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20200503

89 AFDA


Mayo, 2020
ÍNDICE PRINCIPAL

Pregón: EP 2020
Cuadros sobre el más allá (VIII)“ El beso”. Gustav Klimt . E. Malvido
Páginas recuperadas (8): En busca de una revista. Teódulo G.R.
Alta política con estilo: En cuanto a la Patria, siempre esperanzados. R. Duque de Aza
Casicuento: Alas de plástico. Á. Hernández
Poetas: Confinados, mas no anestesiados. ¿Hora de carroñeros. Á.H.
Rincón de Apuleyo: Caperucita. El lobito malo.
Afderías, 6: Los osos y el escarabajo pelotero. CUR. Pandemierías: Á.H.
Educación física: Profundización en la EF de Base, 9-12 años.  F. Sáez
Diego Coca y su mes de las flores.



                 
                      EP 2020                                           
                             

En este mes de mayo, el anual Encuentro de Primavera este 2020 va a ser interior. Este pregón nos convoca -espacio y tiempo- a crear en estas circunstancias un espacio ideal y a tener precisamente un tiempo de conexión entre quienes militamos en el servicio del Reino de Dios en el concreto frente del magisterio y del estilo, para que, a distancia, nos encontremos y reavivemos entre nosotros las esencias mismas de nuestras personales raíces, las que nos definen como personas singulares.

Por nuestra parte, nos confinamos en el “yo profundo”, en cuya definición nos hemos afanado y hemos jadeado a través de nuestra vidas hasta hoy, la verdad es que sin dar de modo cierto con la palabra que nos define como personas singulares. Y lo hacemos voluntariamente para que nuestra persona choque interior y espiritualmente en esta peculiar ocasión con el yo colectivo de AFDA y con los yos personales de cada uno de nosotros, uno a uno.

Todo el esfuerzo de hombres -lo venimos profesando desde 1961-1963- se nos ha ido en definitiva en un bracear hacia nuestra propia definición como personas y como grupo. Entonces lo estudiábamos literalmente así (consta en los apuntes de clase):

"El hombre que decidiera su vida y sus pasos en la búsqueda de la palabra sagrada que le revelara quién es él, merecería el título de filósofo, con más propiedad que tantos y tantos escritores y profesionales de la cátedra. Esa palabra mágica – por paradoja, inefable- sería la epifanía de su personalidad. Es decir, la sabiduría auténtica.”

Así, pues, es el deseo neto de AFDA que desde el interior del yo que somos uno a uno y como grupo tenga lugar este Encuentro de Primavera de 2020.


Si perdemos muestras y efusiones exteriores tan gratas como cordiales, por actual voluntad, imaginación y espíritu nuestros, el EP2020 mantendrá su lugar y su momento de luz en este mes de mayo, que ponemos a los pies de nuestro Dios al que servimos, de la Gloriosa que nos bendice y quiere y de La Salle que nos congregó para el magisterio y el estilo.





CUADROS SOBRE EL MÁS ALLÁ

(VIII)


AMOR COMPENETRADO DE LOS RESUCITADOS ENTRE SÍ

Gustav Klimt (1862- 1918), pintor austríaco
"El beso" (1907-1908)
Mural de 180 cm x 180 cm. Palacio Belvedere, Viena


El Catecismo Romano no fue un innovador al elaborar las “dotes de los cuerpos resucitados” (cfr. artículo 11º del Credo de los Apóstoles: “Creo en la resurrección de la carne”), sino que se limitó a acoger en sus páginas el trabajo teológico emprendido siglos atrás por los Padres y los teólogos sobre el caso singular de la resurrección de Jesús según relatan los Evangelios y “apoyándose en la doctrina de san Pablo”.
Las propiedades maravillosas de los cuerpos resucitados que el Catecismo de Trento señala a la luz de Jesús resucitado son concretamente estas: impasibilidad, claridad, agilidad y sutileza. Antes de explicar cada una de las dotes de los cuerpos resucitados conviene recordar que las cuatro propiedades pertenecen a la nueva manera de ser hombres que solo la acción resucitadora de Dios hace posible. El Catecismo Romano es plenamente consciente de que la intervención resucitadora de Dios comporta una transformación radical del ser humano histórico. A partir de dicha renovación antropológica, es desde donde el Catecismo Romano ejemplifica los rasgos sorprendentes que los Evangelios atribuyen a la figura del Resucitado: así, por ejemplo, se aclara el paso del Crucificado de la muerte a la vida desde la dote de la impasibilidad; o se explica el resplandor o la gloria divina que envuelve al Apareciente desde la dote de la claridad; o se ilustra la ascensión del Resucitado desde la dote de la agilidad; o, finalmente, se esclarece la súbita y franqueante comparecencia del Resucitado en medio de sus Apóstoles reunidos a puerta cerrada desde la dote de la sutileza.
Pero es Pablo quien señala que es el don del Espíritu Santo quien también interviene en la resurrección de los muertos transformando el cuerpo y el principio que anima a este (“alma” o “psyjé”) en el Hombre escatológico. Dice el testigo del Resucitado: “Así también en la resurrección de los muertos… se siembra un cuerpo viviente (“soma psyjikón”), resucita un cuerpo espiritual” (“soma pneumatikón”) (1 Cor 15,44).
Así calificado el cuerpo resucitado como un cuerpo espiritualizado o “pneumatizado”, se comprenden algo más las dotes del cuerpo resucitado de las que habla el Catecismo Romano: la “impasibilidad”, que consiste en no tener que padecer ni morir, es natural en alguien que mediante la resurrección participa de la Vida de Dios; la “claridad” tiene que transparentarse en un ser humano que goza de la Gloria divina; la “agilidad” del cuerpo resucitado es comprensible si se tiene en cuenta su intimísima unión con la movilidad y velocidad que caracterizan a su pensamiento también transformado espiritualmente; por último, la “sutileza” o “sutilidad”, consistente en poder atravesar toda clase de realidades materiales, indica claramente la superioridad de los cuerpos espiritualizados gracias al acontecimiento de la resurrección de los justos.
La felicidad de los justos resucitados no se reduce, sin embargo, al funcionamiento en sí de las mencionadas cualidades de sus cuerpos “pneumatizados”, sino que todas esas propiedades escatológicas confluyen en la siguiente finalidad superior: disfrutar de la máxima felicidad amando al Hijo humanado gloriosamente y a los demás seres humanos resucitados.
En este punto es donde cobra singular importancia la propiedad de la sutileza, puesto que, si bien atraviesa las simples realidades materiales, el amor entre los bienaventurados los lleva a unirse mutuamente entre ellos. La comunión de los cuerpos espiritualizados es la manera escatológica de amarse: no existe otra forma tan perfecta de amar y de gozar en el amor. Las palabras dirigidas a María Magdalena que el evangelista Juan pone en boca de Jesús resucitado: “Noli me tangere”, “no te empeñes en tocarme” (Jn 20,17), pone de manifiesto que no puede darse ningún gesto de amor entre dos seres humanos que se encuentran en dos estados de ser honda y radicalmente diferentes.
Consecuentemente con lo dicho, no se puede aplicar la dote de la sutileza o sutilidad a la relación amorosa entre los seres resucitados. Habrá que pensar en otra dote distinta de las propiedades tradicionales. Por esta razón he llamado “amor compenetrado” al acto de amarse entre los resucitados. Para evitar cualquier alusión al acto sexual entre los seres humanos mortales, podemos utilizar la expresión de “amor de aunamiento” o de “unificación” de los resucitados entre sí.
¿Cómo será el amar y ser amado en el cielo a nuestro Señor Jesucristo y a los otros resucitados? Nadie humano sabe el cómo, pero sí que sabemos que no se tratará de un amor virtual, sino de un amor real que nos colmará de la máxima felicidad.
Después de estas aclaraciones de tipo escatológico, podemos acercarnos a admirar y a analizar críticamente el bellísimo cuadro “El beso”, de Gustav Klimt.
¿Quién fue Gustav Klimt? Nació en 1862 en Baumgarten, pequeña ciudad cercana a Viena; hoy día corresponde al distrito XIV de la capital de Austria. De familia humilde y numerosa (3 varones y 4 mujeres), nuestro Gustav recibió a los 14 años, gracias a su talento, una beca para ingresar en la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde se formó como pintor y decorador hasta sus 21 años, 1883.
A los 26 años, 1888, el mismo emperador Francisco José I de Austria le otorgó la Orden de Oro al Mérito por haber pintado sorprendentes alegorías en los interiores de edificios públicos que dan a la Ringstrasse (Avenida de circunvalación) de la capital.
A comienzos de 1890 comienza a pasar días en el lago Ater (Atersee), al sureste de la Alta Austria, junto con su hermano Ernst, con la esposa de este (Helene Flögel) y con la hermana de esta, Emilie Flögel. En este tiempo Gustav Klimt pinta paisajes, tema que es una excepción en el catálogo habitual de sus obras. Es además en esas estancias en Atersee donde entabla relación con Emilie, relación que durará hasta la muerte de nuestro protagonista.
En 1892 muere su padre, de profesión grabador de oro, y también su hermano Ernst, decorador de interiores en instituciones públicas como él. Ambas muertes dejaron huella profunda en el ánimo del famoso pintor vienés, haciéndole entrar en crisis creativa.
En todos estos años su producción pictórica se atiene al estilo académico en el que había sido formado y en el que se había consagrado como artista, si bien aparecen en esas obras rasgos de su arte posterior: predilección por las figuras femeninas, carácter decorativo…
Hubo artistas que querían romper con el academicismo conservador. Uno de ellos era precisamente Gustav Klimt, quien fundó con otros, pintores y arquitectos, el movimiento “La Secesión vienesa” en 1897. Su primer presidente fue el mismo Klimt. Se unieron para promocionar las obras de los artistas jóvenes y sus propias obras.
Nuestro original pintor formó parte activa del nuevo movimiento hasta 1907. A esta nueva y última etapa de la vida de Gustav Klimt pertenece su fresco “El beso” (1907-1908).
En su lecho de muerte solamente llamó a Emilie Flögel. Gustav Klimt no dejó nada escrito. De su correspondencia, se sabe que mandaba postales únicamente a Emilie Flögel desde los lugares adonde viajaba. Murió por neumonía el 6 de febrero de 1918. Tras su muerte, le llovieron demandas de paternidad de al menos 14 mujeres para sus hijos.
A la vista del gran mural, el espectador es atraído magnéticamente hacia el beso que él y ella están sellando como expresión inequívoca de su amor. El enamoramiento funde en un solo cuerpo las dos figuras. Un mismo manto los cubre, aun cuando se observan motivos ornamentales diferentes: florales y puntos brillantes como diamantes en el caso de la mujer, y figuritas geométricas (rectángulos en negro, pequeños cilindros en blanco y cuadraditos), que rebajan el tono amarillo del manto común en el caso del varón.
El fondo dorado donde se enmarca la unión de los dos amantes se diría que la eleva a un plano divino, fondo dorado que tenía esa significación sagrada en los iconos bizantinos.
¿Se ajusta esta interpretación a la del Autor de “El beso”? O dicho de otro modo: ¿cabe incluso pensar que en “El beso” el pintor austríaco presenta como sagrado el amor de los dos enamorados?
Recordemos que a Klimt no le gustaba reproducir la realidad objetiva que la naturaleza nos impone. Se dijo que los paisajes pintados originalmente en Atersee no volvieron a aparecer en obras posteriores. Otro dato más de que la pintura del líder de la “Secesión” rehuía el realismo: Como la forma de la materia o de los cuerpos es tridemisional, el artista vienés, con la técnica de los panes de oro y plata, logra en los retratos de mujeres (ver en Google el retrato de Adeka Bloch Bauer, Emilie Flögel…) y en el fresco de “El beso” que las representaciones sean planas, bimensionales.
No era la primera vez que nuestro independiente y revolucionario artista escondía sus verdaderas intenciones significativas recurriendo a mitos y al lenguaje alegórico. En el caso presente pienso que se trata de una alegoría del amor entre personajes divinos, que recogen proyecciones de las obsesiones sexuales de Gustav Klimt, esto sí bellísimamente expresado.
Breve reseña del mito de Apolo y de Dafne:
Apolo y Dafne tejen una historia de amor no correspondido, sobre todo por parte de la mujer. Apolo, dios de las artes, se rió de Eros, dios del amor, al ver que el joven Eros portaba un arco y flechas. Como represalia, el dios del amor lanzó una flecha de oro, que representaba al amor, a la ninfa Dafne y una flecha de plomo que correspondía al odio al dios Apolo. La flecha de oro clavada en Dafne despertó amor incontenible en Apolo, mientras que la flecha de plomo clavada en Apolo provocó el odio en la bella Dafne.
Al tener que huir Dafne de Apolo, rogó a Zeus que Apolo no la alcanzara y caso de tocarla que la convirtiera en un árbol de laurel. Cuando Apolo llegó cerca de ella le prometió que, aunque no pudiera poseerla, la amaría y la honraría siempre. De aquí nació la costumbre de coronar con laurel a los músicos y poetas en la antigua Grecia.

Que “El beso” reproducía simbólicamente el mito de Apolo y de Dafne lo comprobamos en estos detalles:
1 En el pelo negro de la cabeza del varón se observan hojillas verdes de laurel;
2 El rostro de la mujer adopta una postura del todo pasiva. El contacto físico del varón con el cuerpo de la ninfa ha sido justamente el momento en que la muchacha ha empezado a convertirse en árbol de laurel, cumpliendo así Zeus la solicitud de la ninfa;
3 La alfombra donde están fijados los pies de él y las rodillas de ella recuerda el ramaje o el tronco de color verde del árbol;
4 El espectador ve a su derecha cómo una tira de laurel enrosca los tobillos de la mujer mezclando el verde del laurel con el amarillo del manto.

Aparentemente nos encontramos ante una escena fascinante de amor, que además engasta en el fondo dorado, con reminiscencias sagradas en el arte bizantino, egipcio… ¿Dónde está aquí la pasión sexual incontrolable? Sin duda alguna habría que apuntársela al amante masculino: es él quien entabla contacto con ella sabiendo que la va a perder como mujer; compárense la tensión de los dedos de las dos manos de Apolo con la flacidez de los dedos de las manos de ella; la posición erecta del varón con el arrodillamiento de la muchacha; las figuras geométricas que se insertan en la parte del manto de Apolo son señales verticales, agresivas… Ciertamente, en “El beso” Gustav Klimt ha sabido esconder su indomado instinto sexual por la mujer, puesto de manifiesto en algún otro mito, como el de “Dánae” y sobre todo en sus dibujos y bocetos (ver en Google al menos el mito de “Dánae”).
Dijimos que el mito de Apolo y Dafne es una historia de amor no correspondido, y así lo refleja simbólicamente el pintor. Si ahora nos fijamos en los resucitados en el cielo, tenemos que afirmar que, contrariamente a lo que sucede en “El beso” de Gustav Klimt, tendrán relaciones correspondidas de amor entre sí.
A estas alturas de lo que llevamos dicho sobre la vida escatológica de los justos resucitados, ¿hace falta decir que en el cielo no se darán ni concepciones ni nacimientos de seres humanos como lo fuimos nosotros? Citamos al más antiguo de los Evangelios, al Evangelio de Marcos, que tenía muy aclarado cómo amarán los resucitados en el cielo: “Cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos” (Mc 12,25).
¿Cómo llamar a esa manera de amarse en el cielo? Marcos dice como “los ángeles”, es decir, incorpóreamente. Creemos que podemos hablar de “amor compenetrado”, teniendo en cuenta que la transformación escatológica de nuestra integridad humana permitirá a los resucitados amarse entre sí compenetradamente.
Está claro que esta capacidad escatológica de los resucitados de relacionarse en el cielo con un “amor compenetrado” no tiene cabida en las dotes tradicionalmente atribuidas a los cuerpos de los resucitados. No debe identificarse el verbo “penetrar” o “atravesar” con el “compenetrase”, puesto que esta manera de relacionarse es propiedad de todos los resucitados entre sí, mientras que la dote de la “sutileza” o “sutilidad”, la de “penetrar” o “atravesar”, corresponde en exclusiva a los resucitados respecto de los cuerpos materiales, microcósmicos o macrocósmicos.


EDUARDO MALVIDO
Maestro, catequista y teólogo




PÁGINAS RECUPERADAS (8)



EN BUSCA DE UNA REVISTA



Domingo Lázaro fue un hermano marianista, excelente pedagogo, Director del Colegio “El Pilar”, fundador de “Amigos de la Enseñanza”, (precursor de FERE) y creador de una revista –ATENAS- que evolucionó a Educadores y que hoy es la actual “Escuelas Católicas”. El H. D. Lázaro era un hombre clarividente que, entre otras cosas, sufría al ver la desproporción que, según él, había entre la pequeña obra de la Institución Libre de Enseñanza y su gran influjo educativo, y la inmensa obra de las Escuelas de los Religiosos y Religiosas... y su escaso influjo –intelectual, teórico, doctrinal...- en la educación española del momento. Pero quizás lo que más le preocupaba era la desunión que existía entre las Congregaciones Religiosas en los años veinte del siglo pasado. Decía Domingo Lázaro: “el hecho es que tenemos en España más de 1500 colegios de religiosos y religiosas, y no hablo de escuelas de maestros bien cristianos, que muchas hay todavía. Al ver el fichero, me entristezco pensando que todas esas unidades están sin lazo de unión, trabajan sin conocerse, sin plan, sin entusiasmo, llenas de miedo. ¡Lo que se podría hacer con un poco de inteligencia y de unión! Porque tratándose de fuerzas morales, la unión no es adición sino multiplicación. // Se ha empezado a trabajar. Que Dios nos ayude. ¿Se ha llegado a tiempo?”.

Lo que le hacía sufrir era la desunión, el individualismo aplicado a cada una de las congragaciones religiosas. Faltaba un “lazo de unión” cultural y pedagógico bien visible. Y frente a una revista –de corte laicista y republicano, la Revista de Pedagogía, aparecida en 1922- su indignación llegaba a límites insospechados: era necesario crear otra revista que fuera reflejo de la fuerza de las escuelas católicas y que impulsara la acción común en momentos decisivos. Y a ello se dedicó con alma y vida –y con dificultades internas- nuestro marianista.

El biógrafo del P. D. Lázaro (A. Martínez García, Un alma de educador: R. P. Domingo Lázaro, 1949) afirma que “los jueves por la tarde no hay clases. Algunos jueves, por su despacho aparecen un par de hermanos de las Escuelas Cristianas, con su babero característico, algún hermano marista, algún jesuita, algún sacerdote más. El padre Domingo ha conseguido, a partir de 1927, interesar a unos cuantos en su proyecto de unificación, de “estado mayor de la educación católica”. Van hablando y proyectando: “Nos llamaban la masonería blanca”.
En carta del 18 de marzo de 1929 al Superior General, P. M. Schlleich, D. Lázaro narra las dificultades de años pasados a la busca de una revista de educación común a las Congregaciones religiosas. He ahí sus palabras, que son, al mismo tiempo, las “páginas recuperadas” de este mes, citadas en el libro de A. Martínez García:
“Se está descristianizando España a todo escape y con toda tranquilidad, sin que la gente se dé cuenta de ello ni se ponga el menor obstáculo. Hace quince años que vengo trabajando intensa y continuamente para ver de aunar voluntades de religiosos de varias congregaciones, y hablarnos y tratar de entendernos, y organizarnos y, sobre todo, fundar una revista pedagógica de carácter general, que exponga ideas y oriente, y traiga noticias e iniciativas… y establezca cierta unión entre los colegios (religiosos) y de seglares católicos. Cuatro veces he estado a punto de cantar victoria…pero a última hora me he encontrado con la ininteligencia de elementos que por su situación y categoría parece que debieran ser los más fervorosos de la idea. Hasta ahora, nada entre dos platos” ( p.241).
“Durante estos últimos cursos académicos don Antonio (Martínez) y yo hemos tenido varias reuniones periódicamente -por lo menos cada mes del curso- con los hermanos de las Escuelas Cristianas y con los maristas. Unas veces nos reuníamos aquí; otras veces, en los maristas o en los hermanos de las EE.CC. para despistar a la gente. En estas reuniones tratábamos de los asuntos de educación y de enseñanza entre nosotros (éramos dos de cada congregación). Algo se hacía y se soñaba, pero luego los superiores temían por lo visto algo, v.gr.: que nos embarcaríamos en asuntos comprometedores o peligrosos… De la revista hemos tratado unas veinte veces. Las últimas veces asistía incluso un picpuciano1 que era el más listo y decidido. Conforme en principio, salvo los maristas, que no parecían tener opinión seriamente fundada. Pero se notaban recelos de congregación a congregación y temores a suplantaciones y miras a intereses particulares, zancadillas, etc. En suma, no se ha sacado nada” (p. 241).
Entretanto, un maestro socialista ha fundado una revista endemoniada2 que tira 10.000 ejemplares y que los maestros leen porque no tienen otra cosa” (241).


La revista, ¿llega?

El H. D. Lázaro habla luego de las ventajas de la posible revista: canje, hemeroteca para educación en Madrid, los Colegios con escasez de revistas podrían leer muchas noticias sobre educación… “Pero los jesuitas, que en un principio entraban en la idea, han retrocedido, probablemente porque quieren trabajar solos, pues ahora ya publican en Razón y Fe artículos pedagógicos que antes no publicaban. No pueden resignarse, por lo visto, a hacer una labor distinta y anónima en beneficio de todos. Los hermanos son más desconfiados que los gorriones y se han echado atrás. He insistido con unos y con otros en que si la revista la publica una congregación pierde por lo mismo el 80% o 90 % de su alcance y autoridad entre el magisterio seglar. He dicho y digo que la tal revista no debe salir a nombre de ninguna congregación, ni siquiera a nombre de los religiosos docentes, sino desclericalizada, y aun publicada por un testaferro seglar, si bien organizada, redactada y sostenida por nosotros” (p. 242).


Y teme lo peor…

Todo se descacharró, por ahora. Entretanto, los de enfrente hacen lo que les da la real gana, y, repito, van tomando todos los puestos en el Ministerio de Instrucción Pública, que ahora es de ellos casi totalmente y serán dueños de toda la enseñanza dentro de muy poco y darán leyes laicas que se pondrán en práctica. Y nos mandarán a paseo, cosa que hemos merecido muy bien por tontos y por niños que no piensan más que en su amor propio y en sus capillitas, y que son incapaces de elevar los ojos y las miradas por encima de sus intereses pequeños e inmediatos” (p. 242).


Pero, al fin, llega la ansiada revista

Pasado algo más de un año y en carta de 20 de abril de 1930 afirma el H. Lázaro: “Esta misma situación embrollada y en un ambiente de rencores entre la enseñanza oficial y la enseñanza privada, hacía necesario tonificar la moral de todos y dar señal de vida y de seriedad. Nos decidimos a ese efecto no aguardar más para lanzar la revista, (ATENAS) de la cual se había hecho ya un estudio bastante detenido. Se tiraron dos números antes de terminar el curso” (249). Se habían disuelto todas las dificultades y desatado todos los nudos que habían impedido la creación de este órgano pedagógico común.

Aún hoy
La revista Atenas evolucionó y se llamó después “Educadores” y actualmente “Revista de las Escuelas Católicas”. Sigue viva la idea primera, la intuición que tuvo el gran pedagogo marianista en los años veinte del siglo pasado. Y fue un claro signo de unión superadora de tantas fuerzas dispersas y no pocas veces ineficaces en unos años decisivos para la educación católica.

Teódulo GARCÍA REGIDOR
1 De los Sagrados Corazones

2 La Revista de Pedagogía, fundada por Anselmo Lorenzo.










     EN CUANTO A LA PATRIA,  

SIEMPRE ESPERANZADOS 

 (VIII)




La esperanza teologal no lanza los ojos del alma a Dios, nos adelanta los brazos para el encuentro con Él y suelta nuestra lengua en oración. Las esperanzas humanas juntan a los hombres entre sí y oxigenan el aire social, que se hace más respirable y lo tonifica todo socialmente.

La desesperanza nos vuelve a la caverna de la selva, nos aísla y ahonda y oscurece el recinto de nuestra propia mala sombra, la personal y la colectiva, la individual y la social.
El hombre actual, desde la Revolución francesa con más fuerza, viene ensayando la aventura de ir a ver qué le pasa si se le cierra el espacio a Dios y vive a su aire. Su actitud es el eco de la rebelión de los ángeles cuando se sienten vivos ante el Dios que les ha hecho y al que han de servir, su Non serviam!
Nosotros, que contamos con Dios, izamos la bandera de España mientras estamos izando al cielo la bandera de la esperanza y de hermosas esperanzas sobre el mástil de nuestra Patria. Por eso, nos apremia la necesidad de mantener vigente nuestra voluntad de “siempre esperanzados” y en camino.


RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional




ALAS DE PLÁSTICO

Ahora que por fin vuelvo a recobrar la lucidez que durante un tiempo parecía haber perdido, echo la vista atrás y trato de hacer memoria. ¿Casicuento? Creo que el relato que ofrezco puede muy bien calificarse de tal: angustiosa pesadilla, secuencia de ciencia ficción que no desaparece, como hubieras deseado, cuando abres los ojos a la realidad.

Todo comenzó hace unos meses, mediado enero de este 2020, con las noticias que en los telediarios se hacían eco de lo que en un principio parecía una epidemia local y habría de acabar convirtiéndose en grave pandemia. Comentaban que en Wuhan, populosa ciudad de la provincia China de Hubei, estaba manifestándose de forma virulenta una infección desde el pasado diciembre. La causa, un coronavirus de origen no claramente determinado, al que convinieron en llamar Covid-19.

El tema resultaba entonces lejano y parecía circunscrito a
aquella región del sudeste asiático. La preocupación fue mayor cuando en los inicios de febrero la epidemia brotó en otras zonas, más o menos próximas, y se volvió alarmante al hacer su aparición en Europa, muy especialmente en Italia. La infección se había transformado en pandemia. Y aunque la Organización Mundial de la Salud no la declararía como tal hasta el 11 de marzo, para entonces la situación en Italia, particularmente en la Lombardía, había adquirido tintes dramáticos.

Puede que por entender, ingenua e irresponsablemente, que lo que no se ve no existe, o -lo que resulta más creíble- por espurios intereses políticos, las autoridades españolas prefirieron mirar hacia otro lado y minimizar a los ojos de la
población el evidente riesgo. Por lo que no se tomaron las necesarias medidas preventivas, se desarrollaron –resulta incomprensible- en la primera quincena de marzo, numerosas concentraciones de carácter deportivo, entre ellas el desplazamiento a Milán, en el epicentro de la infección, de hasta tres mil aficionados del Valencia fútbol club, sin control sanitario alguno, y se llevaron a cabo mítines y manifestaciones, algunas de estas no solo permitidas sino alentadas desde determinadas instancias sociales y políticas claramente irresponsables.

Luego vinieron las prisas. Y lo que un día parecía desestimarse por completo, veinticuatro horas después se tornó en acuciante problema. Cierre de centros de mayores primero, de centros de enseñanza después, y finalmente el confinamiento social de la población y el cese prácticamente total de cualquier actividad laboral no considerada esencial.

Cuando el 14 de marzo se ordenó el confinamiento, yo me encontraba ya algo tocado. Desde un par de días venía notando un leve dolor de garganta y cierta dificultad para tragar. Pero las molestias fueron rápidamente a más, y a lo que en un principio me parecieron muestras de una simple afección gripal, siguió un fuerte acceso de fiebre, violentos golpes de tos y un progresivo y más que preocupante ahogo. Se imponía el desplazamiento al servicio de urgencias. Dada mi avanzada edad –soy ya septuagenario, aunque me cueste reconocerlo-, fue mi hijo, con cuya familia convivo, quien me condujo hasta el hospital. Tengo que decir que el panorama que encontramos resultaba deprimente: salas abarrotadas, eternas esperas, y creciente sensación de agobio, inseguridad e impotencia.

Al fin se me realizó el protocolario triaje, y a la vista del estado febril y claros síntomas de infección, se determinó mi ingreso hospitalario. Un beso de mi hijo, y un “hasta ahora” cargado de angustia, que, a tenor de lo que a diario presentaban los informativos, podría convertirse en un definitivo “adiós”.

Se me acomodó en un asiento de sky –las sillas de ruedas debían de estar ya asignadas al completo-, se me administraron fármacos por vía oral, desconozco si analgésicos, antibióticos o antiinflamatorios, y se me colocó un vial para el correspondiente suero que colgaba de un soporte metálico colocado en la proximidad. Así, en uno de los pasillos, permanecí el resto de la tarde y toda la noche. Cedió algo la
fiebre, pero la tos y la sensación de ahogo se hicieron cada vez más fuertes y persistentes. A media mañana volvió a subir la temperatura, y la respiración se me hacía muy difícil. Fue entonces cuando se decidió mi traslado directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos, quiero entender que por la gravedad de mi estado, al margen de que, por lo que llegaba a mis oídos, la ocupación de las habitaciones estaba al completo.

Tras mi desplazamiento a la UCI, debí de perder pronto la consciencia de cuanto ocurría a mi alrededor. Hasta varios días después, según me dijeron, no volví a responder a los estímulos externos. Fue entonces cuando empecé a vislumbrar la gravedad y magnitud del problema. Doctores, enfermeros, ayudantes sanitarios… en permanente actividad, procuraban ocultar a nuestros ojos la más que patente agitación. Preocupados, angustiados, trataban con su esfuerzo de paliar la evidente escasez de medios. A través de la cortinilla que separaba los box en que nos encontrábamos, pude observar algo que me dejó perplejo: varios sanitarios se afanaban en confeccionar con bolsas de basura y cinta americana improvisados delantales, chalecos y capuchas que colocar sobre sus batas de trabajo. Alas de plástico para esos ángeles custodios que el cielo había hecho llegar hasta nosotros.

Así lo sentí entonces y así los recuerdo. Un par de semanas más se prolongó mi convalecencia, primero en la UCI y luego en planta. Y debo decir que no olvidaré jamás la profesionalidad, la dedicación y el cariño que me dieron. En ausencia de mis hijos, de mis nietos… ellos fueron mi familia. A varios de ellos dejé de verles en los últimos días. Quiero pensar que se trató de un merecido descanso, y que no fueron víctimas del contagio. Me niego a aceptar tamaña injusticia.
Hoy, ya en mi domicilio, donde en compañía de mis hijos
completo la preceptiva cuarentena, he sabido lo que hasta ahora se me había ocultado: miles de muertos, funerarias colapsadas, improvisadas morgues…. Nunca lo hubiera podido imaginar, en pleno siglo XXI, y en un país que consideramos desarrollado. ¿En verdad lo somos? ¿cómo hemos podido llegar a esta situación? Habrá que exigir responsabilidades y, sobre todo, tendremos que aprender: no podemos permitirnos volver a tropezar en la misma piedra.

Durante mi convalecencia en el hospital, a través de la ventana de la habitación que compartíamos varios pacientes nos llegaba a diario el sonido de las sirenas envuelto en el emocionado aplauso de la población. Cada tarde sigo abriendo mi ventana para aplaudir y para lanzar un beso de agradecimiento a aquellos ángeles guardianes con alas de plástico que tanto hicieron por mi vida, Y aplaudo también a los que, puede que agitando esas alas que ellos mismos con tanto celo construyeron, han volado hacia el cielo. Seguro estoy de que la recompensa será eterna, como ha de serlo nuestro reconocimento.


ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación
Emérito UCJC

*** Nota de la Dirección del blog AFDA: Póngase el acento en el cuento del casicuento, no en el casi.
 Los amigos del creador de este género literario, Ángel Hérnández Expósito, pueden estar tranquilos que a nuestro amigo el coronavirus ni se le acercó ni él hará  nada porque se le acerque.  
      








CONFINADOS, 

MAS 

               NO ANESTESIADOS


Desde la amarga soledad de este confinamiento
al que tan dura pandemia nos somete,
quiero escuchar mi voz, palparme el corazón, oír mi sentimiento
y notar que, a pesar de los pesares, aún aliento.

Hay quien, con buena voluntad, por aliviar el sufrimiento,
nos dice que miremos hacia el cielo,
que nos felicitemos de verlo tan limpio y tan azul, y es cierto.
Pero yo me pregunto: ¿y a qué precio?
¿Dónde están los abrazos, las risas de los niños?
¿Y dónde las caricias, dónde el andar pausado,
la paciente sonrisa del abuelo?

Quienes abrazan el timón que algunos, engañados, les cedieron,
parece –tan solo lo parece- que no logran hallar un rumbo cierto.
Y digo que “parece”, pues entiendo que saben lo que quieren,
aunque -arma vil de rufianes y traidores- continúen mintiendo.

Nos dicen que nacieron marineros, pero son en verdad de tierra adentro.
Presumen de saber dónde está el norte, y dicen que callemos,
que ya ellos -osados ignorantes-, sabrán muy bien cómo llegar a puerto.
Es tan grande el orgullo, están tan ciegos,
que no importa si al fin la nave encalla o queda al descubierto.
Importa estar arriba, sobre el puente,
aunque azoten las olas y arrastren sin remedio
a miles de inocentes a quienes la ineptitud, la ineficacia y la soberbia
dejaron al garete e indefensos.

"No es hora de censuras”, nos repiten, no es momento
de mostrar ataúdes, ni lágrimas de rostros doloridos,
ni morgues atestadas, ni lamentos.
Ni una corbata negra, ni un lazó de crespón en la bandera,
ni un adiós dolorido a quienes se nos fueron… ni un recuerdo.

Yo me sumo al merecido aplauso y homenaje
a cuantos con su esfuerzo, tan solo con su esfuerzo,
consiguen procurar algún alivio a tanto sufrimiento.
Lamento que, seguro sin quererlo,
encubran de algún modo las vergüenzas
de quienes por desidia, incompetencia o espurios intereses,
negaron que arreciaba la tormenta, llegaron a destiempo
y alargaron dolores y agonías.

Confío en que al final amaine la tormenta
y puedan restañarse las heridas;
que el abrazo sentido alivie el duelo
que dejan en el alma los padres, los hermanos,
los amigos… todos los que en silencio se nos fueron.

Y espero que ya entonces sea el momento:
que la forzada calma y la quietud
que amordazan ahora las almas y los cuerpos
clamen con fuerza, se hagan al fin oír, haya justicia
y cada cual, patrón o marinero, responda de sus actos.

Por ahora, solo puedo decirles, ilustres diputados,
señores del gobierno o dignos magistrados:
confinados, sin duda; pero, entiéndanlo bien, no anestesiados.

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación
                                                                              Emérito UCJC




CAPERUCITA



Caperucita no sabía
que el lobo la perseguía
hasta que él se le acercó.
¿Adónde vas, hija mía?,
la dijo y se relamió.
Voy a llevarle a mi abuela,
que está pachucha la lela,
esta cestita de frutas.
¿Quieres una y la disfrutas
como la disfruto yo?
Y el lobo se la comió,
a la fruta, no a la niña,
vaya por Dios.
Se hincharía con la abuela
sin cocerla en la cazuela,
y por eso se esperó.
¿Moraleja?
Pues que se zampó a la vieja,
y este cuento se acabó.


EL LOBITO MALO
(Cuento versado)

El lobito malo,
el Coronavirus,
travieso, travieso,
mejor traviesillo,
se metió de ronda
en los seres vivos:
los hombres, tan fuertes,
tan francos, tan ricos,
tan hondos, tan libres,
tan guapos, tan listos,
armados, valientes
y supercreídos.
Hombres y mujeres
a la vez, os digo.
Poseyó a doctoras,
redujo a políticos,
birló a economistas
troyanos y tirios,
voló allende el mar,
ocupó intestinos,
y ya cual parásito
de abuelos sufridos,
rebosó las calles,
camas y edificios
de las grandes urbes
y los pueblos chicos.
El Coronavirus,
perfecto lobito
chupador de sangre
igual que un vampiro,
no ha alcanzado aún
su más alto pico
y al borde nos deja
del preprecipicio.
Márchate a la mierda,
lobito, lobito
más malo que Judas
que se cargó a Cristo.
De Coronavirus
no quede un resquicio,
Covid-19,
a ti me remito.
Y el chulo del Covid
sigue vivo, vivo,
enterrando muertos
suspiro a suspiro.
Malo, malo, malo,
más malo no ha habido.
Anda y que le den
por donde ha venido
a hacernos la pascua
el triste bichito.
Abril, 2020





8       Los osos 

Y el escarabajo pelotero


  • Los osos solo hacen el oso dentro de los circos. Si no, preguntádselo al muy oso del rey Favila.
  • El oso de Favila aceptó la pelea con el rey. Quiso pasar a la Historia. Lo logró, pero con memoria de habérselo zarpaceado de lo lindo.

  • Cuando un oso adopta postura de bípedo, si los demás mueven sus cabezas de lado a lado, es porque le están diciendo que esa postura no le cuadra, que es ridícula.
  • Lo malo del oso es que nadie le ha dicho ni a él se le ocurre quitarse en verano su abrigo de pieles bueno para el invierno. ¿Nadie se lo dirá?

  • Lo trágico del escarabajo pelotero es que con bola tan grande, que se sigue agrandando, no le queda otra cosa entre sus patas hechas manos más que la esfera sucia del mundo.
  • El escarabajo marcha hacia atrás metalizalmente blindado y, con los ojos en el suelo, no levantará su cabeza ni para mirar el camino hecho. ¡Qué tesón!

  • Su tesón no le ha servido. En el Egipto faraónico le fue mejor. Allí era sagrado. Le pintaban en los muros de sus palacios y le colocaban sobre el mismo corazón de las momias. Garantizaba la resurrección. ¡Cuánto ha caído!
CUR


                               
   

    
  • Cuando los chinos comenzaron a ponerse mascarillas, les resultaba difícil ‘es-bozal’ una sonrisa.


  • Reflexiona y para mientes: si no desmientes a quien te miente y siembra tu mente de mala simiente, o entiendes malamente o estás demente.

  • Cuando a las palmas siguen cacerolas, es que hay muy buena gente, y otra que, en vez de protegerte, cuenta bolas.

  • Dice San Fermín que cuándo se ha visto que los cabestros dirijan el encierro.

  • Hay quienes afirman que esto de la pandemia es como una guerra. Yo tengo la suerte de no haber vivido ninguna, pero reconozco que tenemos un problema ‘de armas tomar’.

  • Tras tantos días de encierro, creo
    tener el síndrome ‘Segismundo’, como el de Calderón: ya no sé cuándo son jueves y cuándo domingos son.

  • Este año no ha habido Fallas, pero sí tantos fallos que la gente echa humo.

  • El mundo al revés: los perros sacan de paseo a sus dueños, que han de llevar bozal y restregar las ‘patas’ en el felpudo antes de entrar en casa.


  • Dicen que las mas-carillas están por las nubes; a ver si llueve y caen más-baratillas.

  • Le dices al virus “No es no”, y te responde “Naranjas de la China, na, China na…”

  • Estamos con la mascarilla en la barbilla y del corona… hasta la coronilla.

  • No entiendo el porqué de las quejas a nuestro dirigentes, cuando son los primeros en dar ejemplo y lavarse las manos.

  • Entiendo que haga falta el pico para escalar; pero ¿por qué dicen que hay que conseguirlo para empezar la desescalada?

  • El 26 de abril comenzó el desconfinamiento y salieron los niños a la calle. Yo aproveché para dar un paseo con mi señora; nadie podrá censurarme que sacase a pasear a la niña de mis ojos. 
Á. H.



   

   73 Profundización en la EF de 


          BaseDe 9 a 12 años

Atletismo infantil



    Cuando el alumno alcanza la edad de 9 años ha conseguido un grado de madurez suficiente para acceder a un trabajo más técnico del que hasta este momento venía realizando. A esta edad ha afirmado y organizado su Yo, y tiene interés por la vida social (Gesell, 1977). Se siente parte activa en el mundo de los demás. Posee una inteligencia concreta y tiene en cuenta el porqué de las cosas. Construye progresivamente el pensamiento social, lógico y moral (Piaget, 1985).

A partir de esta edad y hasta los 11-12 años, va aumentando su interés por la vida social y se mueve entre dos polos esenciales: el grupo familiar y el grupo de clase en la escuela. Es el momento para que se introduzca en las primeras nociones de los deportes de equipo y juegos colectivos, ya que es capaz de aceptar y respetar las reglas existentes. Puede someterse a la disciplina de unas sesiones de educación física más complejas que las recibidas en la etapa anterior y abordar las técnicas deportivas, pues diferencia bien la actividad de juego de la actividad de trabajo.

La introducción deportiva a través de juegos y deportes adaptados, más otros contenidos de ejercicio físico, ha de ser amplia en el sentido de conocer diversas actividades físicas y deportes como contenido más concreto de la Educación física de base. La práctica de una extensa gama de técnicas y situaciones diferentes hará que el alumno tenga un repertorio amplio de movimientos y de patrones motores que enriquecerán su educación física, independientemente de la carga cultural que ello conlleva.

Pero, ¿qué deportes o actividades físicas favorecen más la formación del niño en este período? No todos los deportes y actividades tienen el mismo valor como vehículo de formación. Algunos deportes, por las situaciones que someten al individuo con su práctica, poseen mayor poder formativo que otros. Los principales son el atletismo, la gimnasia preacrobática y la natación, considerados deportes básicos porque solamente con su práctica se mejoran las capacidades físicas en su sentido más amplio.

  • El atletismo es la actividad básica del hombre ante la naturaleza. Marchar, correr, saltar y lanzar están tan asociadas con el ser humano que se hacen imprescindibles. La mayoría de los grupos de ejercicios del Método natural de George Hebert (1913), citado por Langlade (1970), con enfoque lúdico y adaptado a esas edades, puede ser un referente del trabajo de esta actividad.


  • Gimnasia alevín
    La gimnasia preacrobática, en su nivel escolar, permite obtener una formación física muy amplia, de manera que pueden cubrirse fácilmente con su práctica, dos tercios de los objetivos de esta asignatura. La fuerza, la velocidad, la flexibilidad, el sentido del equilibrio, el dominio del espacio circundante y el control del propio cuerpo en el espacio, como ejemplos de la amplia gama de factores a desarrollar, se obtienen con su práctica. Como consecuencia, se adquiere un alto grado de agilidad.

En países centroeuropeos, como Francia o Alemania, esta gimnasia es un contenido obligatorio, y tiene una carga significativa, dentro de la programación de la educación física escolar. Naturalmente, el profesorado está formado en esta disciplina, algo que no suele suceder en el español.

Natación alevín
  • La natación se hace imprescindible para dominar el elemento más abundante en la corteza terrestre, el agua. Supone, además, eludir un peligro potencial grave. Su dificultad se encuentra en la disponibilidad de instalaciones específicas; problema que se puede resolver en muchos colegios ubicados en grandes poblaciones con una adecuada organización.

La práctica de estas actividades deportivas debe ser complementada con juegos de carácter colectivo basados en las reglas de deportes como el baloncesto, el fútbol, el balonmano, el voleibol, etc. Con estos deportes adaptados a la edad del alumnado, además de fomentar valores como la colaboración en grupo y el respeto a las reglas de cada deporte, se desarrollan las capacidades físicas en su vertiente perceptiva-motriz: la percepción espacio-temporal y del esquema corporal además de las diversas coordinaciones.

Fútbol infantil
En este período no debe existir especialización en ninguna disciplina deportiva, entendiendo por tal, que el niño sólo realice esa actividad física. Puede trabajar intensamente en uno dentro de sus márgenes de tolerancia y adaptación al esfuerzo, siempre que a la vez practique otras actividades físicas que complementen su formación física. Debemos tener en cuenta que ningún deporte es completo por sí mismo. Todos tienen carencias que deben ser complementadas con otros tipos de ejercicios.

La acción didáctica en esta etapa combinará estrategias globales con otras analíticas. Son edades de gran facilidad de aprendizaje de gestos técnicos, los cuales serán asimilados con poco esfuerzo. La enseñanza técnica deberá estar muy presente en el docente, aunque sin excesiva imposición. El logro de unos determinados gestos técnicos suele interpretarlo el alumno de manera positiva. Combinarán estilos de enseñanza mediante la búsqueda con estilos de instrucción directa; éstos últimos a través de asignación de tareas, predominantemente.

En cuanto a la adquisición de las capacidades condicionales –resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad– deben trabajarse de manera significativa para obtener un adecuado desarrollo en el futuro. De no ser así, los niños arrastrarán unas carencias difíciles de cubrir en etapas posteriores. Naturalmente, este trabajo deberá hacerse de manera progresiva y disfrazada. Disfrazada, en el sentido de que se desarrollen estas capacidades a través de propuestas de trabajos con enfoque lúdico.
Gimnasia alevín

Es un error desperdiciar esta etapa en trabajos exclusivamente de capacidades perceptivo-motrices, como suele hacerse en las prácticas de esta asignatura, y no incidir de manera adecuada en las capacidades condicionales, principalmente por prejuicios del legislador, disminuyendo de manera notable el gran potencial de los niños a esa edad.







Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo





DIEGO COCA 

         Y su MES DE LAS FLORES



De lejanos tiempos gloriosos rescatamos ahora, que nos los pasa su viuda Eva Martínez de Coca, unos dibujos que nuestro entrañable Diego debió de hacer en sus años de magisterio o en los primeros de su fértil docencia. 


        

Ver el completo del mes de viñetas pinchando más arriba en Addenda, en:

"Diego Coca y mes de mayo”



117 AFDA

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