Mayo,
2018
ÍNDICE
PRINCIPAL
Pregón:
Intuir.
Personaje
bíblico del mes:
El profea Daniel. Zereutes
Escuela
de ayer, de hoy y de mañana:
Mística personal.
CUR
Centenario
de Cela: Semblanza
de Don Camilo (III). Á.
Hdez.
Alta
política con estilo:
Palabras España y Patria.
R. Duque de Aza
Soneto
del sentimiento: Ciudadanos
del mundo.
Á.H.
Rincón
de Apuleyo:
La Virgen del Acueducto. Las meninas en la calle.
Afderías:
De
mujeres.
CUR
Educación
física:
Actividades motrices. F.
Sáez
INTUIR
Como
en tantos frentes de la vida, un peligro que destroza la educación
es la superficialidad. A la educación la mina, de siempre, el no
entrar en el fondo de las realidades.
Es
muy frecuente dentro de la Escuela la superficial actitud defensiva
del alumno. Su aplicación por salvar las amarguras de los estudios y
lograr el pase a etapas sucesivas hasta coronar sus trabajos con la
formalidad de un título, llave de alguna posible puerta del futuro.
A
la Escuela la mermará siempre la
falta la morosidad y de detenimiento en las materias que imparte.
Su estudio sin entusiasmo. Su mero arañar, sin adentrarse en la
entraña de la realidades, objeto último de lo que habrían de ser
los afanes de todo estudiante -estudio=afán-: filosóficas,
históricas, matemáticas, naturales…
La
educación con frecuencia se reduce a suscitar el efímero entusiasmo
que generan los conceptos y las palabras que los nombran, que, sin
duda, algún entusiasmo rezuman. Pero que no basta.
A
la Escuela le amenaza siempre la tentación de entregar solamente las
meras palabras que nombran las realidades y el hecho de detenerse en
los conceptos, terminación límite intelectual de las cosas que
nombra. Con unas y otros el alumno se defiende ante los exámenes,
poco más. Lo propio de la Escuela es que, sin dejar de ser un
manantial de palabras y de conceptos nuevos, sea, sobre todo, un
volcán de intuiciones,
las
únicas que pueden entregar al alumno la entraña de las realidades.
Para
ello es preciso que, además de palabras y de conceptos, el aprendiz
salte a la entraña de la realidad -intuya-
con sus cinco sentidos,
con su entendimiento y, sin falta, con el yo profundo -centro del
alma, decían los místicos- cuanto ha de ser el objeto de sus afanes
o estudios.
Escuela
que no borbollea intuiciones, no merece llamarse Escuela, por más
que sea una provechosa oficina de títulos y de superficies, al fin,
meros barnices de la cultura y espejismos de la auténtica ciencia y
de la cultura.
El
profeta Daniel
Se
pronuncia la palabra Daniel, precedida de su vocación de profeta, y
a la imaginación de todo europeo medio culto salta rápida la imagen
del profeta encerrado en un foso y rodeado de leones. Así lo pinta
Briton Rivière, a finales del siglo XIX y así lo pintó el barroco
Pedro Pablo Rubens en el XVII. Le rodean hambrientas las fieras, pero
ni le molestan. En la Capilla Sixtina Miguel Ángel lo representa
como un joven estudioso aplicado a cotejar testimonios escritos.
Quienes
en la infancia tuvimos la fortuna de tener clases de Historia
Sagrada, Antiguo Testamento, no olvidamos el festín del rey
Baltasar. Cena el monarca a lo grande con sus nobles y tiene la
osadía de beber en los mismos vasos sagrados arrebatados al Templo
de Jerusalén, los profana. De repente, una misteriosa mano escribe a
fuego sobre uno de los muros de la estancia en arameo tres palabras
que aterrorizan y nadie sabe descifrar: Mane,
Tecel, Fares. El
bullicio del festín lo frena en seco el estupor que acaba de
estallar en medio de la fiesta con un silencio de sepulcro. Abrimos
nosotros los ojos al oír al profesor y hasta nos parece estar
leyendo en la pared de la clase “Contado,
pesado, dividido”,
traducción de tres palabras arameas. La reina manda venir a Daniel y
el profeta las descifra lentamente y anuncia la caída inminente de
Babilonia a mano de los persas.
Aquella
misma noche murió asesinado el rey Baltasar.
Más
adelante en los estudios, volvimos con el siglo de Oro al relato de
la fastuosa clase de la mano maestra de Lope de Vega, de Tirso de
Molina y de Calderón de la Barca. Otro festín, esta vez, sagrado y
literario.
Zereutes
Ancien
élève de Évode Beaucamp
Contado, pesado, dividido
Mane
(Dios ha contado los días de tu reino y ha señalado su fin). Tecel
(has sido colocado en la balanza y te han encontrado falto), y Fares
(será dividido tu reino). Aquella misma noche fue asesinado Baltasar
y Darío el Medo se apoderó del trono.
Mística
personal
Escuela
de ayer
La
mejor escuela cultivaba la religión como vivencia mística personal,
íntima y, de cara a su proyección universal, católica.
Escuela
de hoy
En
buena parte de nuestro mundo contemporáneo se discute si se ha de
dar religión en todos los centros educativos. En otra buena parte
las clases que se imparten son de mera información conceptual (con
el pretexto de no avasallar las conciencias). Quedan focos sueltos
luminosos gracias a un profesorado competente: sabios en término
bíblico, de sólida cultura humanística y pedagogía tradicional al
día.
Escuela
del mañana
Ha
de volver a la mística de la educación, sacra y profana. Y ha de
esforzarse por incorporar y dominar la tecnología novísima que
viene poniéndolo todo patas arriba.
"Cada día, más
contento de ser quien soy"
“Yo he tenido la suerte de
ser Camilo José Cela y cada día que pasa estoy más contento de
serlo”. Cela estaba encantado de conocerse, de exhibir sus logros y
obtener reconocimiento. “Cela es –opinaba Italo Calvino en
Tribuna (21-3-94)-
de los que quieren que los traten como a Dios padre, se da muchos
aires y seguramente fastidiará a todo el mundo”. Manuel Vázquez
Montalbán, aduciendo parecidas razones, manifestaba en Interviú,
en noviembre del 89: “Prefiero la literatura de Cela a su
historia”. Consideraciones peyorativas que muy bien pudieran
obedecer a celos entre colegas. Lo cierto es que el propio don Camilo
no tenía rubor alguno a la hora de calificarse como escritor: Valgan
como muestra estas palabras en Baraja
de intenciones: “Me
considero el más importante novelista desde el 98 y me espanta
considerar lo fácil que me resultó. Pido perdón por no haberlo
podido evitar”.
“Un humorista con
cara de mala leche”
Es el humor signo inequívoco de inteligencia, que nace, entre otras cosas, de la intuición, la fina observación y la capacidad para encontrar analogías y cifrar mensajes indirectos, o para extremar sin herir, llegando, si se tercia, a la caricatura. Como hombre “jovial, ancho de espíritu, despierto y atento a las solicitaciones del mundo” lo recuerda Gómez Valderrama, para quien no puede haber un novelista sin humor, porque carecería de una de las grandes virtudes que le hacen merecer el título de grande”. Consideración en la que abunda Zamora Vicente: “Cela sabe encontrar el ángulo risible de las cosas, las personas y los sucedidos, y bajo una capa de burla, redimirlos con una exhibición de sana ternura”.
“El
que resiste, gana”
Trabajo infatigable y metódico, no exento de esfuerzo y sacrificio. “Yo escribo con mucha dificultad –aseguraba- y con mucho esfuerzo, con mucho trabajo”. Y añadía una simpática anécdota. “Me dijo un día una de esas personas que lo saben todo: -Escribe usted como quien mea. -No, le contesté, salvo que el que mea sea prostático. Porque a mí me cuesta un trabajo horrible”43. Se cuenta que en diciembre de 1947, teniendo que completar una entrega sobre viajes para la Revista de Occidente, lo hacía con tal intensidad que hubo de meter de vez en cuando la mano en agua para aliviarla, como si de la de un pelotari se tratara.
ÁNGEL
HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro,
doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela
¿QUÉ
DECIR DEL DIOS AMOR DE
LOS 6 MILAGROS?
De
la creación a la resurrección
Estos
dos acontecimientos se deben únicamente a la intervención de Dios.
En el primer acontecimiento solamente existía Dios. En el segundo
acontecimiento solamente podía intervenir Dios como Sujeto activo:
en el caso de la resurrección de Jesús, el muerto y sepultado Jesús
fue resucitado por Dios antes
de la muerte absoluta de su cuerpo; en el caso de la resurrección
universal de los muertos, nosotros seremos resucitados por Dios desde
la muerte absoluta de nuestros cuerpos. Se trata, por tanto, de dos
auténticos milagros, cuya Autoría corresponde única y
exclusivamente a Dios.
En
cuanto a la categoría de esos dos milagros, hay que reconocer —en
una línea de continuidad— la superioridad del milagro de la
resurrección respecto del milagro de la creación “ex nihilo”.
Fijémonos,
en primer lugar, en la creatura hecha a imagen y semejanza del
Creador: el ser humano. El resultado de la acción creadora de Dios
es el ser humano creado inteligente y libre en relación histórica
con la naturaleza y con los otros humanos, dotado en estas
condiciones con una vida mortal.
Si
ahora nos fijamos en el único ser humano ya resucitado, Jesús de
Nazaret, fundamento y modelo de los que seremos resucitados: el
resultado de la acción resucitadora de Dios es el Hombre Nuevo,
caracterizado por una transformación metahistórica en su cuerpo y
en su alma, el Hombre de vida inmortal, en relación filial con Dios,
en relación fraterna con los que serán resucitados, y señor y
poeta en relación con el universo.
Es
curioso observar el salto cualitativo que da el ser humano creado y
el ser humano resucitado en su relación consigo mismo, con Dios, con
sus semejantes y con el universo. ¿A qué se debe tamaña diferencia
cualitativa? Pienso que la respuesta es unánime en todo el NT,
en
toda la tradición y en todo el magisterio de la Iglesia: se debe a
la mediación de Jesucristo. Las discrepancias surgen en cuanto a la
manera de entender esa mediación.
De
la creación a la resurrección pasando por la encarnación y la
historia de Jesucristo
Hay
una interpretación, que arranca de Pablo, en la cual el pecado tiñe
la historia del propio pueblo judío y de toda la humanidad (“Tanto
judíos como griegos están todos bajo el pecado”, Rom 3,10). Esta
visión predominantemente pecadora (=hamartiológica) de la historia
ha alcanzado a la motivación misma de la encarnación del Hijo
unigénito, llegándose a afirmar que si no hubiesen pecado los
progenitores de la especie humana, Adán y Eva, no habría habido
encarnación del Hijo del Padre. Oigamos las propias palabras de
Tomás de Aquino:
Y
como en todos los lugares de esta [Sagrada Escritura] se asigna como
razón de la encarnación el pecado del primer hombre, es mejor decir
que la encarnación ha sido ordenada por Dios para remedio del
pecado, de tal manera que, sin pecado del que redimir, la encarnación
no habría tenido lugar”
(Suma
Teológica,
IIIª, c. 1, a. 3).
La
liturgia exclama en esa misma línea redentora en el solemne pregón
de la Vigilia Pascual:
“Oh
feliz culpa, que mereció tal y tan grande Redentor”.
Nuestra
interpretación se basa en el Dios Amor que con libertad
incondicional creó el universo y que llevado por su Amor libérrimo
se hizo hombre en la Persona de su Hijo. ¿Cuál es el motivo de la
encarnación y de la historia del Hijo? Si el motivo de la creación
fue hacer al ser humano a imagen y semejanza del Creador dotándole
de inteligencia, de voluntad y de libertad para amar egoísta o
solidariamente a sus semejantes, el motivo de la encarnación del
Hijo y de su andadura histórica fue hacernos hijos de Dios en su
Hijo y mostrarnos en la vida y muerte de Jesucristo cómo deben vivir
en esta vida los auténticos hijos de Dios.
El
motivo que acabo de señalar (hacernos hijos en el Hijo y
testimoniarnos cómo viven y mueren los verdaderos hijos de Dios)
hizo “necesarias” la encarnación y la posterior vida humana del
Hijo unigénito, de modo que si no hubiesen pecado los considerados
“padres de la humanidad” y si no hubiesen perdido, según el
concilio de Trento, el estado de “justicia original” ni los dones
preternaturales, aun así el Hijo de Dios se habría hecho hombre…
Esta
“necesidad” de la encarnación y de la vida histórica del Hijo
del Padre para que los humanos lleguemos a ser y a vivir como hijos
auténticos de Dios nos lleva a entender el pecado original de
nuestros protoparentes de la siguiente manera: Adán y Eva eran
incapaces personalmente —y con ellos la humanidad descendiente de
ellos— de ser hijos de Dios y de comportarse como tales. Así se
explicaría que el pecado original es contraído por sus
descendientes por vía generativa. En este sentido decimos que el ser
humano al ser concebido como nuevo miembro de la especie humana nace
en “pecado original”, que no es un pecado personal, sino un
pecado “contraído” por engendramiento humano. Se trata de una
incapacidad congénita de todo el que nace hombre=”homo” para ser
y vivir como hijos de Dios.
El
envío del Espíritu Santo que ama también altruistamente
En
los Evangelios, sobre todo en el evangelio de Juan, Jesús repite
hasta la saciedad que él es el Enviado del Padre a hacerse hombre y
el Enviado del Padre para revelarnos, mediante la palabra y su manera
de vivir con los seres humanos, y preferentemente con los
infravalorados y maltratados por la sociedad judía, el amor
apasionado e incondicional del Dios del reino para con ellos. El
sorprendente acontecimiento de la resucitación de Jesús llevada a
cabo por Dios Padre, en el Espíritu Santo, era la respuesta
aclaratoria y compensatoria al amor altruista desplegado por el Hijo
humanado en su vida y en su muerte de cruz, juzgado de modo diverso y
hasta contrario por sus propios discípulos y por las autoridades
judías.
Pues
bien, el
envío del Espíritu Santo
por parte del Padre resucitador y del Hijo resucitado a nuestras
vidas tiene el mismo alcance de Amor divino que el
envío del Hijo
a nacer de mujer y a vivir humanamente como el Hijo auténtico del
Padre. La única —¡la única!— diferencia está en que
Jesucristo respondió personalmente con el amor altruista del Hijo,
mientras que el Espíritu Santo tiene que interactuar su amor
altruista con nuestra libertad tentada a lanzarse en mil direcciones…
En términos de presencia activa, decimos de la Persona del Hijo que
se hizo un hombre concreto, Jesús de Nazaret, al paso que algunos
teólogos, como H. Mühlen (El
Espíritu Santo en la Iglesia,
Secretariado Trinitario, 1974, passim) definen al Espíritu Santo
como una Persona que se hace presente en “muchas personas”. Desde
luego, por lo que respecta al Espíritu Santo, podemos asegurar que
el Espíritu Santo realiza su función santificadora o divinizadora
con un amor altruista pleno…
Y
nuestra futura resurrección de la muerte
Que
Jesús haya sido resucitado por Dios Padre y que esa resurrección
haya sido una transformación gloriosa en cuerpo y alma antes de que
el cuerpo muerto del Crucificado empezara a corromperse, tiene su
justificación en el amor libre de egoísmo y volcado a favor de los
demás que Jesús tuvo en toda se existencia humana, porque esa
manera de amar es la propia de las Personas divinas, de las que
actúan así, ya sea en su acción creadora, ya sea en su encarnación
y vida humanas, ya sea en su misión santificadora o divinizadora.
Nosotros,
como Pablo, creemos en la resurrección de la muerte porque esa
victoria sobre la muerte es una realidad ya acontecida en Jesús: “Si
no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó…
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los
que murieron” (1Cor 15,13.20).
La
resurrección nuestra no puede ser igual que la de Jesucristo, porque
nosotros no somos el Hijo unigénito del Padre y no lo somos porque
no amamos como el Hijo de Dios cuando se hizo uno de nosotros.
Que
nosotros seremos resucitados por Dios Padre, a imagen y semejanza de
Jesús de Nazaret, es la última acción salvadora que realizará
Dios movido por su amor altruista para con los seres humanos.
La
historia de la salvación vista desde el Dios Amor
Los
6 milagros que hemos expuesto ponen de manifiesto que el Dios Amor es
el Protagonista de la historia de la humanidad en su origen,
desarrollo y culminación. El pecado de los seres humanos a lo largo
de la historia no ha logrado cambiar un ápice el plan beneficioso de
Dios para con la humanidad. Contrasta la obsesión del AT,
y también la de Pablo del NT,
por la pecaminosidad de los hombres y por la exigencia de expiar ante
Dios por los pecados cometidos… con la oferta de perdón, de
gracia, de solo salvación que el Jesús de los Evangelios proclama
en su predicación del reino de Dios.
Si
se quiere comprobar el Protagonismo de Dios en la interacción
Dios-hombre que tiene lugar en las coordenadas espacio-temporales de
la historia humana, debemos fijarnos ante todo en la encarnación
inicial y en la continuidad existencial del Hijo humanado,
Jesucristo. El excepcional amor altruista mostrado por el Hijo en su
encarnación, vida y muerte en cruz resultó ser infinitamente más
agradable al Padre y al Espíritu Santo que el desagrado causado por
todos los pecados cometidos desde Adán hasta el fin de los tiempos.
Con
los 6 milagros que hemos reseñado en los artículos de este curso
2017-2018 (el milagro de la creación “ex nihilo”; el milagro de
la encarnación del Hijo unigénito del Padre; el milagro de la vida
pública y de la muerte del Hijo humanado del Padre; el milagro de la
resucitación de Jesús de entre los muertos; el milagro del envío
del Espíritu vivificador a la historia presente; y el milagro de la
resurrección universal de los muertos), hemos podido comprobar que
el atributo del Amor altruista de Dios es el atributo que mueve y ha
hecho posible la historia de la salvación. El Amor no solo, como
escribió Dante, “mueve el sol y las demás estrellas”, sino que
es también el que mueve al mismo Dios en su abrirse a nosotros y
llamarnos a participar de su Vida y Felicidad.
Bajo
la perspectiva de los atributos que emanan de la visión de la
naturaleza divina como la del Ser autosuficiente y supremo
(omnipotencia, omnisciencia, inmutabilidad, impasibilidad,
inmortalidad…), iría contra toda la lógica divina y humana que se
hubiera producido, por ejemplo, la creación “ex nihilo” para
solamente el bien de la humanidad, o la encarnación humana de Dios,
y en especial su sometimiento al sufrimiento causado por seres
contingentes como nosotros…:
Con
relación a todos los atributos divinos… puede constatarse… un
contraste entre la clásica idea griega de Dios y el testimonio de la
Biblia. En la cristología tenían que agudizarse todas estas
cuestiones, en el sentido de que en un único Jesucristo aparecían
unidas las más flagrantes antítesis de la filosofía griega:
carnal-espiritual, visible-invisible, nacido-no creado,
perecedero-imperecedero, finito-infinito, etc. Pero en ninguna de las
antítesis se observa un dramatismo tan grave como en la que resulta
de la pareja conceptual , presentada tan
plásticamente por los Evangelios” (Hans KÜNG, La
encarnación de Dios,
Herder, 1974, p. 681).
Cuando
nosotros, seres limitados en el amar más que en el saber y en el
poder, amamos de verdad a una persona se lo demostramos con acciones
que le beneficien a ella. Si nos creemos que el atributo distintivo
de Dios es el del Amor altruista, solo entonces encontraremos que
tienen sentido —el sentido del Amor loco de Dios para con nosotros—
los 6 misterios de la historia de la salvación llevados a cabo por
la Santa Trinidad.
EDUARDO MALVIDO
Maestro, teólogo y catequista
palabras
ESPAÑA
y
PATRIA
La
palabra España (y con la palabra, la realidad que nombra) no se la
llevó Franco consigo al bajar a la tumba, donde hubiera de quedar
enterrada ya para siempre junto a la palabra Patria, con mayúscula.
No
parece en nuestros tiempos sino que Franco creó estas dos palabras,
las puso en pie y que ni se hayan pronunciado antes que él las
afirmara y llevase en triunfo frente al Comunismo. Este se ya se nos
había echado al cuello en los años 30 del siglo pasado para
hacernos satélites y primer ensayo ejemplar de las repúblicas
populares iniciadas tras la victoria aliada de la III GM.
Muchos
de mi generación y desde luego yo hemos pronunciado la palabra
España como condensación de una herencia de valor histórico, que
venerábamos como permanente. Como supimos la proyectamos hacia un
futuro de esplendores intelectuales y morales, al servicio de la
Humanidad, “unidad de destino en lo universal”, como con frase
feliz se decía en nuestra juventud.
Aunque
mi ideal personal de organización política sea para mi Patria el de
una república social de inspiración católica, me duele que en esta
Democracia “que nos hemos dado” se silbe al Rey de España y al
himno de mi Patria, porque estorban a quienes hablan la lengua
española las dos palabras, España y Patria. Y me duele –dolor
unamuniano- que no se responda a estas ofensas con la contundencia
que se gastarían nuestros mayores. Coloco entre nuestros mayores a
los RR. CC., a nuestros paisanos de a pie de la Guerra de la
Independencia y a los voluntarios de la llamada Guerra Civil del
1936-1939, de los que no quiero excluir por respeto a la verdad, a
quienes militaron con personal buena fe en las trincheras de la II
República.
En
mis suplicas por España al Altísimo pronuncio con el ángel de las
Españas estas dos palabras sagradas de España y de la Patria y pido la bendición del Cielo para el azul de su mar que nos llevó a
América, el cielo claro que quisimos mantener sobre Europa y la
tierra sagrada que merece su historia.
RAMIRO
DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
LA
VIRGEN
DEL ACUEDUCTO
La
Virgen del Acueducto
está
tocada del pie
y
los bomberos se afanan
en
remendarla. ¡Qué bien
que
la Virgen se mantenga
en
su propio peroné,
esculpido
siglos ha
pisándole
a Lucifer,
el
que dicen que una noche
y
antes del amanecer,
le
disputó el trono pétreo
cual
serpiente cascabel.
Pero
el que hizo el Acueducto
fue
Trajano, en Roma Rey
procedente
de la Hispania
que
se le demostró fiel.
Bromas
aparte, lectores,
que
la Virgen que adoré
quede
a salvo de granizos,
vientos,
nieves, hielos, hiel…
es
una grata noticia
para
el paisano de a pie.
Memorábile
espectáculo
y
de grande esplendidez
el
que ofrece al paseante
chino,
inglés o japonés
la
asunta al cielo de Dios
por
ser ella la que es:
una
doncella no herida
por
la espada de José,
ya
que un ángel la empreñó
como
a un cristal a través.
¡Viva
la Virgen María.
A
ella mi honra y mi prez!
LAS MENINAS EN LA CALLE
Por las calles de Madrid
se reparten las Meninas
de Velázquez, adalid
de la Corte filipina.
¡Qué bonitas aparecen,
cómo lucen la basquiña
y cuántos “gatos” y “gatas”
las miran y las remiran!
Da gusto seguir con ellos
parándose en las esquinas,
siendo un paseante honrado
de la viva Monarquía.
La ciudad es más amable,
los árboles se perfilan,
pican el suelo las aves
y el sol brilla que te brilla.
Primavera se encampan
en las ventanas floridas
y Madrid muestra ser Corte
de geranios y pamplinas.
(Madrid —pueblo de Segovia
por la emigración jodía—
que siempre te vea así,
recubierto de Meninas…
Y que el transeúnte absorto,
a la espalda la mochila,
te recorra parte a parte,
pero sin prisas, sin prisas).
se reparten las Meninas
de Velázquez, adalid
de la Corte filipina.
¡Qué bonitas aparecen,
cómo lucen la basquiña
y cuántos “gatos” y “gatas”
las miran y las remiran!
Da gusto seguir con ellos
parándose en las esquinas,
siendo un paseante honrado
de la viva Monarquía.
La ciudad es más amable,
los árboles se perfilan,
pican el suelo las aves
y el sol brilla que te brilla.
Primavera se encampan
en las ventanas floridas
y Madrid muestra ser Corte
de geranios y pamplinas.
(Madrid —pueblo de Segovia
por la emigración jodía—
que siempre te vea así,
recubierto de Meninas…
Y que el transeúnte absorto,
a la espalda la mochila,
te recorra parte a parte,
pero sin prisas, sin prisas).
De
mujeres
-
De la mía sé decir que voy descubriendo en ella su fondo secreto de arqueóloga, pues que la voy interesando más a medida que con los años voy entrando en la Prehistoria.
-
No seas celoso. ¿Dónde va a encontrar tu pareja mejor marido que el que tiene en ti?
-
Las mujeres viven más que los hombres, porque si se jubilan, se jubilan solo laboralmente. De lo demás no las jubila nadie. Y como quiera que jubilarse es contra natura, ellas, las viudas.
-
¿Quiénes tiran más de las abuelas, los nietos o los sobrinos nietos?
-
¡Maridos, desengañaos! No hay manera de mentir a una mujer. A las mujeres sólo las engañan las serpientes y solamente las del Paraíso bíblico.
-
Al cabo de los años aprendes a rechazar los pensamientos que no quieres que sepa tu mujer. Sabes que te adivina lo que piensas y por ello te apresuras a interrumpir sin acabarlo el pensamiento iniciado que deseas que quede oculto.
-
Los mariposones y mariposonas de ahora me caso, ahora me divorcio y me vuelvo a casar son masoquistas, les encanta lo que el matrimonio tiene de reiterado tormento y de tropiezo en la misma piedra. ¡Pobres!
-
El barón Eugenio Espinosa de los Monteros: Por favor, a las mujeres dádmelas despedidas.
-
No dejes a tu mujer por otra, te lo aconseja el refranero: El que se divorcia y se vuelve a casar, algo le debe al diablo, que se lo quiere cobrar.
-
A pesar de los pesares, ni en los peores momentos, ninguno de nosotros pensó en serio en volverse a la soltería.
La actividad, en general,
es la capacidad de obrar; es el conjunto de operaciones o tareas
propias de una persona. Las conductas motrices se plasman a través
de unas actividades motrices, intencionales o voluntarias;
movimientos desarrollados en los ámbitos: lúdico-recreativos y
laboral o utilitario.
A partir de esta afirmación
nos hacemos la siguiente pregunta: ¿el movimiento es heredado o
aprendido?
Existen unas características
comunes de movimiento en todos los hombres, sin distinción de razas,
zonas geográficas o momento histórico; movimientos inducidos por la
estructura corporal del ser humano y por la herencia filogenética
–de la especie– como son: la estructura óseo, las
articulaciones, los músculos y ligamentos, etc. que establecen unos
modelos de movimiento denominados patrones motores.
Unos determinados patrones
motores básicos,
considerados habilidades motrices básicas,
los ejecuta el hombre como consecuencia de su propio desarrollo
ontogenético –de cada individuo–, en los que también influye la
herencia filogenética. Otros patrones de movimiento, específicos,
son fruto del aprendizaje.
Las habilidades motrices
básicas no precisan un aprendizaje previo (Sánchez Bañuelos,
1987). Son de dos clases: a, movimientos de domino del
propio cuerpo, como los desplazamientos, los saltos y los giros;
b, movimientos de manejo de objetos, como son los
lanzamientos y las recepciones.
Otros patrones son fruto de
aprendizajes previos, motivados por una necesidad de eficiencia
biomecánica, para que el individuo pueda repetir el movimiento todas
las veces que sean necesarias, y en todas las ocasiones requeridas.
Los movimientos de esta índole se denominan técnicas. Son
habilidades motrices específicas.
Unos determinados movimientos
o patrones motores sencillos pueden desembocar en otros más
complejos como una manera de transición, que impliquen mayor dominio
corporal, estableciendo una jerarquía de movimientos. Se
obtienen así, unos patrones específicos de movimientos más
complejos.
Estos patrones de movimiento
pueden darse en diferentes ámbitos, como puede ser el utilitario, el
laborar, el artístico o el deportivo.
A partir de lo expuesto surge
un interrogante: ¿qué diferencia existe entre actividad motriz y
ejercicio físico? Lo aclararemos en el siguiente tema.
Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo