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20230324

115 AFDA

                                                                            Abril, 2023 

                                        ÍNDICE  PRINCIPAL                           ..............................................................................

 Pregón: Aprender de los errores

        Magisterio:  / Didáctica de nuestra Escuela: Menudencias y estiloCUR.  / Colaboraciones: Declaración sobre la misión educativa lasaliana. Escuela de vanguardiaLo que aprendí de La Salle. El culto al detalle CUR.  / En verso: Señora maestra Apuleyo / A la hora del café: La dignidad, fuerza del profesorCUR.  / Apuntes de clase: La semaa cervantina CUR  / Hay que arrancar la cizaña ÁH

           Estilo: Nuestras perlas. Puerta de atrás del estilo. D. de Aza. / Reflexión de la mañana: Talante alegre. El himno de la alegríaCUR 

                                               Encuentro de Primavera, 2023 

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Aprender de los errores


¡Qué perra en educación con lo de aprender de los errores!

Como si se viera a todo hijo de vecino instalado definitivamente en el error y la miseria (actitud de signo luterano),

- como si el aire que se respira en nuestro mundo fuera el pesimismo (a lo Kierkegaard)

- y del soplo divino con el que Yahvé nos puso en pie en la existencia no nos quedara más que un vago recuerdo sobre el barro del Génesis.

Quien dice errores puede pensar en sus múltiples variantes: los fracasos, las frustraciones, los reveses, los desastres, los desengaños y hasta los tropiezos morales.

No parece cuando se afirma tal cosa sino que se le está indicando al educador el único camino inevitable, certero, eficaz, indudable, por el que ha de llevar a sus alumnos y a estos se les ha de poner delante la senda que han de tomar para llegar a la verdad de las cosas, a su belleza y al bien, del que siempre se dirá, cuando quizá lo abracen, que abundará en imperfecciones y que les va a resultar limitado, como todo lo humano.

Para muestra, dos botones sobre como se ha de evitar el error e ir, peldaño a peldaño, partiendo de triunfos iniciales para subir a nuevos triunfos; de la semilla perfecta, sin errores, a la espiga granada.

Botón de muestra del aprendizaje de la ortografía. El error ortográfico se clava y deja siempre la herida abierta. La imagen de la palabra ortográficamente errada, si se escribe, deja para siempre su huella en el cerebro (hasta hace poco en la mano, memoria motriz) aunque se la acompañe con la etiqueta de maldita.

El cerebro sólo habría de tener imágenes válidas: huevos los de gallina y uebos los de la  necesidad.

Otra muestra: la expresión escrita. No es cierto que a escribir se aprende escribiendo si se hace mal, ni siquiera escribiendo mucho. A escribir se aprende escribiendo bien desde que el alumno está en condiciones de empuñar el lápiz o de darle a la tecla exacta para colocar al lado de un nombre el calificativo adecuado: nieve blanca, nieve blanda, nieve silenciosa... Y luego, seguir, de acierto en acierto, de logro en logro, lo que en cada momento alcance el brazo psicológico de la edad o del desarrollo del aprendiz que se propuso por meta lejana, pero como meta que lograr, el escribir a la sombra de Cervantes, de Azorín o de Miguel Delibes.



magisteri

                                


                  DIDÁCTICA DE NUESTRA ESCUELA 

En nuestra Escuela, con Juan Amós Comenio,

entendemos por Didáctica:

"el artificio fundamental para enseñar todo a todos,

enseñar con solidez, no superficialmente,

no con meras palabras


                 MENUDENCIAS Y ESTILO

    Recuerdo que de estudiante de magisterio nos dijeron que la Inspección de los colegios si quería ver de golpe y en síntesis su buena marcha general se iba derecha a ver el estado de los servicios de los alumnos.
    En educación la diferencia entre un colegio y otro, al buen ojo del observador de turno, puede estar en detectar detalles. En una menudencia puede advertirse la diferencia de un colegio corriente, que cumple, y la de uno de selección que produce excelencia. Ejemplos: 
     

    💥Escribir en el ordenador a dos manos, con los diez dedos sobre el tablero, a la larga es una economía de espacios y por ello de tiempos. Hay colegios que atienden este detalle hacia la excelencia.

     

    💥Si el Colegio es el templo de la Sabiduría donde se oficia el saber, al cerrar las puertas no se darán portazos: estamos en un santuario. Alta idea del centro serio.

    💥Si se ha de subrayar algo de lo escrito a mano, en el colegio detallista las rayas se trazan con regla. Y con regla se tacha la palabra (no se emborrona) que deseamos que no se lea. Las páginas de un examen se enumeran y en la última se escribe “y 5” o “y 7”… (el número que cierre las páginas).

     

    💥¿Cómo cogen el bolígrafo los alumnos? Las maneras son múltiples y variopintas, desde los que, puño cerrado, parecen empuñar la mano del almirez en vez del bolígrafo a quienes aun recuerdan a sus abuelos en la forma de sujetarlo entre los dedos sin violencia. Hay una mejor manera, sin duda. El colegio de la excelencia la hace suya y la prefiere.

    💥Las pulsaciones del corazón las detecta el dedo índice sobre la arteria de la muñeca. El estilo del colegio se detecta examinando la frecuencia de expresiones más repetidas:
    ¡buenos días!, mi profesor, usted dirá, por favor, ¿me puedo retirar?, gracias, me permites, lo siento, perdona, con permiso, no pretendía, muy amable, adiós, enhorabuena, bravo, genial, te felicito,…

      CUR

      Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

      Emérito UCJC



"Declaración sobre la misión educativa lasaliana" (II)



La cuarta parte de la ya conocida “Declaración sobre la Misión educativa lasaliana” lleva por título “Mirando hacia el futuro. Desafíos de la misión educativa”. Trata de situar a los educadores en el mundo presente y futuro, asumiendo los cambios, turbulentos unos, más serenos otros, de la sociedad que ya es la nuestra y que será la que vivirán nuestros alumnos al llegar a su madurez. Y de saber, al mismo tiempo, encontrar y ofrecer las respuestas adecuadas, idóneas, aunque ello suponga crear cambios radicales en las estructuras pedagógicas.

No se trata en esta parte de cuestiones metodológicas, aunque tampoco está, como es obvio, separada de ellas. Se trata, más bien de enumerar los principios activos -no meramente teóricos- o de los agentes fundantes de la educación. La educación de siempre, pero la educación como respuesta hoy a los desafíos detectados, amenazantes a veces, pero también prometedores.


En este artículo, dada la brevedad exigida, no iré enumerando uno a uno los principios sobre los cuales se basa la nueva educación lasaliana aquí expresada, sino que los expondré agrupados: la
conclusión del documento -a la que voy siguiendo- aunque los enumere por separado, ofrece la oportunidad de agruparlos a modo de síntesis. Y reitero lo dicho en, el artículo anterior: me limito a exponer -con síntesis un tanto forzadas- no a realizar una visión crítica.


1. La base de la educación es el sujeto, los niños y jóvenes que “son un llamado a la esperanza y al compromiso”. Por eso “las instituciones educativas lasalianas se centran en la persona y favorecen su desarrollo integral”. Pero, siguiendo las inspiraciones fundacionales del Instituto, los sujetos preferidos serán “los empobrecidos y los vulnerables” de la sociedad, en cuyo rostro los educadores se encuentran “con el poder salvador de Dios” (n.1).

2. Pero no puede existir educación sin la presencia y el influjo del educador. Y la Declaración destaca “el poder inspirador y mediador” de éste. El educador es presencia que ilumina y acompaña. Pero, aunque la relación educativa sea interpersonal, el educador no es alguien que actúa solo, sino en común: la presencia de la comunidad es elemento esencial hoy y mañana. Comunidad que, lejos de reducirse a la presencia los Hermanos, se extiende a la “Asociación lasaliana”, “un don de Dios al mundo” y “un medio educativo extraordinario”: “Hermanos y seglares comprometidos en la misión educativa somos la expresión actual del plan de Dios, y, por tanto, respondemos juntos y por asociación, a las necesidades de la niñez y juventud de los pueblos” (n. 5).

3. El centro de la misión educadora es obiamente la educación. A describir ésta el documento en su Conclusión dedica los números 6 a 9. La educación, en primer lugar, va unida a la “pasión del educando por la verdad”: “tenemos una mirada positiva sobre la capacidad de los jóvenes de apasionarse por ella” hasta llegar a la “verdad trascendente”. Y junto al desafío de la verdad, el de la pasión por la Tierra: “creemos que la educación es un recurso fundamental, poderoso y eficiente para el cuidado de la Tierra”. La educación ha de comprometerse con una “ecología integral”.

Pero también la educación tiene una “capacidad transformadora”; la educación “construye equidad en la medida que genera oportunidades para el desarrollo personal, comunitario y social, al tiempo que dignifica las personas y transforma las sociedades” (n. 8). Y desde el origen de la historia de La Salle -como proclama el documento- la educación es “expresión del humanismo cristiano” con el objetivo de formar personas “de fe madura y robusta” y con “criterios éticos claros”, que sean capaces de “hacer de los alumnos líderes a través del servicio y del compromiso por el bien común”(n. 8).


4. Pero no olvida el documento el contexto donde tiene lugar la educación: la
escuela. Y más que hablar de la escuela como contexto educador -algo evidente para la Declaración- ésta se refiere a su fuerza evangelizadora (n. 10). Enlazando con lo dicho sobre el humanismo cristiano, este número se refiera a los valores evangélicos y a la escuela que ha de ser ambiente en el que crezcan y se contagien: “respeto por la persona, amor al prójimo, la misericordia y la compasión, la libertad y la responsabilidad, el cuidado de la vida y la naturaleza”.


5. Los dos últimos números de la Declaración apuntan a un nuevo horizonte al que nos aproximamos aceleradamente y apelan a la responsabilidad y al compromiso de los agentes sociales y políticos, pero sobre todo a las instituciones educativas (n.11). Apela el texto a la urgencia de respuesta ante los nuevos desafíos, lo cual supondrá nuevos contextos; por ello, “algunos nuevos proyectos educativos deben nacer y seguramente otros deben morir”. Porque hay nuevas necesidades que interpelan a la escuela de hoy y del futuro: “nuestros pueblos nos urgen a mirar las zonas rurales, a los grupos indígenas, a los migrantes, a los cinturones de pobreza de las megalópolis, a las fronteras de la deshumanización, para responder creativamente a sus necesidades específicas y apremiantes” (n. 11).

6. Y, finalmente, reitera la idea ya expresada de que “otro mundo es posible y que la educación es una fuerza fundamental para construirlo”. Por eso la Declaración toma partido, se compromete por una educación nueva para un mundo que se desea nuevo y justo: “hacemos visible nuestro compromiso con una sociedad más democrática y más justa, así como nuestra opción por el desarrollo humano integral y sostenible que beneficie a todos. Educar para la paz es educar para la justicia y la solidaridad” (n. 12).

La Declaración termina con un grito de esperanza en el futuro: “la convicción de que un mundo mejor es posible nos mueve, la pasión por la humanidad nos congrega y la esperanza nos alienta en el camino”.

Teódulo Gª REGIDOR




           A LA HORA DEL CAFÉ

       
                    EL JEFE DE ESTUDIOS SUGIERE
   Y LOS PROFESORES COMPARTEN

 

                             La dignidad, fuerza didáctica del profesor

 

En el siglo XVII francés, la primera virtud del buen maestro era la gravedad. La segunda, el silencio…

Hoy, más que de gravedad del profesor hablaríamos de la dignidad que le abre las puertas del respeto, del aprecio de sus discípulos y de su confianza.


Hay una dignidad externa que le hace mostrarse tranquilo, que se le vea sereno, en posesión de sí, con igualdad de ánimo, sin altibajos en el humor, seguro de lo que enseña. Sonríe más que ríe, no se permite posturas inadecuadas ni ligerezas ni chanzas de mal gusto ni nada que pudiera denotar frivolidad. Mantiene en todo momento su dignidad.

Nunca se precipita al hablar ni emplea modales despectivos, no engola la voz con superioridad, tampoco enojado golpea la mesa de trabajo, su rostro no es sombrío ni duro, no se muestra nunca excesivamente raro, ni se le verá indiferente o pasota.

La dignidad exterior del profesor normalmente es una consecuencia y sigue a la dignidad interior que le señorea y tiene como suya. Se considera como un mero servidor de la verdad a la que profesa veneración. El respeto que esta le produce le hace mantenerse digno. Sus alumnos no acuden a clase para aprender lo que piensa su maestro sino para aprender las verdades que se veneran en el templo que es su Escuela.

CARLOS URDIALES RECIO

Maestro. Profesor de Escuelas de Magisterio

Emérito UCJC





         

           (III) LO QUE APRENDÍ EN LA SALLE

              

     pedagogía que me ha marcado de por vida


            El culto al detalle

    De puntillas si es preciso, siempre el pie en el detalle


    Caí definitivamente en la cuenta de la formación que se nos daba en los centros de las EE. CC. en una ocasión en la que presidió unos exámenes de nivel mundial a los que nos habíamos prestado los alumnos de la Escuela de Magisterio La Salle. El inspector que presidía observó que el director de la Escuela en un momento determinado había tomado una regla para subrayar un texto, lo que le dio pie para decirle que en ese gesto veía él la diferencia del estilo de nuestra Escuela con respecto a otras que no eran de La Salle.

    En los centros de La Salle que he frecuentado a veces de manera explícita resonaban incluso literalmente citadas las afirmaciones de Eugenio d´Ors grabadas en el monumento erigido a su memoria en el Paseo del Prado, de Madrid: Todo pasa; una cosa te será contada, hijo mío, y es tu obra bien hecha. Noble es el que se exige y hombre, tan sólo, quien cada día renueva su entusiasmo”.

    Por donde hemos ido ha marchado con nosotros el prurito de la obra bien que mira donde pone el pie del detalle. Por esta razón en los colegios de la Institución Educativa SEK, en los que militamos, se impuso la figura del “corrector de estilo”. Todo escrito que saliera al exterior pasaba antes por uno de los nuestros (“gramático” se le llamaba cariñosamente). Jamás se publicó nada, en aquellos tiempos de muchos escritos en papel, que no fuera académicamente correcto e, incluso, que no delatara determinada elegancia de estilo.

    Éramos campeones en la presentación de escritos de los alumnos: autoría, fechas, localización, numeración, paginación, márgenes, tachados a regla, divisiones, subdivisiones… en función de la claridad y del buen gusto.

      CUR

      Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

      Emérito UCJC



     Apuntes que tomamos cuando éramos estudiantes

de la Escuela de Magisterio (1961 y ss.)

y conservan algún vigor o todo.


            7    LA SEMANA CERVANTINA


En nuestra Escuela de Magisterio aprendimos en los libros, pero más de las personas y de los hechos.

Uno de estos hechos de los que la memoria nos guarda un feliz recuerdo, y que nos ha lanzado en nuestro quehacer de maestros a realizaciones gratificantes y eficaces, fue el de la “Semana cervantina” que celebramos a mediados del segundo trimestre. Era una pausa en el camino.

Se interrumpió la marcha del curso porque le íbamos a dedicar a don Miguel de Cervantes una semana entera. Entre otras lindezas, cada uno de nosotros debería aprenderse de memoria un buen fragmento del Quijote y presentarlo en público, fuera de clase, en acto que para nosotros tenía corte académico, estudiar su vocabulario a fondo y con rigor, analizar el estilo de Don Quijote y el de Sancho, componer un soneto o un poema aceptable sobre tema cervantino y alguna cosa más que podría recordar de proponérmelo, para terminar prestándonos a toda clase de preguntas ante un auditorio dispuesto a buscarnos las cosquillas.

En otra semana literaria el tema fue el Fray Gerundio de Campazas, del que todos acariciamos recuerdos. Aparecieron aquella semana gerundia oradores gerundios y uno de los nuestros, Marino, fue más allá de lo que había ido el hijo de Antón Zotes, al que le dejó pequeño y pequeño dejó al zumbón Padre Isla con tres palmos de narices: lo había superado y sobrepasado con creces. Bien que lo recordamos a sesenta y un años de distancia. 

CUR 

Maestro. Profesor de la Escuela de Magisterio La Salle

 Emérito UCJC


            PARÁBOLA DE LA EDUCACIÓN


La Escuela es de suyo RENACER,

nacer para aprender,

y si a renacer lanza a la alta estrella,

a renacer invita e inicia a la modesta hoja.



  estilo



PUERTA DE ATRÁS DEL ESTILO


¿Que cómo se conquista el estilo en la Escuela?

El estilo, afortunadamente, tiene puerta trasera en los centros docentes.

La Salle vio el edificio del estilo y se fue con sus alumnos, “los hijos de los artesanos y de los pobres” que no podían pagarse las escuelas de “los maestros calígrafos”, por la puerta de atrás.

Por allí hizo entrar el estilo en sus Escuelas Cristianas. Lo tuvo claro.

Trató a sus alumnos como si fueran hijos de la nobleza de Reims. Les enseñó sus modales y les inició en su práctica. Hablaban, saludaban, pedían permiso, daban las gracias, se excusaban... como los nobles de la corte del Rey Sol. Idénticos modales, reverencias y gestos a medida infantil, los propios de los niños nobles de su edad.

Las Escuelas Cristianas estaban cambiando sus vidas: entraban en silencio en la clase a medida que llegaban al centro escolar, le hacían una inclinación al crucifijo que presidía, se sentaban a trabajar sin más, se ponían en pie al entrar el profesor y le daban los buenos días…

La Escuela era un santuario (a golpe de campanilla cada media hora se recordaba a profesores y alumnos que estaban “en la santa presencia de Dios”) y habrían de llegar a ella de su casa aseados y limpios: las palmas y el dorso de las manos sin polvo ni barro, las uñas sin negrores, las orejas sin oscuridades ni amarillos, el pelo recientemente visitado por un peine… Con los pequeños la inspección del profesor podía ser diaria…

Por la puerta de atrás los hijos de los artesanos y de los pobres se empezaban a comportar con los modales propios del estilo de los nobles de su edad. La Escuela les iba, mientras, dando razones y llenando de sentido y sinceridad los nuevos modales que iban adquiriendo.


    Carlos Urdiales Recio

    Maestro. Profesor de Escuela de Magisterio

    Emérito UCJC

TALANTE ALEGRE: 

EL HIMNO DE LA ALEGRÍA


La fraternidad universal tiene un himno. Se llama “El himno a la alegría”.

Puede decirse que su fecha de nacimiento es el siglo XVIII, cuando en 1785 compone su “Oda a la alegría” Friedrich Schiller, poeta y filósofo alemán. Le impresionó sobre manera a Ludwig van Beethoven. Se propuso musicalizarla ya en 1793. Lo logró con el cuarto movimiento de su magnífica Novena Sinfonía.

El 19 de enero de 1972 el Consejo de Europa opta por la “Oda a la alegría”, de Beethoven, como himno propio de Europa.


Para un buen europeo la alegría de este himno no es la mera conciencia del triunfo de Europa, por más que sume triunfos, que la den satisfacciones y enriquezcan al mundo. La vieja Europa es algo más que sus años de alegre juventud en que se constituía. Los años del joven no suelen ser los años más alegres de su vida, pese a las muchas apariencias que lo hacen engañosamente suponer.

La alegría que aquí se canta es la propia de la entidad Europa acorde con las estrellas, como diría poéticamente Emerson. Más a la llana, es el resplandor musical de Europa al encontrarse en el lugar exacto que le corresponde en la armonía del mundo y del Cosmos.


Carlos Urdiales Recio

  Ángel Hernández Expósito

Maestros. Profesores de Lengua y literatura 

Eméritos UCJC


ENCUENTRO DE PRIMAVERA


2023


ANTEQUERA




             22, llegada

23 y 24 de mayo, completos


Si falta alguno de vosotros a la cita,

al Encuentro de Primavera le faltará una estrella de su firmamento y

 una perla de su collar

Cuanto antes dad vuestros nombres a Auxencio Muñoz Acebes

tel. 956 102 853 y 615 834 522


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