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20180430

71. AFDA

Mayo, 2018
                                                                    ÍNDICE PRINCIPAL
 
Pregón: Intuir.
Personaje bíblico del mes: El profea Daniel. Zereutes
Escuela de ayer, de hoy y de mañana: Mística personal. CUR
Centenario de Cela: Semblanza de Don Camilo (III). Á. Hdez.
Dios es amor:  Qué decir del Dios amor de los 6 milagros.  E. Malvido
Alta política con estilo: Palabras España y Patria. R. Duque de Aza
Soneto del sentimiento: Ciudadanos del mundo. Á.H.
Rincón de Apuleyo: La Virgen del Acueducto. Las meninas en la calle.
Afderías: De mujeres. CUR
Educación física: Actividades motrices. F. Sáez
     


INTUIR

Como en tantos frentes de la vida, un peligro que destroza la educación es la superficialidad. A la educación la mina, de siempre, el no entrar en el fondo de las realidades.
Es muy frecuente dentro de la Escuela la superficial actitud defensiva del alumno. Su aplicación por salvar las amarguras de los estudios y lograr el pase a etapas sucesivas hasta coronar sus trabajos con la formalidad de un título, llave de alguna posible puerta del futuro.
A la Escuela la mermará siempre la falta la morosidad y de detenimiento en las materias que imparte. Su estudio sin entusiasmo. Su mero arañar, sin adentrarse en la entraña de la realidades, objeto último de lo que habrían de ser los afanes de todo estudiante -estudio=afán-: filosóficas, históricas, matemáticas, naturales…
La educación con frecuencia se reduce a suscitar el efímero entusiasmo que generan los conceptos y las palabras que los nombran, que, sin duda, algún entusiasmo rezuman. Pero que no basta.
A la Escuela le amenaza siempre la tentación de entregar solamente las meras palabras que nombran las realidades y el hecho de detenerse en los conceptos, terminación límite intelectual de las cosas que nombra. Con unas y otros el alumno se defiende ante los exámenes, poco más. Lo propio de la Escuela es que, sin dejar de ser un manantial de palabras y de conceptos nuevos, sea, sobre todo, un volcán de intuiciones, las únicas que pueden entregar al alumno la entraña de las realidades.
Para ello es preciso que, además de palabras y de conceptos, el aprendiz salte a la entraña de la realidad -intuya- con sus cinco sentidos, con su entendimiento y, sin falta, con el yo profundo -centro del alma, decían los místicos- cuanto ha de ser el objeto de sus afanes o estudios.
Escuela que no borbollea intuiciones, no merece llamarse Escuela, por más que sea una provechosa oficina de títulos y de superficies, al fin, meros barnices de la cultura y espejismos de la auténtica ciencia y de la cultura. 
 

 

El profeta Daniel

Se pronuncia la palabra Daniel, precedida de su vocación de profeta, y a la imaginación de todo europeo medio culto salta rápida la imagen del profeta encerrado en un foso y rodeado de leones. Así lo pinta Briton Rivière, a finales del siglo XIX y así lo pintó el barroco Pedro Pablo Rubens en el XVII. Le rodean hambrientas las fieras, pero ni le molestan. En la Capilla Sixtina Miguel Ángel lo representa como un joven estudioso aplicado a cotejar testimonios escritos.
Quienes en la infancia tuvimos la fortuna de tener clases de Historia Sagrada, Antiguo Testamento, no olvidamos el festín del rey Baltasar. Cena el monarca a lo grande con sus nobles y tiene la osadía de beber en los mismos vasos sagrados arrebatados al Templo de Jerusalén, los profana. De repente, una misteriosa mano escribe a fuego sobre uno de los muros de la estancia en arameo tres palabras que aterrorizan y nadie sabe descifrar: Mane, Tecel, Fares. El bullicio del festín lo frena en seco el estupor que acaba de estallar en medio de la fiesta con un silencio de sepulcro. Abrimos nosotros los ojos al oír al profesor y hasta nos parece estar leyendo en la pared de la clase “Contado, pesado, dividido”, traducción de tres palabras arameas. La reina manda venir a Daniel y el profeta las descifra lentamente y anuncia la caída inminente de Babilonia a mano de los persas. 
Aquella misma noche murió asesinado el rey Baltasar.
Más adelante en los estudios, volvimos con el siglo de Oro al relato de la fastuosa clase de la mano maestra de Lope de Vega, de Tirso de Molina y de Calderón de la Barca. Otro festín, esta vez, sagrado y literario.
Zereutes
Ancien élève de Évode Beaucamp 
y de Francesco Spadafora
Contado, pesado, dividido
Mane (Dios ha contado los días de tu reino y ha señalado su fin). Tecel (has sido colocado en la balanza y te han encontrado falto), y Fares (será dividido tu reino). Aquella misma noche fue asesinado Baltasar y Darío el Medo se apoderó del trono.


Mística personal
          Escuela de ayer
La mejor escuela cultivaba la religión como vivencia mística personal, íntima y, de cara a su proyección universal, católica.



              Escuela de hoy
En buena parte de nuestro mundo contemporáneo se discute si se ha de dar religión en todos los centros educativos. En otra buena parte las clases que se imparten son de mera información conceptual (con el pretexto de no avasallar las conciencias). Quedan focos sueltos luminosos gracias a un profesorado competente: sabios en término bíblico, de sólida cultura humanística y pedagogía tradicional al día.

                                          Escuela del mañana
 
Ha de volver a la mística de la educación, sacra y profana. Y ha de esforzarse por incorporar y dominar la tecnología novísima que viene poniéndolo todo patas arriba.







"Cada día, más contento de ser quien soy"

Yo he tenido la suerte de ser Camilo José Cela y cada día que pasa estoy más contento de serlo”. Cela estaba encantado de conocerse, de exhibir sus logros y obtener reconocimiento. “Cela es –opinaba Italo Calvino en Tribuna (21-3-94)- de los que quieren que los traten como a Dios padre, se da muchos aires y seguramente fastidiará a todo el mundo”. Manuel Vázquez Montalbán, aduciendo parecidas razones, manifestaba en Interviú, en noviembre del 89: “Prefiero la literatura de Cela a su historia”. Consideraciones peyorativas que muy bien pudieran obedecer a celos entre colegas. Lo cierto es que el propio don Camilo no tenía rubor alguno a la hora de calificarse como escritor: Valgan como muestra estas palabras en Baraja de intenciones: “Me considero el más importante novelista desde el 98 y me espanta considerar lo fácil que me resultó. Pido perdón por no haberlo podido evitar”.



“Un humorista con cara de mala leche”

Así le califica García Marquina. Por su parte, Julio Aguilar comenta:Un hombre que, “como tantos gallegos, ha querido torear la vida con esa punta de ironía, de humorismo, de cintura”, y que “para defender su intimidad se había parapetado habitualmente en el desgarro y el humor”, un personaje que “nunca toma vacaciones de sí mismo y es capaz de lanzar una humorada en los momentos más graves”.
Es el humor signo inequívoco de inteligencia, que nace, entre otras cosas, de la intuición, la fina observación y la capacidad para encontrar analogías y cifrar mensajes indirectos, o para extremar sin herir, llegando, si se tercia, a la caricatura. Como hombre “jovial, ancho de espíritu, despierto y atento a las solicitaciones del mundo” lo recuerda Gómez Valderrama, para quien no puede haber un novelista sin humor, porque carecería de una de las grandes virtudes que le hacen merecer el título de grande”. Consideración en la que abunda Zamora Vicente: “Cela sabe encontrar el ángulo risible de las cosas, las personas y los sucedidos, y bajo una capa de burla, redimirlos con una exhibición de sana ternura”.

La excentricidad y el histrionismo tienen bastante que ver con el humor, la ironía y el sarcasmo. “Camilo José Cela –comenta García Marquina- vivió literariamente y por eso se convirtió en un personaje excéntrico y curioso”. Y en esta línea refiere el comentario que se corrió entre las gentes del pueblo de que Cela pasaba hambre, al verle andar con un saco a la caza de gatos. Lo cierto es que no era su propósito cocinarlos, sino introducirlos a la noche por la ventana en casa de Ruiz Iriarte y esperar acontecimientos. Una forma de diversión un tanto rocambolesca y de dudoso mal gusto, pero ciertamente original. Como la noche en la que, a la salida de un restaurante junto a la plaza Gomila, le quitó la gorra a un municipal y se la caló, argumentando que las gorras de los agentes son de uso público y como tal pueden ser utilizadas por cualquier ciudadano. Histrionismo que a decir de algunos no era sino un disfraz tras el que ocultar su intimidad. Dotes de actor no le faltaban –llegó a ponerlas de manifiesto en su cameo en La Colmena dirigida por Camus-. Su voz tonante y su falta de ‘respeto humano’ contribuían a ello y facilitaban su empatía con quienes escuchaban sus expresiones ocurrentes, provocadoras o sarcásticas, o presenciaban las manifestaciones, no siempre del todo espontáneas, que él gustaba de convertir de alguna forma en espectáculo. Sus extravagancias se convertían en eficaz promoción.


El ingenio, el talento de los listos sin talento”

Esta afirmación que Cela hace en Los sueños vagos no pasa de ser un curioso juego de palabras. Estamos convencidos de que esta no figuraba entre sus convicciones. Muy al contrario. Ingenio es sinónimo de creatividad. Y él, que denostaba al escritor que se tenía por ingenioso, no se consideraba en absoluto escaso de talento y buscaba permanentemente crear nuevas formas, nuevas estructuras. Su ingenio iba más allá del que es concedido al común de los mortales; era verdadera genialidad y llegaba a donde muy pocos son capaces de llegar. Sus reacciones, originales e inesperadas, resultaban sorprendentes. Recuérdese, por ejemplo, la respuesta al Presidente del Senado ante la advertencia por parecer dormido; a ingeniosa distinción sobre la diferencia de uso del participio y el gerundio es de sobra conocida.

No siempre el genio resulta además polifacético. Cela lo fue. Tocó muchos palos, y generalmente con acierto. Fue, además de consumado y reconocido novelista, buen poeta, cuentista, lexicógrafo, historiador, ensayista, crítico, cronista… además de ensayar otros campos como el de la pintura o el teatro, hacer sus pinitos de torero, o disfrutar como viajero y dejarnos espléndidos relatos de viajes. Gustaba de la aventura y el riesgo, y no desaprovechaba ocasión: volar en globo o en parapente con casi ochenta años de edad y calificar la experiencia de un “modesto vuelo en paracaídas” habla por sí solo de quién era este hombre visceral, a quien García Marquina atribuye “alma de tango: violento, literario y sentimental, con la popularidad del pasodoble y la reciedumbre sexual y patriótica de la jota”.


“El que resiste, gana”

Este es el lema que Cela tenía por bandera y que estamos convencidos que le hubiera gustado que figurara en su tumba como epitafio. En El juego de los tres madroños deja bien claro que prefería la acción a la contemplación y que él no había nacido para ser mero espectador. “Pronto supe –comenta García de la Concha- que Camilo José no deja pasar por alto nada de lo que palpita como vida”. En efecto, se trataba de un hombre vitalista, para quien toda experiencia resultaba aprovechable. “Tengo espíritu de chamarilero y no tiro un solo papel (ni una sola sensación, ni una experiencia) jamás a la basura”, leemos en Del Miño al Bidasoa. Toda sus experiencias vitales –y fueron muchas y muy intensas-, las revivió en su obra literaria. Puede decirse que de este modo consiguió vivir no una sino varias vidas. Exigente consigo mismo y con los demás, no soportaba al zángano o al incompetente. Estaba convencido de que llegan más lejos la voluntad y el esfuerzo que la capacidad. “Tengo la teoría –aseguraba- de que en España, y en todo el mundo, el que resiste gana, y hasta ahora esta teoría se viene demostrando que es verdadera”. Más que la intuición importan la tenacidad, el esfuerzo sostenido. Entendía el trabajo como una vocación de servicio. De “trabajador encarnizado” lo califica quien fuera secretario suyo en Mallorca, Juan Benito Argüelles. Y Darío Villanueva, experto conocedor de su persona y de su obra, lo considera “la persona con mayor capacidad de exigir a sí mismo y a los demás”.

La inspiración no existe. La inspiración es un subterfugio de zánganos” –decía don Camilo-. “Lo único que hay es que trabajar todos los días”. Y recordaba la respuesta de Baudelaire a la señora que le preguntó: ¿Qué es la inspiración?: “Señora, la inspiración es trabajar todos los días”
 
Trabajo infatigable y metódico, no exento de esfuerzo y sacrificio. “Yo escribo con mucha dificultad –aseguraba- y con mucho esfuerzo, con mucho trabajo”. Y añadía una simpática anécdota. “Me dijo un día una de esas personas que lo saben todo: -Escribe usted como quien mea. -No, le contesté, salvo que el que mea sea prostático. Porque a mí me cuesta un trabajo horrible”43. Se cuenta que en diciembre de 1947, teniendo que completar una entrega sobre viajes para la Revista de Occidente, lo hacía con tal intensidad que hubo de meter de vez en cuando la mano en agua para aliviarla, como si de la de un pelotari se tratara.

El triunfo le llegó, pero no de forma gratuita. “Triunfar no es arte demasiado difícil –animaba en El Pimpampum, de El juego de los tres madroños-; a poco que se tengan unas condiciones mínimas, se triunfa si se trabaja con ahínco y buen ánimo. Lo difícil es mantenerse”. “Con frecuencia –leemos en Memorias, entendimientos y voluntades- pude hacer más veces lo que quise que lo que me dejaban hacer: todo es cuestión de aferrarse a una idea o un sentimiento y no cejar ni un solo instante en el firme propósito de no abrir la mano jamás”.

Planificación, trabajo sistemático, estratégicamente diseñado y desarrollado con tenacidad, hasta conseguir el resultado apetecido. Esas fueron las claves del éxito de don Camilo. “Ni el menor resquicio a la inspiración ni a la improvisación, esas dos nociones que desprecio” –censura en su Elogio de la fábula.

Con evidente ironía, comenta en Desde el palomar de Hita, un artículo publicado en ‘El Independiente’, en marzo del 89: “La gran equivocación que cometí en mi vida fue la de trabajar sin darme un punto de descanso en un país como el nuestro en que se fomenta la holganza”.

Otros defectos podrán imputar a Cela sus detractores, pero nadie podrá dejar de reconocer su enorme capacidad de trabajo. Recuerda Iam Gibson, en Cela, el hombre que quiso ganar, el 15 de abril de 2003, que tres días antes de su muerte, aquejado de grave insuficiencia cardiopulmonar e ingresado en la clínica Cemtro de Madrid, encontró las energías suficientes para escribir un artículo para ABC dedicado a su amigo José María Sánchez Silva, recientemente fallecido.

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro, doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela




¿QUÉ DECIR DEL DIOS AMOR DE LOS 6 MILAGROS?

De la creación a la resurrección
Estos dos acontecimientos se deben únicamente a la intervención de Dios. En el primer acontecimiento solamente existía Dios. En el segundo acontecimiento solamente podía intervenir Dios como Sujeto activo: en el caso de la resurrección de Jesús, el muerto y sepultado Jesús fue resucitado por Dios antes de la muerte absoluta de su cuerpo; en el caso de la resurrección universal de los muertos, nosotros seremos resucitados por Dios desde la muerte absoluta de nuestros cuerpos. Se trata, por tanto, de dos auténticos milagros, cuya Autoría corresponde única y exclusivamente a Dios.

En cuanto a la categoría de esos dos milagros, hay que reconocer —en una línea de continuidad— la superioridad del milagro de la resurrección respecto del milagro de la creación “ex nihilo”.

Fijémonos, en primer lugar, en la creatura hecha a imagen y semejanza del Creador: el ser humano. El resultado de la acción creadora de Dios es el ser humano creado inteligente y libre en relación histórica con la naturaleza y con los otros humanos, dotado en estas condiciones con una vida mortal.

Si ahora nos fijamos en el único ser humano ya resucitado, Jesús de Nazaret, fundamento y modelo de los que seremos resucitados: el resultado de la acción resucitadora de Dios es el Hombre Nuevo, caracterizado por una transformación metahistórica en su cuerpo y en su alma, el Hombre de vida inmortal, en relación filial con Dios, en relación fraterna con los que serán resucitados, y señor y poeta en relación con el universo.

Es curioso observar el salto cualitativo que da el ser humano creado y el ser humano resucitado en su relación consigo mismo, con Dios, con sus semejantes y con el universo. ¿A qué se debe tamaña diferencia cualitativa? Pienso que la respuesta es unánime en todo el NT, en toda la tradición y en todo el magisterio de la Iglesia: se debe a la mediación de Jesucristo. Las discrepancias surgen en cuanto a la manera de entender esa mediación.

De la creación a la resurrección pasando por la encarnación y la historia de Jesucristo
Hay una interpretación, que arranca de Pablo, en la cual el pecado tiñe la historia del propio pueblo judío y de toda la humanidad (“Tanto judíos como griegos están todos bajo el pecado”, Rom 3,10). Esta visión predominantemente pecadora (=hamartiológica) de la historia ha alcanzado a la motivación misma de la encarnación del Hijo unigénito, llegándose a afirmar que si no hubiesen pecado los progenitores de la especie humana, Adán y Eva, no habría habido encarnación del Hijo del Padre. Oigamos las propias palabras de Tomás de Aquino:
Y como en todos los lugares de esta [Sagrada Escritura] se asigna como razón de la encarnación el pecado del primer hombre, es mejor decir que la encarnación ha sido ordenada por Dios para remedio del pecado, de tal manera que, sin pecado del que redimir, la encarnación no habría tenido lugar” (Suma Teológica, IIIª, c. 1, a. 3).

La liturgia exclama en esa misma línea redentora en el solemne pregón de la Vigilia Pascual:
Oh feliz culpa, que mereció tal y tan grande Redentor”.
Nuestra interpretación se basa en el Dios Amor que con libertad incondicional creó el universo y que llevado por su Amor libérrimo se hizo hombre en la Persona de su Hijo. ¿Cuál es el motivo de la encarnación y de la historia del Hijo? Si el motivo de la creación fue hacer al ser humano a imagen y semejanza del Creador dotándole de inteligencia, de voluntad y de libertad para amar egoísta o solidariamente a sus semejantes, el motivo de la encarnación del Hijo y de su andadura histórica fue hacernos hijos de Dios en su Hijo y mostrarnos en la vida y muerte de Jesucristo cómo deben vivir en esta vida los auténticos hijos de Dios.

El motivo que acabo de señalar (hacernos hijos en el Hijo y testimoniarnos cómo viven y mueren los verdaderos hijos de Dios) hizo “necesarias” la encarnación y la posterior vida humana del Hijo unigénito, de modo que si no hubiesen pecado los considerados “padres de la humanidad” y si no hubiesen perdido, según el concilio de Trento, el estado de “justicia original” ni los dones preternaturales, aun así el Hijo de Dios se habría hecho hombre…

Esta “necesidad” de la encarnación y de la vida histórica del Hijo del Padre para que los humanos lleguemos a ser y a vivir como hijos auténticos de Dios nos lleva a entender el pecado original de nuestros protoparentes de la siguiente manera: Adán y Eva eran incapaces personalmente —y con ellos la humanidad descendiente de ellos— de ser hijos de Dios y de comportarse como tales. Así se explicaría que el pecado original es contraído por sus descendientes por vía generativa. En este sentido decimos que el ser humano al ser concebido como nuevo miembro de la especie humana nace en “pecado original”, que no es un pecado personal, sino un pecado “contraído” por engendramiento humano. Se trata de una incapacidad congénita de todo el que nace hombre=”homo” para ser y vivir como hijos de Dios.

El envío del Espíritu Santo que ama también altruistamente
En los Evangelios, sobre todo en el evangelio de Juan, Jesús repite hasta la saciedad que él es el Enviado del Padre a hacerse hombre y el Enviado del Padre para revelarnos, mediante la palabra y su manera de vivir con los seres humanos, y preferentemente con los infravalorados y maltratados por la sociedad judía, el amor apasionado e incondicional del Dios del reino para con ellos. El sorprendente acontecimiento de la resucitación de Jesús llevada a cabo por Dios Padre, en el Espíritu Santo, era la respuesta aclaratoria y compensatoria al amor altruista desplegado por el Hijo humanado en su vida y en su muerte de cruz, juzgado de modo diverso y hasta contrario por sus propios discípulos y por las autoridades judías.
Pues bien, el envío del Espíritu Santo por parte del Padre resucitador y del Hijo resucitado a nuestras vidas tiene el mismo alcance de Amor divino que el envío del Hijo a nacer de mujer y a vivir humanamente como el Hijo auténtico del Padre. La única —¡la única!— diferencia está en que Jesucristo respondió personalmente con el amor altruista del Hijo, mientras que el Espíritu Santo tiene que interactuar su amor altruista con nuestra libertad tentada a lanzarse en mil direcciones… En términos de presencia activa, decimos de la Persona del Hijo que se hizo un hombre concreto, Jesús de Nazaret, al paso que algunos teólogos, como H. Mühlen (El Espíritu Santo en la Iglesia, Secretariado Trinitario, 1974, passim) definen al Espíritu Santo como una Persona que se hace presente en “muchas personas”. Desde luego, por lo que respecta al Espíritu Santo, podemos asegurar que el Espíritu Santo realiza su función santificadora o divinizadora con un amor altruista pleno…


Y nuestra futura resurrección de la muerte
Que Jesús haya sido resucitado por Dios Padre y que esa resurrección haya sido una transformación gloriosa en cuerpo y alma antes de que el cuerpo muerto del Crucificado empezara a corromperse, tiene su justificación en el amor libre de egoísmo y volcado a favor de los demás que Jesús tuvo en toda se existencia humana, porque esa manera de amar es la propia de las Personas divinas, de las que actúan así, ya sea en su acción creadora, ya sea en su encarnación y vida humanas, ya sea en su misión santificadora o divinizadora.

Nosotros, como Pablo, creemos en la resurrección de la muerte porque esa victoria sobre la muerte es una realidad ya acontecida en Jesús: “Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó… ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que murieron” (1Cor 15,13.20).

La resurrección nuestra no puede ser igual que la de Jesucristo, porque nosotros no somos el Hijo unigénito del Padre y no lo somos porque no amamos como el Hijo de Dios cuando se hizo uno de nosotros.

Que nosotros seremos resucitados por Dios Padre, a imagen y semejanza de Jesús de Nazaret, es la última acción salvadora que realizará Dios movido por su amor altruista para con los seres humanos.

La historia de la salvación vista desde el Dios Amor
Los 6 milagros que hemos expuesto ponen de manifiesto que el Dios Amor es el Protagonista de la historia de la humanidad en su origen, desarrollo y culminación. El pecado de los seres humanos a lo largo de la historia no ha logrado cambiar un ápice el plan beneficioso de Dios para con la humanidad. Contrasta la obsesión del AT, y también la de Pablo del NT, por la pecaminosidad de los hombres y por la exigencia de expiar ante Dios por los pecados cometidos… con la oferta de perdón, de gracia, de solo salvación que el Jesús de los Evangelios proclama en su predicación del reino de Dios.

Si se quiere comprobar el Protagonismo de Dios en la interacción Dios-hombre que tiene lugar en las coordenadas espacio-temporales de la historia humana, debemos fijarnos ante todo en la encarnación inicial y en la continuidad existencial del Hijo humanado, Jesucristo. El excepcional amor altruista mostrado por el Hijo en su encarnación, vida y muerte en cruz resultó ser infinitamente más agradable al Padre y al Espíritu Santo que el desagrado causado por todos los pecados cometidos desde Adán hasta el fin de los tiempos.

Con los 6 milagros que hemos reseñado en los artículos de este curso 2017-2018 (el milagro de la creación “ex nihilo”; el milagro de la encarnación del Hijo unigénito del Padre; el milagro de la vida pública y de la muerte del Hijo humanado del Padre; el milagro de la resucitación de Jesús de entre los muertos; el milagro del envío del Espíritu vivificador a la historia presente; y el milagro de la resurrección universal de los muertos), hemos podido comprobar que el atributo del Amor altruista de Dios es el atributo que mueve y ha hecho posible la historia de la salvación. El Amor no solo, como escribió Dante, “mueve el sol y las demás estrellas”, sino que es también el que mueve al mismo Dios en su abrirse a nosotros y llamarnos a participar de su Vida y Felicidad.

Bajo la perspectiva de los atributos que emanan de la visión de la naturaleza divina como la del Ser autosuficiente y supremo (omnipotencia, omnisciencia, inmutabilidad, impasibilidad, inmortalidad…), iría contra toda la lógica divina y humana que se hubiera producido, por ejemplo, la creación “ex nihilo” para solamente el bien de la humanidad, o la encarnación humana de Dios, y en especial su sometimiento al sufrimiento causado por seres contingentes como nosotros…:
Con relación a todos los atributos divinos… puede constatarse… un contraste entre la clásica idea griega de Dios y el testimonio de la Biblia. En la cristología tenían que agudizarse todas estas cuestiones, en el sentido de que en un único Jesucristo aparecían unidas las más flagrantes antítesis de la filosofía griega: carnal-espiritual, visible-invisible, nacido-no creado, perecedero-imperecedero, finito-infinito, etc. Pero en ninguna de las antítesis se observa un dramatismo tan grave como en la que resulta de la pareja conceptual , presentada tan plásticamente por los Evangelios” (Hans KÜNG, La encarnación de Dios, Herder, 1974, p. 681).

Cuando nosotros, seres limitados en el amar más que en el saber y en el poder, amamos de verdad a una persona se lo demostramos con acciones que le beneficien a ella. Si nos creemos que el atributo distintivo de Dios es el del Amor altruista, solo entonces encontraremos que tienen sentido —el sentido del Amor loco de Dios para con nosotros— los 6 misterios de la historia de la salvación llevados a cabo por la Santa Trinidad. 

EDUARDO MALVIDO 
Maestro, teólogo y catequista
 
 
palabras ESPAÑA y PATRIA


La palabra España (y con la palabra, la realidad que nombra) no se la llevó Franco consigo al bajar a la tumba, donde hubiera de quedar enterrada ya para siempre junto a la palabra Patria, con mayúscula.
No parece en nuestros tiempos sino que Franco creó estas dos palabras, las puso en pie y que ni se hayan pronunciado antes que él las afirmara y llevase en triunfo frente al Comunismo. Este se ya se nos había echado al cuello en los años 30 del siglo pasado para hacernos satélites y primer ensayo ejemplar de las repúblicas populares iniciadas tras la victoria aliada de la III GM.
Muchos de mi generación y desde luego yo hemos pronunciado la palabra España como condensación de una herencia de valor histórico, que venerábamos como permanente. Como supimos la proyectamos hacia un futuro de esplendores intelectuales y morales, al servicio de la Humanidad, “unidad de destino en lo universal”, como con frase feliz se decía en nuestra juventud.
Aunque mi ideal personal de organización política sea para mi Patria el de una república social de inspiración católica, me duele que en esta Democracia “que nos hemos dado” se silbe al Rey de España y al himno de mi Patria, porque estorban a quienes hablan la lengua española las dos palabras, España y Patria. Y me duele –dolor unamuniano- que no se responda a estas ofensas con la contundencia que se gastarían nuestros mayores. Coloco entre nuestros mayores a los RR. CC., a nuestros paisanos de a pie de la Guerra de la Independencia y a los voluntarios de la llamada Guerra Civil del 1936-1939, de los que no quiero excluir por respeto a la verdad, a quienes militaron con personal buena fe en las trincheras de la II República.
En mis suplicas por España al Altísimo pronuncio con el ángel de las Españas estas dos palabras sagradas de España y de la Patria y pido la bendición del Cielo para el azul de su mar que nos llevó a América, el cielo claro que quisimos mantener sobre Europa y la tierra sagrada que merece su historia.
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional


 

LA 

VIRGEN 

DEL ACUEDUCTO


La Virgen del Acueducto
está tocada del pie
y los bomberos se afanan
en remendarla. ¡Qué bien
que la Virgen se mantenga
en su propio peroné,
esculpido siglos ha
pisándole a Lucifer,
el que dicen que una noche
y antes del amanecer,
le disputó el trono pétreo
cual serpiente cascabel.

Pero el que hizo el Acueducto
fue Trajano, en Roma Rey
procedente de la Hispania
que se le demostró fiel.
Bromas aparte, lectores,
que la Virgen que adoré
quede a salvo de granizos,
vientos, nieves, hielos, hiel…
es una grata noticia
para el paisano de a pie.


Memorábile espectáculo
y de grande esplendidez
el que ofrece al paseante
chino, inglés o japonés
la asunta al cielo de Dios
por ser ella la que es:
una doncella no herida
por la espada de José,
ya que un ángel la empreñó
como a un cristal a través. 
 
¡Viva la Virgen María.
A ella mi honra y mi prez!
          LAS MENINAS EN LA CALLE

Por las calles de Madrid
se reparten las Meninas
de Velázquez, adalid 
de la Corte filipina. 
¡Qué bonitas aparecen,
cómo lucen la basquiña
y cuántos “gatos” y “gatas”
las miran y las remiran! 
 Da gusto seguir con ellos
parándose en las esquinas,
siendo un paseante honrado
de la viva Monarquía. 
La ciudad es más amable,
los árboles se perfilan,
pican el suelo las aves
y el sol brilla que te brilla. 
Primavera se encampan
en las ventanas floridas
y Madrid muestra ser Corte
de geranios y pamplinas. 
(Madrid —pueblo de Segovia
por la emigración jodía—
que siempre te vea así,
recubierto de Meninas… 
Y que el transeúnte absorto,
a la espalda la mochila,
te recorra parte a parte,
pero sin prisas, sin prisas).
 











De mujeres

  • De la mía sé decir que voy descubriendo en ella su fondo secreto de arqueóloga, pues que la voy interesando más a medida que con los años voy entrando en la Prehistoria.
  • No seas celoso. ¿Dónde va a encontrar tu pareja mejor marido que el que tiene en ti?
  • Las mujeres viven más que los hombres, porque si se jubilan, se jubilan solo laboralmente. De lo demás no las jubila nadie. Y como quiera que jubilarse es contra natura, ellas, las viudas.

  • ¿Quiénes tiran más de las abuelas, los nietos o los sobrinos nietos?
  • ¡Maridos, desengañaos! No hay manera de mentir a una mujer. A las mujeres sólo las engañan las serpientes y solamente las del Paraíso bíblico.
  • Al cabo de los años aprendes a rechazar los pensamientos que no quieres que sepa tu mujer. Sabes que te adivina lo que piensas y por ello te apresuras a interrumpir sin acabarlo el pensamiento iniciado que deseas que quede oculto.

  • Los mariposones y mariposonas de ahora me caso, ahora me divorcio y me vuelvo a casar son masoquistas, les encanta lo que el matrimonio tiene de reiterado tormento y de tropiezo en la misma piedra. ¡Pobres!
  • El barón Eugenio Espinosa de los Monteros: Por favor, a las mujeres dádmelas despedidas.
  • No dejes a tu mujer por otra, te lo aconseja el refranero: El que se divorcia y se vuelve a casar, algo le debe al diablo, que se lo quiere cobrar. 
     
  • A pesar de los pesares, ni en los peores momentos, ninguno de nosotros pensó en serio en volverse a la soltería.

CUR














ACTIVIDADES MOTRICES

      La actividad, en general, es la capacidad de obrar; es el conjunto de operaciones o tareas propias de una persona. Las conductas motrices se plasman a través de unas actividades motrices, intencionales o voluntarias; movimientos desarrollados en los ámbitos: lúdico-recreativos y laboral o utilitario.

A partir de esta afirmación nos hacemos la siguiente pregunta: ¿el movimiento es heredado o aprendido?
Existen unas características comunes de movimiento en todos los hombres, sin distinción de razas, zonas geográficas o momento histórico; movimientos inducidos por la estructura corporal del ser humano y por la herencia filogenética –de la especie– como son: la estructura óseo, las articulaciones, los músculos y ligamentos, etc. que establecen unos modelos de movimiento denominados patrones motores.
Unos determinados patrones motores básicos,
considerados habilidades motrices básicas, los ejecuta el hombre como consecuencia de su propio desarrollo ontogenético –de cada individuo–, en los que también influye la herencia filogenética. Otros patrones de movimiento, específicos, son fruto del aprendizaje.

Las habilidades motrices básicas no precisan un aprendizaje previo (Sánchez Bañuelos, 1987). Son de dos clases: a, movimientos de domino del propio cuerpo, como los desplazamientos, los saltos y los giros; b, movimientos de manejo de objetos, como son los lanzamientos y las recepciones.
Otros patrones son fruto de aprendizajes previos, motivados por una necesidad de eficiencia biomecánica, para que el individuo pueda repetir el movimiento todas las veces que sean necesarias, y en todas las ocasiones requeridas. Los movimientos de esta índole se denominan técnicas. Son habilidades motrices específicas.
 

Unos determinados movimientos o patrones motores sencillos pueden desembocar en otros más complejos como una manera de transición, que impliquen mayor dominio corporal, estableciendo una jerarquía de movimientos. Se obtienen así, unos patrones específicos de movimientos más complejos.
Estos patrones de movimiento pueden darse en diferentes ámbitos, como puede ser el utilitario, el laborar, el artístico o el deportivo.

A partir de lo expuesto surge un interrogante: ¿qué diferencia existe entre actividad motriz y ejercicio físico? Lo aclararemos en el siguiente tema.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo

117 AFDA

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