entre los dos mundos: intelectual y sensible, y esto parece que repugna a un siglo donde la metafísica sigue siendo despreciada. Hartmann, partiendo de este autor griego, habla de estratos ónticos o del ser. El hombre, dentro de estos, juega un papel importantísimo. La persona es el puente que, por su capa óntica superior, se eleva hasta el reino del espíritu, pero, además, está unido por sus capas inferiores con todas las realidades de este mundo. Y, por lo tanto, siguiendo al autor citado, el hombre es “el administrador del deber ser ideal”, “la puerta de entrada del bien” y “el que da sentido al mundo”.

LA PERSONA SEGÚN HARTMANN

 

PERCIBE VALORES De cosas (instrumentales) - Valores del hombre                                     Fenómenos de la conciencia: Arrepentimiento Responsabilidad Satisfacción… Mundo real- actual … Mundo real-ideal HOMBRE PUENTE

Nicolai Hartmann

En el esquema anterior, podemos ver esquematizado lo fundamental de Hartmann. Si nos referimos al problema metafísico de los valores de cosas, es sencillo de resolver. El hombre, la persona, es quien pone el valor, quien se lo concede o se lo retira. Pero el problema surge cuando nos referimos a los problemas que plantean valores como la Justicia o Amistad, Honradez, Lealtad, etc. ¿Cómo explicamos metafísicamente que son cada uno de estos valores? A Hartmann no le queda otra solución que recurrir a Platón. Es cierto que el hombre, en su conducta, realiza parcialmente los valores. Que no se agotan en esa actuación. Y que, si hace uso de las cosas, muchas veces caprichosamente, no ocurre así con los valores propios de las personas. Estos producen una atracción, una presión real, como lo demuestran los fenómenos que se producen en la conciencia de las personas. No olvidemos que Descartes recurría a la evidencia de aquello que se presenta claro y distinto a una conciencia atenta, según las Reglas del Método. Tras una determinada conducta, moral o inmoral, el hombre siente arrepentimiento, satisfacción, responsabilidad, etc.

Escribe Hartmann en Ethik: En tiempos antiguos, se vio que existe otro reino de seres aparte del de la existencia, del de las cosas reales, del de la conciencia. Y no por eso menos real. Platón lo denominó Mundo de las Ideas; Aristóteles, de las Formas o Eidos; la Escolástica, de las Esencias… Los valores pertenecen, precisamente, a ese reino del ser que Platón descubrió el primero, el reino de lo que podemos discernir espiritualmente, pero no ver o tocar. (Ethik, XVI, c).

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ

Maestro, profesor de Filosofía