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20211124

102 AFDA

Diciembre, 2021

ÍNDICE PRINCIPAL                                               


Pregón

              Nuestro estilo como Patria (III)

Magisterio
                Mediocridad vs excelenciaTeódulo GR 
                A la hora del café. La Escuela foco de cultura. CUR
                Liras. El buen maestro ilusionado. A. Sánchez Montero
               Soneto desde el sentimientoLa señal, buen aliadoÁH            

Estilo
               La reflexión. Nobleza obliga. CUR
                Política. Nace el estilo español. R. Duque de Aza
               AcuarelasSe abre el horizonteTeódulo GR
                  

                (III) NUESTRO estilo COMO PATRIA


     

Lo que hemos escrito de nuestro estilo personal y de nuestro estilo como grupo AFDA puede hacer de puente para que pasemos a hablar, con razón, en este tercer pregón sobre el peculiar estilo de ser españoles.

En el fondo de cada uno de nosotros, como españoles, en desigual medida, naturalmente, está latente y actúa un estilo colectivo, una manera, que se repite más o menos en todos, por pertenecer a la patria España, realidad física.

Han sido siglos los que han contribuido a que entre los españoles del siglo XXI cuajara una coincidencia esencial de preferencias. La Historia sigue pesando positivamente sobre nuestras espaldas y nos empuja adelante con unos determinados ideales humanos que han gravitado en el pasado y continúan gravitando en el presente, de cara al futuro, con la fuerza de unas coincidencias esenciales de preferencias. Determinados rasgos generales se repiten en cada uno de nosotros.

Somos el pastor Viriato y “el pío, felice, triunfador” Trajano, Séneca y Covadonga, don Quijote y los molinos de la Mancha, el gran Capitán y los tercios de Flandes, Santa Teresa y el Cristo de Velázquez, Salvador Dalí… Los Austrias y los Borbones… El Escorial y la Sagrada Familia… los Episodios Nacionales y Unamuno… el trigo de Castilla y el aceite andaluz… el Tenorio y Curro Jiménez...

Por ello, la Patria como estilo. Formamos los españoles una unidad nacional mientras poseamos y conservemos este estilo colectivo común, sin merma de los estilos personales de cada españolito. Somos una nación porque formamos un grupo con un mismo modo de ser, de sentir y consentir, de preferir y combatir, de actuar y descansar, de querer y de negarnos, que es nuestro estilo español de ser españoles, obra de siglos de Historia bien hecha.

Lo dijo José Antonio: la nación es un estilo, España es un estilo.

El error fundamental de Renán y de Ortega, es suponer que se escapaban del naturalismo presentando a la nación como el resultado de la “adhesión” a una realidad histórica, pasada, en el caso de Renán; o de una realidad futura, por hacer, en el caso de Ortega, exclusiva unidad de destino.

La “adhesión” que ambos usan como llave de su génesis de nación es “natural”, como todo acto psíquico semejante, pura anatomía o fisiología, como lo sería la etnia, el terruño que se habita o la lengua que se habla.

Lo que radicalmente no es “natural”, sino su polo opuesto, es el estilo, la marca que deja sobre nuestro ser el propósito ideal de preferencias absolutas, el garbo, la gracia y el donaire que a toda realidad imprime nuestra estructura de preferencias.

Nos viene de lejos, no podemos renunciar a él, nos marca y caracteriza, es nuestro estilo de ser españoles.


Magisterio



MEDIOCRIDAD VS EXCELENCIA


No dejes apagar el entusiasmo,

virtud tan valiosa como necesaria.

Trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura”

(Rubén Darío)

No deja de ser paradójico que cuando a todo quehacer humano, personal o colectivo, se le exige calidad o se le pide excelencia, en nuestro sistema educativo estemos alejándonos de la excelencia, cuando no promoviendo abiertamente la mediocridad. Busquemos cualquier ámbito de la actividad humana: en el cine se seleccionan los filmes mejores, los de más calidad; se premian los que destacan por su valor por encima de los buenos, no digamos ya por encima de los mediocres o de los vulgares. Y lo mismo sucede en el ámbito de la ciencia, de la técnica, de la medicina… todo es un camino empinado hacia arriba, hacia la excelencia, esa “superior calidad o bondad que hace digna de precio y estima una cosa o a una persona” (RAE).

Viene a cuento esto como respuesta de pedagogos y políticos a la reforma de nuestro sistema educativo y a la tendencia de nuestra administración educacional a deteriorar la calidad -no digamos ya a excelencia”- del sistema. No voy a expresar mi opinión respecto a esta situación ni a desarrollar los datos más salientes que proclaman el deterioro de la enseñanza… (paso de curso o de etapa con asignaturas suspensas, rebaja en la exigencia de contenidos científicos y culturales, igualdad a la baja del alumnado, desprecio por el mérito o pérdida del verdadero sentido del profesorado…). Me voy a limitar a reflejar algunas opiniones recogidas en la prensa o en lecturas más o menos recientes, que denuncian la degradación que se prevé en ámbito de la educación, especialmente en la escuela pública. Y que, por descontado, es la actitud opuesta a la tendencia de este blog desde su nacimiento: magisterio y estilo, calidad y excelencia.

Si empezamos por la cúspide del sistema, el mundo universitario, frente a la reforma que pretende impulsar el actual ministro del ramo, se alzan voces autorizadas -catedráticos y rectores- que se escandalizan porque llevará a las universidades “a una mayor ignorancia, ocultará el ingenio, alentará la inanidad, perseguirá lo meritorio” afirma un antiguo ministro socialista de cultura, César Antonio Molina (El pasado es un país extranjero). Y es un escándalo político-educativo la tendencia a cercenar la ascensión en los ámbitos educativos, sabiendo que “la escuela y la universidad son los dos campamentos base para iniciar la ascensión del conocimiento”. El autor citado se expresa con un lenguaje objetivo y riguroso; otros, sin embargo, ironizan los resultados de la evaluación -o no evaluación- de los futuros estudiantes y afirman que para el ministro “un suspenso es un éxito”.

Descendiendo a niveles educativos inferiores, otra de las críticas más virulentas y frecuentes se dirigen a los llamados “contenidos”. Mucho se ha hablado sobre ciertos fundamentos utilizados por pedagogos profesionales y por profesores en ejercicio que enaltecen el desarrollo de las capacidades y competencias para el desarrollo armónico de los alumnos… frente al abandono, cuando no al desprecio de los conocimientos, de los tradicionales “contenidos”. En el editorial del ABC (25- 08-21) se afirma que “el papel de los docentes como maestros de conocimientos se ha ido degradando, preterida su figura ante unos ‘neovalores pedagógicos’ dominantes en el pensamiento progre, inconcretos pero útiles para la transformación que pretende la izquierda”. Sin embargo, quizás como reacción, hay toda una corriente de pedagogos actuales cuyos libros abogan por volver a la tradición, al menos en aquellos valores cuya vigencia es innegable. Pero la crítica a la baja calidad de los contenidos y a la renuencia de algunos programas a los “conocimientos”, se enfrentan a dos factores que van en contra de la calidad educativa: la ideología frente la objetividad de los contenidos, y el adoctrinamiento; y no deja de ser extraño que esto -adoctrinamiento e ideología- “se programe en materias tan poco dadas a la ideología como las matemáticas”.

Hay otra critica que apunta al afán desmedido o acrítico del uso de las tecnologías aplicadas a la educación. Se tiende a trabajar en algunos centros exclusivamente -o casi- con medios informáticos, en los cuales el alumno permanece todo el día mirando a la pantalla. Pues bien, ciertos pedagogos critican el uso frecuente e incontrolado de las tecnologías. Hay investigadores (Álvaro Bilbao) que afirman que “cuanto más tiemplo se pasa delante de ellas (las pantallas) hay peor desarrollo intelectual y emocional y menor motivación”. Lo dice un investigador del uso de las tecnologías que no cree en la calidad de la enseñanza como si la tecnología la procurase de manera automática (El Mundo, 8- 03- 21).


se critica a quienes quieren convertir la escuela en un ámbito de predominio psicológico en vez de cultural, en el que se busca sobre todo el bienestar y la autoestima de los alumnos: “está de moda no corregir al alumno para no dañar su autoestima” (Andreu Navarra, profesor, en La buena educación, El Mundo, 12 de junio de 2021), pue se dice que el profesor debe tener muy en cuenta no herir sensibilidades y no provocar traumas. La evitación de suspensos o dejar sin corregir ciertos defectos o faltas de los alumnos obedecen a esta actitud o práctica pedagógica hoy bastante arraigada. Algo parecido se puede decir de la promoción de curso o de etapa con materias suspensas: “en la ESO, los alumnos pasarán de curso sin límite de materias suspensas. En Bachillerato podrán hacerlo con dos asignaturas sin superar”, según el borrador del Real Decreto que prepara el Ministerio de Educación. Y eso, a pesar de que se constata que, como afirma Andreu Navarra, profesor de secundaria, “ni en la ESO ni en el Bachillerato se leen apenas libros. Muchos de mis alumnos se niegan a comprarlos. Hay docentes que trabajan con lecturas fragmentadas en Twiter o Instagram, haciendo juegos de rol. Estamos dejando de enseñar por cupla de las magufadas roussonianas, los buhoneros neoeducativos y sus moralinas censo afectivas”, dice Andreu Navarra, profesor de Instituto en Barcelona.


Alguien ha dicho que la pedagogía del mérito y la búsqueda de la excelencia se convierte en una especie de injusticia, porque privilegia a unos pocos en detrimento de la mayoría. Daniel Sada se pronuncia a favor del mérito y de la excelencia. Apostar por ellos no es con el objetivo de “crear engreídos o petulantes, despreciadores de los demás” sino, minorías “proféticas”, como alguien las ha llamado, minorías que sean referencias y estímulos para los demás. Se trata de huir de una “educación fácil y mediocre”, según el título del editorial de ABC de 29 de octubre de 2021.

Finalmente hay quien cree que la escuela, para alumnos de ciertas edades, confunde su identidad y sus funciones; valgan dos datos para terminar: los que no creen en el esfuerzo o son reacios a él y los que confunden a escuela con un local lúdico o para un aprendizaje sin esfuerzo y sin superación de dificultades. El título de la obra de Gregorio Luri, La Escuela no es un parque de atracciones, un alegato a la pedagogía del conocimiento, podría ser un buen ejemplo de ello.

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P.D. Estas críticas se refieren tanto a las escuelas públicas como a las privadas. Pero ello no va en contra ni en detrimento de los enormes esfuerzos creativos en búsqueda de una pedagogía que no sea “tradicional” pero que tampoco descuide el conocimiento y… los conocimientos. La experiencia de NCA (Nuevo Contexto de Aprendizaje), de los Centros La Salle, a la que nos referimos desde este blog el curso pasado, es prueba de ello.


Teódulo Gª Regidor





           

              A LA HORA DEL CAFÉ


        EL JEFE DE ESTUDIOS SUGIERE

Y LOS PROFESORES COMPARTEN


La Escuela, un foco de cultura (I y II)

A nuestra Escuela-Institución Educativa no la han de limitar ni aislar las tapias que la rodean y protegen. Ha de romper sus muros y saltarlos. Para su entorno social si ha de ser un claro hogar intelectual hacia dentro, hacia fuera será un eficaz foco de cultura.


Esto, por de pronto, por tres razones:

1 por su aprecio de la obra perfecta,

2 por su voluntad de estilo,

3 por la ejemplaridad de su trabajo duro y alegre.

* Una cuarta razón. Por su equipo de profesores, personas cultas en el sentido orteguiano de la cultura (“sistema de convicciones últimas sobre la vida”). Personas cultas y que se cultivan.

* Y quinta razón. Por el proyecto educativo y métodos de trabajo más parecidos al agricultor que cultiva que al mecánico que encaja y ajusta conocimientos y saberes.

Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Escuelas de magisterio

Emérito UCJC



EL BUEN MAESTRO ILUSIONADO



Pues bebe de la Aurora

Divina, el buen maestro ilusionado

y al cielo, humilde, implora…

que al campo seco ha dado

tanta labor y esfuerzo tan callado.


Y, a la Verdad Suprema,

su vida iluminada y dedicada,

la enseñanza su lema

y la ignorancia odiada,

su constancia por Dios siempre premiada,


al llamar sin cesar

sabe que la Verdad en su alma mora—

y es su don enseñar

y, en su palabra, aflora

la docta ciencia que el místico añora.

                    


Clama por la Verdad

que habita en su humilde interior, muy dentro

celeste claridad.

Símbolo el fuego y centro—

y siempre, de la siembra el epicentro.


A quienes recibieron

con gozo la semilla y fruto han dado,

ideales tuvieron

y trabajo premiado

y, en dulce atardecer, han descansado.


Maestro, por humano,

quisiste ser la celestial Aurora.

Y tu amor sobrehumano

tu estilo ayer y ahora

como es el rezo para el monje que ora.


Abriste el camino;

los discípulos tu estilo siguieron.

Forjaste su destino

y contigo aprendieron

y el premio de la vida así obtuvieron.


ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ

Maestro, profesor de Filosofía






ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO

Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación. Emérito UCJC





 Estilo




                                                                
                    NOBLEZA OBLIGA

     De Oriente nos han llegado a Europa, además de las especias, que los europeos de hace cinco siglos apreciaban tanto o más que el oro, muchas cosas hermosas, entre ellas la lengua que hoy hablamos, más preciosa que el oro.  
Y con la lengua nos llegó a oleadas la semilla de una literatura cargada de imágenes, a ratos también muy precisa, que nos ha hecho pensar con hondura y soñar con mil ideales y paraísos.  
Como quiera que es bueno volver a las raíces y fortalecerlas, es bueno que nos asomemos, de cuando en cuando, a las viejas leyendas orientales.

Hoy nos vamos a fijar en un relato japonés del siglo X, que se considera la primera obra de ficción escrita en Japón.

Se sitúa la acción en Okina, donde un buen día un labrador que cortaba altas cañas de bambú encontró una niña. Se había abierto una de aquellas cañas que acababa de cortar el buen japonés y, en su cuenco, acurrucada en su interior, sus ojos vieron con asombro a una niña diminuta. Con cuidado, alargó el labrador oriental abiertas sus manos y la niña saltó a una de sus palmas. Era tan pequeña que ni siquiera la ocupaba del todo.

Se la llevó a su casa. Se la presentó a su mujer. Los dos, a una, adoptaron a la niña y se decidieron a criarla con mucho cariño, como si fuera hija suya. Le pusieron por nombre Kaguya.

Kaguya se convirtió pronto en una joven de inaudita belleza y encanto, por lo que muchos de su entorno pretendieron desposarse con tan bella princesa. Ella fue rechazando uno a uno a todos sus pretendientes. En ocasiones les ponía condiciones tales que ellos no podían cumplir y se veían obligados a desistir. Nada menos que al mismísimo emperador del Japón le cautivó la singular belleza de Kaguya. Fue en vano.

A quienes conocían sus desplantes, ante partidos muy provechosos, la muchacha les parecía su comportamiento como el de una joven caprichosa que no sabía lo que se estaba perdiendo. Pero la verdad era muy otra. Aquellos constantes rechazos escondían la verdad de su origen.

Kaguya sabía que ella había llegado a aquel mundo de cañas de bambú caída de la Luna, donde tenía su familia y su gente. Algún día sería llamada y debería regresar a su hogar con los suyos…

Lo que le pasaba a la bellísima Kaguya es, ni más ni menos, lo que nos pasa y pasará a nosotros. Nosotros somos cristianos y españoles y no podemos, por ello, crear lazos más que con lo que concuerde con nuestro estilo, con lo que sea digno y noble. Algún día, como a la princesa japonesa, se verá que nuestro verdadero hogar es el Humanismo, el Reino de Dios, la mejor España. En castellano lo decimos con dos palabras que nos obligan a ser lo que somos por nacimiento del Cielo y por obra y fortuna de la mejor Historia: Nobleza obliga.

Carlos Urdiales Recio

Maestro. Profesor de Lengua y literatura

Emérito UCJC





NACE EL ESTILO ESPAÑOL


La fecha y lugar en la que nuestra nación inicia su conciencia de ser la España que tenemos por madre patria la señaló Ramiro de Maeztu en su Defensa dela Hispanidad: el 7 de mayo del año 589. España, que ya venía llamándose Hispania y gestándose siglos, despierta a su razón de ser como nación en el III Concilio de Toledo, en tiempo del rey visigodo Recaredo.

Presidía el famoso concilio toledano Mausona, venerable anciano, obispo de Mérida. El monarca, el día de la apertura, 4 de mayo, exhorta a los 63 obispos presentes y a los nobles a que se prepararan con vigilias, ayunos y oraciones. El día 7 fue el día cumbre en el que un notario leyó la profesión de fe católica del monarca Recaredo. Tras él, abjuró la reina Badda, los obispos arrianos y los nobles arrianos. Cerró el concilio con una oración sagrada, a tono con la gravedad del momento y la magnitud del acontecimiento San Leandro. Fue un día de oro para la Historia de España. Ese día iniciaba unas nuevas formas de ser que nos iban a permitir en adelante hablar de España con un sentido que llevara ya a fuego su propia esencia.

En la Edad Media, los monjes abrirán monasterios, los obispos levantarán catedrales y los nobles castillos, que en España ni unos ni otros serán pirámides o panteones para la eternidad sino centros vitales de actividades terrenales propias de españoles. Las Etimologías de San Isidoro, son un primer fruto de enorme trascendencia de aquella histórica toma de conciencia de la esencia católica de España. En ellas aprenderán los saberes de entonces quienes quieran acercarse a sus veinte libros. Hasta el siglo XV no faltará en las bibliotecas de monasterios y de personas cultas.

No exageramos si pensamos que las Etimologías vienen a ser el primer “libro de estilo” de los primeros españoles.


RAMIRO DUQUE DE AZA

Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento

Bachillerato Internacional



T.G. Regidor

     


Se abre el horizonte

Era todavía tiempo de pandemia y vivíamos confinados. Pero soñábamos todos con horizontes despejados, aunque los cielos estuvieran cubiertos y no fueran azules. Pero detrás de la oscura arboleda, a modo de opaca barrera, y más allá de las nubes inciertas se abrían horizontes limpios y luminosos.

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