ÍNDICE
PRINCIPAL
Pregón:
En nombre del laicismo, religión a fondo
Traigamos
a los clásicos. El sevillano Mateo Alemán, creador de Guzmanillo. CUR.
Leímos, oímos, vimos: La hora del divino Morales. Andrés Amorós.
Buzón teológico: ¿Cómo creer hoy en el Purgatorio? E. Malvido
Parábola del peregrino: Del adiós del peregrino a sus montañas. CUR
Filosofía de lo sagrado: Geografía de lo sagrado. Los templos. CUR
Afderías: Nuestras fascinantes siglas. RDA-JUY
Nuestros maestros: Nuevo triunfo de Baco. Diego Coca.
Alta política con estilo: Proyección universal. Ramiro.
La razón de la sinrazón. Ángel H.
Rincón de Apuleyo: Canción a la Virgen Niña
Noche de ánimas con don Juan Tenorio en el recuerdo.
Educación física: La gimnasia rítmico-expresiva en la actualidad. F. Sáez
EN NOMBRE DEL LAICISMO, RELIGIÓN Y A FONDO
Entre nosotros hay españoles que no han cursado ni la teoría
del conocimiento del bachillerato internacional (cosa comprensible) ni se han
dejado rozar por la Lógica de Aristóteles en su bachillerato y se proponen
suprimir la religión, su enseñanza y su práctica. La simple sindéresis sin
estudios medios les hubiera bastado. Dicen actuar movidos por el bien de sus
compatriotas y de los inmigrantes que nos lleguen, en aras, desde luego, del
progreso hacia la auténtica realidad de las cosas y de su verdad. Dado que
están persuadidos de que la religión es el
“opio del pueblo” (Marx), su voluntad es suprimirla. Quieren adelantarse a prestar
este servicio a la sociedad y a sus miembros.
Pero no ha de ser esa la razón de su empeño. De serlo, de
estar convencidos de que la religión es opio, lo que habrían de hacer con todo
empeño –si buscan sinceramente la verdad y no es que les mueve el odio- sería llevarla
a la mesa de estudio de operaciones de los sabios y de los estudiantes y,
bistureada a fondo, desenmascarados y desentrañados
sus adentros, mostrarnos luego, con total claridad y rigor científico, que
se reduce a opio. En cuanto personas y sociedad vean que un estudio general,
serio y aunado, exhaustivo y riguroso lo demuestra, la abandonarán, huirán de
ella a poco que se estimen.
Ante esta falta de coherencia –de suprimir en vez de estudiar
y pisar el acelerador en su dirección-, la reacción de quienes sabemos que la persona
humana es un ser religado, que en principio no tiene religión, sino que
consiste en religación (Zubiri), no habría de ser la de una mera actitud
defensiva ante el ataque frontal al hombre y a la sociedad, a quienes se priva de
su mejor y más profunda región ontológica –la dimensión religiosa-, habría de
ser un cerrar filas y hacer que, si preciso fuera, en las catacumbas de los
centros escolares libres, no sólo no se dé religión, sino que se prepare a los
muchachos para que salgan de sus aulas teólogos
de diecisiete años. Lo que no se pueda abarcar en extensión, que se gane en
profundidad, pero una respuesta valiente a la incoherencia laicista habría de
ser la de oleadas de promociones de teólogos de 17-18 años.
Nosotros, maestros, en esta santa cruzada, teólogos de
campaña, volvemos a la retaguardia y a la artillería pesada que aprendimos en
Romano Guardini y nos reafirmamos en lo que desde el Renacimiento consideramos
poderoso y magnífico, para nuestros ojos, los sentidos y el entendimiento, la Naturaleza, pues que en la Naturaleza
hay una profundidad numinosa, es misteriosa, creadora de todo, sagrada, huella
de la Naturaleza-Dios. Nos zambullimos en la Cultura, que garantiza al hombre el sentido de su existencia. Nos
entregamos al estudio de la Historia
y del Arte, al de la Poesía. Naturaleza, Cultura, Historia,
Arte, Ciencia… llevan en sí el carácter misterioso, sagrado, en su comienzo y
en su fin. Pero este es otro tema y muy eficaz, aunque quede para mejor
momento.
·
Los
argumentos de que sin conocimiento del Catolicismo habría que cerrar el Museo
del Prado, olvidar la Historia de España, abandonar a los clásicos de la
Literatura Española, son muy flojos. Hay que tener en cuenta que lo que nuestro
laicismo militante contemporáneo quiere es el borrón y cuenta nueva total que
en la URRS terminó con 40 millones de muertos, millones más de esclavos y el
muro de Berlín y que aquí nos prometen que no será así sino que desembocará en
que “la Tierra será el Paraíso” que anunciaba ya entonces inminente la
Internacional.
EL SEVILLANO MATEO ALEMÁN,
CREADOR DEL GUZMANILLO
Un andaluz con alma
castellana
El padre de Guzmán de Alfarache,
el que lo engendra y echa al mundo desde la amarga imaginación certera de su
pluma bien cortada, es Mateo Alemán. Es un sevillano. Tiene alma castellana. No
es un caso único. En la historia de las Artes y de las Letras se dan casos
parecidos. Así, Velázquez, sevillano, es un pintor tan serio, tan pausado, tan
de pocas palabras que se diría que es castellano. Antonio Machado, nacido
también en Sevilla, por lo profundo, lo
sobrio, lo conciso, podría haber nacido en Soria.
Mateo Alemán como sevillano de
cuerpo y castellano de alma, sabe lo que quiere. Sus ideas son claras. Se
dispara derecho en la dirección que toma. Es coherente. Es idealista. Le reconcome
el alma un amargo pesimismo. Cree y constata que la realidad es más bien osca.
No permite que le alcance la chispeante alegría del Renacimiento en triunfo en
su siglo. En su obra nos dejará su malhumorada interpretación de la vida.
Si a tales datos se añaden las
gotas de sangre judía que circula por sus venas, se conseguirá cerrar, en
cuadratura perfecta, el marco de su personalidad.
De triunfo en triunfo
La época del Emperador lo fue de esplendores
renacentistas, de empresas felices, de anchos horizontes imperiales, de
optimismo y formidables realizaciones. Entonces salió a luz el Lazarillo de Tormes, adelantado del Guzmán
de Alfarache.
La época de nuestro Mateo Alemán
es la del rey Prudente, Felipe II, tiempos austeros, serios, graves. Murió el
monarca y, al año siguiente, en 1599, gemían las imprentas echando al mundo la “Primara parte del pícaro Guzmán de
Alfarache”. El éxito de la publicación fue enorme. Ya el primer año hubo
que hacer dos ediciones nuevas. Actualmente tenemos noticia de 26 entre 1599 y
1605. Sin duda hubo alguna más.
La novela se devoraba. Las gentes
curiosamente la llamaban a secas, “El Pícaro”. La verdad es que ya no se
produciría nada mejor en este género y el Guzmanillo quedaría como prototipo
del pícaro, el pícaro por antonomasia. El Lazarillo no había llegado tan lejos.
La picaresca que vino detrás no alcanzaría su talla literaria.
Y de sobresalto en sobresalto
Mateo Alemán estudia medicina.
Nos consta que se matricula en la Universidad Complutense, en Alcalá de
Henares, de los dos últimos años de la carrera. ¿Le quedó alguna asignatura
pendiente? No lo sabemos. El hecho es que no ejercerá nunca.
Repetidas veces es encarcelado
por deudas que no puede pagar. En uno de esos aprietos económicos se libra de
la cárcel, pero se encuentra casado en contra de sus gustos.
Entre unas y otras cosas, se pasa
casi veinte años haciendo de contador de resultas de la Contaduría Mayor de
Cuentas de Su Majestad el rey Felipe II.
Intenta repetidas veces pasar a
la fabulosa América Española. No lo consigue. Tiene antepasados judíos. En
aquellos tiempos se exigía “limpieza de sangre” para pasar a América. Conseguirá
ocultar su condición judía a fuerza de engaños, trampas y dineros.
Al alejarse de España deja para
siempre a dos buenos amigos en la Península, Vicente Espinel y Lope de Vega. En
la flota en la que embarca rumbo a Méjico van el corcovado Juan Ruiz de Alarcón
y un arzobispo del que se hace amigo. Escribirá su vida: “Sucesos de don fray García Guerra, arzobispo de Méjico”.
En Méjico muere en 1614.
CUR
Maestro. Profesor de
Lengua y Literatura
Emérito UCJC
En buena didáctica
A los alumnos que estudian Literatura les interesarán
las mil peripecias, aventuras y desventuras del Guzmanillo de Mateo Alemán. Son
su periferia. El alumno aún no formado es periférico.
Pero, lo que más les va a importar, en cuanto con el
profesor se metan en su encanto, es que se les muestre el protagonista como de
verdad es e igualmente quienes le rodean, de manera que les lleguen a ser
familiares sus modos de ser y de comportarse, el ambiente y el espacio humano
en el que se mueven.
Les deleitará ver a los personajes directamente, de
cerca, penetrar en su interior, acogerlos, comprenderlos, disculparlos,
reprobarlos, sentirlos inmersos en su atmósfera, hasta entablar con ellos una
seria relación y fuerte amistad. Verse en ellos.
Salvada la periferia, también les va a importar el estilo, que en el caso de “El
Pícaro” tiende a la sobriedad y a la elegancia del bien decir. El período es
largo y rítmico, de ampulosa construcción, pero apunta siempre hacia la
concisión, la frase breve y la fuerza expresiva, un regalo.
En la
tercera de ABC del 22 de octubre de este 2015 aparecía esta página de
uno de nuestros profesores de lengua y literatura, académico, que ahora a distancia,
aunque de cerca, seguimos leyendo. Profesamos muchas de sus afirmaciones en los
mismos términos que él las expresa. Coincidencia en las fuentes y en la verdad
de la que habla como sabio que conoce.
La hora del Divino Morales
La exposición que dedica el Museo del
Prado a Luis de Morales va a suponer la definitiva revalorización de
este gran artista extremeño: para la mayoría de los historiadores, el mejor
pintor español del siglo XVI, si exceptuamos al Greco. Por sus temas y por su
excelencia, le llamaron «el Divino» (todo lo contrario que el «humano,
demasiado humano», de Nietzsche).
Su estilo singular, personalísimo, ha atraído siempre
a los estudiosos. Posee, además, lo que Bergamín llamaba «percha literaria»,
algo que da pie a no pocas divagaciones. No ha llegado a ser popular para el
gran público, aunque puede conectar bien con la sensibilidad actual (como le
sucedió al Greco, revalorizado a comienzos del siglo XX). De hecho, su
cotización en las subastas internacionales ha subido de modo espectacular: hace
poco, una obra suya se vendió, en Sotheby’s, por 1’8 millones de euros.
“La Virgen de la leche”, Luis de Morales,
óleo sobre tabla, 84 x 64 cm, h. 1565,
Madrid, Museo Nacional del Prado.
|
Se centra Morales casi obsesivamente en unos pocos
temas. Ante todo, la Pasión: el Ecce Homo, Cristo atado a la columna, la
Piedad; también, la Virgen con el Niño Jesús, en unas escenas hieráticas,
ingenuas, muy conmovedoras. En «La Virgen de la leche», prescinde de toda
posible sensualidad. Aunque tenga en brazos al Niño, María no sonríe. Incluso
en las representaciones del Niño Jesús se han visto prefiguraciones de la
Pasión: la cabecita infantil que su madre acaricia será coronada de espinas;
los pañales anticipan el sudario…
No hace falta ser un experto para reconocer el sello
de su personalidad: los fondos oscuros, las figuras estilizadas, la piel de
tonalidades azuladas, los dedos largos y delgados, los nudillos muy salientes…
Todo ello respira un hondo sentimiento religioso, en una línea patética, muy
crispada, que responde plenamente al estilo manierista –transición del
Renacimiento al Barroco–, pero también a la atmósfera tridentina de la España
de Felipe II. Morales es coetáneo de los ascetas y místicos, pero también de los
herederos del erasmismo, de los alumbrados, de no pocos procesos
inquisitoriales. (Una coincidencia curiosa: pinta un retablo para Barcarrota,
el pueblo extremeño donde, en 1992, se ha encontrado un ejemplar de una edición
desconocida del «Lazarillo de Tormes», escondida en la pared, con otros libros,
por un judaizante).
Esa honda religiosidad inspira también a un
polifonista tan extraordinario como Tomás Luis de Victoria, que dedica a Felipe
II su «Libro de Misas»: «Desde el
principio me propuse no fijarme en el solo deleite de los oídos y del ánimo (…)
Pues ¿a qué mejor fin debe servir la música sino a las sagradas alabanzas de
aquel Dios inmortal de quien procede el ritmo y el compás y cuyas obras están
dispuestas en forma tan portentosa que ostentan cierta armonía y cánticos
admirables?».
La biografía de Luis de Morales está llena de lagunas;
su estilo, de misterios. Por un lado, recuerda el miniaturismo flamenco, al
pintar una gota de sangre o unos cabellos tan perfectos que –según Palomino– «ocasiona a querer soplarlos para que se
muevan, porque parece que tienen la misma sutileza que los naturales».
A la vez, conoce y practica el «sfumatto» de Leonardo,
quizá por haber estado en Italia o a través de sus discípulos españoles.
«Leonardo a lo divino», lo llamó Camón Aznar.
Creo que algunas de estas contradicciones pueden
explicarse por la teoría de Menéndez Pidal de los «frutos tardíos»: algunos
fenómenos culturales llegan a España tarde pero con gran intensidad, con un
sabor reconcentrado. (La gran mística, por ejemplo, se da en Europa, sobre
todo, en la Edad Media; en la literatura española, en la segunda mitad del
XVI). Según eso, Morales sería un tardío continuador del espíritu medieval, al
que añade algunas técnicas de Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel.
La espiritualidad que se respira en sus obras no
coincide con la de los grandes místicos, Santa Teresa de Jesús o San Juan de la
Cruz, sino con la de ascetas como Fray Luis de Granada, tal como puede verse en
este texto:
«Para que sientas
algo, ánima mía, ante paso tan doloroso, pon primero ante tus ojos la imagen
antigua de este Señor. Mira la grandeza de su hermosura, la mesura de sus ojos,
la dulzura de sus palabras, su autoridad, su mansedumbre, su serenidad… Y,
después, vuelve los ojos a mirarle tal como aquí le ves, cubierto con aquella
púrpura de escarnio, la caña por cetro real en la mano, aquella horrible
diadema en la cabeza, aquellos ojos mortales, aquel rostro difunto… y aquella
figura toda borrada con la sangre y afeada con las salivas que por todo el
rostro están tendidas. Y no pienses esto como cosa ya pasada sino como
presente; no como dolor ajeno sino como tuyo propio… Yo soy, Señor, tu verdugo,
yo soy la causa de tu dolor».
Esta invitación a la meditación sensible, ¿no parece
hermana de un «Ecce Homo» de Luis de Morales?
No cabe olvidar tampoco su origen extremeño, en una
época en la que –según la frase de Rafael García Serrano– «los dioses nacían en Extremadura»: la tierra de donde salieron
tantos héroes que asombraron al mundo. En pintura, eso suponía la cercanía a
Sevilla (Pedro de Campaña) y a Portugal (escuela de Évora) y el ser precursor
de Zurbarán. Gaya Nuño advirtió que Morales «prefirió
lo seco, austero, duro y rústico… quizás obedecía a las exigencias de la
clientela extremeña, gustosa de lo expresionista y austero». Pero también
le encargó varias obras alguien tan refinado como el obispo San Juan de Ribera
(amigo, por cierto, de Fray Luis de Granada).
El «Divino» Morales es un ejemplo más de la grandeza y
la complejidad de aquella España, que no puede reducirse a tópicos manidos: la
de Santa Teresa y Berruguete, San Juan de la Cruz y Hernán Cortés, Fray Luis de
León y Elcano, Ignacio de Loyola y Francisco de Vitoria, el Greco y Cabezón,
Cervantes y Tomás Luis de Victoria… La nación que, según J. H. Elliot, produjo «un nuevo tipo de civilización, que habría
de constituir una aportación única a la tradición cultural europea». No
sentir orgullo por aquella España es prueba indiscutible de ignorancia.
Nos emociona hoy Luis de Morales como un pintor sutil,
misterioso, lleno de atractivos para la sensibilidad actual. Esta exposición
del Museo del Prado va a marcar que ha llegado definitivamente su hora.
Andrés Amorós, escritor
¿CÓMO CREER HOY EN EL PURGATORIO?
El título de este artículo da a entender que en el pasado hemos estado creyendo en el purgatorio de una
manera que resulta incompatible con nuestra actual manera de pensar. Este es
desde luego mi punto de vista, y pienso
que más de uno de vosotros se encuentra
en la misma situación.
Hemos sido enseñados en que existe una realidad llamada
“purgatorio” adonde van a parar los que mueren en amistad con Dios, pero que
llevan consigo tales imperfecciones que tienen que sufrir la pena de daño y la de sentido antes de entrar en la vida propia
de Dios en el cielo.
En esta creencia va incluida la existencia de un estado intermedio
entre la muerte del fiel difunto y su resurrección en la resurrección universal
de los muertos. El sujeto del estado intermedio del purgatorio es el alma
separada del cuerpo del difunto. Se nos
repetía una y otra vez que la purificación de las ánimas del purgatorio es
completamente distinta del castigo de los condenados en el infierno, pero
nuestra mente y nuestra imaginación admitían tan solo esta diferencia: que el
purgatorio se acaba y que el infierno dura por siempre.
¿Cuándo se fijó esta doctrina sobre el purgatorio? Una vez
más, como en el caso del infierno, hay que remontarse a la época medieval (II
concilio de Lyon -1254-; constitución Benedictus
Deus -1336-; concilio de Florencia -1439-; … y concilio de Trento -1563-)
en la que la Iglesia jerárquica católica conducía a los pueblos de Occidente
por el camino angosto y tenebroso de la pedagogía de la amenaza y del miedo.
¿Por qué resulta inadmisible la doctrina tradicional del
magisterio católico sobre el purgatorio?
·
Porque nadie sabe nada de la entidad metafísica
de la persona cuando se produce su muerte corporal. La actividad que la
teología medieval católica concede al alma humana separada del cuerpo (la de
contemplar y disfrutar de la compañía eterna de Dios, en el caso de los que
tras la muerte entran directamente en el cielo; la de expiar las penas
correspondientes a los pecados, incluso perdonados, en el caso de los justos
retenidos en el purgatorio antes de unirse definitivamente con Dios) refleja
claramente la concepción dualista que Platón tiene del ser humano… La actual concepción del ser
humano es contraria a la independencia y superioridad del alma o
espíritu respecto del cuerpo.
·
Porque en la existencia del estado intermedio y
en la temporalidad que trascurre entre la muerte del fiel difunto y su
resurrección escatológica se proyecta el modo de ser y de vivir de las personas
vivientes. Nosotros medimos la distancia entre los dos acontecimientos
escatológicos del fallecido desde nuestro tiempo, olvidando que nuestro tiempo
no es tiempo para él, sino eternidad de Dios participada… Entre la muerte
individual y la resurrección universal no hay duración cronológica. En el
difunto justo, al acto de morirse le sigue de inmediato el acto de ser
resucitado. Al muerto le da igual llevar un instante como muerto que llevar mil
años.
·
Si ahora miramos el objetivo final de la
purificación del alma en el purgatorio (la definitiva comunión de vida con Dios),
no podemos admitir las dos maneras que el ejercicio extraordinario del
magisterio de la Iglesia católica establece en el acceso de los justos a la
comunión de vida con la Divinidad: 1. Una manera inmediata de ingresar en la
patria celestial es la de aquellos fieles difuntos que no incurrieron en
pecados “purgandos”, como también la de aquellos otros que habiendo cometido
pecados purgaron por ellos en esta vida; y 2. La segunda manera es la de
aquellos fieles difuntos que antes de entrar y gozar de la bienaventuranza del
cielo tienen que expiar las penas o castigos que merecen sus pecados, aun
confesados… Ningún ser humano puede
compararse con Jesucristo, el Hijo unigénito del Padre y el único que “no
conoció pecado” (2 Cor 5,21; cf 1 Jn 3,5). Las diferencias entre los seres
humanos en cuanto a su caudal existencial de caridad no exime a ninguno de
ellos de la necesidad de purificarse cuando se presente ante el juez Jesucristo
(cf Hech 10,42; Jn 5,22.27; 2 Tim 4,1). Al contrario de lo que hace la teología
católica de la Edad Media, el NT no distingue entre las almas de los santos
bienaventurados que no tienen nada que purgar y las de aquellos que sí tienen
que purgar después de su muerte, antes de convertirse en almas bienaventuradas
del cielo.
·
Porque,
según la doctrina oficial de la Iglesia de Occidente, las almas del purgatorio
padecen temporalmente las penas de daño y de sentido… Con este modo de
expresarse ¿no se nos está insinuando que el Dios cristiano sigue actuando justicieramente con
los fieles difuntos del purgatorio como con los condenados en el infierno, si bien estos últimos lo son
para siempre?
El concilio
Vaticano II mantiene la doctrina tradicional sobre el purgatorio, pero evita
pronunciarse sobre la “vida” concreta de los difuntos, ya sea en el cielo, ya sea en el purgatorio:
“Algunos de sus
discípulos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados” (Lumen Gentium 49).
Con posterioridad al concilio, se nota en los teólogos una tendencia a
corregir excesos de la teología tradicional sobre el purgatorio. Esta nueva
orientación se nota en el mismo Benedicto XVI, preclaro defensor en sus años de
prefecto de la doctrina de la fe del
“estado intermedio” postmortem.
Así, por ejemplo, a propósito del
fuego del purgatorio, el expapa
Benedicto XVI, siguiendo la interpretación de Hans Urs von Balthasar, nos dice
que “el fuego que arde, y
que a la vez salva, es Cristo mismo, el Juez y Salvador” (Spe salvi 47). En cuanto al dolor que conlleva para el alma del purgatorio la
dilación del encuentro definitivo con Dios -pena de daño-, escribe en esa
encíclica de 2007: “es un dolor bienaventurado, en el cual el
poder santo de su amor nos penetra como una llama, permitiéndonos ser por fin
totalmente nosotros mismos y, con ello, totalmente de Dios… (ibidem). Y en referencia a la
“duración” del alma en espera de la resurrección universal de los muertos: “Está
claro que no podemos calcular con las medidas cronométricas de este mundo
la de este arder que
transforma. El transformador de este encuentro está fuera
del alcance del cronometraje terrenal. Es tiempo del corazón, tiempo del
a la comunión con Dios en el Cuerpo de Cristo” ( ibidem).
Después de haber rehusado con razones el modo
tradicional como se nos ha enseñado en nuestra juventud la doctrina del
purgatorio y después de haber apuntado la nueva manera de entender el tema del
purgatorio que se va extendiendo a partir del Vaticano II, confieso mi fe en la
existencia de un purgatorio que cuente con estos contenidos significativos.
1.
Cuando con el término “purgatorio” queremos decir que el difunto salvado
escatológicamente tiene que ser purificado para entrar en comunión de vida con
el Dios de Jesús, entonces todos los salvados, incluidos los que la Iglesia
venera como santos, necesitan esa purificación divinizadora.
2.
Esa purificación divinizadora la lleva a cabo el Hijo gloriosamente
humanado, Jesús resucitado, sin que los méritos de la persona fallecida la
exijan.
3.
El cómo y el cuándo trasformará Dios Padre, en compañía del Espíritu
Santo, a los fieles difuntos a imagen y
semejanza de su Hijo Jesucristo resucitado escapa por completo a toda
imaginación y expectativa humanas.
4.
El purgatorio entendido como la condición en la que se encuentran todos
los difuntos salvados escatológicamente apela únicamente al estado de los
bienaventurados en el cielo, y en absoluto al inexistente infierno de los que
no se salvan. (En el próximo artículo se hablará del paradero de los que no se
salvan).
En resumen: No
creo en el purgatorio tradicional que nos han enseñado y que lo vemos
representado en multitud de pinturas y esculturas. Por el contrario, sí que
creo en el estado de amor esperanzado en Jesús resucitado en quien se
encuentran todos los difuntos salvados escatológicamente a la espera de ser
ellos mismos resucitados para la vida eterna.
EDUARDO
MALVIDO
Maestro, catequista y teólogo
PARÁBOLA DEL
ADIÓS DEL PEREGRINO
A SUS MONTAÑAS
A punto de subir al último
barco, el definitivo, que me llevará ya sin retorno, vuelvo la vista atrás. Se
despiden mis ojos hoy de las montañas de Málaga, de las sierras de Filabres y
de Gádor de mi juventud en Almería y de las de mi infancia del Guadarrama
velazqueño y mío. Me duelen estas montañas mías como a Rosalía de Castro dejar
definitivamente las suyas de Galicia.
Detrás de ellas, más la
norte, está Castilla la Vieja. ¡Adiós, mi Castilla! ¡Adiós mi España! También
me despido de mis alumnos: casi setenta años de profesor, Ponce, Ángel, Ginés,
Marta, Lourdes… ¡Cordilleras me parecen! Cada uno de ellos, uno a uno, montañas
sobre las cumbres del Dios de la Biblia. Su altura y nobleza les mantienen en
alto. ¡Qué grandes ellos! Uno a uno, en mis tiempos de profesor, les acariciaba
el viento, les cantaban las águilas de mil imperios, les llovía la luz de plata
de las estrellas, les besaba la luna, les saludaba en cada amanecer el sol… Me
cupo el honor de presenciar el inicio de sus vuelos de altura, yo mero
catalizador.
Les inicié a volar el
vuelo de las águilas.
Un ruego. Cuando lleguéis
al puerto del que soy peregrino hace ya 87 octubres, traedme con vosotros las
montañas de las que me estoy ahora despidiendo.
CUR
Geografía
de lo sagrado
1. Lugares sagrados: los templos
El
templo es un lugar sagrado. Es la casa de Dios, su palacio, su paraíso,
su sala de fiestas. Donde está Dios lo está con toda su grandeza, Cielo o
Paraíso, le está sirviendo su corte de ángeles y de santos, el Universo se
vuelve hacia Él, la Creación se le rinde, el tiempo desemboca en la Eternidad.
Entrar en el templo en el que está Dios es pisar el centro del Universo y poner
pie en la misma Eternidad.
Mientras nos acercamos al templo
habríamos de ir recitando o cantando algún salmo penitencial, purificándonos,
poniéndonos de limpio. Nuestros pies deberían desobedecernos y detenerse en
seco: ¿Cómo presentarnos nosotros en la presencia de Dios Todopoderoso y Amor
Supremo?
El atrio de los templos ¿no es un
espacio de entrada para detenerse y pensar esto en serio?
El publicano nos dio el ejemplo:
Se quedó en un rincón – se trataba en su caso del templo de Jerusalén- y ni se
atrevía a levantar los ojos, mientras se daba golpes de pecho.
Franqueamos la puerta de entrada.
Nos asalta la memoria de la idea bíblica de que Cristo es la única puerta de
entrada en el Reino de Dios. La empujamos con reverencia, es imagen de Cristo.
Entramos. Allí está Él,
Todopoderoso y Amor, Dios.
Saludamos como nos enseñaron de
pequeños, con la señal de la cruz. Nos esmeramos en trazarla bien sobre
nosotros. Doblamos la rodilla, rendidos, hacia el Sagrario. ¡Es su trono!
Nos miran desde sus altares
docenas de estatuas y cuadros de santos. Son más numerosos los santos sin
estatuas ni cuadros, que no vemos y asisten al Todopoderoso. Con Dios están
todos sus bienaventurados. Entre ellos, nuestros padres y abuelos, nuestros
amigos de la Historia de España y de la Historia de la Iglesia, la muchedumbre
inmensa de que habla el Apocalipsis…
La escalera de Jacob. Bartolomé Esteban Murillo. |
Es para repetir con Jacob en
Betel:
“Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía”.
“¡Cuán terrible es este lugar!: es nada menos que la Morada de
Dios
y la puerta del cielo” (Gen 28,16-17)
CARLOS URDIALES RECIO
Maestro. Ciencias
religiosas. Univ. Lateranensis
NUESTRAS FASCINANTES SIGLAS
·
Cuando
empezamos en 1961 parece que nadie se llamaba AFDA.
·
Por
lo que puede comprobarse, las siglas suenan bien, tienen música, son un logro
de brillante punta de flecha en el centro de su propia diana.
·
En
Aragón (¡toma del frasco, Carrasco!), AFDA es una “Asociación de trastornos depresivos de Aragón”. Habría de ser
ATDA. Quizá con F el trastorno les es menos depresivo. Un lío de todas las
maneras.
·
A
la Asociación
de Federaciones Deportivas de Álava, AFDA, sí le va bien nuestro
anagrama, lo hayan copiado de nosotros o no.
·
AFDA
con calzador: el chileno Archivo Fotográfico Dirección Arquitectura.
La iniciativa surgió de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras
Públicas de Chile, que a través de su Departamento de Patrimonio impulsaron un
proyecto de resguardo de su colección fotográfica patrimonial, la cual
constituye un registro invaluable de edificaciones públicas de carácter
histórico. Se propusieron llamarse AFDA y así se llaman.
·
Tenemos
un ilustre colegio de togados en Perú que airea nuestras siglas: la Asociación
de Funcionarios Diplomáticos de Perú en Actividad. www.afda.org.pe/. Para que no fueran AFDP, le añadieron lo de "en Actividad" y silenciaron el genitivo.
·
El toque fúnebre de AFDA nos lo da
en Australia la “Australian Funeral Directors Association”. www.afda.org.au. Aseguran que “AFDA desarrolla y promueve estándares profesionales en
la industria funeraria”. Ver internet.
·
Por
narices y ya sin atenerse a iniciales para nada, en África AFDA
-www.educations.com/study-abroad/afda/- es una “Escuela sudafricana de Productores de Cine y Medio Live Performance”.
· En Johannesburgo, Ciudad del Cabo, Durban, Cabo, Australia también hay afdas:
·
Australia,
Perú, Sudáfrica… tienen su AFDA. ¿Es
que no va a tener Francia la suya? ¿Ha perdido Francia su posición
preponderante en el mundo? ¡¡Nunca!! El AFDA francés: “Asociación Francesa para la investigación en Derecho Administrativo”.
·
“AFDA”
en Google imágenes está muy poco repartido: casi todas son para los
sudafricanos. La 9ª imagen para el AFDA francés, la 15ª para el AFDA
australiano… Nuestro AFDA se esconde en su castillo interior y no aparece hasta
la imagen 118.
RDA y JUY
Nuevo triunfo de Baco,
cerámica vidriada del velazqueño Diego Coca
para la bodega de Miguel Ángel en Godojos,
donde el refrán dice que
“el queso con ojos, el pan sin ojos y el vino de Godojos”.
Detalles
de esta cerámica, más arriba, en Addenda.
PROYECCIÓN
UNIVERSAL
Siempre ha habido y habrá actitudes y conductas quijotescas. Y serán bienvenidas si nacen de sinceras voluntades. No lo serán –y merecerán nuestro desprecio- si enmascaran espurias intenciones. Hay demasiados sanchos con disfraz de quijotes, que prometen andorgas satisfechas y sólo pretenden saciar la gula propia.
Pocos
pueblos sobre la faz de la historia han tenido una proyección tan universal como
el nuestro. Más que asentarnos sobre nuestra piel de toro, nuestra presencia
histórica en el mundo es una acción continuada hacia fuera. Nos transcendemos a nosotros mismos hacia
lo que no somos, hacía un plus ultra lejano, saltamos océanos y continentes…
Es lo nuestro, sobre todo, si nos sugestiona el empeño magno y el horizonte
dilatado.
Desde
el siglo VIII al siglo XV no es que buscásemos integrarnos como nación. La
lucha contra el Islam, el gran invasor enemigo, nos iba haciendo superar
particularismos, reinos, taifas, banderías. La meta final que pasaba por la cruzada
contra el moro, por la Reconquista, arrastraba consigo y solucionaba el
problema menor de las diferencias locales. A
España la salvarán siempre las altas y magnas misiones y se le darán por
añadidura resueltos los problemas menores.
Los
Reyes Católicos, lúcidos y adelantados a su tiempo, aprovechan la coyuntura
histórica. Pueden hacerlo porque tienen en su mente idea del Estado, realidad que supera los planteamientos feudales vigentes
en Europa, con frecuencia de mera política de aldea, de campanario o de exclusiva
política de castillo particular.
Las
metas de largo horizonte se suceden en la mejor España de finales del XV. Se
realiza la unidad nacional con la unión personal de Castilla y Aragón, cae el
último reducto musulmán del reino nazarí de Granada, concluye la Reconquista de
la Península. España se proyecta hacia América, recién descubierta. Poco más
tarde, esta dimensión de universalidad tiene nuevo sol y horizonte espiritual,
militar y político con el hecho formidable del Imperio. La idea europea del
Imperio, herencia del Sacro Imperio Romano Germánico, prende con vigor de llama
en los mejores espíritus españoles.
El eje
imperial del mundo civilizado se traslada a España. El Imperio del César Carlos se españoliza. Con Felipe II llegamos
a tener conciencia de nación poderosa, con intereses propios, política propia,
personalidad propia.
La Contrarreforma es tarea que España hace suya en
Trento y en Europa. Tenemos teólogos de primera en el Concilio, audaces
conquistadores en América, misioneros por todo el mundo, de la India al Valle del
Arauco, maestros escuchados en las universidades europeas y en casa, enjambres
de pensadores, literatos y artistas que fabrican el panal de la dorada miel de
dos siglos de Oro… místicos.
En una
etapa gloriosa de España, lo que se observa con claridad es que el gran
horizonte de la proyección universal en la que está ocupada es el motor de su
grandeza y de su vida ascendente y gloriosa. Le pasa a España lo que a los
caracteres apasionados, EAS, para los que solo lo desmedido es su medida, si la cosa lo merece por su enorme verdad y
grandeza.
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
..la razón de la sinrazón que a mi razón se hace… Complicada expresión, casi un
retruécano, que Cervantes tomó de su contemporáneo Feliciano da Silva. Oxímoron
retórico, clara expresión de los extremos a que puede llevar la obcecación. Se
sumió don Quijote en la lectura de extrañas e ilusorias aventuras, con tanta
afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la
administración de su hacienda. La ilusión puede, como en su caso, conducir
a la locura y ser origen del desatino y el dislate. Y la persecución de los
propios intereses, llevar al abandono de las responsabilidades contraídas.
El hidalgo manchego, de quien –en el paroxismo de la
sinrazón- el filólogo catalán Jordi Bilbeny asegura que era catalán, como Santa
Teresa y el propio Colón, cometió verdaderos disparates. Pero cuantos de ellos
supimos le hemos disculpado. La razón, que respondían a los ideales de quien,
de manera altruista y generosa se mostró siempre dispuesto a desfacer
entuertos para salvar honras, vengar agravios y ayudar a los débiles.
Siempre ha habido y habrá actitudes y conductas quijotescas. Y serán bienvenidas si nacen de sinceras voluntades. No lo serán –y merecerán nuestro desprecio- si enmascaran espurias intenciones. Hay demasiados sanchos con disfraz de quijotes, que prometen andorgas satisfechas y sólo pretenden saciar la gula propia.
Resulta poco menos que imposible, en un país como el
nuestro, llegar a perder la capacidad de asombro. Asombroso resulta asistir
cada día a una nueva representación, cada vez más sorprendente, de quienes
desafían el estado de derecho y lo hacen con aparente total impunidad. Ésta, la
condición de impune, es la razón fundamental que alimenta cada día conductas
irresponsables.
Desafía a la razón el hecho de que gobiernen las
minorías; que grupos antisistema se sirvan del sistema para sus fines si la
ocasión les es propicia; que se exhiban sin el menor pudor actitudes personales
y sociales nada éticas; que se injurien y ataquen con absoluta impunidad
instituciones políticas, sociales o religiosas o se manifieste abiertamente y
sin reparo alguno la decidida voluntad de violentar o desobedecer las leyes que
todos nos hemos impuesto en aras de una aceptable convivencia
La actitud mantenida de laxitud y no beligerancia, por
razones de mal entendida prudencia ha traído los lodos que muchos lamentamos.
Basta ya de poner de manera vergonzante la mejilla. Es hora de alzar la voz y
despertar. La venda que cubre los ojos de la justicia es símbolo de
imparcialidad, no de absoluta ceguera; la espada que sostienen sus manos
debería infundir respeto a quienes pretendan ignorarla; y es preciso aceptar
que el equilibrio que significa la balanza que pende de sus manos habrá de
conseguirse con el prudente pero decidido ejercicio, nunca desde la cobardía o
la inacción.
……… ……… ………
…… ……
Rebaño
de pastores ha acudido
y
arropa con banderas y bastones
al lobo
a quien sus locas pretensiones
han
tornado en cordero desvalido.
Otros
lobos también han ofrecido
salvarlo,
con perversas condiciones:
pues de
todo es capaz quien ha perdido.
Tiembla,
al ser por los jueces reclamado,
el
trilero falaz y pendenciero
que es,
más que fiera audaz, débil cordero.
Juzgado
se ha de ver y sentenciado
quien,
de sus veleidades prisionero,
trata
de hacer lo falso verdadero.
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Psicopedagogo. Emérito UCJC
NOCHE DE ÁNIMAS
CON DON JUAN
TENORIO
EN EL RECUERDO
Siempre vuelve “Don
Juan”,
el amante primero,
aguerrido, retórico,
conquistador y
apuesto,
no en primavera
sino a las puertas
del Invierno,
el Don Juan de don
Tirso,
el Don Juan
zorrillesco,
el Don Juan
sevillano
a cuerpo
descubierto,
que subió a los
palacios,
que bajó a los
infiernos,
que navegó en ruin
barco
de remos
guadalquivireños,
que se hizo con Inés
moneda de recuerdos,
que abrió los
claustros
y se elevó a los
cielos
por obra y gracia
de unos sonantes
versos.
Vivo está entre los
vivos
y vivo entre los
muertos.
De ahí que le soñamos
dormidos y
despiertos.
Por su imagen bravía
no pasa el tiempo.
Imperio del amor
imperio, imperio,
a cuya sujeción
nacimos y estaremos.
Noche de ánimas,
pues.
Nada de calabazas.
Padrenuestros.
Gimnasia Moderna
LA GIMNASIA RÍTMICO-EXPRESIVA EN LA ACTUALIDAD
LA GIMNASIA RÍTMICO-EXPRESIVA EN LA ACTUALIDAD
La Federación Internacional de Gimnasia (FIG), en su
congreso de Praga de 1962, reconoció a la Gimnasia Moderna como una nueva especialidad
deportiva, con reglas propias y un código de puntuación específico.
El primer Campeonato
del Mundo individual se celebra en Budapest, en ese mismo año. En el año 1963
España participa en el Campeonato del Mundo, con una representación de tres
profesoras de la Escuela Superior de Educación Física Femenina “Ruiz de Alda”.
A partir de esa
fecha, España participa en las Gimnastradas, y la Gimnasia Moderna experimenta una gran expansión en todo
el territorio nacional, gracias a la gran importancia que le dan a esta
disciplina en la citada Escuela Superior.
En
1967 se incluye la competición por equipos, utilizando los conjuntos el aro como
aparato de ejecución. En 1972 se modifica el nombre de Gimnasia Moderna por el
de Gimnasia Rítmica Moderna. En 1975 se fija la denominación de Gimnasia
Rítmica Deportiva (GRD).
Ese mismo año se celebra el Campeonato del Mundo en Madrid; algo que contribuyó
al desarrollo de esta modalidad en España.
En los JJ.OO.
de Los Ángeles-1984 la Gimnasia
Rítmica pasa a ser disciplina olímpica, aunque solo en modalidad individual. En
los JJ.OO. de Atlanta-1996, la modalidad de conjuntos debuta finalmente en
el calendario olímpico. El primer título olímpico lo obtuvo el conjunto de
España. En 1998 la FIG decide finalmente cambiar el nombre de la especialidad
suprimiendo el término “deportiva” para
dejarlo en Gimnasia Rítmica (GR).
Desde entonces
la GR ha tenido una gran aceptación y desarrollo en España, hasta el punto de
ser una de las principales potencias mundiales.
Las modalidades que la integran
son: conjuntos e individual. El conjunto está compuesto por cinco gimnastas; todas las pruebas se ejecutan con aparatos.
Éstos son cinco: aros, pelotas, cintas, mazas y cuerdas; aquellos que Heinrich
Medau había incorporado a la disciplina.
La modalidad
masculina se empezó a popularizar en Asia a partir de los años 70, principalmente
en Japón, culminando en la celebración del primer Campeonato Mundial de Gimnasia
Rítmica Masculina en 2003. En la actualidad la Federación Internacional de Gimnasia
ya reconoce esta modalidad.
En occidente, algunas federaciones
como la española han aprobado
también dicha modalidad, aunque aún no tiene un desarrollo significativo; no
obstante, se celebran campeonatos a nivel nacional. La obra de Alberto Dallo y
Otto Hanebuth tiene así su continuidad en el tiempo.
Todas las
disciplinas deportivas forjan unas características morfológicas específicas
sólo por el hecho de practicarlas; la Gimnasia Rítmica, además, selecciona una
tipología femenina muy peculiar: las gimnastas han de ser muy delgadas,
estilizadas y con poca masa muscular. Las cualidades físicas más importantes a
desarrollar son las capacidades motrices de coordinación y ritmo, y las
capacidades condicionales de flexibilidad,
resistencia y velocidad gestual.
Estas
cualidades pueden tenerlas perfectamente niñas y adolescentes con cualquier
morfología; pero sólo aquellas que responden al modelo descrito, progresarán en
esta especialidad. Mas no fue así en sus inicios: allá por los años 60 y 70.
Entonces se presentaban en competición de primera línea, gimnastas más
“rellenitas”. La evolución de la disciplina, además de grandes exigencias
técnicas, incluye también figuras muy estilizadas.
FRANCISCO SÁEZ PASTOR
Universidad
de Vigo
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