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71. Las aves en Delibes


           

LA CIGÜEÑA

 

Ya no podemos hacer caso del famoso refrán: Por San Blas, la cigüeña verás. Pero ni este año ni hace 10, ni hace 20, ni hace 30. Ya se quejaba Miguel Delibes en 1987 de que algo estaba pasando con las cigüeñas. Por un lado, en aquel entonces, su población disminuía. Por otro, Delibes estaba analizando los ciclos de este bicho de campanario y vuelo pausado y silencioso. Resultaba (y resulta) que ya no había que esperar a San Blas para ver cigüeñas por España. Curioso atentado al refranero. Concretamente el texto de Delibes, sacado de El último coto, decía así:

Cigüeñas madrugadoras
(18-XII-87)
¿Qué les pasa a las cigüeñas de Castilla? Ocurre con ellas un doble y curioso fenómeno. Cada vez vienen menos, pero cada año madrugan más. Ya no aguardan a San Blas como hacían antaño: “Por San Blas la cigüeña verás”. A mediados de diciembre he visto dos pares en los campanarios del pueblo vallisoletano de Mojados, en la carretera de Madrid. 
 
Hoy, la cigüeña, lejos de desaparecer, crece y se reproduce con cierta alegría. En el pueblo de mis abuelos, pueblo vallisoletano, pocos son los años en los que se quedan sin el crotar de una cigüeña en el campanario de la iglesia de la Magdalena. … Y antes no era así. Ocurría justamente al contrario.

Nuestra cigüeña, la cigüeña blanca o común, es muy silenciosa y solo se hace notar cuando emite su famoso crotoreo, es decir, ese goleteo de las mandíbulas una contra otra, como si sonasen unas castañuelas, de forma rápida, mientras echa su cuello para atrás.


Todos recordamos el aspecto de la cigüeña: alta (que no altiva), elegante, de pico y patas largos y rojos y plumaje blanco con la zona trasera negra. En teoría (en la práctica el desbarajuste del calendario es evidente) al final del invierno los machos regresan de su retiro invernal en África. Si son adultos que ya han criado antes, vuelven a su nido anterior. Si no, a la comarca en la que nacieron, donde buscan los puntos de mayor altura en los que puedan comenzar a construir un nido. Los machos son fieles al nido, no a la pareja. Cada año regresan una y otra vez a la misma plataforma, desde la que hacen sus llamadas de celo, crotoreos largos que atraen a las hembras. En este momento, apenas se separan del nido. Si en uno de esos intervalos breves un macho intruso ocupa el lugar, pelean para echarse mutuamente, llegando a matar al contrario.

Los pollos tardarán dos meses en ser capaces de volar fuera del nido. En las primeras semanas, siguen a sus padres y regresan con ellos al nido, a dormir. A fines de agosto todos pueden ya migrar hacia África. Los pollos se quedan allí de 3 a 5 años, hasta que alcanzan la madurez sexual y vuelven para construir su primer nido.

Si Delibes no citó con asiduidad a las cigüeñas en sus libros fue porque no fueron parte de su caza menor. Aves elegantes y muy castellanas, dieron y dan vistosidad al paisaje de Castilla, pero en Delibes aparecen en su justa medida. Aquel día de 1987 que Delibes habló de ellas fue porque, camino de otros cotos más al sur, tuvo unos instantes para observarlas al pasar por Mojados, pueblo también de paso para el escritor.


                                                                                      JORGE URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor
Especialista en Miguel Delibes
 

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