6 LAS ARMAS DE LA ARTILLERÍA
Hacia el año 1132 ya se
conocía en China la composición de la pólvora y el uso de la misma en fiestas y sesiones de
magia y en el lanzamiento de grandes pesos sobre una ciudad o lugar.
En 1216 la composición de la pólvora y su poder se
describe con todo detalle en un libro de Roger Bacon, “De nulIitate Magiae”,
según la cita que a continuación ofrecemos:
“Podemos,
con sal de nitro y otras sustancias, confeccionar artificialmente un fuego que
se puede lanzar a grandes distancias [...] Utilizando tan sólo una pequeña
cantidad de este material puede crearse mucha luz acompañada de un terrible
estruendo. En él es posible destruir un pueblo o un ejército [...] Para
producir estos relámpagos y truenos artificiales se necesita sal de nitro,
azufre y Luru Vopo Vir Can Utriet”. (1216 dentro la obra de Roger Bacon, De nullitate magiæ.5 . Luego, en su Opus
Maior de 1248, describe más
detalladamente una fórmula para uso militar).
Las armas de fuego, los cañones, fueron utilizados por primera vez en la Península ibérica en el
sitio de Algeciras, en 1342, por las tropas de Alfonso XI.
6.1 Bombarda trabuquera
y los morteros pedreros
Bombarda trabuquera para el lanzamiento
de piedras o bolas de hierro.
Se fabricó primero en hierro con aros de
refuerzo y después en bronce. La parte estrecha era el receptáculo para la
pólvora.
Piedras encontradas en el parque arqueológico de Algeciras procedentes
del sitio de la ciudad en 1342. Estas piedras eran lanzadas desde las
bombardas.
6.2 Las bombardetas
La bombardeta fue una de las primeras piezas
de artillería de la segunda mitad del siglo XIV. Estaba construida, igual que la bombarda, con duelas y aros
de hierro forjado. Se componía de caña y recámara para contener la
pólvora. Se cargaba por la boca. La fuerza expansiva arrojaba sobre las
murallas o sobre las puertas de la ciudad sitiada piedras talladas en redondo,
de pequeño diámetro como las que se muestra en la foto.
6.3 Culebrinas y morteros
La culebrina es ya un cañón largo que llega a
tener hasta treinta veces la longitud de su calibre. Se monta sobre ruedas para su mejor movilidad, pero tiene el
inconveniente de que no sirve para asedios y cercos de ciudades debido al
pequeño calibre de sus balas. Es más apto para ser utilizado en los combates
terrestres.
Culebrina, arriba y
abajo mortero, mucho más corto pero de mayor calibre.
El mortero era un arma muy común en el siglo
XVI por su simplicidad en el manejo y por su eficacia sobre todo en las los
combates marinos para incendiar las naves.
De hecho, aparece por primera vez en el sitio de
Constantinopla en 1453. El tubo del mortero es muy corto, no más de dos o tres
veces su calibre, lo que permite lanzar grandes pesos o masas de materias
incendiarias.
6.4 Cañones y
municiones
Cañón de hierro del
siglo XVI
“En
los s. XVI-XVII se difunde el uso de la culebrina (larga y de poco calibre) que
por sus características no servía para batir las fortificaciones. Por ello en
el primer cuarto del s. XVI surge el cañón, dotado de menor longitud pero de mayor
calibre. Ambos están formados por una sola pieza y se cargan por la boca. Se
fabricaron de bronce o de hierro fundido y disponían de muñones que permitían
el movimiento vertical de la pieza sobre la cureña. Estaban dotados de
dos asas que facilitaban su manejo. El 'calibre' de las piezas se definía hasta
mitad del s. XIX no por los centímetros de diámetro de la boca, sino por las
libras de peso de la bala de hierro macizo que se introducían en ella. El
alcance eficaz era de 400 m para las culebrinas y de 300 m para los cañones. En
el s. XVIII la artillería normaliza la complicada tipología hasta entonces
vigente, surgiendo la denominada artillería de ordenanza, que unificó
notablemente tal diversidad”.© Juan Antonio Sáez
“Bala de hierro o bala rasa. Era posible
ponerlas al rojo vivo en un hornillo, denominándose entonces 'bala roja', muy
efectiva contra los navíos. Dos medias balas unidas por una cadena (balas
encadenadas) eran utilizadas para desarbolar a los barcos”.© Gorka Aguirre
Cañón usado en el asedio de Constantinopla de 1453.
El cañón de avancarga marcó un prototipo para el combate tradicional y las
fortificaciones.
Todas estas armas de fuego, en un principio no eran muy aptas para ser
usadas en combates de infantería y caballería a causa de la gran imprecisión de
sus disparos.
En cambio su eficacia se había comprobado en los asedios y
asaltos de castillos y ciudades amuralladas, así como en los combates
marítimos, tanto en la defensa de puertos como en la lucha naval entre galeones
y navíos. El blanco se hacía siempre por aproximación de tiro y cuando se
tratada de murallas o edificios, acababan, al fin, rompiendo las defensas y abriendo paso a las tropas de a pie.
Cañones del siglo XVI.
Las balas, bolas de hierro, se introducían por su boca sobre la pólvora
previamente prensada. Ya cargado, se introducía la mecha encendida por un
agujero de la parte trasera para provocar la explosión de la pólvora.
6.5 Fundición de cañones
en la España Imperial
La Real Fábrica de Artillería de la Cavada y
Liérganes, (Cantabria).
Las primeras fundiciones de hierro dedicadas a producir
cañones y balas con destino a los ejércitos del emperador Carlos I estaban en
Liérganes. (Catabria). Durante dos
siglos, de 1622 a 1835, ejercieron con plenitud su actividad armamentista.
En sus siderurgias y fábricas se armaban igualmente los
navíos de guerra que escoltaban el comercio con las colonias americanas y
luchaban contra corsarios y piratas.
Muchas de las defensas y fortificaciones que se fueron construyendo en los
puertos americanos, se surtieron igualmente de estas fundiciones.
En Chile se
construyeron una serie de “fuertes” para la defensa de la ciudad de Valdivia. E
igualmente en Cartagena y en otros virreinatos.
La artillería era el arma más decisiva y disuasoria frente al desembarco
de naves enemigas, corsarios y piratas.
En la Cavada llegaban a fundirse hasta más de 1.000 cañones
al año. En ellas se pasó de la fundición en bronce a la modelación en hierro
colado, más baratos y mejor acabados.
Esta fábrica fue fundada por Jean Courtius, industrial de Lieja establecido en España.
Coincidían en su fundición, la existencia de numerosas herrerías en la zona, su
cercanía al mar, las aguas abundantes del río Miera y los inagotables bosques
de Cantabria para barcos y astilleros.
El mineral de hierro para abastecer las
fábricas de cañones en la Cavada y Liérganes, provenía de las minas de Heras y Monte Vizmaya, ( ambos en
Entrambasaguas). La antigua explotación minera al aire libre ha dejado al
descubierto interesantes formas kársticas en la roca caliza de la zona, por ejemplo en lo que hoy es el Parque Zoológico de
Cantabria.
Las fábricas solo podían vender sus productos a los estados amigos del Emperador y nunca a “infieles
ni a otro ningún enemigo de la Corona, sino a amigos y confederados de ella,
prefiriendo siempre amigos, vasallos y súbditos fieles».
Los cañones allí fabricados entre 1635 y 1640, fueron 939 de
gran calibre, 195.000 balas, 4.010 bombas y unas 8.500 granadas
Los cañones españoles se fabricaban también, aunque en menor
cantidad, en fundiciones de Málaga y Sevilla y en el interior de Castilla, en Burgos, que contaba
con dos fundiciones.
De todas formas, la necesidad de contar con una buena
artillería para el real ejército, tanto móvil para los campos de batalla como
fijo en la defensa de puestos fronterizos, ciudades fuertes y puertos importantes, provenía también de
los cañones cogidos en gran número, como botín de guerra a los países enemigos,
derrotados una y otra vez en las grandes y reiteradas batallas del siglo. A este respecto fue
particularmente celebrado por Carlos V el botín de cañones arrebatados a los protestantes en la guerra de Smacalda.
Un soldado del tercio,
sentado sobre un cañón móvil en el momento de prender la mecha para explosionar
la pólvora y lanzar el proyectil. La puntería se hacía en un principio por
aproximación, por eso el cañón era mucho más efectivo frente a defensas,
baluartes y murallas que frente a tropas en constante movimiento. En las
batallas a campo abierto debían estar muy atentos para no castigar en la melé
de tropas y combatientes, los del propio bando.
Cañones de la
inexpugnable fortaleza del puerto de Cartagena de Indias. Cartagena era la
principal base de partida y de llegada
de la los convoyes marítimos que protegidos por la armada y tercios españoles
partían de este puerto hacia la Península y viceversa.
JOSÉ MANUEL
GUTIÉRREZ BRAVO
Maestro, doctor en Historia,
Exdirector de la Universidad Laboral
de Toledo
Villanueva de la Peña, marzo de 2017
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