ALEJANDRINOS
AL EMÉRITO URDIALES
EN
ALCALÁ DE HENARES
MAYO,
29, 2019
Siguiendo
a mi maestro Carlos Urdiales Recio
recalo
en Alcalá de Henares fiel castillo
con
calzada romana del imperial Augusto
que
conduce mis pasos hacia el gran paraninfo.
Aquí
estudiaron santos, poetas y guerreros,
aquí
el Buscón don Pablos hizo sus picardías,
aquí
Mateo Alemán confeccionó a otro pícaro,
aquí
se dan y daban clases todos los días.
Sólo
citaré a algunos de sus altos prohombres
pues
la lista es inmensa y no cabe en un pliego
de
los de aquel entonces ya pasado y fructífero.
Da
la vuelta a la tierra su insigne magisterio.
Primero
el cardenal y regente Cisneros
que
levantó la insigne fábrica complutense
dotándola
de libros, reliquias, inscripciones,
codicilos,
oráculos, escudos y bonetes.
Después
los bien formados en artes y retóricas:
Ambrosio
de Morales, Benito Arias Montano,
Don
Tirso de Molina y San Juan de la Cruz,
Calderón
de la Barca, Quevedo y Jovellanos.
Y
también Fray Domingo de Soto que allá en Trento
dominó
en el Concilio de la Contrarreforma
o
el buen Padre Mariana, Félix Lope de Vega
y
el humilde Fray Diego, factor en California.
No
olvido al don Manuel Azaña escurialense
que
en sus días finales exiliado en la Francia
“Paz,
piedad y perdón” pidió por sus desmanes
contra
curas y frailes de la incivil España.
Dignísimo
don Carlos, Magíster siempre al alba,
al
filo de la luz y de la trascendencia,
alúmbranos
aún más en esta Noche Triste
por
la que atravesamos y en la que tú nos velas.
Pon
tus manos crismáticas, pascuales y benditas
sobre
nosotros parcos maestros lasalianos
y
que los “Sígnum Fídei” permanezcan incólumes
en
la haz de la tierra de los santos Hermanos.
Atiéndonos,
Urdiales, con Aurora a la diestra,
esa
frágil doncella que vive por tenerte
por
encima de los noventa y pico de años
tan
firme, tan entero, tan gallardo y tan verde.
Alcalá
es hoy testigo de la lasallidad.
¡Oh
árbol machadiano, mantennos a tu lado,
brotes
verdes exhala tu eterna juventud,
somos
tus albaceas, tus alumnos y ramos.
Va
a volver a reír la primavera ausente,
la
muy joseantoniana de las palabras claras,
la
que a ti te atraía desde la edad primera:
justicia,
libertad, honra, honor…y ¡patria!
Hasta
el año que viene entre elecciones turbias,
hasta
cuando tú quieras, siempre la puerta abierta,
hasta
la noche oscura de Teresa y San Juan.
Apuleyo
Soto
Maestro, periodista, juglar
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