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20120115

AFDA 14


 PORTAVOZ DE MAGISTERIO Y ESTILO

--------- 1 DE FEBRERO -------


NÚMERO CATORCE


ÍNDICE. AFDA, 1 de febrero, 2012
Pregón: Lírica para la educación, para la política y para la crisis.
Reflexión: El estudiante produce estudios. 
Hemos leído-hemos oído:La ladrona de libros.
Rincón de Apuleyo y de nuestros poetas:  Apremiante descenso de la natalidad.
Soneto desde el sentimiento: Por San Blas.
Afderías: Cigüeñerías.
Nuestra Escuela de Vanguardia: Los maestros del mañana. V. Encontrar el equilibrio personal.
Nuestro castillo interior: El nuevo Dios.

ADDENDA
Una frase bíblica al mes: ¿Está uno de buen humor? Que cante.
Documentos de oro: La "imagen intelectual del mundo" que se daba.
Colaboraciones: Historia del paisaje en la pintura occidental.
Tarimilla literaria: Poemario escolar, 14-16 años. Tarimilla popular y rural. El poema de las espigas.
Patio de recreo: La Viña (II).
La Escuela Ilusionada: Vademécum del profesor (II)
Patio de recreo: Escuela y Miguel Delibes a tiro.
Rincón de Apuleyo: De paseo va Mateo.


PREGÓN

¡LÍRICA PARA LA EDUCACIÓN,
                       PARA LA POLÍTICA DE LOS PUEBLOS
                                                   Y PARA LA VIDA!
Escribe Amando de Miguel sobre John Neumann.
John Neumann
Afirma nuestro sociólogo que “la gran virtud de John von Neumann fue la de conseguir que las Matemáticas fueran realmente no solo el lenguaje de la ciencia sino el modelo de muchos otros saberes. La paradoja es que, siendo Von Neumann un teórico, logró que las Matemáticas se aplicaran de modo práctico a muchos campos”.
 Más adelante: “a la Matemática de Von Neumann le debemos que hayamos tenido energía nuclear, viajes espaciales e informática, entre otros desarrollos”.

Desde fuera, profanos de la cuántica, nos imaginamos que este hombre adelgazó la matemática y la hizo pura lírica, de manera que pudo introducirla en el cuerpo de las ciencias empíricas y sociales y así elevar y multiplicar sus aciertos, los brillantísimos que ahora disfrutamos.

¿Por qué no ponerle lírica a la educación, al gobierno de los pueblos y a la vida de las gentes en crisis?
¿Nos falta el matemático que ponga en pie nuestra historia?
¿No contamos con media docena de maestros de la lírica que equivalgan a un von Neumann para la esperanza y la creación de una primavera que podría ser brillantísima?



                EL ESTUDIANTE PRODUCE ESTUDIOS

En el expediente que cada uno de vosotros tiene en el Colegio figura la profesión del padre. Hay médicos, arquitectos, pilotos, administrativos, panaderos, peluqueros...

Profesional de la caligrafía y de las primeras letras.
   Puede ocurrir que si a alguno de vosotros se le pregunta por su profesión, responda rápido que aún no trabaja. Esto es un error. La profesión de un alumno es la de estudiante.
   El arquitecto levanta casas, el médico cura, el panadero hace pan, el ciego vende cupones de la ONCE..., el estudiante estudia: ese es su trabajo, esa es su profesión. 

   La sociedad es una gran colmena en la que todos estamos en función de todos. Nadie es libre para no hacer nada. Nos debemos a los demás, unos a otros.
El estudiante produce estudios
    En la sociedad no debe haber zánganos, todos han de producir algo útil: casas, salud, pan, cupones de la suerte... 
  El estudiante produce estudios, es decir, esfuerzos para conseguir la verdad, ordenarla y expresarla.
   Ninguna sociedad sensata quiere prescindir de este trabajo que realizan sus miembros en edad escolar.
   Ninguna sociedad inteligente pensará que es un lujo  que sus hombres y mujeres estudien.
   A la hora de pedir cuentas, la sociedad, al estudiante, lo que le pide como tal es que produzca estudios.

       Elementos visuales: Profesionales de las primeras letras, 
estudiantes con tecnología puntera, recolección de mieses o de aceitunas. 
La frase: El estudiante produce estudios.



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LA LADRONA DE LIBROS


Zusak, Marcus (2007) La ladrona de libros. 
Ramdon House Mondadori, Barcelona.

Marcus Zusac es australiano y la obra ha sido publicada con ayuda del Australian Council, organismo dependiente del Gobierno de Australia.

En este libro se cuenta la historia de una niña, Liesel Meminger, durante la Guerra mundial, en una pequeña localidad de Alemania, Molching, cerca de Munich, en la calle Himmelstrasse. (Himmel= cielo).
La narradora de la historia es la muerte, que ha guardado un libro escrito por la niña, antes de que un bombardeo termine con Himelstrasse y todos sus habitantes, excepto Liesel, que estaba en el sótano de su casa escribiendo. La muerte ha recuperado de entre los escombros el libro.

LA HISTORIA DE LIESEL

Liesel Meminger, que tiene casi 10 años, viaja con su madre y su hermano pequeño hacia Munich, para ser entregada a una familia de acogida. En el viaje muere el hermano, que es enterrado en una población del trayecto. Aquí la niña recoge un libro en la nieve que se llama “Manual del sepulturero”.
La niña comienza su vida en la casa de acogida con el matrimonio Hans y Rosa Hubermann. La niña hace su vida en un ambiente como el de la Alemania nazi. Cada noche tiene pesadillas y Hans se pasa largas horas con ella hasta que se duerme. Le lee libros y Liesel quiere aprender las palabras de los libros. Su relación con Rudy Steiner, chico del barrio, es muy estrecha, y con él hace la mayoría de las travesuras. 
En un momento dado, hay una quema de objetos y libros, ordenada por las autoridades nazis. Liesel consigue recuperar de la hoguera un libro titulado “El hombre que se encogía de hombros”. La mujer del alcalde la ha visto cogerlo.
En un momento dado aparece en la casa un judío, Max Vandenbourg, que huye de ser deportado a los campos de concentración.Trae un acordeón de un antiguo compañero de Hans en la primera Guerra Europea. Le acogen en el sótano de la casa. Se entabla una gran amistad y Max le dedica un libro con texto y viñetas, que encuentran en un colchón, cuando Max decide marcharse para no exponer la vida de la familia que lo acoge.
Liesel visita la casa del alcalde en el barrio elegante de la ciudad para recoger la ropa sucia y llevar la ropa limpiada por Rosa. Ilsa Hermann (mujer del Alcalde) le enseña la gran biblioteca y le invita para que venga a leer en los ratos libres; incluso le regala algún libro. Más adelante, una aventura de Liesel con Rudy consiste en entrar por la ventana y robar algunos libros. Por ejemplo, “El hombre que silbaba”.
Liesel suele leer en voz alta mientras la gente espera en los refugios el paso de los bombarderos. 
En un momento dado, siguiendo el consejo de Max, Liesel se pone a escribir su historia con el título “La ladrona de libros”. Lo está escribiendo en el sótano de su casa una noche en que las sirenas no avisan de la llegada de los bombardeos que destruyen Himmelstrasse y matan a toda la gente que vive en ella. A Liesel la rescatan de entre los escombros. La muerte, que ha venido para llevarse las almas de los muertos, se guarda el libro, por eso es la narradora de la Historia. 
Terminada la guerra, Max queda libre después de pasar algún tiempo en el campo de concentración de Dachau. Liesel termina su vida en Sidney, ciudad a la que se ha ido a vivir, se supone que con Max. 

VALORACIONES Y OPINIÓN PERSONAL 

Al mismo tiempo que cuenta la historia de Liesel y de muchas más personas que viven en su entorno, el autor refleja de manera emotiva la situación de la gente en la Alemania nazi y durante la guerra: Imposición, persecución, tortura, trato vejatorio: el sufrimiento de la gente corriente en una guerra y la imposición de lo irremediable. Pero al mismo tiempo pone de manifiesto la riqueza de la persona humana, la capacidad de supervivencia, la capacidad del pensamiento y la palabra para hacernos felices o infelices.

La manera de describir las situaciones y las cosas como si tuvieran vida es particularmente interesante desde un punto de vista literario:
  
“Daba la impresión de que tenía las palabras en la mano, bien apelmazadas, para lanzarlas al otro lado de la mesa”. (38).
“El cielo estaba aderezado con las pequeñas astillas de lluvia que empezaban a caer”. (56)
“La luna se había librado de las nubes y ahora podía moverse, elevarse, zambullirse y derramar gotitas sobre el rostro del chico”. (62).
“Las palabras, pronunciadas con suave susurro, resbalaron de la cama y se esparcieron por el suelo como si fueran polvo”. (66)
“Esa noche la luna estaba zurcida al cielo con puntadas de nubes a su alrededor“. (59)
“La ladrona de libros se quedó sin palabras. Pero créeme, las palabras estaban de camino y, cuando llegaron, Liesel las sujetó entre las manos como si fueran nubes y las escurrió como si estuvieran empapadas de lluvia“. (81)
“Ese día a Liesel le costó mucho decir lo que dijo al marcharse. Traducido podríamos comentar que tuvo que forcejear con dos palabras gigantes, cargarlas al hombro y arrojarlas  con torpeza a los pies de Ilsa Hermann. Pesaban tanto que al final  la tambaleante niña no pudo sostenerlas más y cayeron de lado. Quedaron postradas en el suelo en toda su extensión, extravagantes y desgarbadas. Dos palabras gigantescas: Lo siento.” (149)

El libro me pareció raro cuando comencé a leerlo, y de hecho lo dejé un tiempo en espera. Cuando retomé su lectura, me pareció sencillamente maravilloso. Al terminar todo adquiere más sentido, y da ganas de comenzar a releerlo para encajar la historia en su totalidad. Me ha encantado releer las primeras páginas y entender mejor el desarrollo de la narración. 
Aunque la protagonista es Liesel, el libro cuenta al menos la historia de otras tres personas: Hans, Max y Rudy. Todos son personas excelentes, que sufren las consecuencias de su situación, pero mantienen una gran dignidad. Son los que más quieren a Liesel, cada uno a su manera. Es admirable la categoría humana de estas personas en situaciones tan terribles. Historias como está fortalecen la fe en que la vida es maravillosa a pesar de los sinsabores y las ruindades de muchos.
El hecho de tomar a la muerte como narradora de la historia es interesante (nunca antes lo había visto) y permite que sea natural cierta manera de expresar lo que sucede. “Primero los colores. Después los humanos. Así es como acostumbro a ver las cosas. O, al menos, así es como intento verlas.” (Comienzo del libro, habla la muerte).

Un libro digno de releerse, de estudiarse y de recomendar a otras personas que lo lean.
Madrid, 19 de enero de 2012

Jesús  Juárez

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LOS MAESTROS DEL MAÑANA                


V. Encontrar el equilibrio personal


Hay vocaciones al magisterio que proceden de la búsqueda de cierto equilibrio personal. Se da el caso, minoritario pero presente todos los  años,  de jóvenes que o bien  han cursado una carrera universitaria o han ejercido ya una profesión (azafata, abogado, administrativo…) y que tras años de experiencia van encontrándose a disgusto con el trabajo y consigo mismos, interiormente vacíos y carentes del necesario equilibrio personal. Y, de pronto, deciden que “lo suyo” es otro tipo de trabajo, algo que implique una relación personal más directa e intensa;  y optan por el magisterio. 


Estas personas, aún jóvenes,  muestran con claridad que viven cierto vacío interior y, después de una  lucha personal,  realizan una verdadera “conversión”, un cambio radical en sus vidas. A veces no muestran con claridad cuál ha sido el último desencadenante de la opción, pero  siempre está actuando de fondo la insatisfacción personal. Esta, pronto o tarde,  termina por  revelar que hubo una primera opción, un “primer amor” nunca del todo olvidado y que, en circunstancias más o menos adversas, uno vuelve a él.


Un trabajo que no satisface suele ser el detonante: “Era un trabajo –el de administrativo-  con el que no me sentía cómoda ni realizada; necesitaba encontrar mi verdadera vocación”, dice Andrea, estudiante de Educación Primaria. Ciertas carencias relacionales o personales en el propio trabajo, aunque éste sea atractivo y bien remunerado,  hacen  desear una profesión que favorezca un mayor contacto personal: “... por eso decidí dejar mi trabajo de auxiliar de vuelo en Iberia y comenzar una nueva andadura:  ser maestra, con vistas a un futuro feliz con mi marido (que quería ser profesor de educación física), con mis hijos y con el resto de mi familia. Sé que no se gana lo mismo que siendo auxiliar de vuelo, pero se es infinitamente más feliz y eso es algo que no puede ser pagado”, dice Amparo F., de Educación Infantil.

Otras veces, aun sin haber terminado  la primera carrera, alguien decide  un cambio radical y dirige sus pasos hacia el magisterio. La razón suele ser parecida: insatisfacción personal. La alumna X  estudiaba  tercer curso de Administración de Empresas.. “pero cada año que pasaba me daba cuenta de que me había equivocado al elegir dicha carrera, ya que mi motivación por las asignaturas y por el estudio cada vez era menor. Por eso  decidí dejar a la mitad la carrera y matricularme en Magisterio. Ya que mi afecto hacia los niños seguía estando presente en mi vida y cada vez iba a más”.  Se diría que en algunos casos  se actúa  a partir del mecanismo psicológico de volver, ante la insatisfacción, a lo que uno cree que es  su verdadera… vocación.


A veces el magisterio se  elige por conexión con la carrera que tuvo prioridad en el estudiante, pero que por diversas circunstancias es preciso abandonar. Al hacer una proyección de  largo alcance de la vida personal,  se  ven circunstancias  que hacen imposible  la opción primera y se busca un equilibrio entre ella y el magisterio. Al menos eso piensa Beatriz,  hasta hace poco estudiante del INEF, cuyas ilusiones primeras  se  apagaron porque aparecieron  lesiones óseas o musculares y porque ella pensó en  el breve tiempo que puede durar el estado de “buena forma” del profesor de Educación Física… Estas circunstancias le impulsan a optar por el magisterio: “Evidentemente todo ese sueño (ser profesor de Educación Física) se fue, hubo un periodo de incertidumbre en mi vida pero, como siempre me han encantado los niños, me dije: ‘profesora de gimnasia, no; pero, ¿por qué no de educación especial, de Educación Infantil o de Primaria?` Así que maduré mucho la idea… y decidí ser maestra de Educación Primaria”, cuenta Beatriz.


Cuando uno piensa en estos caminos “de vuelta hacia otra cosa”  parece ver en primer lugar una  reacción ante la decepción o el fracaso. Y una opción condicionada por ellos. Y  creo que esto puede ser posible. Pero aunque esto fuera así,  también resulta cierto que cuando  alguien  ha estado ejerciendo una profesión  para la cual  se ha preparado  seriamente, cuando se ha ejercido con cierto éxito profesional y económico (auxiliar de vuelo con un excelente futuro,  abogada en ejercicio en un bufete durante varios años, licenciada en psicología y  profesional  en  una empresa, licenciada en ciencias empresariales con un excelente puesto de trabajo…) y cuando de pronto todo esto se abandona…, más que de fracaso o miedo a una situación precaria hemos de hablar de algo más profundo: es, a la vez, un desajuste personal y  una llamada interior que hace cambiar por completo la vida profesional ya iniciada. Es una necesidad de encuentro consigo mismo en aquello que, según confesión de la mayoría, fue el primer deseo, la inclinación primera, nunca perdida ni extinguida. Y paradójicamente, aunque se haya  intentado  apagar  la fuerza de esa llamada con otras voces más  definidas y potentes,   la primera ha ido creciendo junto a las otras. Podemos decir que, en no pocos casos, se opta por el ser antes que por el tener y que, aun en una situación social de precariedad laboral como la nuestra, se abandonan trabajos remunerados y rentables por el deseo de encontrarse a sí mismos, en una búsqueda sincera de equilibrio personal. Creo que estas decisiones por el magisterio – cuya trayectoria habría que seguir estudiando en años futuros- merecen hoy, cuando menos, respeto y admiración.


Teódulo GARCÍA REGIDOR


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  ·        Cuando la cigüeña avista su presa bajo el agua, la ataca a bayoneta calada.

Las rosas en el rosal, las peras en el peral y las cigüeñas… ¿en el cigüeñal?

·        Las cigüeñas viajan menos desde que en París cerraron las casas-cuna.

Un  buen nido de cigüeñas es el mejor seguro de vida para el viejo campanario.

·        Las cigüeñas son más del cielo que del suelo; en tierra, mejor sobre una sola pata que sobre las dos.
 
Puede que por el cambio climático o quizás por la crisis, cada vez se ven más nidos de cigüeña ‘desalquilados’.

·        No creo que quien tuvo la ocurrencia de llamarlas cigoñinos sintiera especial cariño por las crías de cigüeña.

Los Reyes Magos, el ratoncito Pérez y la cigüeña parisina, tres hermosos sueños que mueren con la infancia, como los dientes de leche.

·        A los cigoñinos, al tiempo que se les enrojece el pico y aprenden a crotorear, se les diptonga la O y les brota la diéresis.

Una torre sin cigüeña es casi tan huérfana como una cigüeña sin torre.

·        Por San Blas, la cigüeña verás; si un día no la ves, puede que este mundo ya esté del revés.

AH


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EL NUEVO DIOS

Hay vocablos más bellos que el de "padre", como, por ejemplo, "mariposa", o "ardilla", o "fresa", o "góndola"... 
Pero las palabras atraen más o menos nuestra atención según sea nuestra relación con ellas. 

Antes de que llegara la noche.
Y es precisamente el trato, la relación que Jesús, el Hijo amado, mantuvo en esta vida con su Dios que la palabra "Padre" se torna para el poeta José Luis MARTÍN DESCALZO en la voz más sorprendente del diccionario, en el vocablo más milagroso que podamos escuchar de labios del Hijo, puesto que al oírlo el amanecer se duplica, los árboles transforman súbitamente sus yemas en sabrosas frutas, los lirios se convierten en plateadas trompetas anunciadoras de fiesta..., y todos los hombres reímos felices porque sentimos al Dios altísimo en la intimidad de nuestro pecho y, sentado en la pradera y comiendo la tortilla con nosotros, al Dios oculto y ausente. ¿Es también así cuando nos dirigimos a Dios y lo llamamos "Padre"?
                                                                                                                                                                                        Eduardo Malvido

EL NUEVO DIOS

Y cuando Él dijo "Padre"
el mundo se preguntó por qué
aquel día amanecía dos veces.
La palabra estalló en el aire como una bengala
y todos los árboles quisieron ser frutales
y los pájaros decidieron enamorarse
antes de que llegara la noche.

 
                            El mundo estaba de fiesta …


Hacía siglos que el mundo
no había estado de fiesta:
los lirios empezaron a parecerse a las trompetas
y aquella palabra comenzó a circular
de mano en mano,
bella como una muchacha enamorada.

Los hombres husmearon el continente
recién descubierto
y a todos les parecía imposible pero pensaban que,
aun como sueño, era ya suficientemente hermoso.

Hasta entonces los hombres se habían inventado
dioses tan aburridos como ellos,
serios y solemnes faraones,
atrapamoscas con sus tridentes de opereta.
Dioses que enarbolan el relámpago
cuando los hombres encendían una cerilla en sábado,
o que reñían como colegiales
por un quítame allá ese incienso.
Dioses egoístas y pijoteros
que imponían mandamientos de amar
sin molestarse en cumplirlos,
vanidosos como cantantes de ópera,
pavos reales de su propia gloria
a quienes habría que engatusar
con becerros bien cebados.

Y he aquí que, de pronto,
el fabricante de tormentas
bajaba... a ser Padre,
se uncía al carro del amor
y se sentaba sobre la pradera
a comer con nosotros la tortilla.
Era un nuevo Dios bastante poco excelentísimo
que no desentonaba en las tabernas
y ante quien sólo era necesario descalzar el alma.

Aquel día los hombres empezaron a ser felices
porque dejaron de buscar la felicidad
como quien excava una mina.
No eran felices porque fueran felices,
sino porque amaban y eran amados,
porque su corazón tenía una casa,
y su Dios, las manos calientes.

                   José Luis Martín Descalzo



   

       

















1 comentario:

  1. El problema de la educación en España levantaría su vuelo si, antes que echarle dineros, se le aplicaran unas dosis suficientes de la lírica que se invoca en este número 14 de AFDA y los profesores hicieran suyo el vademécum de la Escuela ilusionada de sus páginas.
    Quien esté por el magisterio y el estilo tiene en AFDA campo de expresión para que siembre.

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