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113 Amoris laetitia (V)

 

                                 

EN EL V ANIVERSARIO DE LA

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL

AMORIS LÆTITIA

Sobre el amor en la familia (Papa Francisco)


     

 TOMA DEL PULSO (PARTE V/VI)

Cap. ptimo:

FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS


                                                                               SUMARIO (Seleccionado)

¿DÓNDE ESTÁN LOS HIJOS? (260)

LA VIDA FAMILIAR COMO CONTEXTO EDUCATIVO (274)

[- ¿Dónde están los hijos en su camino de maduración?] (261-262)

[-Educar la capacidad de esperar] (275)

FORMACIÓN ÉTICA DE LOS HIJOS (263)

[-Educación para saber “habitar” más allá de los límites de la propia casa] (276)

[ -La educación moral y la virtud] (267)

[-Encuentro educativo entre padres e hijos y las nuevas tecnologías] (278)

VALOR DE LA SANCIÓN COMO ESTÍMULO (268)

SÍ A LA EDUCACIÓN SEXUAL (280-282)

[-Disciplina vs. inquietud interior] (270)

[- A qué conduce la educación sexual a favor del “sexo seguro”] (283)

PACIENTE REALISMO (271)

[ -Se toma demasiado a la ligera la educación sexual] (284)

[-La libertad concreta, real, es limitada y condicionada] (273)

TRANSMITIR LA FE (287 y 290)


[…]


¿DÓNDE ESTÁN LOS HIJOS?

260. La familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía, aunque deba reinventar sus métodos y encontrar nuevos recursos. Necesita plantearse a qué quiere exponer a sus hijos.

- Para ello, no se debe dejar de preguntarse quiénes se ocupan de darles diversión y entretenimiento, quiénes entran en sus habitaciones a través de las pantallas, a quienes los entregan para que los guíen en su tiempo libre, hablando con sencillez y cariño de cosas importantes, y las posibilidades sanas que creamos para que ellos ocupen su tiempo, que permitirá evitar una nociva invasión.

El abandono nunca es sano. Los padres deben orientar y prevenir a los niños y adolescentes para que sepan enfrentar situaciones donde pueda haber riesgos, por ejemplo, de agresiones, de abuso o de drogadicción.


[- ¿Dónde están los hijos en su camino de maduración?]

261.****Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo. Aquí vale el principio de que “el tiempo es superior al espacio”. 291 Es decir, se trata de generar procesos más que de dominar espacios.

Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De este modo, no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía. Sólo así ese hijo tendrá en sí mismo los elementos que necesita para saber defenderse y para actuar con inteligencia y astucia en circunstancias difíciles. Entonces la gran cuestión no es dónde está el hijo físicamente, con quien está en este momento, sino dónde está en un sentido existencial, dónde está posicionado desde el punto de vista de sus convicciones, de sus objetivos, de sus deseos, de su proyecto de vida.

Por eso, las preguntas que hago a los padres son: “¿Intentamos comprender ‘dónde’ están los hijos realmente en su camino?

¿Dónde está realmente su alma, lo sabemos? Y, sobre todo, ¿queremos saberlo?”. 292


262. Si la madurez fuera sólo el desarrollo de algo ya contenido en el código genético, no habría mucho que hacer. La prudencia, el buen juicio y la sensatez no dependen de factores meramente cuantitativos de crecimiento, sino de toda una cadena de elementos que se sintetizan en el interior de la persona; para ser más exactos, en el centro de su libertad. […]

- La educación entraña la tarea de promover libertades responsables, que opten en las encrucijadas con sentido e inteligencia; personas que comprendan sin recortes que su vida y la de la comunidad está en sus manos y que esa libertad es un don inmenso.


FORMACIÓN ÉTICA DE LOS HIJOS

263. Aunque los padres necesitan de escuela para asegurar una instrucción básica de los hijos, nunca pueden delegar completamente su formación moral.

El desarrollo afectivo y ético de una persona requiere de una experiencia fundamental: creer que los propios padres son dignos de confianza. Esto constituye una responsabilidad educativa: generar confianza en los hijos con el afecto y el testimonio, inspirar en ellos un amoroso respeto.

- Cuando un hijo ya no siente que es valioso para sus padres, aunque sea imperfecto, o no percibe que ellos tienen una preocupación sincera por él, eso crea heridas profundas que originan muchas dificultades en su maduración. Esa ausencia, ese abandono afectivo, provoca un dolor más íntimo que una eventual corrección que reciba por una mala acción.


[ -La educación moral y la virtud]


267. **** La libertad es algo grandioso, pero podemos echarla a perder.

La educación moral es un cultivo de la libertad a través de propuestas, motivaciones, aplicaciones prácticas, estímulos, premios, ejemplos, modelos, símbolos, reflexiones, exhortaciones, revisiones del modo de actuar y diálogos que ayuden a las personas a desarrollar esos principios interiores estables que mueven a obrar espontáneamente el bien.

La virtud es una convicción que se ha transformado en un principio interno y estable de obrar. La vida virtuosa, por tanto, construye la libertad, la fortalece y la educa, evitando que la persona se vuelva esclava de inclinaciones compulsivas deshumanizantes y antisociales. Porque la misma dignidad humana exige que cada uno “actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro”. 293


VALOR DE LA SANCIÓN COMO ESTÍMULO

268. **** Asimismo, es indispensable sensibilizar al niño al adolescente para que advierta que las malas acciones tienen consecuencias.

Hay que despertar la capacidad de ponerse en el lugar del otro y de dolerse por su sufrimiento cuando se le ha hecho daño. Algunas sanciones -a las conductas antisociales agresivas- pueden cumplir en parte esta finalidad. Es importante orientar al niño con firmeza a que pida perdón y repare el daño realizado a los demás.

Cuando el camino educativo muestra sus frutos en una maduración de la libertad personal, el propio hijo en algún momento comenzará a reconocer que con gratitud que ha sido bueno para él crecer en una familia e incluso sufrir las exigencias que plantea todo proceso formativo.


[-Disciplina vs. inquietud interior]

270. *** Lo fundamental es que la disciplina no se convierta en una mutilación del deseo, sino en un estímulo para ir siempre más allá. ¿Cómo integrar disciplina con inquietud interior? ¿Cómo hacer para que la disciplina sea límite constructivo del camino que tiene que emprender un niño, y no un muro que lo anule o una dimensión de la educación que lo acompleje?

- Hay que saber encontrar un equilibrio entre dos extremos igualmente nocivos: uno sería pretender construir un mundo a medida de los deseos del hijo, que crece sintiéndose sujeto de derechos, pero no de responsabilidades. El otro extremo sería llevarlo a vivir sin conciencia de su dignidad, de su identidad única y de sus derechos, torturado por los deberes y pendiente de realizar los deseos ajenos.


PACIENTE REALISMO

271. La educación moral, implica pedir a un niño o a un joven sólo aquellas cosas que no le signifiquen un sacrificio desproporcionado, reclamarle sólo una cuota de esfuerzo que no provoque resentimiento o acciones puramente forzadas.

- El camino ordinario es proponer pequeños pasos que puedan ser comprendido, aceptados y valorados, e impliquen una renuncia proporcionada. De otro modo, por pedir demasiado, no lograremos nada. La persona, apenas pueda librarse de la autoridad, posiblemente dejará de obrar bien.


[-La libertad concreta, real, es limitada y condicionada]

273.***** Cuando se proponen valores, hay que ir a poco, avanzar de diversas maneras de acuerdo con la edad y con las posibilidades concretas de las personas, sin pretender aplicar metodologías rígidas e inmutables.

- Los aportes valiosos de la psicología y de las ciencias de la educación muestran la necesidad de un proceso gradual en la consecución de cambios de comportamiento, pero también la libertad requiere cauces y estímulos, porque abandonarla a sí misma no garantiza la maduración.

- La libertad concreta, real, es limitada y condicionada. No es una pura capacidad de elegir el bien con total espontaneidad. No siempre se distingue adecuadamente entre acto “voluntario” y acto “libre”. Alguien puede querer algo malo con una gran fuerza de voluntad, pero a causa de una pasión irresistible o de una mala educación. En ese caso, su decisión es muy voluntaria, no contradice la inclinación de su querer, pero no es libre, porque se le ha vuelto casi imposible no optar por ese mal. 

- Es lo que sucede con un adicto compulsivo a la droga. Cuando la quiere lo hace con todas sus ganas, pero está tan condicionado que por el momento no es capaz de tomar otra decisión. No tiene sentido “dejar que elija con libertad”, ya que de hecho no puede elegir, y exponerlo a la droga sólo aumenta la dependencia. Necesita la ayuda de los demás y un camino educativo.


LA VIDA FAMILIAR COMO CONTEXTO EDUCATIVO

274. La familia es la primera escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen uso de la libertad. […]

Muchas personas actúan toda la vida de una determinada manera porque consideran valioso ese modo de actuar que se incorporó en ellos desde la infancia, como por ósmosis: “A mí me enseñaron así”; “eso es lo que me inculcaron”.

En el ámbito familiar también se puede aprender a discernir de manera crítica los mensajes de los diversos medios de comunicación. Lamentablemente, muchas veces algunos programas televisivos o ciertas formas de publicidad inciden negativamente y debilitan valores recibidos en la vida familiar.


[-Educar la capacidad de esperar]

275.**** En este tiempo, en el que reinan la ansiedad y la prisa tecnológica, una tarea importantísima de las familias es educar para la capacidad de esperar.


- No se trata de prohibir a los chicos que jueguen con los dispositivos electrónicos, sino de encontrar la forma de generar en ellos la capacidad de diferenciar las diversas lógicas y de no aplicar la velocidad digital a todos los ámbitos de la vida. La postergación no es negar el deseo sino diferir la satisfacción. Cuando los niños o los adolescentes no son educados para aceptar que algunas cosas deben esperar, se convierten en atropelladores, que someten todo a la satisfacción de sus necesidades inmediatas y crecen con el vicio del “quiero y tengo”. Este es un gran engaño que no favorece la libertad, sino que la enferma. En cambio, cuando se educa para aprender a posponer algunas cosas y para esperar el momento adecuado, se enseña lo que es ser dueño de sí mismo, autónomo ante sus propios impulsos. Así, cuando el niño experimenta que puede hacerse cargo de sí mismo, se enriquece su autoestima.


- A su vez, esto le enseña a 


[-Educación para saber “habitar” más allá de los límites de la propia casa]

276. La familia es el ámbito de la socialización primaria, porque es el primer lugar donde se aprende a colocarse frente al otro, a escuchar, a compartir, a soportar, a respetar, a ayudar, a convivir.

La tarea educativa tiene que despertar el sentimiento del mundo y de la sociedad como hogar, es una educación para saber “habitar”, más allá de los límites de la propia casa. En el contexto familiar se enseña a recuperar la vecindad, el cuidado, el saludo. Allí se rompe el primer cerco del mortal egoísmo para reconocer que vivimos junto a otros, con otros, que son dignos de nuestra atención, de nuestra amabilidad, de nuestro afecto.

- No hay lazo social sin esta primera dimensión cotidiana, casi microscópica: el estar juntos en la vecindad, cruzándonos en distintos momentos del día, preocupándonos por lo que a todos afecta, socorriéndonos mutuamente en las pequeñas cosas cotidianas. La familia tiene que inventar todos los días nuevas formas de promover el reconocimiento mutuo.



[-Encuentro educativo entre padres e hijos y las nuevas tecnologías]

278. El encuentro educativo entre padres e hijos puede ser facilitado o perjudicado por las tecnologías de la comunicación y la distracción, cada vez más sofisticadas. Cuando son bien utilizadas pueden ser útiles para conectar a los miembros de la familia a pesar de la distancia. Los contactos pueden ser frecuentes y ayudar a resolver problemas. 296 Pero debe quedar claro que no sustituyen ni reemplazan la necesidad de diálogo más personal y profundo que requiere del contacto físico, o al menos de la voz de la otra persona.

- Sabemos que a veces estos recursos alejan en lugar de acercar cuando como en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil, o cuando uno de los cónyuges se queda dormido esperando al otro, que pasa horas entretenido con algún dispositivo electrónico. En la familia, también esto debe ser motivo de diálogo y de acuerdos, que permitan dar prioridad al encuentro de sus miembros sin caer en prohibiciones irracionales.

- De cualquier modo, no se pueden ignorar los riesgos de las nuevas formas de comunicación para los niños y adolescentes, que a veces los convierten en abúlicos, desconectados del mundo real. Este “autismo tecnológico” los expone más fácilmente a los manejos de quienes buscan entrar en su intimidad con intereses egoístas.


SÍ A LA EDUCACIÓN SEXUAL

280. El Concilio Vaticano II planteaba la necesidad de “una positiva y prudente educación sexual” que llegue a los niños y adolescentes “conforme avance su edad” y “teniendo en cuenta el progreso de la psicología, la pedagogía y la didáctica”.301

Deberíamos preguntarnos si nuestras instituciones educativas han asumido este desafío. Es difícil pensar la educación sexual en una época en que sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Solo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua. De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se ve tristemente empobrecido, sino iluminado. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio, que puede ayudar a sacar a la luz capacidades preciosas de gozo y de encuentro amoroso.


281. La educación sexual brinda información, pero sin olvidar que los niños y los jóvenes no han alcanzado una madurez plena.

- La información debe llegar en el momento adecuado apropiado y de una manera adecuada a la etapa que viven.

No sirve saturarlos de datos sin el desarrollo de un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad. Los jóvenes deben poder advertir que están bombardeados por mensajes que no buscan su bien y su maduración. Hace falta ayudarles a reconocer y a buscar las influencias positivas, al mismo tiempo que toman distancia de todo lo que desfigura su capacidad de amar.

- Igualmente, debemos aceptar que “la necesidad de un lenguaje nuevo y más adecuado se presenta especialmente en el tiempo de presentar a los niños y adolescentes el tema de la sexualidad”.302


282. Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas.

- Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentra sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiguran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o dañar a otros.


[- A qué conduce la educación sexual a favor del “sexo seguro”]

283.***Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a “cuidarse”, procurando un “sexo seguro”.

- Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse. Así se promueve la agresividad narcisista en lugar de la acogida.

- Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio. De este modo, se los alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites.

Es importante más bien enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa, a la comunicación rica de sentido. Porque todo eso prepara para un don de sí íntegro y generoso que se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos. La unión sexual en el matrimonio aparecerá como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo.


[ -Se toma demasiado a la ligera la educación sexual]

284.*** No hay que engañar a los jóvenes llevándoles a confundir los planos: la atracción “crea por el momento la ilusión de la ‘unión’, pero sin amor, tal unión deja a los desconocidos tan separados como antes”.303 El lenguaje del cuerpo requiere el paciente aprendizaje que permite interpretar y educar los propios deseos para entregarse de verdad Cuando se pretende entregar todo de golpe es posible que no se entregue nada.

- Una cosa es comprender las fragilidades de la edad o sus confusiones, y otra es alentar a los adolescentes a prolongar la inmadurez de su forma de amar. ¿Pero quien habla hoy de estas cosas? ¿Quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso? Se toma demasiado a la ligera la educación sexual.



TRANSMITIR LA FE

287. La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión de la fe, que se dificulta por el estilo de vida actual, por los horarios de trabajo, por la complejidad del mundo de hoy donde muchos llevan un ritmo frenético para poder sobrevivir. 306


Sin embargo, el hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo. Esto comienza en el bautismo, donde, como decía san Agustín, las madres que llevan a sus hijos “cooperan con el parto santo”. 307

- Después comienza el camino del crecimiento de esa vida nueva. La fe es don de Diosrecibida en el bautismo, y no es el resultado de una acción humana, pero los padres son instrumentos de Dios para su maduración y desarrollo. Entonces “es hermoso cuando las mamás enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la Virgen. ¡Cuánta ternura hay en ello! En ese momento el corazón de los niños se convierte en espacio de oración.308

-La transmisión de la fe supone que los padres vivan la experiencia real de confiar en Dios, de buscarlo, de necesitarlo, porque sólo de ese modo “una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas” (Sal 144,4) y “el padre enseña a sus hijos tu fidelidad” (Is 38,19). […]

- Por ello, “han de ser valorados los cónyuges, madres y padres, como sujetos activos de la catequesis […] Es de gran ayuda la catequesis familiar, como método eficaz para formar a los jóvenes padres de familia y hacer que tomen conciencia de su misión de evangelizadores de su propia familia”. 309


290. “La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas de testimonio, entre los cuales: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, la custodia de la creación, la solidaridad moral y material hacia otras familias, sobre todo hacia las más necesitadas, el compromiso con la promoción del bien común, incluso mediante la transformación de las estructuras sociales injustas, a partir del territorio en el cual la familia vive, practicando las obras de misericordia corporal y espiritual”. 310

Esto debe situarse en el marco de la convicción más preciosa de los cristianos: el amor del Padre que nos sostiene y nos promueve, manifestado en la entrega total de Jesucristo, vivo entre nosotros, que nos hace capaces de afrontar juntos todas las tormentas y todas las etapas de la vida.

- También en el corazón de cada familia hay que hacer resonar el kerigma, a tiempo y a destiempo, para que ilumine el camino.

 

Todos deberíamos ser capaces de decir, a partir de lo vivido en nuestras familias: “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene” (1 Jn 4,16). Sólo a partir de esta experiencia, la pastoral familiar podrá lograr que las familias sean a la vez iglesias domésticas y fermento evangelizador en la sociedad.

Por la selección

Braulio Vivas Moreno

Ingeniero Industrial y Ldo. CC Económicas y Empresariales

Director de Programas EOI Escuela de Negocios. Jubilado

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