LA GANGA
Los académicos de la RAE sitúan a nuestra ganga en primer lugar. La otra, la que habla de un bien que se adquiere a un precio muy por debajo del que normalmente le corresponde, aparece como 2ª acepción en el diccionario. Y es de agradecer en estos tiempos de consumismo y mentalidad casi exclusivamente económica que una avecilla como nuestra ganga supere en importancia a la otra.
Vi
por primera vez una ganga en Diario
de un cazador. Otras me
aparecieron en Aventuras,
venturas y desventuras de un cazador a rabo y
en Los santos inocentes,
todos libros, como se sabe, de Miguel Delibes.
La
ganga de Aventuras,
venturas y desventuras
viene rodeada de otras aves (¡y hasta de un jabalí!):
(...)
la codorniz y las especies con reglamentación especial, como la
paloma, la
ganga, la ortega, el
sisón, la
avutarda y
el jabalí.
La
de Los santos inocentes
se nos hace más familiar al nombrarnos a Azarías, personaje
conocido por la gran mayoría (aunque solo sea al recordar la
interpretación que hizo Paco Rabal del mismo):
(...)
Azarías, aculado en el tajuelo, junto a la lumbre, en el desolado
zaguán, desplumaba las perdices, o las pitorras, o las tórtolas, o
las gangas,
En
Diario de un cazador
Melecio y Lorenzo, grandes amigos, disfrutan de una de tantas
jornadas de caza:
(...)
Melecio cayó una cerceta y yo una gallineta, y una ganga
nos pasó tan próxima que le vi perfectamente el collarón y las
timoneras. Nos quedamos un rato atarugados (...)
La
ganga tiene como nombre científico Pterocles
alchata y un graznido que
recuerda al del grajo, giag,
giag. Y de ese graznido
hemos construido la onomatopeya gag,
gag.
Las
onomatopeyas en los textos de Miguel Delibes no son algo excepcional.
Es fácil encontrarlas cuando el maestro escribe sobre pájaros.
Sobre ellas le contaba
Delibes a Ramón García Domínguez en El
quiosco de los helados:
“El
relato –se
refiere a Parábola
de náufrago-,
igualmente, está plagado de ruidos onomatopéyicos de objetos y
animales, particularmente de pájaros (currlií-currlií;
chac-chac-ar, truichinc-tiit-orrr-sib-sab). Algunas de estas
onomatopeyas las conocemos y usamos los cazadores, pero otras muchas,
la mayoría de las que aparecen en mi novela, están sacadas del
magnífico manual Los pájaros, de Roger Peterson”.
A la ganga le gustan las tierras de Delibes, de poco árbol, mesetarias, con hierbas bajas, tierras de secano. Es ave desconfiada, muy castellana, que tiene que ser así ya que no cuenta con sitios para esconderse u ocultarse. La misma cría de sus polluelos la hacen a ras de tierra. Allí, sus 3 o 4 huevos están expuestos a mil y un peligros. Muchos se pierden por los depredadores, pero parece que Dios les quisiera dar una segunda oportunidad en la misma temporada y, en caso de pérdida de sus huevos, tienen una segunda puesta. Como son aves espabiladas, los polluelos salen enseguida del nido apeonando tras sus padres. Volar ya es otra cosa: tardarán un par de meses.
Como
es ave granívora, en verano hace su agosto con tanta tierra de
cereal a su alrededor. Así se tirará diez años, que es lo que
estas aves suelen vivir.
Las
gangas de los pueblos son estas, las de vida recia y desconfiada. Las
otras, las de duros a peseta, quedan para otro día.
JORGE
URDIALES YUSTE
Doctor en periodismo. Profesor
especialista en Miguel Delibes
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