A Ángel Benito, “Leandro” del alma,
de su émulo “Hero”, Todio ,
con el que rimé versos a dúo
en el Cádiz que iniciaba nuestro magisterio.
¡SIN HOMBRES! ¡SIN HOMBRES! ¡SIN HOMBRES!
La nostalgia me los quiebra
y los huesos se me astillan
por la ausencia de hombres en mi patria.
Os menciono una raza
que ve como se desvanece el horizonte de su sangre
porque le castran la luz por las raíces.
Hubo una vez un niño, alumno de Las Ventasy del Hermano Julián,
en el Madrid que me nacieron.
Se me regaló una Guerra con aires de Cruzada,
Y, tras ella, mi niño se encontró de pronto con los ojos
clavados en el horizonte de un poema por hacer grandioso.
Hubo de jugarse la infancia a cara y cruz
como si todo dependiera de los bíblicos cedros del Líbano
y de la estatura de los trigos de Castilla.
Había visto en su colegio cómo los hombres
engendraban el milagro
de la vida hecha flor, jardín y Paraíso,
sin más que amamantarse
con un vino de estrellas
a contrapelo del látigo de acero
y hecho ya trizas el campanario de las arpas,
que emiten canciones que las disipa el viento.
Lo bueno era marchar tras los héroes de hierro
en tropa tras la luz y el alto esfuerzo,
hombres del hacer en el pecho y fuegos en la sangre,
tan solo hombres, como Dios los hizo.
¡Y marché!
… … …
Y ahora, tras muchos años de peregrinome estoy quedando solo,
me estoy quedando a solas
con mis viejos recuerdos y aquel niño
al que enseñaron
con fogonazos de luz
a pedir peras al olmo y obtenerlas
sin más bordón que sus zancadas
y sin más escalera de peldaños
que tragarse mil sapos y culebras,
todo por Dios y por su Reino.
Me rió la primavera, nos rió,
y hubo auroras y formidables ríos
que rodaban diamantes
en triunfo hacia la mar
o en rumbo a los cielos de los mejores sueños:
alumnos, hombres que iban y dieron en ser joyas.
… … … ...
Pero irrumpió de pronto un crudo invierno frío
en estos pagos de golfos y rameras,
y hoy son ya pocos los hombres que a mi patria le quedan.
Multitud de los nuestros saltaron al lucero
donde les esperaba para sus testas,
con ruedas de laureles,
la fulgencia de la luz perpetua, clásica y helena.
Me estoy quedando solo con los muertos
en paz.
Me estoy quedando a solas
con el poso de un vino recordado,
apóstol de mil años con el método antiguo
de dar la letra y la pluma que la escribe,
labrador de una patria requemada
con antorchas de golfos y golferas.
Me voy quedando solo,lo mismo que los viejos almirantes
que han quedado soñando en la bahía del recuerdo,
en mi caso,
con los hombres de gozo y pelo en pecho,
los fuegos en la sangre,
los hombres que Dios manda,
los sempiternos héroes, los hombres de mi Patria.
Me nostalgia una raza
que ve como se desvanece el horizonte de su sangre
porque le castran la luz por las raíces.
¡Ayer, primavera! Hoy, sin hombres!
¡Hoy, frío invierno duro de golfos y rameras!
Yo solo pido:
tan solo hombres, como Dios los hizo.
CUR
Hay veces que el destino
esconde las espinas de la vida.
De rosas, el camino,
aquella redimida,
en nuevas esperanzas, es nacida.
Y llegan las sonrisas
como nace la aurora amanecida
que borra con las risas,
—mi vida a ti prendida,
de claveles—, la pena inmerecida.
Y otras, amada mía,
trae sonrisas de lunas y lucero
y difumina el día
en besos y un “te quiero”
y es ese el amor fiel y verdadero.
Porque es llama que arde,
no termino el poema del amor.
Que el alma salvaguarde
las huellas del dolor
y del sino amargo, fiero y traidor.
No acaba de fluir
el río que no cesa en la corriente;
tranquila ha de morir
su agua, plácidamente,
y en las rizadas olas relucientes.
Nace para el Amor
en él, el claro día del mañana
y del hoy sin dolor;
el alma se acristiana,
en la tuya hermanada, y vida gana.
ANTONIO SÁNCHEZ MONTERO
Maestro. Profesor de filosofía
HA ESTALLADO LA TIERRA
Terremoto en Siria y Turquía, febrero 2023
Tembló la tierra y escupió silencio.
Una tumba de escombro y tierra yerma
sepultó la miseria, y no se oyó.
La desgracia se ceba en la desgracia;
centenares de piras funerarias
velan entre despojos;
gritos sin voz se asoman a las grietas
sin encontrar respuesta;
ojos yertos, que ya no tienen lágrimas;
vientres hinchados de hambre y de miseria;
muchedumbres que escapan del horror,
sin saber hacia dónde ni hacia qué.
Las palabras se llenan de palabras;
que hay que vender noticias: ¿quién las compra?
“Ha temblado la tierra” , “Ganó el Barça”,
“Miles de muertos ya”, “Se casó el crack”...
Lo que ayer sucedió, ahora es historia;
mañana olvidaremos lo de hoy.
Para sobrevivir, ¿ser insensibles?
¿es que ya no tenemos corazón?
Me estremece pensar que sigo vivo,
zapeando entre cadáveres sin rostro,
y no siento dolor. ¿Es que estoy muerto?
¿por qué lo sufren ellos y no yo?
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación. Emérito UCJC
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