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116 De un libro



       DE UNO DE LOS LIBROS DE ANTONIO MONTERO


El autor escribió este libro en Sevilla-Valle, ciudad colombina, capital del café, en algo más de dos meses del año 2014, terminándolo el Día del Libro, de ese mismo año. El lector debe tenerlo presente. Es un pasado, que, para él, que ya ha arrancado muchas hojas al calendario, lo considera muy lejano.

Todos los personajes tienen nombre y apellidos, son personajes reales y, prácticamente todos, han convivido con el autor, el viajero. Han contemplado muchos de los paisajes que el vio, aunque, seguramente con sensaciones y sentimientos diferentes; pero todos, con seguridad, contagiados por la misma belleza.


Ha sido fácil para el viajero admirar la hermosura (la belleza siempre tiene su momento y el suyo ha sido el disfrute de esos valles de ensueño, de esos ríos, de esos bosques y rincones que han llamado su atención por su extraordinaria singularidad, y no se olvida del paradisiaco Balneario de la ciudad de las araucarias milenarias, de Santa Rosa de Cabal ni de rutas y ciudades colombianas). El balneario, cercano a la Villa de las araucarias, es todo un canto a la Naturaleza. El valle, regado por el río San Ramón, de aguas puras y cristalinas, que cae desde una cascada, salvando una gran altura, se abre paso formando regatos que dibujan abanicos de palta. Estos resaltan entre el enmarañado y tupido bosque que alumbran las enormes y palmeadas hojas de los yarumos blancos, pertenecientes a la familia de las moráceas, de las que se conocen más de setecientas especies, árbol que dio nombre a Yarumal, municipio de Antioquia, de nombrada gesta en el heroico combate de Chorros Blancos, decisivo en la victoria de las tropas de Bolívar en batallas tan decisivas como la del Pantano de Vargas y Boyacá. Quien permanece unos días en el balneario, vuelve nuevo a la ciudad.

No ha sido fácil recordar tantos detalles ni encontrar palabras para describirlos. Pero sabe el autor que, lo que se escribe sin esfuerzo, sin interés se lee. Su momento, querido lector o lectora, será imaginar aquello que quieren transmitir las palabras del autor. Palabras que son la ropa exterior de su cuerpo, esa que viste la intimidad más suya.

La sonrisa verde. Paisaje con alma y el amor es el título con el que quiso valorar el autor la naturaleza colombiana y aquellos lugares que conoce, suficientes para haberse enamorado de ellos. Sabe el autor que es un título largo y, así se lo advirtió su amigo y querido profesor Carlos Urdiales. Pero ¿cómo olvidar el amor en un lugar en el que todo invita a enamorarse? Imposible.

El autor sabe (lo ha repetido muchas veces) que “el dedo de Dios escribió en la naturaleza de Colombia”, la misma que sus ojos admiraron durante más de dos meses. Poco tiempo para la belleza y para el amor, que, hoy, también le sonríe, no con sonrisa de sal y de nardos, que escribió el poeta, sino, de noche y de luna, que escribe el viajero, es decir, el autor. Sonrisa que nació en el paisaje donde crece el silencio y la admiración. Ella se llama Nancy.

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ

Maestro, profesor de Filosofía




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