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116 Los niños. Miguel Delibes

 

                   





 LA INFANCIA DE MIGUEL DELIBES (y II)

                                

1930-1936. Bachillerato en el Colegio de Lourdes

Foto para la orla del Colegio



En 1930 Miguel ingresa en el colegio que los Hermanos de las Escuelas Cristianas tienen abierto en Valladolid. Goza el colegio de merecido prestigio. En la ciudad a estos religiosos educadores se les llama familiarmente “los baberos”, por la golilla blanca, francesa, chocante, original, que les cae sobre el pecho como continuación del alzacuello de su hábito negro de línea saco.

El buen recuerdo de la formación seria y abierta allí recibida y la estima de Miguel Delibes por su colegio, lo expresará sin regateos con hechos y palabras, en las que es parco:

Yo entonces iba a los “baberos”, que era un colegio que estaba bien –después fueron mis hijos y ahora van mis nietos-, porque no trataba de imprimirte carácter ni de distinguirte sobre los demás; no aspiraba a hacer muchachos distinguidos, sino muchachos prácticos y laboriosos (1).


Efectivamente esa característica se daba en la formación del Colegio de Lourdes. Era general en los centros de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Respondía a su tradición pedagógica. Independiente y reservado de carácter, Miguel Delibes la aprecia y aplaude.

                          

El Colegio de Lourdes de Valladolid era un auténtico centro de estudios y un foco de cultura. Entonces todos los profesores eran hermanos de las Escuelas Cristianas. Algunos eran educadores eminentes. La secretaría del Colegio, en enero de 2003 nos dio los nombres de más de una docena de notable talla científica y pedagógica.

Entre los destacados, por su relación con Miguel, hay que hacer mención del Hermano José María. El Hermano José María (Delibes lo llama Fermín) es uno de sus preclaros profesores de lengua y literatura, decisivo en su, todavía, soterrada vocación de escritor. Enseña a redactar a sus alumnos con claridad matemática. No se adivina entonces en las clases del Hermano José María al Miguel Delibes novelista que vendrá más adelante. El colegio pone los cimientos y la estructura metálica del edificio.

En el colegio se publican, al terminar el curso, los Anales o Memoria del año escolar. El hermano León encargado del último curso del bachillerato redacta para esa publicación una breve semblanza de cada uno de sus alumnos finalistas. En la pedagogía lasaliana, el profesor tiene la obligación de ser un buen observador de sus alumnos. El Hermano León conoce a Miguel, acierta, su ojo es de psicólogo. Deja escrito: “Tiene la mirada lánguida y un poco tristona y es Miguel, sin embargo el más alegre y juguetón del grupo”.

A la alegría de una formación abierta, de aire libre, para fortuna de Miguel hay que añadir la del real aire libre del campo y de los deportes en los años del bachillerato con los “baberos”: “Mientras jugábamos en la finca de los “baberos”, en un campo pequeño, la cosa iba bien, pero luego...” (...) “hubiera destacado en el fútbol sala”.

(1) Cinco horas con Miguel Delibes, Javier Goñi, Anjana Ediciones, Madrid, 1985, p. 15.

   JORGE URDIALES YUSTE

Doctor en periodismo. Profesor

especialista en Miguel Delibes

www.jorgeurdiales.com

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