HISTORIA DE LA EVOLUCIÓN DEL PAISAJE EN LA PINTURA OCCIDENTAL
Las finalidades inmediatas de este estudio sobre la evolución del paisaje en la pintura occidental son varias:
- Estudiar
su lenta y paulatina incorporación al arte, hasta conseguir la
categoría de "arte
mayor" entre
los géneros pictóricos artísticos.
- Gozar
de su espléndido y espectacular desarrollo desde el siglo XVII hasta
nuestros días.
2 LOS ARTISTAS DEL “QUATTROCENTO”
Y DEL "CINQUECENTO" ITALIANO
El
“Quattrocento”, es un término italiano que se aplica, sobre todo
en arte y en literatura, a los años del siglo XV, 1400 a 1500.
Los
artistas del "Quattrocento italiano"
continuaron la incorporación del paisaje en la pintura iniciada por
Giotto, utilizándolo y desarrollándolo en el fondo de sus cuadros
sobre escenas evangélicas acaecidas en el exterior, acabando
definitivamente con el recurso tradicional y artísticamente pobre de
los dorados planos de pan de oro, herencia de los tiempos bizantinos.
En
el “Quattrocento”, el uso
del paisaje sigue utilizándose como recurso para rellenar los
últimos planos de una escena y posteriormente, a través de la
influencia del Renacimiento italiano, se consolida dicha práctica y
se extiende a la mayor parte de los artistas europeos del siglo XVI.
Estilo:
Renacimiento italiano. Pintura al temple sobre tabla. Pintado entre
1470 y 1480. Medidas: 203 x 314 cm.
Poco a poco el paisaje se va configurando y ambientando hasta formar parte importante de la propia escena representada.
El fuerte colorido de blancos, rojos y amarillos se complementa con las flores esparcidas y salpicadas por el suelo.
Esos colores claros de carnes y vestidos vaporosos que inundan el primer plano, cobran aún más vida y color gracias al contraste con los verdes oscuros del arbolado que cierra el fondo del cuadro.
El paisaje se funde así con la escena representada hasta configurarse como una parte importante de ella, pictóricamente hablando.
Pero todavía sigue siendo la escena representada y no el paisaje el mensaje más importante y valorado a los ojos del artista, de su público y de los críticos.
Domenico Ghirlandaio fue maestro de Miguel Ángel
En la lejanía se desvanece un paisaje de lagos y montañas que da mayor profundidad al cuadro.
Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564). Fue el más grande de los genios del Renacimiento italiano, a juicio de muchos autores. Al mismo tiempo fue escultor, arquitecto y pintor. Quizás por eso y porque su principal ocupación fueron la escultura y la arquitectura, no nos ha dejado ejemplos elocuentes del paisaje en su pintura.
“Noli
me tangere”.
Fra
Angelico. (1390-1455).
Técnica,
fresco. Medidas: 146 x 180 cm. Año 1440.
En
esta escena evangélica de Fra Angélico, como en tantas otras de
éste y de otros artistas contemporáneos suyos del "quattrocento",
se confirma que los grandes artistas de este siglo utilizaron este
recurso para rellenar de color el fondo de sus cuadros, siguiendo las
innovaciones introducidas por Giotto y los seguidores de su escuela. Fra
Angelico nos muestra en el primer plano la escena evangélica: vemos
al Señor resucitado, mirando como de paso y de lado a María
Magdalena que se arrodilla amorosamente ante él y que escucha las
palabras que el Señor le dirige: “Noli me tángere” (no me
toques). En el huerto en el que se desarrolla la escena, vemos la
puerta del sepulcro tallado en roca viva, abierta, sin losa que la
cubra, para sugerir la Resurrección del Señor. Paisaje:
el último plano o fondo del cuadro lo rellena el artista con un
paisaje de ocasión. La perspectiva que utiliza para mostrarnos las
plantaciones del huerto es la sobrepuesta,
es decir, los objetos más alejados del espectador los va colocando
horizontalmente encima de los más cercanas. (Detalle de las flores). La cerca del huerto limita su superficie y los árboles más lejanos
sobrepasan la altura de la tapia.
Es
muy de advertir que el paisaje continúa siendo solo una parte
secundaria de la pintura. Nunca, en este siglo y ni siquiera en pleno
Renacimiento, el paisaje fue el sujeto único de un cuadro, es
decir, una representación cuyo sujeto y objetivo único y final,
fuera la reproducción de un paisaje concreto. Como género
artístico. El paisaje sigue sin ser admitido ni por el Arte ni por
los artistas, como un valor en sí mismo, como sujeto de “arte
mayor”.
En
esta centuria una infinidad de artistas, cuya sola enumeración
llenaría muchas páginas, sigue rutinariamente el camino que Giotto
inició con el uso meramente complementario en la escena
reproducida.
Entre
esa infinidad de artistas señalamos los más reconocidos del
"Quattrocento: Fra Angelico, (1390-1455); Giovanni Bellini,
(1430-1516); Sandro Botticelli, (1445-1510); Andrea del Castagno,
(1423-1457); Piero della Francesca, !416-1492); Domenico Ghirlandaio,
(1449-1494); Giogione, (1447-1510); Fhilippo Lippi, padre,
(1406-1469); Fra Fhilippo Lippi, hijo, (1457-1504); Andrea
Mantegna, (1431-1506); Raphael, (1483-1520); Leonardo da Vinci,
(1452-1519) y muchísimos otros.
Estos
artistas, reproduciendo la naturaleza y el paisaje, aprenden a dar
profundidad a sus cuadros y aprovechan el paisaje para ensayar una y
otra vez, con mayor o menor acierto, las leyes de la perspectiva, que
en el siglo XVI acabarían definiendo matemáticamente.
Y
una observación importante y a tener muy en cuenta: todos los
fondos paisajísticos de sus cuadros fueron creados y pintados en el
interior de los estudios de cada artista, fruto no de la geografía
que les rodeaba, sino de la imaginación de cada artista y en ningún
caso copia detallada de la naturaleza al aire libre y en directo.
Veamos
algunos ejemplos de utilización del paisaje en los principales
pintores de este siglo:
Sandro
Botticelli,
(1445 – 1510).
“Alegoría de La Primavera”
Poco a poco el paisaje se va configurando y ambientando hasta formar parte importante de la propia escena representada.
Esos colores claros de carnes y vestidos vaporosos que inundan el primer plano, cobran aún más vida y color gracias al contraste con los verdes oscuros del arbolado que cierra el fondo del cuadro.
El paisaje se funde así con la escena representada hasta configurarse como una parte importante de ella, pictóricamente hablando.
Pero todavía sigue siendo la escena representada y no el paisaje el mensaje más importante y valorado a los ojos del artista, de su público y de los críticos.
La utilización del paisaje en segundos planos, ofrece, a veces, serias dificultades en su realización, en razón de las escenas representadas en el primer plano, pues no han de interferirse uno y otro plano en ningún caso sino buscar su complementación.
En ese sentido, el ejemplo mostrado en este cuadro es espléndido: escena y paisaje están perfectamente ensamblados y no se interfieren para nada. Es impensable que el artista hubiera conseguido semejante profundidad de campo para su cuadro sin utilizar el paisaje, pero al mismo tiempo, es digno de admiración que dicho paisaje contribuya tanto a dar más realismo y fuerza a la escena evangélica que se nos representa en el primer plano.
El cuadro puede leerse de primer plano a segundo, como se leerá normalmente, pero al mismo tiempo el horizonte sin fin en que acaban sus límites, de alguna manera nos vuelve y acerca más otra vez al primer plano: ambos se compaginan de maravilla y y se complementan entre sí.
Paisaje: El que nos presenta Ghirlandaio, imaginativamente creado en el estudio del artista, fuerza el atrevimiento por su profundidad, a punto de cumplir casi todos los requisitos de una perfecta perspectiva.
Esa misma profundidad nos ayuda a fijar nuestra mirada en los protagonistas de su primer plano. La luz emergente del último plano nos hace más real el primero.
En ese sentido, el ejemplo mostrado en este cuadro es espléndido: escena y paisaje están perfectamente ensamblados y no se interfieren para nada. Es impensable que el artista hubiera conseguido semejante profundidad de campo para su cuadro sin utilizar el paisaje, pero al mismo tiempo, es digno de admiración que dicho paisaje contribuya tanto a dar más realismo y fuerza a la escena evangélica que se nos representa en el primer plano.
El cuadro puede leerse de primer plano a segundo, como se leerá normalmente, pero al mismo tiempo el horizonte sin fin en que acaban sus límites, de alguna manera nos vuelve y acerca más otra vez al primer plano: ambos se compaginan de maravilla y y se complementan entre sí.
Paisaje: El que nos presenta Ghirlandaio, imaginativamente creado en el estudio del artista, fuerza el atrevimiento por su profundidad, a punto de cumplir casi todos los requisitos de una perfecta perspectiva.
Esa misma profundidad nos ayuda a fijar nuestra mirada en los protagonistas de su primer plano. La luz emergente del último plano nos hace más real el primero.
Il
Giorgione ( 1447 – 1510). “Adoración de los pastores”
Técnica: óleo sobre tabla.Hacia 1477-1510. Medidas: 90,8 x 110,5 cm.
Técnica: óleo sobre tabla.Hacia 1477-1510. Medidas: 90,8 x 110,5 cm.
La
luz divide el cuadro por su mitad vertical. En su mitad derecha nos
presenta el misterio del Nacimiento del Señor y en la izquierda un
paisaje accidentado que se pierde en un horizonte lejano.
Entre
los colores usados por el artista destaca el azul del manto de la
Virgen que fija nuestra atención en el misterio de la Natividad del
Señor. El Niño Jesús posado en el suelo es con su Madre el
principal centro de interés
en el cuadro que pasaría desapercibido sin el azul intenso del
manto de la Virgen.
El
azul del manto de la Virgen, a su vez, se compensa bastante con el
del cielo que aparece en la diagonal superior al fondo del paisaje,
la otra mitad del cuadro. Estos colores resaltan todavía más por
el contraste con el negro del fondo de la gruta y las sombras
oscuras de las rocas que la rodean.
Paisaje: un irregular sendero se prolonga por la mitad izquierda del cuadro hasta perderse en el horizonte, jalonado por diferentes obstáculos que con su diferente tamaño, disminuyendo a medida que se alejan, le van dando la ilusión óptica de notable profundidad. De todas formas este camino tanto en lo que respecta a su dibujo como en su colorido, es manifiestamente mejorable.
Paisaje: un irregular sendero se prolonga por la mitad izquierda del cuadro hasta perderse en el horizonte, jalonado por diferentes obstáculos que con su diferente tamaño, disminuyendo a medida que se alejan, le van dando la ilusión óptica de notable profundidad. De todas formas este camino tanto en lo que respecta a su dibujo como en su colorido, es manifiestamente mejorable.
Llama
poderosamente la atención que tantos y tan grandes artistas del
"Quattrocento", que muy pronto darían paso a las grandes
obras del Renacimiento italiano y europeo, no abrieran sus ojos a la
espléndida belleza que la naturaleza les ofrecía, ni
llegaran a contemplarla como un reto al color de su paleta o un
desafío importante a su fiel representación.
“Madonna” de Fra
Philippo Lippi. ( 1457-1504).
Realizada al temple
En
este cuadro de Fra Philippo Lippi puede observarse cómo la
coloración del segundo plano
contribuye a reforzar la imagen de serenidad, recogimiento y piedad
de la Madonna representada en el primero plano. El
paisaje del fondo en cierto sentido trasciende a la imagen por la
suavidad de sus planos horizontales
sucesivos y la naturalidad de sus curvas y la suavidad de sus
colores. Es
notable la armonía
entre los dos planos representados. En este caso vemos también cómo
el paisaje va alcanzando, poco a poco, su propia identidad y
significado complementario a la escena representada.
Leonardo
de Vinci nos presenta una escena de los evangelios apócrifos: Juan
Bautista, habiendo quedado huérfano, se había retirado a vivir en
soledad a una cueva. En el viaje de la huida a Egipto, la Virgen y S.
José, (que no figura en el cuadro), se refugian en la cueva del
camino y se encuentran con Juan Bautista. Un ángel asiste a la
escena.
Leonardo
de Vinci. (1452- 1519). “La
Virgen de las Rocas”
Óleo sobre tabla. Cronología: entre 1483 y 1486
Pasada luego a
lienzo. Medidas: 199 x 122 cm
He
elegido esta imagen de la Virgen de las Rocas, de Leonardo de Vinci,
para que no perdemos de vista que los paisajes representados nunca
fueron copiados directamente de la naturaleza al menos en su
totalidad.
Se
trata de paisajes imaginados por los diferentes artistas sin salir de
su estudio, lo cual no excluye radicalmente que su experiencia y
visión personal del campo y de la naturaleza, pudieran haber
influido en una u otra composición.
Paisaje:
la luz diurna que reina en el exterior de la cueva, ilumina la senda
que conduce a la misma. Dicha senda se prolonga hasta la imagen
sedente de la Virgen y el Niño. Inversamente, vista la senda desde
dentro de la cueva hacia fuera, da al primer plano una profundidad
muy notable.
2.2
EL paisaje en los pintores del “cinquecento” italiano
El
Renacimiento italiano del “quattrocento”, llega, más o menos,
hasta el primer tercio del siglo XVI, 1400-1520. A partir de este
último año se rompe el clasicismo y empieza el estilo llamado
“manierista”.
En
el primer tercio del siglo XVI, sobresale la actividad de la escuela
de Florencia cuyos grandes mecenas apoyaron con su poder y dinero al
arte de las grandes figuras del Renacimiento. Muy de cerca le seguían
Venecia y Roma donde se significaban los mayores genios del arte:
Leonardo de Vinci, (1452-
1519). Rafael
Sanzio, (1483-1520) y Miguel Ángel Buenarroti, (1475-1564).
Estos
grandes pintores se empiezan a interesar más por la anatomía de los
cuerpos, pues algunos de ellos son al mismo tiempo escultores. Dado
el predominio y éxito de la escultura, en las grandes obras
vaticanas, la pintura busca también el volumen y redondez de las
formas y eso se consigue mejor en los primeros planos, matizando los
contrastes de la luz y las sombras manieristas.
En
los cuadros de esta pintura se hacen grandes progresos en la
profundidad de los fondos y en la perspectiva y se llegará
rápidamente a descubrir y aplicar las leyes matemáticas que la
rigen.
Con
todo, las reglas
de la perspectiva
acabarán definiéndolas los arquitectos aunque constantemente
estuvieran los pintores acercándose a ellas y haciendo admirables
progresos.
Filippo
Brunelleschi, escultor y arquitecto de la cúpula de la catedral de
Santa María del Fiore, de Florencia, que por su trabajo necesitaba
representar sus obras mediante la proyección de las mismas en un
plano, tanto para dar a conocer sus proyectos por razones de
propaganda local como para, al mismo tiempo, facilitar la consulta de
sus maestros oficiales. Filippo Brunelleschi fue el primer arquitecto
a quien se atribuye la formulación de las leyes de la perspectiva.
Leonardo
de Vinci. ( 1452-1519). ” La Gioconda” (“La
alegre”, en
castellano).
Este
cuadro se conoce también como “Mona Lisa”.
( Mona, significa señora
en italiano antiguo).
Técnica: Óleo sobre
tabla de álamo. Cronología 1503.
Medidas: 77 por 53 cm.
Leonardo
de Vinci, natural de Vinci, (Florencia), fue un genio polifacético:
pintor, discípulo de Andrea de Berrocchio, ingeniero, inventor,
anatomista, arquitecto, gicos del personaje se clarificaran y tomaran
más fuerza frente a su atormentado entorno. botánico, científico,
filósofo, escritor y
urbanista. Destacó en toda clase de conocimientos, saberes y
técnicas.
Su
retrato de “La Gioconda”, cuyo nombre verdadero era Lisa
Gherardini, esposa de Francesco Bartomeu di Giocondo, es muy
probablemente uno de los mejores cuadros de la historia de la
pintura.
Su
sonrisa enigmática y el misterio que rodea este famosísimo retrato,
reside en el esfumato,
nueva técnica pictórica con que está hecho y que los grandes
pintores del siglo XVI pusieron de moda. Su sonrisa y su misterio
es mejor contemplarla que describirla.
Paisaje:
detalle parcial del paisaje natural que rodea el cuadro. Toda la
serenidad y misteriosa pose que respira el personaje, se prolonga
reflejado al paisaje que le envuelve: Inaccesibles picachos y
fantásticas rocas, fruto de la imaginación del artista, proyectan
su sombra sobre las aguas tranquilas y cristalinas de un lago liso y
apacible, como si los rasgos sicoló
Rafael
Sanzio, (1483-1520). Otro
de los grandes pintores del pleno Renacimiento que utilizó el
paisaje para completar y dar profundidad a sus obras.
La
belleza del rostro de sus Vírgenes, que no copia de la realidad,
según él mismo confiesa, sino que traducen la gran belleza y
dulzura de un ideal que él se había creado, son realmente
admirables. También son muy notables y avanzadas las perspectivas
que da a los paisajes con que cierra sus cuadros.
Rafael
Sanzio (1483 – 1520). ”Madona del Carbellino”. Pintura
al temple, 1506.
La
Virgen con Jesús y S. Juan Bautista, forman un triángulo isósceles
que da a las figuras una gran solidez y estabilidad en un paisaje
sereno y apacible.
Al azul del manto de la Virgen, el artista contrapone el rojo de su vestido y el color verde claro del campo abierto que prologa hasta los dos tercios de la altura del cuadro. A esa altura cambia su luz mediante tonos azulados propios de un día claro y soleado. Ello le permitirá al pintor mostrarnos el busto de Virgen sobre una claridad que realza e ilumina la belleza de su rostro.
En la lejanía se desvanece un paisaje de lagos y montañas que da mayor profundidad al cuadro.
Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564). Fue el más grande de los genios del Renacimiento italiano, a juicio de muchos autores. Al mismo tiempo fue escultor, arquitecto y pintor. Quizás por eso y porque su principal ocupación fueron la escultura y la arquitectura, no nos ha dejado ejemplos elocuentes del paisaje en su pintura.
En
su famoso trabajo de la Capilla Sixtina, (1508-1512), su obra
pictórica más sobresaliente, llena sus cuadrículas de
musculaturas, acostumbrado a la talla de esculturas y las encuadra
con las mismas escenas que representan.
2.3
Resumen del nacimiento y evolución del paisaje en la pintura del
“quattrocento” y “cinquecento”
Resumimos:
- El paisaje tardó muchos siglos en aparecer en la pintura occidental.
- S. Francisco de Asís abrió sus ojos, su sensibilidad y su religiosidad a la creación y al paisaje articulando una mística cristiana de la naturaleza.
Giotto
empezó a ocupar los últimos
planos
de sus cuadros utilizando un paisaje
imaginativo
que se generalizó pronto
entre
los grandes artistas del "Quattrocento" y se expandió y
consolidó en el “Cinquecento”.
Recordamos
dos advertencias importantes:
-
El paisaje, en las representaciones de estos siglos, XV y XVI
no
fue
nunca fruto de una copia fiel y directa de la naturaleza, sino pura
creación imaginativa del artista sin salir de su estudio.
-
Durante estos dos siglos el paisaje no fue nunca reconocido como
"género
artístico en sí mismo”, sino
simplemente utilizado como
puro recurso secundario para rellenar el fondo de sus cuadros.
Repitamos
por último, de otro modo y esquemáticamente, la evolución del
paisaje durante los siglos que acabamos de analizar:
En
el siglo XII
aparece el nuevo humanismo franciscano que prepara de lejos, entre
otros hechos, el Renacimiento.
En
el XIII
Giotto introduce el paisaje y la naturaleza en las escenas
hagiográficas con que ilustra la vida del Señor o de S. Francisco
de Asís.
En
los siglos XIV y XV,
los artistas italianos y europeos continúan y perfeccionan la
innovación de Giotto.
En
el siglo XVI,
el paisaje se integra cada vez más con la escena representada y es
reconocido teórica y sociológicamente como parte interesante de la
misma.
Al
mismo tiempo se van definiendo y divulgando las reglas matemáticas
y geométricas de la ilusión
óptica
o perspectiva
visual,
que consiguen perfeccionar la escena representada armónicamente en
sus tres dimensiones: altura, anchura y profundidad.
En
el siglo XVII veremos
a
muchos
artistas de la Escuela Veneciana y poco después de las Escuelas
Flamenca y Holandesa reivindicar el paisaje como una conquista muy
importante y convertirlo en protagonista único del cuadro de
pintura, copiado directamente de la misma naturaleza y dotado de un
gran valor artístico, hasta reconocerlo plenamente como “género y
arte mayor”.
Villanueva
de la Peña, 12 de mayo de 2019
José
Manuel Gutiérrez Bravo
Maestro Nacional y doctor en Historia
Fundador y exdirector de la Universidad Laboral de Toledo
Fundador y exdirector de la Universidad Laboral de Toledo
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