Había una vez un caracol que vivía en el bosque. Un día vio a muchos animales que pasaban corriendo.
- ¿Dónde vais todos tan rápido?- preguntó el caracol a un ciervo que pasó a su lado.
- Vamos a participar en la carrera de los animales del bosque, como todos los años. ¿Vienes?
- Claro que iría, pero creo que no voy a llegar a tiempo. ¡Cuánto me gustaría ser un animal rápido!- se dijo entristecido el caracol para sus adentros.
En este mismo instante, apareció por allí el duendecillo del bosque y le dijo.
- ¿Qué te pasa, amigo caracol? ¡Te veo muy triste!
- Es verdad. Es que siempre me pierdo la competición de los animales del bosque, porque soy muy lento y nunca llego a tiempo.
- Esto lo vamos a solucionar en este mismo momento. No solamente vas a llegar a tiempo para ver la prueba de velocidad, sino que, además, vas a participar en ella y vas a conseguir un buen puesto. Ya verás.
El caracol se quedó sorprendido porque nunca imaginó ni soñó lo que le prometía el duendecillo. Pero bueno, habría que confiar en él.
¡Patatíii, patatóoo,
hoy serás el mejor,
el más veloz!
-¿Con estas palabras ya puedo empezar a correr?
-Exactamente. Date prisa, que la carrera está a punto de comenzar.
- Pero dónde vas, si cuando nosotros lleguemos a la meta tu todavía estarás saliendo. Se reían a carcajadas del pobre caracol, pero él no se enfadaba.
Lo importante es participar. Ya veremos quién llega en primer lugar a la meta - se decía el caracolillo para sus adentros.
Cuando dieron la señal de salida, el caracol se quedó un poco rezagado, pero enseguida comenzó a correr y a correr. Avanzaba a toda velocidad. Los demás animales se miraban de reojo cuando veían que el caracol los adelantaba. Adelantó al ciervo, a la zorra, al jabalí y al conejo y, ¡oh sorpresa!, el caracol llegó el primero a la meta. Todos los animales del bosque, sorprendidos, le aplaudieron entusiasmados. El conejo daba palmadas con sus orejas, movía su rabito y sonreía enseñando sus dientecillos, la zorra ondeaba su cola como una banderola, el jabalí con sus gruñidos animaba la fiesta, y el ciervo… el ciervo se quedó atónito, casi sin respiración, al ver lo sucedido.
Por primera vez, un caracol había ganado.
Al caracol le dieron la medalla de oro, al zorro la medalla de plata y al conejo, que quedó el tercero, le dieron la de bronce.
Y colorín, colorado,
el caracol, por primera vez,
con la ayuda del duendecillo,
la carrera había ganado.
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