9 Reflexión lasallana sobre
el estilo del maestro de nuestra Escuela
EL
AMOR DE “LA OBRA BIEN HECHA”
En
los años de nuestra Escuela de Magisterio, cuando frecuentábamos a
los clásicos, bebimos en dos fuentes el amor de “la obra
perfecta”: en Miguel de Unamuno y en Eugenio d´Ors. Saciamos
nuestra sed entonces y hoy seguimos bebiendo.
Del
primero, en su “Del sentimiento trágico de la vida”, es la
parábola del zapatero que se esmera por conservar su clientela
haciendo zapatos, que por pundonor quiere hacerse pasar por el
mejor zapatero de la ciudad -“otro grado mayor de
perfeccionamiento”-, que tiende a hacerse para con sus parroquianos
el zapatero único e insustituible y por ello piensa “en ahorrarles
toda molestia, que no sea el cuidado de los pies lo que les impidiera
vagar a la contemplación de las más altas verdades”: les hace el
calzado “por amor a Dios en ellos”, pura religiosidad.
Paradigmática
para nosotros fue igualmente la segunda cita. Está hecha monumento
en bronce, mármol y piedra blanca de Colmenar en el paseo del Prado
de Madrid, frente al Museo de Pinturas, y es de Eugenio d´Ors.
Todo
un manifiesto que no parece sino que el autor de las Glosas redactó
tintando en oro líquido mientras pensaba en mil posibles maestros y en
gentes como nosotros.
A
ellos y a nosotros, llamados a una primaveral vanguardia humanista,
que no envejece, pues que es eterna, siempre vieja y siempre nueva,
como la Hermosura Soberana de San Agustín, nos sigue diciendo este
gran maestro:
"Todo
pasa: una sola cosa te será contada, y es tu
obra bien hecha.
Noble es el que se exige, y hombre tan sólo, quien cada día renueva su entusiasmo, sabio al descubrir el orden del mundo".
Noble es el que se exige, y hombre tan sólo, quien cada día renueva su entusiasmo, sabio al descubrir el orden del mundo".
CUR
Maestro.
Profesor de Lengua y literatura
Emérito
UCJC
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