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20170131

59. AFDA

FEBRERO, 2017

ÍNDICE PRINCIPAL
 
Pregón: El misterio en el arte y en las cosas.
Nuestra Escuela reflexiona: “Vexilla Regis prodeunt”. CUR
Nuestra Escuela se sumerge en la Biblia: Abrahán cuenta estrellas. (V). Zereutes
Dios es amor: Creo en Jesucristo, su único Hijo (V). E. Malvido
Nuestra Escuela celebra aniversarios: Mrs. Caldwell habla con su hijo. Á. Hernández
Por tierras de Castilla III. A. Montero
Alta política con estilo: Clave de bóveda de nuestra identidad. Ramiro D. de Aza
Hemos leído… Rutas de la Rioja encantada. Ángeles Rubio
Soneto desde el sentimiento: Dios, no te entiendo. Á.H.
Rincón de Apuleyo: Oda de amor a la Sierra de Guadarrama.
Afderías: Ranerías. CUR
Nuestros poetas: Liras de aprendizaje. A. Montero
Sin echar el ancla: Griñón espacio abierto. Teódulo G. Regidor
Educación física: Principios
EP 2017








EL MISTERIO EN EL ARTE Y EN LAS COSAS

- ARTE, MISTERIO Y ESTILO -
Como el manantial salta de la montaña y, cantando de piedra en piedra, marcha hacia un mar que le espera y como las plantas buscan la luz del sol, así un fino instinto dispara nuestro estilo y nos empuja a adentrarnos en el misterio interior que habita en toda realidad, particularmente,  en el arte.
El interior misterio que habita en la cadena de montañas.
De Orizana aprendimos a verel arte como un trampolín que nos lanza a un mundo interior, el más auténticamente real, un mundo que solo se alcanza por intuición estética o espiritual. Luego lo aprendimos en Max Scheler. Esta intuición es el salto desde el “centro del alma” (terminología de los místicos) al corazón mismo del misterio que habita en la obra de arte.  Podremos afilar nuestro estilo, prepararnos para la intuición estética, no nos bastará. El misterio que anida en el interior en el arte y en la naturaleza será siempre el que es, independiente de nosotros y de nuestra subjetividad, y un regalo de los Cielos el que se nos pueda hacer patente su misterio. Penderá solo de él mismo. Los valores son absolutos. No creamos nosotros el misterio que habita en la obra de arte, en el cuadro del Greco, en la flor y en la cadena de montañas. El misterio se da en las realidades naturales y en los artefactos que el artista crea, los discípulos de Emaús del claustro de Silos, la golondrina que presencia en silencio la anunciación de Fra Angélico, el Santiago del Pórtico de la Gloria en Compostela. Nos transciende.
El arte al    que pretendemos acercarnos por la intuición y el  estilo tiene la misión de hacernos entrever en lo sensible el misterio del ser.
La gran prueba de la existencia de Dios está precisamente en la entraña del arte. Y puesto que en ella palpita el misterio, Dios existe.
La golondrina que presencia en silencio…
El arte es la epifanía del misterio de las cosas reales. Nuestro afán de estilo se puso hace años en su búsqueda. Siempre es de noche y andamos lejos, pero apretamos el paso hacia su misterio y realidad más auténtica.
Cuando creemos que todo está perdido, roto, enfangado, todo contiene en sus adentros la sonrisa de su misterio. El Cantar de Mío Cid, el Escorial, la música de Tomás Luis de Victoria siguen plantados como valiosos en el tiempo y testigos de la eternidad del misterio. También el niño recién ahogado, la patera que lo trajo y hasta el sinentrañas que los lanzó a la mar.
  


Vexilla Regis prodeunt



Cantando el Vexilla regis, se acercaban a Jerusalén en el año 1099 las huestes conducidas por Godofredo de Bouillón en la primera cruzada: querían liberar el templo y rescatar el Lignum crucis, la Vera Crux en la que fue crucificado Cristo.
Una cruzada era una peregrinación en armadura..
  
Avanzan los estandartes del Rey

Para los “francos seguidores de Cristo” compuso – a caballo, en medio de los bosques- Venancio Fortunato, siglo VI, el último poeta romano,  el triunfal himno del Vexilla Regis. Es una joya del canto gregoriano. Belleza, melodía, palabra y música lo hacen único. Siguen al Rey que ha conseguido la victoria definitiva del tiempo y pasa en triunfo a la eternidad el ejército de cristianos de a pie, cruzados de la fe, peregrinos en armadura, es decir, cruzados, muchedumbres de monjes silenciosos, labradores de tierra y pescadores de la mar, de toda raza, lengua y nación…

El autor del famoso himno Vexilla Regis prodeunt, escrito en siete cuartetos de dímetros yámbicos, sigue el esquema de los himnos de San Ambrosio. Dice así la primera  y la penúltima  estrofas:

Vexilla Regis prodeunt: Fulget Crucis mysterium,
Quae vita mortem pertulit, Et morte vitam protulit.

O Crux ave, spes unica, hoc Passionis tempore!
Piis adauge gratiam, reisque dele crimina
.

Avanzan los estandartes del Rey: fulge el misterio de la Cruz,
por el que la vida venció a la muerte y por la muerte se extendió la vida.
...
Salve, oh cruz, única esperanza nuestra! En este tiempo de Pasión, aumenta la gracia en los justos y borra los crímenes de los reos.
CUR


   



ABRAHÁN CUENTA ESTRELLAS (I)

Abrahán era el nombre de uno de los descendientes más ilustres que escribe la Biblia en el libro del Génesis con letras de oro. En su capítulo 11. Figura en una lista de las mejores y más importantes personas tras el diluvio universal. Abrahán iba a ser todavía más grande y más importante que el patriarca Noé, el hombre nuevo tras el diluvio. Descendía de uno de sus hijos, de Sem. Abrahán era semita.
Se le va a conocer en la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- con el título de “padre de los creyentes”. Cuando entre los hebreos o entre los cristianos se diga: El padre de los creyentes, se estará hablando de Abrahán. Como creyentes, nosotros somos hijos de Abrahán.
Más curioso todavía, en la Biblia, cuando se quiera nombrar a Dios (el Creador, el Todopoderoso, el Eterno, el que no tiene nombre porque no hay nombre que lo nombre bien y del todo), en el Antiguo Testamento se dirá que ese Dios inefable, único, desconocido, es el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Se le nombra el primero. El verdadero Dios es el Dios de Abrahán...
Y es que Abrahán había dado con el Dios-Dios, el verdadero Dios.
Abrahán nació en una ciudad espléndida, muy rica, bien amurallada, de edificios altísimos como torres (entre otras, la torre de Babel, que pretendieron sus constructores que llegase hasta el cielo). La ciudad se llamaba Ur y estaba en Caldea. Y Caldea, en Mesopotamia. Y Mesopotamia, en lo que hoy llamamos el Oriente Medio.
(En un mapa actual hay que buscar a Ur de Caldea, la Caldea de Mesopotamia, la del Oriente Medio, en Asia, en Iraq).

Además, Ur era una ciudad culta entre muchas otras de la Mesopotamia de entonces. Los sumerios habían creado en Mesopotamia la civilización primera de la historia. La continuaron los acadios.
Por Ur de Caldea pasaba uno de los ríos más importantes de la historia de la Antigüedad, el Eúfrates, que se unía kilómetros abajo con el río Tigris, que también llevaba mucha agua, antes de desembocar los dos, juntos como hermanos, en el Golfo Pérsico.  El Eúfrates y el Tigris eran dos ríos fantásticos, fértiles y señoriales, como si se hubieran paseado en otro tiempo por el mismo Paraíso Terrenal.
Tenía Ur maestros escribanos que enseñaban a escribir a los niños. El alfabeto lo habían inventado en aquellas tierras. Sus habitantes fueron los primeros en el mundo que aprendieron a escribir y leer. También inventaron la rueda de las carretillas, de los carruajes de los reyes y del torno de los alfareros, con el que se hacen cacharros de barro. Ur era una ciudad viva, dinámica, maravillosa.
En ese ambiente de gente muy creativa había nacido Abrahán.
Ur tenía además un cielo hermoso, limpio, en el que se veían brillar como puntitas de plata las estrellas y la Luna lucía como una gran señora de la noche. Tanto asombraba a sus moradores el cielo de las estrellas y de la noche que de mirarlas y observarlas, como eran muy listos y trabajadores,  sabían más que nadie de los astros. Los mejores astrónomos del mundo eran vecinos y compatriotas de Abrahán. Le dedicaron los de Ur la ciudad a la Luna y a la Luna la miraban y veneraban los habitantes de Ur como si fuera una diosa poderosa. También admiraban con veneración y adoraban el calor y el fuego del Sol.
Entre los tesoros que tenía Ur uno muy importante y del que se sentían orgullososo era el de las Tumbas Reales de los reyes de Babilonia. Aquella era para ver y visitar: qué riqueza, qué respeto y veneración para con los muertos. Se los imaginaban como magníficas estrellas vivas que habían vivido entre ellos, en tiempos pasados y ahora descansaban para siempre en lujosos panteones. Eran otras estrellas.
Llegaron a descubrir los sumerios que la Tierra gira alrededor del sol. Miraban y remiraban embobados los cinco planetas que alcanzaron a ver con sus telescopios.
(Continuará)
QerhuteV
Ancien élève de Évode Beaucamp 
y de Francesco Spadafora

  

“CREO EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO”

V Dios es sobre todo más Amor que Poder en la muerte del Hijo

Jesús, al morir, volvió a ser engendrado eternamente por el Padre
Sin caer en el vacío absoluto de la muerte...
Antes de nada, conviene explicar la situación de kénosis que el trance de la muerte supuso para nuestro Señor. Tanto el engendramiento humano del Hijo inmutable como la muerte humana del Hijo inmortal no fueron dos momentos cualesquiera de su vida histórica, sino dos pasos-clave: el primero representaba el hacimiento, la constitución del Hijo como hombre histórico; y el segundo, el des-hacimiento, la des-constitución de su humanidad histórica para transformarse, mediante la resurrección, en la humanidad gloriosa del Hijo unigénito del Padre.
Metafóricamente se puede imaginar uno que el Verbo, al encarnarse, tuvo que bajar por la escalera del Ser hasta convertirse en el ser humano de Jesús de Nazaret. En el caso de la muerte de Jesucristo, habría que decir, siguiendo con la metáfora anterior, que el Hijo humanado sintió en su interior la amenaza de quedarse sin escalera alguna y de caer en el vacío absoluto de la muerte.
Pero fue entonces cuando tuvo lugar, por parte del moribundo Hijo humanado, la entrega más confiada al Dios-engendrador-de-vida, y, por parte del Padre, la acción engendradora que caracteriza al Padre como el Principio de la Vida dentro del misterio de la santa Trinidad. Como escribe F. X. Durrwell:
“Cuando Jesús se ve reducido a la debilidad más extrema, en el punto cero de la existencia humana, en donde no es nada por sí mismo, se entrega a su Padre y creador, para ser por el Padre lo que no puede ser por él mismo: engendrado, infinitamente engendrado. Muere engendrado en su plenitud”.
Pienso que el trance final de la pasión y muerte de Jesús hay que contemplarlo ante todo como un suceso del Amor de Dios entre las Personas divinas: El Padre es pura donación amorosa (=en el Espíritu) de vida para con el Hijo. El Hijo es pura receptividad amorosa (=en el Espíritu) de la autocomunicación de vida del Padre. Pues bien, la muerte inminente con la amenaza de perder la vida tuvo que avivar ilimitadamente en Jesucristo su conciencia filial, su conciencia de depender totalmente del Padre, y, al mismo tiempo, su conciencia de que el Hijo es Hijo porque toda su realidad filial la recibe amorosamente del Padre.
Cuando la cruz es contemplada
a la luz de la resurrección...
Cuando la cruz es contemplada a la luz de la resurrección, entonces el cristiano “comprende” el escándalo de la cruz y se asombra al ver la entrega generosa, voluntaria, confiada… del Hijo humanado de Dios Padre a una muerte como la muerte de cruz. Lo que la resurrección del Señor sanciona en primer lugar (se trata de un orden cualitativo) no es nuestra salvación, sino el amor incondicional del Hijo. La resurrección es un acontecimiento que afecta ante todo al Crucificado, quien, en el Padre y en el Espíritu, nos amó “hasta el extremo”, y después, en segundo lugar, en lugar secundario, repercute en nuestra salvación.
Es cierto que son muchos los textos del NT, sobre todo de Pablo, en los que se habla expresamente de que Jesús se ha entregado a la muerte injusta de la cruz para salvarnos a nosotros de nuestros pecados, para rescatarnos de la dominación del demonio, para reconciliarnos con Dios… (cf Gal 1,4; Ef 1,7; 5,2; 1 Tim 2,6; Tit 2,14; 1 Cor 15,3; 2 Cor 5,21; Gal 3,13; …). Estas son formas culturales judías de expresar algo secundario de la muerte de Jesús: sus efectos liberadores para nosotros, efectos maravillosos por su eficacia y universalidad en nosotros. No hay que olvidar, sin embargo, que para el NT lo primero y lo más admirable de la muerte de Jesús en cruz es la autoentrega por amor gratuito de Dios Hijo en fidelidad a Dios Padre.
La teología tradicional, con santo Tomás de Aquino al frente, insiste en considerar la entrega de Jesús a la muerte para redimirnos de nuestros pecados, con lo que se corre el grave peligro de entender esa entrega de Jesús hasta la muerte de cruz como una exigencia de Dios Padre en sustitución expiatoria de los verdaderos pecadores que somos nosotros. Los cristianos protestantes en este punto de la muerte redentora del Hijo crucificado van mucho más lejos que los católicos y llegan a escribir que el Padre ve en su Hijo crucificado la personificación de todos los pecadores (Lutero: “tú vas a ser como la persona de todos los hombres, que has cometido los pecados de todos”), o que debemos entender la “entrega” del Hijo hecha  por el Padre en el sentido literal de entrega a los poderes de la muerte o del mal (W. Popkes: “Para expresar la idea con la mayor energía posible, se podría decir con palabras de la antigua dogmática: la Primera Persona de la Trinidad arroja y destruye a la Segunda”). Ni que decir tiene que los pecados de la humanidad no pueden enfrentar a las divinas Personas ni romper por un instante las Relaciones de vida y comunión eternas entre el Padre-Hijo-Espíritu Santo.

Sólo el atributo del Amor hace algo “entendibles” la pasión y muerte del Hijo humanado
Impasibilidad: victoria definitiva del Amor.
Ante el Dios Hijo crucificado, las propiedades divinas que más se resienten a primera vista son la impasibilidad y la inmortalidad. La filosofía helenística ha rechazado siempre con energía la hipótesis del sufrimiento referido a la divinidad. La inmortalidad es otra de las propiedades indiscutibles de la divinidad.
Es evidente que estos dos atributos no pueden predicarse del Dios cristiano siempre que se le considere filosóficamente como “el Dios del Ser”. Sólo hay posibilidad de aplicar a Jesucristo las propiedades divinas antedichas si ponemos el Amor de caridad, no el Ser, en el centro del sistema planetario de los atributos de la divinidad.
¿Cómo podemos atribuir la cualidad de la impasibilidad a Cristo crucificado desde la perspectiva  divina del Amor? Pues afirmando, ante el Crucificado, que no existe padecimiento alguno que haga claudicar a Jesucristo de su Amor a Dios Padre, en el Espíritu Santo, ni de su Amor a los hombres, que es, al fin y al cabo, un Amor que deriva del Amor divino. “Impasibilidad” no significa en el léxico cristiano carencia de sufrimiento, sino victoria definitiva del Amor divino sobre aquel.
La resurrección es un acontecimiento...
Y ¿qué explicación se puede dar de la inmortalidad de Jesucristo muerto y sepultado? “Inmortalidad” no significa en el diccionario de la teología cristiana imposibilidad de morir. En el caso de nuestro Señor, hemos afirmado que cabe la muerte, pero no la muerte total, en el sentido de triunfo absoluto de la muerte sobre su corporalidad humana. Los testigos del Resucitado aseguran que la Realidad que se les apareció era la de Jesús de Nazaret glorificado en cuerpo y alma por el Padre en respuesta amorosa a su fidelidad hasta la muerte de cruz (Jn 17,4-5: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”). El Amor “hasta el extremo” de Jesús fue más fuerte que la muerte corporal: atravesó -en cuerpo y alma- la muerte sin que esta le atrapara y engullera, y alcanzó la inmortalidad de su humanidad gloriosa atraído por el Amor siempre inmortal del Padre, en el Espíritu Santo.
                                                                                EDUARDO MALVIDO
Maestro, catequista, teólogo


BREVES APUNTES SOBRE LA NOVELÍSTICA CELIANA

V. MRS. CALDWELL HABLA CON SU HIJO

Quinta novela, y quinta forma de novelar. Desde que con ‘La familia de Pascual Duarte” Cela despertara el interés de los críticos por su particular estilo narrativo, el autor parecía verse en la necesidad de sorprenderles con cada nueva creación. En este caso el soliloquio se acompaña de la permanente referencia a la segunda persona, de modo que narrador y personaje interpelado se convierten por igual en protagonistas de los distintos episodios. Doscientos doce capítulos, en muchos casos microrrelatos de situaciones en los que la referencia a acontecimientos en sí mismos intrascendentes se acompaña de reflexiones sobre la vida y sobre el mundo, que traslucen, como denominador común, la soledad y la angustia de la madre a quien su hijo le fue arrebatado en un trágico naufragio y que no se resigna a aceptar definitivamente tan dolorosa pérdida.

El propio autor reconoce abiertamente su interés por la  permanente innovación. En “Algunas palabras al que leyere, con que Cela encabeza esta novela, comenta: Esta Mrs. Caldwell es la quinta novela que publico y la quinta técnica de novelar. Pascual Duarte  es una novela lineal, escrita en primera persona, que abarca toda una vida. […] Pabellón de reposo es más bien una novela ensamblada como los pisos de parquet, escrita también en primera persona, desde los diversos ángulos de cada uno de sus personajes… […] En el Lazarillo, una novela calendario, sigo con la primera persona y me ocupo del despertar de mi pícaro hasta su oficial consideración de hombre… […] En La colmena salto a la tercera persona… es una novela reloj, una novela hecha de múltiples ruedas y piececitas… […], una novela sin héroe, en la que todos sus personajes, como el caracol, viven inmersos en su propia insignificancia. […] En Mrs. Caldwell intento, hasta donde pensé que pudiera hacerlo sin riesgo de confundir al lector, la segunda persona.

En esta original obra, en la que una apenada viuda, Mrs. Caldwell, manifiesta  abiertamente  sus  sentimientos  y  hace  partícipe  al  lector  de su angustia por la desaparición de Eliacim, su hijo, el  género narrativo y el epistolar se funden, al tiempo que la simple cotidianeidad se entrelaza con el desvarío, la visión onírica o la imagen  surrealista.

El sentimiento de la protagonista por su hijo va en ocasiones más allá del afecto maternal, y adquiere tintes próximos al amor incestuoso. En ocasiones el discurso de aquella está más próximo a la desesperación de la amante que al de la madre atribulada.

Por lo que se refiere a la estructura de la obra, si ya “Pabellón de reposo” o “La Colmena” carecían de línea argumental, el alejamiento de la narrativa clásica va siendo progresivamente más acusado en cada nueva novela, hasta convertirse en una característica general de la narrativa celiana. Y si bien no en todas sus novelas se manifiesta con igual rotundidad, este alejamiento del modelo narrativo clásico resulta evidente en el caso que nos ocupa. Como bien dice Jorge Cela Trulok, hermano menor de don Camilo, en el prólogo con que introduce la obra que comentamos, el argumento no existe… no hay más trama que el nacimiento, la vida y la muerte

En cuanto a la forma se trata de un alarde de virtuosismo literario, Resultan patentes, como el mismo prologuista señala, una emoción poética contenida pero arrolladora. No se puede, lector –asegura-, sumar más deseo cargado de contención.

Y respecto al contenido, este fascinante monólogo, desarrollado en forma epistolar, podría muy bien calificarse de una manifestación patológica del amor, próxima a lo incestuoso, un poema nacido en el subconsciente y cargado de tintes surrealistas. La proyección inversa de un complejo de Edipo, que convierte a la madre en amante; arriesgada creación de un Cela provocador, dentro de un contexto social nada tolerante.

ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela

  


POR TIERRAS DE CASTILLA III

San Bartolomé. Campisábalos.
El viajero abandonó Sigüenza con la intención de hacer una parte de La Ruta del Románico Rural al día siguiente. Pernoctó en su pueblo, Cogolludo. Saldría casi al alba. De niño, el autobús que llamaban –y llaman– El Campisábalos llegaba a la plaza sobre las nueve de la mañana. Salía de Guadalajara, abandonándola desde un marco incomparable. Tenía la parada delante del Palacio del Infantado, una de las fachadas más hermosas del Renacimiento. Palacio que iniciara el Marqués de Santillana, el de Las Serranillas, señor de Hita y Buitrago. Era el Campisábalos el único medio de transporte que había entonces y que llegaba hasta el pueblo cuando las carreteras eran de tierra blanca apelmazada, y apenas tenían la anchura para cruzarse dos coches. Pero se enteró muy tarde –entonces el viajero no conocía la sierra–, que el nombre le provenía por ser su última parada en el pueblo de Campisábalos, que posee una iglesia románica de preciosa hechura; desde la villa bajaba el autobús al otro día. Llegaba a las siete de la mañana a la plaza de Cogolludo. 
...   ...   ...   ...   ...   ...
ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ

Ver texto completo POR TIERRAS DE CASTILLA III en Addenda
 

LA CLAVE DE BÓVEDA DE NUESTRA IDENTIDAD  
VIDA CATÓLICA VIGENTE AYER, HOY EN RETIRADA

En este tema también los árboles nos impiden ver el bosque. Y no habría más que sobrevolar la Historia de España, de los RR. CC. a nuestros días para ver por dónde estuvo y se nos fue el nervio español, lo que en la Historia nos identifica como españoles frente al mundo que nos rodea. 
La fe católica es la raíz española que más y mejor nos define y configura.  Está en el centro del gran salto que dan los RR. CC. del siglo XV, nada precursor, a la centuria siguiente, que se inicia con la toma de Granada, la Gramática de Nebrija, el alba de la Conquista de América y la Universidad Complutense de Cisneros. La fe católica es el valor supremo. Por encima de los demás. Fe que es doctrina, pero sobre todo es vida personal y rutina social.
 Entonces, 1492 fue en España más que el “año de América” el “año de Granada”. Cronistas, predicadores y poetas cantaron la unidad de fe recobrada en la “España perdida” de 711. No era la estructura política lo que más importaba, era la unidad religiosa de la cruz lograda tras su rompimiento por el Islam. Esta fe con sus implicaciones sociales y morales se proyectaba e invadía la totalidad del pensamiento y de la vida y costumbres del pueblo español. Se prohíbe en esa fecha la práctica del judaísmo y, no tardando mucho, la del Islam.
Ni la raza, ni el territorio, ni las estructuras políticas se consideraban esenciales. Todo estaba presidido por la fe religiosa.  
El ponderado historiador Luis Suárez Fernández constata como decisivo el deseo que impulsaba a los hombres de aquella sociedad a “salir fuera”. ¿Y qué les hacía salir hacia fuera? El agrandar el mundo español con estilo y maneras  españoles a los conquistadores, el Renacimiento italiano a humanistas y artistas, las ganancias en preciosas materias primas, las especias y la seda, a comerciantes, y el afán de lograr nuevos fieles para Cristo a los misioneros. La sociedad española trató de construir al otro lado del Atlántico un mundo nuevo, continuidad de la vida de la Península, que fuera mejor y más perfecto que el viejo, pero no distinto: honor, humanismo hispano, contrarreforma tridentina.
Tras el derrumbe, transformado, algo de valioso queda en nuestra Patria en el siglo XXI, al lado de una vergonzosa y torpe retirada de aquel fermento católico.
La fe católica, ella, no ha sufrido merma. Nosotros, sí. La solución es claro dónde habrá que buscarla.
¡En pie, de nuevo, España!
 
Universidad de San Marcos, Perú, 12 de mayo 1551
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
 












Hasta para hacer turismo ha de ir el espíritu por delante, de forma que no se quede en la mera curiosidad sino que el turista se lance a la “caza de estrellas” y lo haga en la noble compañía de personas con estilo. Nuestra compañera de docencia María Ángeles Rubio ha encendido esta vez su lámpara de maestra y socióloga y nos ofrece la porción de España que tiene el encanto de lo que nos fascina de La Rioja.

Partiendo del turismo cultural, como factor de desarrollo, se ha considerado La Rioja Encantada como un conjunto de rutas en los valles del río Alhama y el Linares, al hilo de las leyendas de escritores del siglo XIX, como Bécquer o Ibo Alfaro. Encantada también, por ser semillero de seres excepcionales como Eloy Alfaro democratizador del Ecuador, María de Agreda en Nuevo México, o el director espiritual de Santa Teresa, Baltasar Álvarez. Peculiar por su paisaje Reserva de la Biosfera, así como, tierra de frontera rica en interesantes historias de reyes y contrabandistas. O su Ruta de los Dinosaurios, así bautizada por el Nobel Camilo José Cela, en sus “Rutas Escondidas” de 1995.

Zona recóndita de La Rioja, en otro tiempo centro de la vida social por sus balnearios, hoy encanta a los ‘cazadores de estrellas’: destino Starlight para emocionarse, aprender y conectar con experiencias únicas fuera de los caminos trillados. “Vengan ligeros de equipaje, que en esta tierra encontrará todo lo que hubiera menester, desde las alpargatas de Cervera, hasta yantar sólido y vino glorioso en todas partes". (CJC). Autora: Ángeles Rubio Gil. Con ayuda del Instituto de Estudios Riojano.  www.angelesrubio.net





  


ODA DE AMOR
                          
      A LA SIERRA DE 

            GUADARRAMA






Hay una Sierra en que Madrid se cierra.
Hay una Sierra en que Madrid se abre.
Madrid es una puerta sin fronteras.
Madrid es un camino a cualquier parte.

Se alza frente a mi casa el Guadarrama,
cordillera ojival de tomo y lomo
que impone como un Dios su eterna estampa:
una crustácea voluntad de plomo.

Pero a la vez se escurre crudamente
en impávidas moles de granito
que pulen insaciables los torrentes
con un buril de acristalado filo.

 







Su arbolada belleza ¿quién la encumbra?
¿Qué cíclope sostiene en las espaldas
esta estatua durmiente, esta armadura,
esta espina dorsal de las Españas?

Por sus vaguadas corro como un ciervo,
por sus canchales salto yo a la comba,
en sus veneros con mis manos bebo,
manos hechas ritual, cáliz y concha.

Soy un rey por los montes cinegéticos,
un pastor trashumante por los prados,
un donoso Arcipreste de senderos
y un amante cortés enamorado.











De la aulaga al espliego piso y huelo
el aroma en redoma retenido;
chiquitina es la flor y pobre el suelo
pero enloquece todos mis sentidos.

Cubre el ramaje mi sudor de sienes,
oigo el alto trinar de los jilgueros
y leo el pergamino ocre y crujiente
que traza el jabalí, hozando fiero.

Y allí donde las nubes tocan tierra
al modo de las Musas del Parnaso,
me arrodillo y entrego mis ofrendas:
palabras y palabras, cielo al raso.

Gran Vía de cristianos y de moros
es esta sucesión de dromedarios
que transporta viajeros, sueños, tronos,
condes, monjes, poetas y aldeanos.

Pues no divide, junta; no rechaza
sino que acoge pueblos en agraz
y lenta y hondamente los amasa
en artesas o navas de  la paz.
Escorial, Miraflores, Rascafría,
El Espinar, Buitrago, Manzanares…
son hitos de la historia que convidan
a vivir y pujar entre pinares.

Por eso hice mi casa yo a su abrigo;
por eso aquí me tienen enclaustrado
los barrancos suicidas, los alisos
y los robles erguidos y tatuados.

Nada me falta ni me sobra, juntos
recibo el agua, el sol, la luz, el viento;
almaceno los libros y los frutos,
escribo, toco, canto, pienso, siento.










¡Si supieran quién eres, Guadarrama!
¡Si vinieran a ver la biblioteca
de nombres cultos de canela en rama
que hicieron tu retrato en sus poemas:

Rafael Montesinos, siempre niño;
Leopoldo Panero, nieve fina;
José García Nieto, lira en pinos
y Luis Rosales, ave en Cercedilla!...

Y, ¡cómo no!, el bueno de Machado,
el trotero Juan Ruiz de las serranas,
el Enrique de Mesa cartujano
y el cetrero Marqués de Santillana…
Me callo y te contemplo, amigo viejo,
una vez más tras la ventana clara,
y me guardo las cartas del secreto
que tu visión me da cada mañana.







Me voy contigo adónde tú me lleves
del soberbio Madrid atareado.
Me voy pero me quedo porque suene
en mi tu corazón del verde al blanco.

Que pasen por tu vientre trenes aves,
más veloces que ríos sobre rocas.
Que el hombre en su locura te traspase,
buscándose a sí mismo entre las cosas.

Yo ya encontré lo necesario y justo
a tus pies, a tu sombra, en tus entrañas.
Soy tu escudero fiel y tú mi escudo.
¡Soy tu amante fatal, mi Guadarrama!




RANERÍAS


·        De mayores se nos van olvidando las cosas, que se nos marchan de la memoria y no vuelven, se instalan lejos, ¿dónde?

·      No se nos ha olvidado el juego de la rana de nuestra infancia. Pruebas al canto.

o   Tragaba la rana y no cerraba la boca para tragar. Aprended, muchachos a tragar sin tragar, como la rana.

o   Si la rana no hubiera sido metálica sino viva, habría buscado la pieza que le lanzábamos y el juego hubiera sido más fácil.

·        Los zurdos, como que atinaban menos, acertaban igual.

·      Los bajitos lanzaban las piezas en parábola, eran los más evangélicos.

o   Entre nosotros, a uno muy lento, en una ocasión, le saltó la rana a la mano.

o   Al mismo, en otra, la rana primero cerró sus ojos, luego la boca. Se le durmió. La pieza, sin llegar.

·        Se movió el molinillo, pero fue por el viento.

·        Los otros orificios de la mesa de la rana, para los que se contentan con el aprobado.
CUR













Desde su paraíso canario nos manda Antonio Montero Sánchez unas estrofas que él juzga de mero aprendizaje.

LIRAS DE APRENDIZAJE

Espera una llamada,
Un gracias, una sonrisa, un te quiero.
El silencio anonada.
¡Qué lejos el lucero
Que herida fue de ese dardo certero!

¡Qué venturosa vida
La casa por la esposa recreada,
De sonrisas vestida,
De la pura alborada,
De ósculos que dejó la madrugada!

¡Oh noche deliciosa
Que tejió rosas blancas en la almohada!
¡Oh caricia amorosa,
Beso del alma amada!
Noche de estrellas siempre recordada.
.........

¡Qué descanso tenía
Cuando era Navidad siempre mi infancia!
¡Qué inocente alegría!
¡Estúpida arrogancia
Que quiso en la culpa ver ganancia!

¡Qué sombría la vida,
Huida de tu ejemplo salvador!
¡Qué profunda la herida
Que fuera antes flor!
¡Qué dolor en mi alma sin tu Amor!

Dichosos son los días
Cuando, humilde, tus huellas siempre sigo.
¡Qué noches tan sombrías
Sufro, Jesús, mi amigo!
Ningún mal temeré si vas conmigo.

.......

Fue en una pobre cueva
Y un serafín divino que lloraba
Fue la alegría nueva
Y ya anunciaba el alba
Que el Niño Dios a la tierra llegaba.

Y fue la noche larga,
El celestial Gloria en la altura
A los hombres embarga
Y todo el mal conjura
Con sagrado Amor y con mesura.

¡Noche de Navidad!
Faltarán siempre seres que se fueron
Y estrellas son de paz
Quienes amor nos dieron
Y nada nunca a cambio nos pidieron.

.......

¡Qué sagrado recinto
Es el claustro de cedros perfumado!
¡Qué solaz tan distinto!
Sube incienso sagrado,
Rezan bellos altares consagrados.

El canto gregoriano
De tono tan sencillo y tan sublime,
También protocristiano:
Oración que redime
Y un cupo de perdón sobreimprime.

El órgano es plegaria
Y música de acordes celestiales,
Emoción solitaria
Y lazos fraternales
Que unen los corazones de mortales.

¡Qué dulce es el recuerdo
De Silos, su ciprés y su silencio
Que al hombre vuelve cuerdo!
¡Qué hermosura presencio
En esa soledad que reverencio!

.........

Esta pesada carga
Que cada día es cruz sobre mi hombro,
Una bebida amarga,
Paralizante asombro,
Un camino que de dolor alfombro.
 
¿Por qué tanta desdicha?
¿En qué me equivoqué, senda insegura?
Recuerdo aquella dicha
Del amor, llama pura,
Que era, del alma, celestial dulzura.

Nada quizás merezco.
Nada, Señor, que Tú no me procures,
Pues poco yo te ofrezco.
¡Mi vida transfigures
Y mis heridas, bondadoso, cures!

Añoro ese pasado
En que nada temía del destino.
Ese tiempo adorado,
Un favorable sino,
Que regaba de risas mi camino.

¿Por qué, Señor, olvido,
En los muchos fracasos, la esperanza?
Yo solo he vivido
Feliz en la bonanza
Que siempre me trasmite tu enseñanza.

Ayer es ya pasado.
Y es cierto: solo él me pertenece.
Nunca había pensado
Presente que fallece
Como el  mendigo que nada merece.

Mi Señor, estoy triste.
Y mendigo soy. Tu bendición pido.
Mi pobreza asiste
Y a Ti, Señor, rendido
Sea este mal que me aflige redimido.

Tú conoces mi alma
Y el cruel sufrimiento que me aflige.
Devuélveme la calma,
¡Tú mis pasos dirige,
Sea siempre el Bien quien por mí elige!

ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
                        Maestro. Profesor de Filosofía y Psicología

 
         
      SIN ECHAR EL ANCLA

Centenario de Griñón
                                                 


Griñón, espacio abierto

Uno de los caracteres de la Casa de Griñón, especialmente en los tiempos de los hoy lectores de AFDA, fue su clausura, es decir, la vivencia de cierto ensimismamiento, la lejanía de lo otro y de los otros, el ser un lugar cerrado. Pero la Casa no fue tan sólo una institución cerrada, sino mucho más. Y aunque acentuaba su carácter de “riguroso internado”, ello no significó soledad ni aislamiento. Ciertamente los primeros lustros se vivió en el Griñón lasaliano una preocupación por crear ese espacio vital –la Casa- que permitiera la función nutricia y educadora para la que estaba siendo creada.

Por supuesto, Griñón era un lugar cerrado. Al menos físicamente. Las comunicaciones con el exterior no eran fáciles ni frecuentes: tan solo había algo de prensa y radio, y esto no era de dominio público. Tampoco había vacaciones fuera del recinto griñonés. La conexión de los lasalianos con el exterior quedaba, pues, bastante limitada. A la carencia de los medios había que añadir la preocupación interna o el interés de los formadores por que los jóvenes en formación vivieran una ascesis de retirada o lejanía del mundo. La fuga mundi monacal fue un lema que se instaló durante décadas en nuestra Casa. Y que hizo perder sintonía con el exterior.

  Y sin embargo podemos decir que Griñón, la Casa, fue un espacio abierto: abierto en lo que le permitían las circunstancias, en lo que podía, en la extensión y amplitud –poca- de sus medios; abierto a aquello que ella consideraba fuente de riqueza y de progreso.  Apertura que, mirada desde hoy, nos parecerá como un minúsculo intento, como una reducida puerta por donde entraban y salían tan sólo algunas cosas, dejando fuera mucho de la gran riqueza exterior. Visto desde hoy, que vivimos en la incluso superada “aldea global”, la otra aldea –villa de Griñón- era un reducido campo de comunicación y de apertura. Y la Casa, un lugar con limitaciones, pero con deseos de estar en sintonía con lo que había más allá.  
            
  Ciertamente Griñón no era una isla. Ni un castillo de puentes levadizos. Era un enclave en medio del mundo, con altas tapias que fueron rebajándose con los años hasta desaparecer, si no físicamente, sí cultural, espiritualmente. A pesar de sus limitaciones, Griñón vivía conectado a la realidad, en cierta y notable sintonía con el mundo.


1. Sintonía religiosa    
     
  Una primera constatación: en los primeros años la conexión de Griñón era, en gran medida, de tipo religioso. Además del calendario litúrgico que modulaba y articulaba la vida anual de la Casa, hay que reconocer que algunos acontecimientos religiosos eclesiales adquirieron en tiempos posteriores cierto relieve y, en algún caso, de tradición casi consustancial: tal era la práctica anual, y es solo un ejemplo, de la celebración de la Unidad de las Iglesias cuyo recuerdo en enero era ya casi una costumbre en Griñón.

  De igual manera se sintonizaba desde la Casa con la más variada gama de eventos   marianos.  Podemos recordar la presencia en Griñón de los “años santos” señalados por Roma  o el Año Mariano de 1954,… Estos acontecimientos, en los primeros y lejanos tiempos, unían con el exterior, y su celebración   era global, o, por lo menos, interdisciplinar: no sólo se celebran actos litúrgicos, también se tenían certámenes literarios, disertaciones doctrinales, exposiciones artísticas…  Y también hubo sintonía en los primeros tiempos con los movimientos pastorales y apostólicos: al Congreso de Perfección y Apostolado, celebrado en 1956 en Madrid, se trasladaron diariamente desde Griñón varios profesores del Escolasticado. Resulta obvio que el Concilio Vaticano II, según lo relata el Historial de la Casa, fue una fecha que tuvo una honda repercusión en la apertura de toda la Casa y en su sintonía con el mundo.

   Todo esto, claro está, cuando la comunicación con el exterior accedía por canales escasos y no muy concretos. No decimos nada de la conexión de la Casa de Griñón a partir de los años sesenta en los que la radio, la televisión y otros medios de comunicación hacían de ella un lugar conectado con la vida del exterior, informado. Desde los años setenta la vida de la Iglesia -“exterior” a Griñón- entraba a raudales por las amplias ventanas de los medios de comunicación y llegaba por las autopistas del intercambio entre un ambiente eclesial más popularizado y cercano, y la capacidad de apertura adquirida por la Casa.


2. La sintonía educativa


Como sabemos, esta apertura al exterior, a pesar de sus limitaciones, no era nueva tampoco en el ámbito educativo. Recordemos la presencia, en espíritu o en persona, de algunos Hermanos de Griñón en el Primer Congreso  de Educación Católica celebrado en  la primavera de 1924, en Madrid, cuando todavía no había en Griñón ni Noviciado ni Escolasticado. Esta efeméride, importante para la educación católica española, aparece en las páginas el Historial de la Casa de Griñón como muestra de apertura y sintonía.

  Por otra parte, la creación de la Escuela de Magisterio fue un modo real de conectar con el exterior, de ponerse a tono con las necesidades del tiempo y de formar maestros que respondieran a esas necesidades. La inspección que cada cierto tiempo recibía la Escuela de Magisterio era una forma de mantenerse conectada con los organismos del Ministerio y con la Iglesia, a partir de los Inspectores que realizaban puntualmente esa función. Estas visitas se repitieron en Griñón; además de su carácter meramente burocrático, servían para un intercambio de ideas, para el progreso en la práctica pedagógica o la corrección de errores. Quizás sin esta sintonía con el exterior, la Escuela de Magisterio quizás no hubiera podido realizar iniciativas e innovaciones. Bien es cierto que la Escuela Normal estaba reservada sólo a los escolásticos, jóvenes  estudiantes lasalianos. Pero luego, la salida de la Escuela Normal de Griñón fue una respuesta adecuada a la llamada del exterior: la necesidad de extender el magisterio, la pedagogía de La Salle fuera de los ámbitos propios.

  Podemos afirmar igualmente que en enero de 1954 Griñón participó en las Primeras Jornadas Nacionales para Inspectores de la Iglesia (sic) y Directores de Escuelas de Magisterio (asimismo de la Iglesia) organizadas por la FAE; “nuestro carísimo Hermano Director tiene a su cargo la conferencia de hoy sobre el tema “Formación Pedagógica en las Escuelas de Magisterio. Y que recién creada la FERE (Federación Española de Religiosos de la Enseñanza), el Escolasticado, atento y en sintonía con este reciente y trascendental cambio en la educación católica, estuvo presente, con la asistencia de su profesorado, en su Primer Congreso celebrado los días 27 a 31 de diciembre de 1958. (Entre las ponencias se destacaba la del lasaliano H. Ansèlme, profesor de la Universidad de Lovaina y director de la Nouvelle Revue Belge de Pédagogie.  El H. Ansèlme pasó luego por Griñón, en una visita relámpago.


La sintonía con las reformas en educación

  Las reformas educativas han acompañado a Griñón casi desde que el Noviciado Menor de Griñón comenzó su andadura. Desde los tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera, pasando por las modificaciones de Planes de Estudios de la 2ª República, las reformas del primer franquismo… o la reforma del Sistema educativo acaecido con la Ley General de Educación de 1970. En esta reforma, Griñón no sólo cumplió con lo establecido legalmente, sino que vivió profunda e intensamente su espíritu, con el que había previamente conectado. La Escuela de Magisterio era ámbito de innovación pedagógica y laboratorio donde se fraguaba y desarrollaba la metodología individualizada y la educación personalizada, que serían principios inspiradores de la nueva Ley.  De modo parecido en Griñón se mantuvo una sintonía afinada con alguna de las reformas del Sistema educativo, especialmente la de los años noventa.


3. Sintonía cultural

  No puede olvidar la existencia de esas ventanas especiales por donde la cultura entraba en nuestra casa: los libros de actualidad (teológica y pedagógica), algunos ensayos de actualidad, las revistas educativas y literarias, las conferencias de personas que, dentro de la cultura oficial, estaban en primera línea de la educación o de la cultura .   (Por cierto, que al hablar de libros o de revistas, se echa de menos, desde una mirada retrospectiva, una buena biblioteca, lugar de referencia, de lectura y de consulta. Parece que las pequeñas bibliotecas de cada grupo, más bien existentes para uso del profesorado, no eran del estilo de la pedagogía lasaliana de entonces. Hablo hasta los años sesenta o setenta).

En aras de la brevedad tan sólo citaremos nuestra apertura al exterior a través de la literatura y el teatro, la música, las revistas propias… medios que nos “sacaban de nuestra rutina”, ensanchaban nuestro espíritu y nos hacían soñar con otros horizontes. A todo lo cual  habría que añadir las múltiples actividades que, desde siempre, pero sobre todo cuando viajar se convirtió en algo habitual, servían de puntos de contacto con el exterior: los deportes fueron un medio excelente y eficaz, los campamentos de los aspirantes en los años sesenta y setenta, las actividades musicales de pequeños y mayores, los encuentros con grupos de iniciación y de maduración cristiana…


4. Sintonía con la vida social

  Es indudable que en este campo las primeras décadas de la vida griñonesa no fueron muy abiertas: las relaciones sociales se cultivaban en el interior y las escasísimas salidas de los llamados formandos no favorecían el desarrollo de esta dimensión. Pero si no salíamos de Griñón, sí recibíamos a dignos y competentes representantes del exterior. Claro que, generalmente, solo recibíamos información, no teníamos relación con sus lugares ni la experiencia de sus obras. Aunque ello no era obstáculo para que nos sintiéramos vinculados con las múltiples y variadas obras del Instituto, con la vecindad, con alguna personalidad que nos visitaba.  Cierto que en las primeras décadas no teníamos ni información ni experiencia de la realidad social que nos circundaba. Pero en cierta medida los formadores intentaban acercarnos un poco más el mundo exterior. Ya fuera en las aulas, yendo más allá de los meros programas escolares- ya en otro tipo de relaciones y de charlas.

  Claro que, como en lo dicho antes, los tiempos dieron un vuelco no solo sensible sino sensacional en este ámbito: los formandos de Griñón, después de la Transición política operada en  la década de los setenta, participaron en manifestaciones sociales y aun políticas (referéndum sobre la OTAN, manifestación ante la LODE), recepción de grupos ajenos a Griñón e incluso a lo lasaliano, salidas cada vez más frecuentes al mundo exterior. Desde estos años Griñón estaba cada vez más en sintonía con el mundo en cambio, con la sociedad del cambio, luego sociedad de consumo y de la información. Y la sintonía fue más intensa con los problemas sociales, con su toma de postura y compromiso.

  En los últimos tiempos Griñón ha estado como cualquier otra institución dotada de excelentes medios de comunicación, inmersa en la sociedad de la información y conectada con las redes sociales. La conexión, la sintonía y el contacto subsiguiente no son ya una nota que destacar; constituyen, sencillamente, la forma normal de ser, de vivir inmersos en la sociedad y la cultura del momento. Hoy, lo sabe muy bien Griñón, no se puede vivir desconectado, perdida la sintonía.  Ello tanto por lo que se refiere a los Hermanos mayores como, sobre todo, al Colegio la Salle, que no sólo vive conectado con el exterior sino que él mismo sirve de enlace y ámbito de comunicación…

  Ciertamente, los “muros del convento” se derribaron con el cambio y la apertura; la población en torno a Griñón no sólo creció, sino que “se acercó” físicamente invadiendo el espacio antes reservado para los  Hermanos… La cercanía de los chalés que ayer fueron nuestra huerta y hoy son nuestros vecinos bien puede ser ejemplo o parábola de esa sintonía que, desde siempre, pero con intensidad diversa,  se dio en Griñón, un “lugar cerrado”  en las primeras décadas pero siempre con vocación de ser un “espacio abierto”.

                                                                         Teódulo GARCÍA REGIDOR
Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle
Cronista del Centenario de Griñón



PRINCIPIOS DE ENTRENAMIENTO



Cada sesión de entrenamiento para la adquisición de la forma física será interpretado por el organismo como un estrés; esto es, como una alteración de su equilibrio y de su normalidad. Por tanto, para que se cumplan de manera adecuada los procesos de adaptación, es preciso respetar unas determinadas pautas o principios. Son numerosos los principios del entrenamiento en la literatura de educación física; nosotros enumeraremos los esenciales relacionados con la adaptación.

Principio del entrenamiento multilateral

Lo adecuado es realizar un trabajo amplio, que abarque los diferentes aspectos de la condición física y técnica; tanto del desarrollo muscular como del entrenamiento de las cualidades físicas y de las técnicas específicas de cada disciplina deportiva.


Principio del crecimiento paulatino
 Mediante la repetición sistemática de los estímulos, y procurando que la intensidad aumente paulatinamente, la persona irá adaptándose progresivamente a esfuerzos mayores;  de esa manera,  podrá ir asimilando las cargas de entrenamiento y produciendo mejoras orgánicas y técnicas.

Si las cargas no se van incrementando con arreglo a las necesidades personales, no se producirán mejoras, sólo se mantendrán. Pero si son excesivas y la persona no puede asimilarlas, se producirá fatiga por sobreentrenamiento, y tampoco se experimentará progreso.
Principio de continuidad
Para que se puedan producir las oportunas adaptaciones del organismo al esfuerzo, es necesario que las sesiones de entrenamiento se realicen con la suficiente frecuencia para que un estímulo se produzca antes de que haya desaparecido el anterior.

Si pasa demasiado tiempo desde una sesión a otra, no se producirán mejoran puesto que se habrán perdido los efectos producidos por la sesión anterior. Por tanto, las sesiones, o estímulos de trabajo físico, deberán realizarse con la adecuada frecuencia, dependiendo del grado de entrenamiento personal y de las exigencias de la disciplina en concreto. De este principio surge otro, que es clave en la planificación deportiva: el principio de supercompensación.

Principio de supercompensación
 Según este principio, después de aplicar una carga al organismo, y tras el adecuado descanso, éste reacciona elevando su umbral; esto es, no sólo recupera su nivel de forma física anterior, sino que obtiene una capacidad superior a la anterior.

Si el siguiente estímulo se aplica antes de que hayan pasado los efectos de la anterior sesión, el organismo obtendrá un nivel superior como consecuencia del proceso de adaptación. Y así sucesivamente, hasta que el individuo llegue al límite de su capacidad.
No obstante, para que este fenómeno se produzca de manera continuada, las cargas deberán adecuarse a los nuevos requerimientos del individuo. Si las recuperaciones no son suficientes, entrará en un proceso de empeoramiento y retroceso en sus capacidades. Si las recuperaciones son excesivas, no se producirán los procesos de supercompensación.

Estos procesos darán como resultado la obtención de la adecuada  forma deportiva: esto es, el óptimo estado de capacidad de rendimiento alcanzado en cada fase del desarrollo deportivo del individuo, gracias a una adecuada planificación, hasta que se llegue a la máxima cota del potencial de cada persona.

Todos los principios enumerados pueden extrapolarse también a otras disciplinas de la actividad humana, con las consiguientes adaptaciones específicas, y se podrán obtener así los progresos esperados.

Francisco Sáez Pastor
Universidad de Vigo


            

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