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20230108

113 AFDA

            Febrero, 2023      

                                        ÍNDICE  PRINCIPAL         ..............................................................................

 Pregón: Escuelas de magisterio

        Magisterio: Cristiandad y Escuela de la mano: La Escuela, semilla. D. de Aza. / Didáctica de nuestra Escuela: Con solidez, no superficialmente. CUR.  / Escuela de vanguardia: Lo que aprendí de La Salle. CUR.  / En verso: Nostalgia y reflexión. Á.H.  / A la hora del café:  Un alumno sin preguntas, no es alumno.  CUR.  / Apuntes de clase: La Escuela, mejor libre del todo. CUR 

           Estilo: Reflexión de la mañana: Estilo: triunfadores. CUR                                               .......................................................................................

 



Escuelas de magisterio



Entre las palabras vivas y vivificadoras que hay que poner y mantener en pie, como decíamos en el pregón de AFDA 111, estas tres:
Escuelas de magisterio.

Urge ocuparse a fondo de las Escuelas de Magisterio, las que hace unos años han saltado a la Universidad y siempre debieron ser las perlas valiosas de toda sociedad y cuidarse con el mayor esmero. Siembras perlas y cosechas Sociedades en plenitud.

Al preparar a los nuevos maestros desde la Universidad puede que se haya hecho un servicio al Magisterio: parece que se les eleva en dignidad, que suben los nuevos maestros de categoría. Pero, quizá se les reduce a meros licenciados universitarios, licenciatura hoy tan devaluada, que “cualquiera es licenciado”. ¡Oído al parche!

Los hombres y mujeres mejor preparados en la Sociedad habrían de ser los destinados como profesores de las Escuelas de Magisterio.

La Salle, que tiene por herencia una pedagogía valiosísima y fue la primera en abrir Normales de Maestros para las ciudades y para los pueblos, pone bajo el celemín esa luz y lumbre, que habría de iluminar “a toda la casa” (Mt 5,14), si no se aplica, en los tiempos actuales a la urgente tarea de crear y vivificar, fecundar, ennoblecer y prestigiar la semilla de sus lejanos “Seminarios de maestros para el campo” que inició para la Historia.

No es optimista ni suficiente la cifra que da Pedro Gil de Centros de Formación de Educadores dirigidos por militantes de La Salle, en 1966, catorce en Hispanoamérica, once en Europa, once en África y cuatro en Asia-Oceanía.


Pueden parecer bastantes, pero son pocos. Habría que llenar el planeta de semejantes y eficaces centros de “escuelas normales”. A quienes pueden hacerlo y saben hacerlo les requiere y obliga a colocar su luz sobre el candelero una Sociedad necesitada.




magisteri


            

           CRISTIANDAD Y ESCUELA 

                                                               DE LA MANO (v)


LA ESCUELA, SEMILLA


Dadme la Escuela y os cambio la sociedad. 


Trigo de escandatrigo almidonero silvestre

(Triticum dicoccoides)

Sembráis en vuestra Escuela semilla de calidad, la cosecha que podéis esperar por fuerza será de la calidad de la semilla. El trigo da trigo, la cebada no da centeno ni avena, no se le piden peras al olmo. Si siembras trigo, cebada, centeno o avena no esperes una cosecha ni buena ni mala, ni abundante ni escasa de arroz. El trigo escanda, el farro, el harinero, el espelta y el jorasán no pueden dar sino respectivamente cosechas de trigo escanda, farro, harinero, espelta y jorasán.


Trigo de Jorasán o
  
trigo oriental

Siembras una y otra vez la verdad en la inteligencia de tus alumnos, espera una cosecha de verdades de la calidad de la verdad que sembraste. La belleza que has visto la pones delante de tus alumnos: sus ojos, cuando la vean, quedan por siempre afilados para sorprender nuevas bellezas. El bien produce bien, la bondad florece en bondades, tu ejemplo de maestro es pura siembra. 



T
rigo farro o farro 
(Triticum dicoccum)

Solo que la verdad que dices ante tus alumnos sea del todo verdad, pura verdad, verdad que suene a verdad, que sepa a verdad, que desprenda el perfume de la verdad recién cortada y dicha, que caldee el alma de quien, quizá sin advertirlo, estaba hambriento de esa verdad que se le da como pan blanco a un estómago vacío, que sea verdad.


En cuanto a la belleza, no les pases meros conceptos de belleza. Les servirán de muy poco. Pásales las intuiciones que tú hayas experimentado, solo intuiciones. Si sabes que Murillo fue un gran pintor casi de la talla de Velázquez, por más razones que hayas estudiado de que así es, no les hables de Murillo hasta que te haya sobrecogido su divina pintura, ni del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela hasta que no te extrañe que se diga de él que entrará en el Paraíso, en la nueva Tierra y los nuevos Cielos de la Eternidad, que permanecerá tras el fin de este mundo de nuestro del tiempo, piedra a piedra, tal como hoy se puede ver.

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En cuanto al bien. Sé cristiano ante ellos, en todo momento. No necesitan más.

Despreocúpate, quien quiera que en su Escuela siembre verdades, pase a sus alumnos bellezas y logre que se practique el bien, aunque no miente a la suprema Verdad, la soberana Hermosura y el Bien por esencia tiene su Escuela subiendo los peldaños de la escala de Jacob por la que suben y bajan los ángeles de Dios y de la Cristiandad. No es un sueño, es la semilla de la Cristiandad que está aun en flor y creciendo hacia la cosecha para la que la Escuela abrió sus puertas.

Ramiro Duque de Aza

Maestro, profesor de Teoría del conocimiento




            DIDÁCTICA DE NUESTRA ESCUELA 

En nuestra Escuela, con Juan Amós Comenio,

entendemos por Didáctica:

"el artificio fundamental para enseñar todo a todos,

enseñar con solidez, no superficialmente,

no con meras palabras


                 CON SOLIDEZ, NO SUPERFICIALMENTE 

        (I) 

      El maestro es el primero que ha de llegar al fondo de las cosas que se estudian en la Escuela. El maestro que conoce a medias enseñará a medias, quien solo maneja conceptos no podrá pasar más que conceptos; el superficial, de superficies.
      Se pregunta y busca

       

      En nuestra Escuela el maestro “estudia” con los alumnos, es decir, “se afana” (studium=afán, esfuerzo, celo) con ellos en encontrar el fondo de la verdad de las cosas, la belleza prístina natural y la lograda en el arte, y la bondad que es semilla en el ser humano y está llamada a ser en él árbol y bosque en la sociedad. Se pregunta, como si fuera uno de sus alumnos que ignora la realidad que estudia y la busca, la descubre, se asombra ante ella, queda fascinado por la verdad encontrada, la belleza que se le presenta y la bondad que se promete abrazar.


      Fondo de realidades. Un verdadero maestro nuestro si dispara ante sus alumnos el fondo de la realidad de lo que enseña en Historia, en Matemáticas, en Lengua o en la asignatura que trabaja con ellos, la que sea, no sabe
      Hacia qué diana eterna...
      nunca hacia qué diana eterna marcharán sus palabras ni dónde acabará su influencia. Tampoco lo sabrá el alumno que la escucha y
      la hace suya.

       


      Aprendizaje espontáneo.
      Es preciso que el profesor no enseñe solo lo que sabe ni que se ciña a las fuentes de información que maneja la Escuela, ha de suscitar el aprendizaje espontáneo del infante, del niño y del joven estudiantes, la natural curiosidad por la que el alumno observa, busca, pregunta, siente, reflexiona… Haciendo todo esto, sin saberlo, estará estudiando y marchando hacia el sabio que quiere hacer de él la Escuela.






         (I) LO QUE APRENDÍ EN LA SALLE

    pedagogía que me ha marcado de por vida


    1. La presencia de Dios


    Tintineo de campanilla a las horas y medias horas


    En mi colegio de Santa Susana, escuela gratuita en las Ventas del Espíritu Santo, en Madrid, a la que fui acabada la Guerra, en 1939, a las horas y medias horas, un alumno encargado por cada clase, agitaba una campanita: tin-tin-tin... Todo lo interrumpía aquel tintinear florido porque a continuación otro alumno decía en voz alta: “Acordémonos de que estamos en la santa presencia de Dios”.

    En la clase de religión -de catecismo, decíamos entonces- nos habían explicado que “Dios está presente en todo por esencia, presencia y potencia”. No sé si lo entendíamos, pero estábamos llegando al convencimiento seguro de que Dios estaba allí y nosotros ante Él.

    La verdad era que nos impresionaba ver al profesor entrar en clase y ponerse de rodillas en el peldaño de la tarima, unos instantes, al parecer en acto de adoración a Dios. Mirábamos en silencio, asombrados.


    Luego, de mayores, hemos sabido que en un rincón de la Biblia se habla de uno de los grandes patriarcas, descendientes de Adán, de Henoc “que trataba con Dios”, “que trató con Dios” tan de cerca y de continuo que “desapareció, porque Dios se lo llevó”. Quizá La Salle al implantar en sus Escuelas Cristianas el recuerdo de la presencia de Dios, él que era teólogo buen conocedor de la Biblia, pensaba de fondo en el Henoc del Génesis (Gen 5,22-24). Y pretendía que los alumnos de sus Escuelas Cristianas vivieran su vida futura como Henoc, mirando a Dios y ante su mirada, como familiares suyos.

    Al tintineo de plata, la tiza que estaba escribiendo en la pizarra volvía a su sitio o se quedaba quieta entre los dedos, enmudecía el lector, la bronca iniciada se quebraba… El caso es que todos cerrábamos los ojos mientras recordábamos que Dios estaba presente en aquel silencio y, enseguida, a las horas enteras, se nos mentaba un misterio de los principales del cristianismo, el que correspondía por día de la semana. Un ángel de luz cruzaba la clase y un fulgor de eternidad feliz se encendía por unos instantes en el mismo centro de nuestro ser.


    El caso es que aquella presencia de Dios de las horas y medias horas me marcó de por vida. Ni la he perdido de vista por los mundos que he rodado, en todo tiempo y momento, y ahora, cargado de años, los instantes de más gloria, más humanos, más celestes, más divinos e inefables son los que dedico a escribir media docena de renglones, un SMS, diario a Dios. El Universo se me para. Le estoy escribiendo a Dios sin toque de campanilla, en su presencia, como cuando fui niño.

    Cosa que empecé a aprender en la Escuela Cristiana de Santa Susana, en 1939, acabada la Guerra. 

    CUR

    Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

    Emérito UCJC





 NOSTALGIA Y REFLEXIÓN


Hace solo unos días,

en jornada de puertas abiertas,

se me dio la ocasión

de encontrarme de nuevo en la escuela

donde pude aprender de pequeño

las primeras cifras, las primeras letras.

Y no pude ocultar mi sorpresa,

aunque toda mi vida la he gastado en las aulas

-desde la edad primaria a la universitaria-,

y he vivido los cambios que demandan los tiempos,

en métodos, sistemas o programas.

Resultó inevitable el recuerdo, preñado de añoranzas.


De aquello que viví, de aquellas viejas aulas,

apenas queda nada.

Los pupitres de a dos, la tarima elevada,

los mapas de pared, las reglas de madera, las escuadras,

el enorme compás que círculos trazaba

con una blanca tiza sobre la oscura placa de pizarra…

ya son una reliquia del pasado.

No pude reprimir un brote de nostalgia.

Y es que aquellas paredes ya no siguen tan blancas.

Hoy combinan colores y lucen con pinturas esmaltadas.

Eran tiempos más grises, más duros y difíciles.

Se premiaba el esfuerzo con algunas palabras,

unas bolas de anís, de negro regaliz una pequeña barra…

No hacía falta más, con eso nos bastaba.


Recordé aquellas filas en el patio,

silenciosas y con rigor formadas,

y el posterior desfile hasta las aulas;

los toques de silbato del prefecto,

los códigos estrictos que con aquellos toques se fijaban;

el alzarse de pie cuando el maestro entraba por la puerta

o cuando se ausentaba;

la lección aprendida y rigurosamente recitada;

los cánticos marciales,

el saludo coral a la bandera izada…


Y recordé también otros momentos

que lamenté olvidados:

los juegos, el bullicio, la pandilla…

Siempre había qué hacer:

con canicas, con peonzas o con chapas,

con cromos, con alambres o con cajas…

Porque imaginación no nos faltaba,

y había que ingeniarse y que inventar,

porque poco, muy poco, se nos daba.


Son, sin duda, otros tiempos. ¿Mejores o peores?

Prefiero suponer que lo primero.

¿Más libertad y menos disciplina?

¿O puede que más facilidad

y algo menor esfuerzo y voluntad?


Soy persona optimista.

Siempre pensé que el hombre, inteligente,

camina hacia mejor.

No quisiera tener que equivocarme.

Pero me hace dudar

el tener que observar

cómo van imperando el hedonismo,

la falta de empatía, el egoísmo,

la intolerancia ante la frustración,

el afán de medrar, el consumismo…


Ya la palabra dada nada sirve,

y apenas sobrevive la justicia.

¿Podré entonces pensar que no avanzamos?

¿O es simplemente que nos transformamos,

cuando lo que entendimos por valores

olvidamos, trastocamos,

y en ocasiones hasta vituperamos?


Trataré de aceptar lo inevitable

y no iré más allá en mi reflexión.

Aceptaré la cruda realidad: me he hecho mayor.


ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO

Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación. Emérito UCJC


 

                                      A LA HORA DEL CAFÉ

       
                    EL JEFE DE ESTUDIOS SUGIERE
   Y LOS PROFESORES COMPARTEN

 

Un alumno sin preguntas no es un alumno


* Los niños preguntan sin cesar, no se cansan. La psicología evolutiva denomina una de las etapas que vive el niño de “etapa del preguntón” (“Por qué”) en la que este incansable preguntar hasta molesta entre los 2-4 años.

* Pero el niño llega a la Escuela y enmudece. Es frecuente. No pregunta.

* Hay que tomar nota de la pregunta que nos hace el alumno al salir de clase, en el patio de recreo. La respuesta tal vez interese a muchos otros compañeros suyos.

* Lo repetía una y otra vez Emiliano Mencía, cuyo sentido pedagógico era concreto y muy práctico: “un alumno sin preguntas no es un alumno”.

* Damos de comer a quien no tiene hambre si respondemos en clase a preguntas que nadie ha hecho. Hay que conseguir que pregunten, que tengan hambre de saber.

* Que el alumno preste atención a lo que se le muestra, lee y se le dice en la Escuela es importante. Que pregunte, implica un interés personal y espontáneo que desencadena en su persona un dinamismo interior.

* Cuando los alumnos preguntan normalmente será que quieren saber algo que les interesa. Su pregunta es la expresión de un vacío existente entre lo que saben y lo que aún no saben. Por eso preguntan. Como el vacío absorbe la masa, la pregunta viene a absorber y atraer el complemento que necesita lo que no se sabe y que puede dar el profesor, el libro consultado, la ciencia que el colegio tiene a punto informatizada, etc. 

CARLOS URDIALES RECIO

Maestro. Profesor de Escuelas de Magisterio

Emérito UCJC






Apuntes que tomamos cuando éramos estudiantes

de la Escuela de Magisterio (1961 y ss.)

y conservan algún vigor o todo.


            5 LA ESCUELA, MEJOR LIBRE DEL TODO


El Ministerio de Educación habría de ser, antes que nada, ministerio, es decir, servidor de la educación nacional. Habría de ser un ministerio que facilitara el ejercicio de la educación de los diversos centros educativos de la nación, empezando por garantizar el derecho a la educación de toda persona. En ningún modo habría de decidir sobre sus contenidos científicos, humanísticos y religiosos. A lo sumo, trazar unos mínimos imprescindibles, sin pasar de ahí, para conseguir su responsabilidad social: quedarse en policía de fronteras que vigila para que nadie se salga de madre ni deje de cumplir con su servicio a la Sociedad. 

Los gobiernos de turno y los parlamentos expenden leyes, pero no han de dictar el consumo escolar ni de verdades ni de valores. Educar para una ideología gubernamental no es educar, es manipular y, con frecuencia, recortar, constreñir y oprimir, malograr vocaciones.

Garantizada la salud del centro educativo, désele la máxima libertad.

Y si es posible, toda.       

 * En los años 40 y 50 del siglo pasado pudimos constatar el ejemplo patente de esta libertad que ahora pedimos y entonces se disfrutaba. Se daba a fondo una formación fundamental humanística y, en lo demás, los centros escolares de La Mirandilla y de La Viña eran libres de retener en sus clases alumnos sin plazo de edad ni de tiempo; los contenidos de sus estudios (fuertes matemáticas, contabilidad, caligrafía, dibujo lineal, oceanografía…) los fijaba el Colegio en función de las necesidades del Cádiz de entonces y de la España en la que estaban: bancos, oficinas, astilleros… y, naturalmente, de la persona y de las apetencias y expectativas de sus alumnos.

C U R

Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

Emérito UCJC


  estilo

                                                                                        

ESTILO: TRIUNFADORES



En la Roma imperial para que un general obtuviera el “triunfo” tenía que haber vencido a un enemigo importante y sus legiones haberle proclamado “imperator”. El triunfo lo concedía el Senado romano. El triunfador entraba en la Urbe vestido como Júpiter, con manto de púrpura y oro, sobre una cuadriga. Le precedían las trompetas del triunfo y los lictores con sus fascios y le seguían los trofeos de su victoria y grandes carteles con los nombres de los pueblos vencidos. Los arcos de triunfo, que aún se admiran en Roma, eran las puertas por las que pasaba el triunfador y su comitiva.

El arco de la verdad de las cosas, del encanto de la vida y de la nobleza de la mejor historia sigue abierto para los triunfadores. La sabiduría, el espíritu y el estilo son nuestro arco de triunfo, más noble que el romano de Tito. Bajo su gloria se nos pide que hagamos méritos para pasar, vestidos con la púrpura del esfuerzo.

Momentáneamente podrá parecer que triunfan la facilidad y las cuestas abajo, el dinero podrido, el poder sin norma, el placer sin alegría y cuanto de inhumano no debería tener entre nosotros ni nombre ni campo de juego.

Aquí y ahora, un conocimiento nuevo, aunque sea pequeño, una frase feliz y oportuna con su gotita de estilo, un luminoso gesto de cordialidad a tiempo, una sonrisa que equivalga a una flor… son ya para nosotros arcos de triunfo que se adelantan al arco de triunfo de toda una vida.

Amemos también los triunfos mayores y totales, aquellos que primordialmente son fruto del valor al que se sirve y muchas veces se alcanzan con solo buscarlos.


Carlos Urdiales Recio

Ángel Hernández Expósito

Maestros. Profesores de Lengua y literatura

Eméritos UCJC

117 AFDA

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