Sobre el estilo del maestro de nuestra Escuela
PROFESIÓN DE ESTILO
El
estilo al maestro no le viene de su naturaleza, le viene de su
cultura. El estilo del maestro es su misma persona revestida de un
determinado modo que le fluye de su
singular participación
en una realidad que no puede marchitar el tiempo y le merece la
inmortalidad.
Al
maestro su estilo le acompaña de por vida. El maestro se identifica
con su estilo. Es su tangencia con lo que de perenne cabe que roce
mientras vive.
Le nace
de unas personales
preferencias absolutas
que, quizá, fueron propias de sus antepasados y, desde luego, que él
abraza deliberada y libérrimamente. El estilo hace referencia en él
a un alto principio de finalidad. Hace algo en función de algo. Y
todo en función de unos preferentes fines que tiene por supremos y
no le permiten debilidades.
El
conjunto de pensamientos o imágenes de lo absolutamente preferible
para el maestro es la “forma” de la determinada personalidad
humana que le hace maestro cabal y le dota de estilo; su estilo es la
imagen ideal del ser humano que quiere ser como persona y maestro y
hacia donde orienta a sus alumnos; es
la imagen del hombre total y excelsamente valiosa,
que guarda y acaricia en su mente, corazón y voluntad.
Este
“mejor yo”, para él y para sus alumnos, al que de continuo
tiende el arco de los anhelos del maestro, le acompaña siempre e
imprime su ser ideal a cuanto hace y produce. Es su estilo, que no le
viene dado -obsérvese la precisión- por la entidad de los hechos de
magisterio realizados o por realizar, sino por la actitud de absoluta
preferencia que profesa su yo profundo. Es
su firma y rúbrica personales ante ese absoluto al que sirve.
Siempre
que se hable de estilo habrá que volver a Buffon, a repetir que el
estilo es el hombre: “le style est l’homme même”. Regla y
espejo supremos. Solo que, como advertimos, siempre habrá que
matizar que el estilo no es el hombre natural que somos, sino el
ideal al que vamos en vuelo. También en el caso de su magisterio.
¿El
águila es águila o es vuelo?
¿El maestro es maestro o es estilo?
El
“mejor yo” presente en el maestro en cuanto emprende y hace se
dispara, pues, en él hacia sus preferencias más elevadas. Es un
vuelo que manifiesta y le delata en el gesto y en el porte, en el
aliento y temblor de su palabra y en el aire de su marcha, en todo.
Maestro
sin estilo no es maestro. Sin alto estilo, mediocre maestro. Maestro
estiloso, maestro cabal. Maestro.
Carlos Urdiales Recio
Profesor de Lengua y literatura
Emérito UCJC
Profesor de Lengua y literatura
Emérito UCJC
NB.
Quizá para mayor abundamiento e inteligencia de lo que escribimos,
de que el maestro es
su estilo, nos dé
claridad sobre su impronta el ver cómo el estilo determina a las
patrias históricas.
La
Patria también es un estilo.
Es una unidad en la conjunción de coincidencias esenciales de
preferencias absolutas, que hacen a sus compatriotas repetir un
determinado tipo de ser hombre (El ideal del “caballero cristiano”,
en el caso de España, del “honnête homme” francés o del
“gentleman”, inglés). En el fondo de todo español -aun en el
caso de que se profese no cristiano- hay latente y actuante un estilo
colectivo de vida, sobre el que han gravitado siglos de Historia. Las
vidas de concretos
compatriotas -la
de los franceses y los vietnamitas, póngase la nacionalidad que se
quiera- forman un haz, tienen un mismo modo de ser, de sentir, de
preferir, de actuar y de querer. Se da en ellos la unidad colectiva
de un mismo estilo, la unidad de una nacionalidad propia. Por eso
forman precisamente una nación y son una Patria.
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