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20111230

AFDA 13

 PORTAVOZ DE MAGISTERIO Y ESTILO

--------- 1 DE ENERO -------

NÚMERO TRECE


ÍNDICE. AFDA, 1 de enero, 2012. 
Pregón: Salto a la entraña de la realidad.
Reflexión: El horizonte del águila, de la perdiz y de la gallina de corral. 
Hemos leído-hemos oído: El pintor de batallas. En el santuario de la Virgen de la Peña
Nuestra Escuela de Vanguardia: Los maestros del mañana. Desde una experiencia gratificante IV. Canchas y líderes en la catequesis hoy. En el principio era la memoria.
Afderías: Friolerías.
Rincón de Apuleyo y de nuestros poetas: Soneto desde el sentimiento: Gloria a Dios en las alturas.Vida en el año nuevo.


ADDENDA
Una frase bíblica al mes: Porque Dios está en los cielos y tú sobre la tierra.
Documentos de oro: Una vida más íntima, más intensa… una Grecia cristiana.
Escuela ilusionada: Vademécum del profesor de la Escuela Ilusionada (I)
Colaboraciones: El cambio en el Arte, del románico al gótico.
La historia, espejo y maestra: La Viña.
Tarimilla literaria: Poemario escolar, 12-14 años. El poema de las espigas. Soñado, leído, inventado.
Rincón de Apuleyo. Versos rezagados de Navidad: A mi pequeña Iria, Un ángel vuela a Belén, El cristal traspasado.


Pregón

SALTO A LA ENTRAÑA DE LA REALIDAD

El arado romano araña la tierra, el de vertedera se hunde en ella, la levanta, la esponja, la oxigena y la pone a punto para una posterior gran siembra.

Arado romano. Capitel, siglo XV.
                      
 A lo mejor una de las últimas razones de la crisis que nos visita y ahoga es el exceso de literatura, entiéndase, de superficie, que araña las realidades sin penetrar dentro de ellas. Puro romanticismo, vamos. En esto se alarga en la Historia el siglo XIX y aún no hemos dejado atrás al Romanticismo. *
Este exceso de literatura, de verbalidad -a ratos incluso “literatura de la literatura”-, se da en el terreno educativo, en el religioso y en el del estilo, por apuntar sólo a lo que nos cae más de cerca. 

Escuela. En vez de clavar la atención del espíritu en el fondo de las realidades que se trabajan en la escuela, con frecuencia se mueven maestros y aprendices entre meros conceptos o, peor, no pasan de las palabras con las que se nombran las realidades objeto de su afán. No se llega a la intuición, al salto valioso al interior de la realidad, a la entraña misma de la realidad viva, a lo que los místicos llamaban conocer con el centro del alma. El afán, que es todo estudio por definición, no pasa de arañar la superficie de las cosas. Arañar la tierra, dibujar surcos más que arar la tierra.

No basta con saber que Hernán Cortés “es una de las grandes figuras de la historia universal y la más grande no ya de la conquista de América, sino de la Historia de España”, incluso porque con esas literales palabras lo dejó escrito Salvador de Madariaga, que sabía bien lo que se decía. El aprendiz de humanista necesita saberlo con sus entrañas por fuerza de una realidad que se le impone porque la ha estudiado por dentro y desde sus adentros. Si no es así, de su aprendizaje superficial no habrá mucho que  esperar ni para él ni para su circunstancia social.

En el terreno religioso, con frecuencia es débil el mensaje y, en su extremo opuesto, con frecuencia se da hasta una saturación religiosa que empacha de pura abstracción, a veces, y frecuentemente de mero sentimentalismo. Se araña el Evangelio, pero no se ha penetrado en él. Se hace literatura religiosa, impecable sin duda, pero falta la gran intuición de las realidades bíblicas y de las formidables realidades de la historia de la Iglesia. No se advierte estremecido al profeta que las anuncia ni estremecidos en las entrañas los discípulos que las reciben.

El ejemplo siguiente lo hemos anotado aquí en varias ocasiones. Los cristianos hoy corremos el peligro de caer en ateísmo. Tenemos concepto exacto de Dios, pero se nos escapa la misteriosa realidad última del Dios transcendente al que sin duda apunta ese concepto. Y nos quedamos sin el Dios verdadero, sin Dios, en ateos.

Seguimos con las sombras de la caverna de Platón, manejando sombras. Las palabras son las sombras de las ideas y éstas, las sombras de las realidades, que habrían de ser las que se impusieran al aprendiz con la fuerza de su semilla en el hondón de su entraña en flor de intuiciones, más allá de conceptos y de literatura de palabras.

·         Nuestros maestros nos definían el Romanticismo como
“una reacción sentimental frente a las cosas, sin penetrar dentro de ellas”.


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El horizonte del águila, 
de la perdiz y de la gallina de corral

(En pantalla del aula o del patio de entrada: un águila en vuelo, una gallina alborotada que atraviesa con las alas en alto el corral y un autobús en una de sus paradas.)

En la vida os encontraréis con personas águilas, con personas perdices y con personas gallinas de corral.

El águila, incluso enjaulada, levanta sus alas, las agita, se despereza y, aun sin echarse a volar, se adivina en sus metálicos ojos todo el inmenso horizonte lejano. En los ojos del águila está todo el horizonte.

La perdiz levanta el vuelo en los surcos, escapa del cazador, tabletea, tloc-tloc-tloc, y va un poco más lejos que la gallina alborotada del corral que huye de algún estrépito. Deja, desde luego, el colorido de sus plumas, por unos instantes, en el aire de la tarde... No hay que pedirle más. El horizonte no es la medida de sus ojos.
La gallina. Los autobuses de la ciudad, decía Cela que, de parada en parada,  imitan el vuelo gallináceo.

Personas águila. Al evangelista San Juan se le llama el águila de Patmos. Estuvo desterrado en Patmos. Allá murió centenario. Su evangelio tiene el vuelo del águila. Se le representa con un águila al lado.
Alejandro Magno, Aníbal Barca, Carlos I, el Emperador, San Agustín, San Bernardo, Miguel Ángel... fueron personas águilas.

Personas perdiz. Sobre las aves de corral, es suyo el aire abierto de la meseta, su espacio sin bardas. Visten siempre de domingo. Cumplen con su misión de alegría del campo y regalo de la caza.
Personas gallina. No pasaron de aves de corral por su vuelo los comuneros con su política de campanario, nuestros actuales “nacionalistas”...

Entre grandes figuras de la literatura, Unamuno es águila, Miguel Delibes es perdiz... La visión de Castilla del primero es de águila; la del segundo, de perdiz.

Seguid la división y colocaos, luego, en uno u otro vuelo. Si podéis, sumad los dos.

Si el horizonte tira de vosotros, sois águilas, no cabe duda.
Si acertáis a ver el Misterio Cristiano, el horizonte de nuestra asignatura, dejaos atrapar por su llamada, sacad las alas de águila, extendedlas, que sea poca toda envergadura... y ¡al horizonte!

Más tarde, en el corral de la clase, trabajad como gallinas diligentes y ponedoras. Sobre los dorados campos de cereal, como perdices que, instante a instante, tintan de colorido y alegran con su tableteo un rincón del día, mientras miran la inmensa meseta.

UCJC Primera reflexión del curso 2002-2003


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EL PINTOR DE BATALLAS


El pintor de Batallas. Pérez Reverte, Arturo 
(2006) Alfaguara, Barcelona.
También tiene versión en Punto de Lectura (Libros de Bolsillo)



En una torre junto al Mediterráneo, en busca de la foto que nunca pudo hacer, un antiguo fotógrafo de guerra pinta un gran fresco circular en la pared: el paisaje intemporal de una batalla. Lo acompañan en la tarea un rostro que regresa del pasado para cobrar una deuda mortal, y la sombra de una mujer desaparecida diez años atrás. El pintor de batallas arrastra al lector, subyugado a través de la compleja geometría del caos: el arte, la ciencia, la guerra, el amor, la lucidez y la soledad se combinan en el vasto mural de un mundo que agoniza.

Personajes
Faulques: pintor de “Las batallas” y antes fotógrafo de prensa en todas las guerras durante 30 años.
Olvido Ferrara: compañera de sus reportajes y amante a su manera. En boca de este personaje pone casi todas las interpretaciones de la realidad.
Ivo Markevic: Antiguo soldado croata a quien Faulques fotografió ocasionalmente en la guerra de los Balcanes.

Algunas citas breves
El cuadro: “un panorama mural que desplegase ante los ojos de un observador atento las reglas implacables que sostienen la guerra como espejo de la vida”. (17)

El mural tampoco estaba destinado a conservarse indefinidamente o a ser expuesto al público. Una vez acabado, el pintor abandonaría el mural a su propia suerte. A partir de ahí, quienes iban a continuar el trabajo serían el tiempo y el azar con pinceles mojados en sus propias, complejas combinaciones matemáticas. Esto formaba parte de la naturaleza de la obra. (18)

Ahora nuestra simpatía de oficio hacia toda clase de víctimas, nos libra de responsabilidades. El arte una impasible herramienta para contemplar la vida. (37)

Abajo, al pie de la cortadura, donde se inclinaban las siluetas de los pinos, semejantes a suicidas indecisos en el contraluz de una luna menguante y amarilla. (45)

Hay analgésicos temporales: la lucidez, el orgullo, la cultura, la risa…

Se plantea en el libro el problema de la violencia de la sociedad de nuestra época, sobre todo la que se manifiesta en las guerras.
La violencia de las personas es muy superior a la de los animales, debido a la inteligencia. La violencia va ligada a la condición humana: podemos explicarla, pero no evitarla.
La fotografía y la televisión la convierten en espectáculo. (A la guerra)
La guerra ha sido un tema recurrente en la pintura: Ucello, Goya, Picaso…

Aunque es un caos aparentemente, el caos tiene sus reglas que se cumplen. Tiene sus simetrías y su geometría. El arte es una manera de expresar la violencia y, en cierta medida, le pone lucidez y la purifica.
No hay ningún pensamiento creyente que intente encontrar sentido ni conduzca a superar la violencia de nuestro mundo.


Opinión personal
El autor escribe con gran madurez. En dos o tres palabras es capaz de situarnos ante un personaje o una situación. Tiene la valentía de abordar el tema de la violencia en nuestro mundo. La forma de contar la historia es interesante y original. En la mayor parte de la narración están los tres personajes. El pasado y el presente se funden de manera natural en el cuadro que está pintando el pintor.
Pero me resulta difícil de seguirlo en la descripción del cuadro, las referencias a los cuadros de tantos autores, las alusiones a la teoría del caos. Hay párrafos muy largos que se leen para tener una sensación; pero que son difíciles de entender. Acaso los pintores disfruten imaginando las formas y los colores  del cuadro de las batallas.
Es una  novela que vale la pena leer:
Por la historia en sí y por la forma de contarla.
Por las visiones sobre la guerra y la violencia en las relaciones entre personas, grupos sociales, países.
Por la madurez del lenguaje y del estilo.

De las críticas que recoge la edición quizá las más certeras sean:
Una gran novela donde se confirman magistrales dotes de narrador.
La novela más dura e intensa de Pérez Reverte. Es magistral.

Jesús Juárez

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En el santuario de la Virgen de la Peña de Villanueva,
Cantabria, 1756-1841”
José Manuel Gutiérrez Bravo
Villena Artes Gráficas, Madrid, 2011.


Un jubilado al uso se pone de modelo y ejemplo entre los suyos: “Mira yo, la partida diaria, un sano paseíto por el parque que no falte, la serie vespertina de la tele que te clava fijo, unos buenos ratos colgado del móvil sin remedio, un ratito largo de correo electrónico y vas llenando el día de hoy, que el de mañana ya vendrá… Me aplico lo del Lazarillo, `Toma, come, triunfa, mejor vida tienes que el Papa´. Lo que no voy a hacer es aburrirme…”.

Si eres mayorcito y estás jubilado, te esperan cientos de consejos de la buena gente que te rodea, como el de más arriba. Te querrán salvar a toda costa de un aburrimiento que parece que inevitablemente viene a caer sobre toda persona mayor jubilada. Escucha y agradece el sonajero que te venden para entretener tus vacíos y aliviarte el tedium vitae, pero sigue tu camino y que ni noten tu desdén por ellos.

El camino del autor de este libro es mejor camino. Vive a la sombra del Santuario de la Virgen de la Peña, uno de los varios santuarios españoles de la Peña, el de Cantabria, junto al río Saja. Es octogenario. No es que no le guste el arrullo de las aguas del río, la tertulia de arte con los amigos y las mil delicias de la vida horaciana en “aura mediócritas”. Es que se propuso hacer algo de más vuelo y provecho. Hacerle un servicio digno al santuario vecino y elevar el tono culto de las gentes de aquel Valle de Cabezón hurgando en sus raíces históricas más sabrosas y nobles.

Preguntadle cómo lo ha hecho durante cuatro años dale que le das a catastros y archivos que no están tan lejos para quien los busca con ganas. Os dirá que esa pendiente de trabajo no le fatigó y que bien mereció la pena.

El resultado: un flamante libro, con una maquetación de vanguardia, unas ilustraciones que en nada desmerecen de nuestros tiempos de la imagen, un trabajo de imprenta impecable… y un sólido contenido histórico sobre el santuario y su entorno geográfico.
A las gentes de aquellos parajes cántabros el libro dicen que les parece un regalo del Cielo, les hace más y mejores cántabros, orgullosos de sus raíces, y les acerca a su Santuario. En la presentación del libro se lee: “El Valle de Cabezón se levanta al Cielo y lo toca desde el Santuario de su Virgencita de la Peñuca de Villanueva”. Este libro de 750 páginas de erudición histórica solidísima y clara, nitidez de fotografías de aquellos caseríos y templos, de una fascinante maquetación… da fe de que es tan cierto como dice el prologuista.

Numerosas cosas urgen en nuestro mundo en el que “hay demasiada gente que -así lo apuntaba en su tiempo Unamuno- se dedica al tresillo para que los que sentimos ansias de renovación espiritual vayamos a enfrascarnos en otra especie de tresillo”.

Nuestro querido rector de Salamanca, no estamos dispuestos a dedicar nuestros años jubilares a espantar aburrimientos propios de gentes vacías. El autor de este libro, octogenario él, nos ha dado un hermoso ejemplo y nos ha señalado un precioso camino. Caminos semejantes hay suficientes y hasta muchos. Pensamos, señor rector, que mejor es llenar la propia vida y llenar la de nuestros contemporáneos en empeños parecidos al de este libro que dedicarla a matar las moscas del aburrimiento y a vanagloriarse, luego, de haberlo sabido hacer como nos aconsejaban gentes bien intencionadas.
                                                                                                                             CUR


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LOS MAESTROS DEL MAÑANA


IV.  Desde una experiencia gratificante


En artículos anteriores hemos constatado que la opción por el magisterio- por los estudios del magisterio, inicialmente-  ha nacido a partir de una  experiencia positiva. En la narración del artículo anterior la experiencia aludida era la de  haber vivido  el gozo de sentirse alumnos  aceptados,  estimados, queridos. En la narración de hoy hablamos también de una experiencia originaria, pero esta vez se trata de una  experiencia más activa, vivida y experimentada  no desde la perspectiva de alumno sino desde el ejercicio, inicial y prematuro, de maestro. Y es que no pocas respuestas de nuestra  fuente documental expresan que la “llamada al magisterio” se oyó  a través de la  experiencia concreta de la práctica  educadora. Una experiencia no sólo satisfactoria, sino iluminadora e interpelante.

Hay jóvenes que  han vivido situaciones  más o menos informales de lo que podríamos llamar ejercicio educador. En ellas, han visto crecer a los niños, han estado junto a ellos,  les han visto progresar y lograr las metas propuestas… Todo esto supuso para ellos un trabajo gratificante, “uno de los pocos trabajos gratificantes que se pueden tener, por no decir el único”,  dice Irene Calés. En una Escuela Infantil también la experiencia con los más pequeños movió a Sara Paredes a dedicarse a la educación como maestra.

Pero la experiencia con niños, emocionalmente intensa, no es solo goce afectivo; es también ocasión para la reflexión, para  el discernimiento, apresurado o sereno, sobre la opción que se va a tomar. La experiencia concreta disipa las dudas o ilumina el horizonte con una luz especial. Una alumna afirma: rodeada de niños en un voluntariado que hice en Tánger”, la práctica me ayudó muchísimo, porque con esta grata experiencia he sabido que toda mi vida lo que he estado esperando profesionalmente era una oportunidad como ésta”. Ese “saber” es, a veces el  descubrimiento de algo  en lo que uno andaba implicado, casi sin saberlo: Al empezar las prácticas (de Magisterio) me di cuenta realmente de que estaba hecha para eso…”.

En otras ocasiones la acción clarificadora de la práctica no es tan fácil o tan inmediata. Es más bien una experiencia ambivalente, pues por un lado la  maestra en cierne  se siente captada por la riqueza, sobre todo afectiva,  de su experiencia educadora, pero, por otro, afloran ciertas dudas a raíz del contraste entre la imagen ideal  del magisterio  o la belleza del paréntesis de las primeras prácticas y la dura  realidad que se presiente o que se toca con los dedos. Es más, hay quien en las prácticas se siente dubitativo sobre sus aptitudes  para ese magisterio con el que sueñan. En este caso, una consulta a tiempo y la presencia amable de  alguien con experiencia, puede hacer de las prácticas una ocasión que defina una opción, una trayectoria. Tal es el caso que cuenta María José Valero. 

También conviene destacar que la carga afectiva de las primeras experiencias educadoras no siempre es algo romántico e ideal. En ocasiones, el éxito en una experiencia dura y difícil ha hecho crecer la llama del deseo o fortalecer una motivación incipiente, insegura quizás. Tal ha sido  el caso de Laura Arribas, quien relata lo siguiente: Un factor importante en mi vida ha sido mi madre; ella tiene la visión reducida, es progresiva y parece no tener cura hoy día. Por ello he tenido que enseñar a mi madre a poder hacer cosas tan comunes como reconocer monedas, manejar un móvil y apreciar con el tacto cosas que no ve. Un día entró en la ONCE para tener más ayuda; cuando mi madre  contó  su situación le dijeron: felicita a tu hija porque hay cursos que gracias a ella no tendrás  que hacer; te ha enseñado bien. Incluso del mismo modo que lo hacemos nosotros. Esto fue para mí muy satisfactorio y me llenó de alegría porque realmente los métodos que le he enseñado me los he inventado y han resultado bien”.

Se diría que en casos como éste parece que se “ejerce de maestro” por una disposición previa, porque se lleva ya en la sangre eso del ser-para-los-demás…; en estos casos, la intensidad de la propia entrega o el éxito de un trabajo incipiente actúan como humus apropiado para que arraigue ese  incipiente deseo vocacional. Así lo narra de nuevo Laura Arribas: Me gusta ver cómo son (los niños), cómo todo les parece un mundo por muy pequeñas que sean las cosas, la importancia que  dan a aquello que les gusta y por lo que tienen ilusión. Me gusta ver en ellos ese espíritu de niño que muchas veces perdemos conforme vamos creciendo”. Por todo esto… estoy contenta con mi experiencia y con la decisión tomada a partir de ella”.
 Experiencia y deseo: una  experiencia generadora doble: la una, sentida desde la condición de  alumna; la otra, desde la nueva  e incipiente condición de maestro, de maestra.  Pero siempre, una experiencia gratificante.  Realidad que  ha  de servir no sólo para los “maestros del mañana”, sino para los de hoy. La dureza de la educación escolar no debe ser obstáculo para en  el aula sea lugar de experiencias gratificantes. De ellas puede, debe brotar el deseo…

                                                                                                              Teódulo GARCÍA REGIDOR

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CANCHAS Y LÍDERES DE LA CATEQUESIS HOY

Rafa Artacho López

 
Considero a Carlos Urdiales 
como uno de los pocos y grandes creyentes 
que quedan hoy en el mundo. 
Su firme voz me ha convocado a AFDA, y aquí estoy... 
creo que por primera vez. 
Esa voz de Carlos tiene el timbre armónico de muchos amigos 
cantando a coro una canción que viene de la infancia. 
Me sumo al coro. Espero que sin disonancias. 
Corregidme, pues, si desafino.


Hace tiempo que no soy de Catequesis. Desde hace muchos años, lo mío es la enseñanza de la Religión en la Escuela, que los apresurados llaman ERE. No obstante, trato de no perder de vista los rumbos por los que marcha la Catequesis hoy. Visto así, desde fuera, ese rumbo no me gusta nada. Hubo un momento en que Centros como Lumen Vitae, o Tubinga, o Insbruck, o el Instituto Católico de París ejercían un poderoso liderazgo, y revistas como Catéchèse, Catéchistes, Lumen vitae, Sussidi, o incluso Sínite... alzaban banderas y voces a las que seguir.


Contaré una historia, que os explique lo que ha pasado. A comienzos de los años 80 se celebró en Madrid el primer Congreso de Profesores Cristianos, organizado por la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. La Clausura corría a cargo de Monseñor José Manuel Estepa Llaurens. Entre la hora de la comida y la sesión de clausura, el Obispo invitó a varias personas de la Delegación de Madrid a tomar café con él, y nos comunicó: en Roma (así de genérico) se ha tomado la decisión de mantener la situación de la Catequesis como está. No penséis los que estudiáis estos temas que vuestro trabajo va a lograr cambiar algo. Podéis publicar lo que queráis, que nadie con responsabilidad os hará caso. Y lo decía como una confidencia de amigo, a un grupo de gente que habíamos colaborado muchísimo con él... Poco después, cuando apareció aquel artículo de Babin (¿recordáis lo audiovisual y la fey el fotopalabra...etc?J’abandonne la catéchèse, supe que estábamos ante el final de algo.


Desde mi perspectiva actual, veo lo siguiente: Trento y su renovación catequética crearon un modelo de catequesis perfectamente ajustado a las leyes de la Ilustración. El Catecismo de Trento (y sus posteriores secuelas y adaptaciones) es el modelo perfecto de este saber ilustrado sobre la Religión. La Catequesis encontró en las escuelas creadas al impulso de la Ilustración (las escuelas lasalianas, entre ellas; y similares) el lugar más idóneo para la trasmisión eficaz del Catecismo. La Catequesis fue una Catequesis Escolar. El Movimiento Catequético, iniciado en Insbruck unas décadas antes del Vaticano II, trató de devolver la catequesis a la Comunidad cristiana, proporcionándole un contexto no escolar. A su impulso, se crearon instituciones catequéticas parroquiales (fuera de la escuela). Sin embargo, el Concilio Vaticano II no abordó el tema específico de la Catequesis más que en el contexto escolar (Gravissimum educationis momentum); y el Directorio General de Pastoral Catequética de Pablo VI, todavía piensa en la Catequesis como tarea realizada en la escuela.

Mi conclusión es que, en este momento, la Catequesis anda sin rumbo. Se encaminó por el sendero de la escolástica con la Ilustración, se halla desconcertado hoy ante la naturaleza laica (por pública e interconfesional) de la escuela. No acaba de encontrar los rasgos propios de su identidad original. Es evidente que el modelo de la Catequesis no es el modelo cultural de la Ilustración, sino el modelo iniciático del Catecumenado. Sólo por ese camino encontrará su identidad. La Catequesis en la escuela es un activo más del fracaso escolar. Y es preocupante que las catequesis parroquiales de la Comunidad sigan funcionando aplicando los modelos de la escuela... El camino está en la Pedagogía de la Iniciación, como en el catecumenado de los primeros siglos.      

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   ”EN EL PRINCIPIO ERA LA MEMORIA”

Nuestros abuelos en la cultura nos dieron ejemplo personal y nos iniciaron en la veneración de la memoria en el olimpo de todo aprendizaje.

Mnemosyne
Nuestros abuelos en las letras se llamaban Ortega, D´Ors, Maeztu; en el pensamiento, García Morente, Zubiri, Rahner, Guardini…

De Eugenio d´Ors nos aprendimos entera, casi de carrerilla, su famosa conferencia leída en la Residencia de Estudiantes “Aprendizaje y heroísmo”.

En ella decía, entre otras certeras cosas suyas, algo de lo que hicimos bandera en nuestra Escuela de Vanguardia: 


“Cabría afirmar, por consiguiente, que no sabemos las cosas porque anteriormente nos hayamos interesado en ellas, sino que nos interesamos por ellas, porque antes las hemos, hasta cierto punto, sabido. Pero saber las cosas no quiere decir sino poder recordarlas en un momento oportuno. De manera que sustituiremos legítimamente la anterior fórmula por la que sigue: No recordamos las cosas porque ellas nos hayan interesado, sino que nos interesan por el recuerdo que ya tenemos de ellasEs decir, que el movimiento de la actividad mental para llegar al conocimiento de un objeto ha de ser de índole mnemónica. He aquí, pues, un principio de erudición del valor pedagógico de la memoria, y aún de la memorización, y aún del memorismo. El evangelio del conocimiento humano puede explicar su génesis así: En el principio era la memoria”.

Aprendizaje y heroísmo,
Eugenio d´Ors,
Ed. Universidad de Navarra, Pamplona, 1973.



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1 comentario:

  1. A nuestros amigos en el magisterio y en el estilo le invitamos a que nos ayuden a mantener nuestro propósito de ser portavoces de magisterio y estilo.
    Su punto de vista sobre cualquier parcela puede ser interesante.
    Recibiremos con gusto sus colaboraciones.

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