FEBRERO, 2017
ÍNDICE
PRINCIPAL
Pregón: El
misterio en el arte y en las cosas.
Nuestra Escuela reflexiona: “Vexilla Regis
prodeunt”. CUR
Nuestra
Escuela se sumerge en la Biblia: Abrahán
cuenta estrellas. (V). Zereutes
Dios
es amor: Creo en Jesucristo, su único
Hijo (V). E. Malvido
Nuestra Escuela celebra aniversarios: Mrs. Caldwell habla con su hijo. Á.
Hernández
Por tierras de Castilla
III. A. Montero
Alta política con estilo: Clave de bóveda de nuestra identidad. Ramiro D. de Aza
Hemos leído… Rutas
de la Rioja encantada. Ángeles Rubio
Soneto desde el sentimiento: Dios, no te entiendo. Á.H.
Rincón de Apuleyo: Oda
de amor a la Sierra de Guadarrama.
Afderías: Ranerías.
CUR
Nuestros poetas: Liras
de aprendizaje. A. Montero
Sin echar el ancla:
Griñón espacio abierto. Teódulo G. Regidor
Educación física: Principios
EP 2017
EP 2017
EL MISTERIO EN EL ARTE Y EN LAS COSAS
- ARTE, MISTERIO Y ESTILO -
Como el manantial salta de la
montaña y, cantando de piedra en piedra, marcha hacia un mar que le espera y
como las plantas buscan la luz del sol, así un fino instinto dispara nuestro
estilo y nos empuja a adentrarnos en el misterio interior que habita en toda
realidad, particularmente, en el arte.
El interior misterio que habita en la cadena de montañas. |
De Orizana aprendimos a verel
arte como un trampolín que nos lanza a un mundo interior, el más auténticamente
real, un mundo que solo se alcanza por intuición estética o espiritual. Luego
lo aprendimos en Max Scheler. Esta intuición es el salto desde el “centro del
alma” (terminología de los místicos) al corazón mismo del misterio que habita
en la obra de arte. Podremos afilar
nuestro estilo, prepararnos para la intuición estética, no nos bastará. El
misterio que anida en el interior en el arte y en la naturaleza será siempre el
que es, independiente de nosotros y de nuestra subjetividad, y un regalo de los
Cielos el que se nos pueda hacer patente su misterio. Penderá solo de él mismo.
Los valores son absolutos. No creamos nosotros el misterio que habita en la
obra de arte, en el cuadro del Greco, en la flor y en la cadena de montañas. El
misterio se da en las realidades naturales y en los artefactos que el artista
crea, los discípulos de Emaús del claustro de Silos, la golondrina que
presencia en silencio la anunciación de Fra Angélico, el Santiago del Pórtico
de la Gloria en Compostela. Nos transciende.
El arte al que pretendemos acercarnos por la intuición y
el estilo tiene la misión de hacernos
entrever en lo sensible el misterio del ser.
La gran prueba de la existencia
de Dios está precisamente en la entraña del arte. Y puesto que en ella palpita
el misterio, Dios existe.
El arte es la epifanía del
misterio de las cosas reales. Nuestro afán de estilo se puso hace años en su
búsqueda. Siempre es de noche y andamos lejos, pero apretamos el paso hacia su
misterio y realidad más auténtica.
Cuando creemos que todo está
perdido, roto, enfangado, todo contiene en sus adentros la sonrisa de su
misterio. El Cantar de Mío Cid, el Escorial, la música de Tomás Luis de
Victoria siguen plantados como valiosos en el tiempo y testigos de la eternidad
del misterio. También el niño recién ahogado, la patera que lo trajo y hasta el
sinentrañas que los lanzó a la mar.
Vexilla
Regis prodeunt
Cantando el Vexilla regis, se
acercaban a Jerusalén en el año 1099 las huestes conducidas por Godofredo de
Bouillón en la primera cruzada: querían liberar el templo y rescatar el Lignum
crucis, la Vera Crux en la que fue crucificado Cristo.
Una cruzada era una
peregrinación en armadura...
Avanzan los estandartes del Rey
Para los “francos seguidores
de Cristo” compuso – a caballo, en medio de los bosques- Venancio Fortunato,
siglo VI, el último poeta romano, el
triunfal himno del Vexilla Regis. Es
una joya del canto gregoriano. Belleza, melodía, palabra y música lo hacen
único. Siguen al Rey que ha conseguido la victoria definitiva del tiempo y pasa
en triunfo a la eternidad el ejército de cristianos de a pie, cruzados de la
fe, peregrinos en armadura, es decir, cruzados, muchedumbres de monjes
silenciosos, labradores de tierra y pescadores de la mar, de toda raza, lengua
y nación…
El autor del famoso himno Vexilla Regis prodeunt, escrito en siete
cuartetos de dímetros yámbicos, sigue el esquema de los himnos de San Ambrosio.
Dice así la primera y la penúltima estrofas:
Vexilla
Regis prodeunt: Fulget Crucis mysterium,
Quae vita mortem pertulit, Et morte vitam protulit.
…
O Crux ave, spes unica, hoc Passionis tempore!
Piis adauge gratiam, reisque dele crimina.
Quae vita mortem pertulit, Et morte vitam protulit.
…
O Crux ave, spes unica, hoc Passionis tempore!
Piis adauge gratiam, reisque dele crimina.
Avanzan los estandartes del Rey: fulge el misterio de la Cruz,
por el que la vida venció a la muerte y por la muerte se extendió la vida.
por el que la vida venció a la muerte y por la muerte se extendió la vida.
...
Salve, oh cruz, única esperanza nuestra! En este tiempo de Pasión, aumenta
la gracia en los justos y borra los crímenes de los reos.
ABRAHÁN CUENTA ESTRELLAS
(I)
Abrahán era el nombre de uno de los descendientes más ilustres que escribe
la Biblia en el libro del Génesis con letras de oro. En su capítulo 11. Figura
en una lista de las mejores y más importantes personas tras el diluvio
universal. Abrahán iba a ser todavía más grande y más importante que el
patriarca Noé, el hombre nuevo tras el diluvio. Descendía de uno de sus hijos,
de Sem. Abrahán era semita.
Se le va a conocer en la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- con el título
de “padre de los creyentes”. Cuando entre los hebreos o entre los cristianos se
diga: El padre de los creyentes, se
estará hablando de Abrahán. Como creyentes, nosotros somos hijos de Abrahán.
Más curioso todavía, en la Biblia, cuando se quiera nombrar a Dios (el
Creador, el Todopoderoso, el Eterno, el que no tiene nombre porque no hay
nombre que lo nombre bien y del todo), en el Antiguo Testamento se dirá que ese
Dios inefable, único, desconocido, es el
Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Se le nombra el primero. El verdadero
Dios es el Dios de Abrahán...
Y es que Abrahán había dado con el Dios-Dios, el verdadero Dios.
Abrahán nació en una ciudad espléndida, muy rica, bien amurallada, de
edificios altísimos como torres (entre otras, la torre de Babel, que
pretendieron sus constructores que llegase hasta el cielo). La ciudad se
llamaba Ur y estaba en Caldea. Y Caldea, en Mesopotamia. Y Mesopotamia, en lo
que hoy llamamos el Oriente Medio.
(En un mapa actual hay que buscar a Ur de Caldea, la Caldea de Mesopotamia,
la del Oriente Medio, en Asia, en Iraq).
Además, Ur era una ciudad culta entre muchas otras de la Mesopotamia de
entonces. Los sumerios habían creado en Mesopotamia la civilización primera de
la historia. La continuaron los acadios.
Por Ur de Caldea pasaba uno de los ríos más importantes de la historia de
la Antigüedad, el Eúfrates, que se unía kilómetros abajo con el río Tigris, que
también llevaba mucha agua, antes de desembocar los dos, juntos como hermanos,
en el Golfo Pérsico. El Eúfrates y el
Tigris eran dos ríos fantásticos, fértiles y señoriales, como si se hubieran
paseado en otro tiempo por el mismo Paraíso Terrenal.
Tenía Ur maestros escribanos que enseñaban a escribir a los niños. El
alfabeto lo habían inventado en aquellas tierras. Sus habitantes fueron los
primeros en el mundo que aprendieron a escribir y leer. También inventaron la
rueda de las carretillas, de los carruajes de los reyes y del torno de los alfareros,
con el que se hacen cacharros de barro. Ur era una ciudad viva, dinámica, maravillosa.
En ese ambiente de gente muy creativa había nacido Abrahán.
Ur tenía además un cielo hermoso, limpio, en el que se veían brillar como
puntitas de plata las estrellas y la Luna lucía como una gran señora de la
noche. Tanto asombraba a sus moradores el cielo de las estrellas y de la noche
que de mirarlas y observarlas, como eran muy listos y trabajadores, sabían más que nadie de los astros. Los
mejores astrónomos del mundo eran vecinos y compatriotas de Abrahán. Le
dedicaron los de Ur la ciudad a la Luna y a la Luna la miraban y veneraban los
habitantes de Ur como si fuera una diosa poderosa. También admiraban con
veneración y adoraban el calor y el fuego del Sol.
Entre los tesoros que tenía Ur uno muy importante y del que se sentían
orgullososo era el de las Tumbas Reales de los reyes de Babilonia. Aquella era
para ver y visitar: qué riqueza, qué respeto y veneración para con los muertos.
Se los imaginaban como magníficas estrellas vivas que habían vivido entre
ellos, en tiempos pasados y ahora descansaban para siempre en lujosos
panteones. Eran otras estrellas.
Llegaron a descubrir los sumerios que la Tierra gira alrededor del sol.
Miraban y remiraban embobados los cinco planetas que alcanzaron a ver con sus
telescopios.
(Continuará)
QerhuteV
Ancien élève de Évode Beaucamp
“CREO
EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO”
V
Dios es sobre todo más Amor que Poder en la muerte del Hijo
Jesús,
al morir, volvió a ser engendrado eternamente por el Padre
Sin caer en el vacío absoluto de la muerte... |
Antes de nada, conviene
explicar la situación de kénosis que el trance de la muerte supuso para nuestro
Señor. Tanto el engendramiento humano del Hijo inmutable como la muerte humana
del Hijo inmortal no fueron dos momentos cualesquiera de su vida histórica,
sino dos pasos-clave: el primero representaba el hacimiento, la constitución
del Hijo como hombre histórico; y el segundo, el des-hacimiento, la
des-constitución de su humanidad histórica para transformarse, mediante la
resurrección, en la humanidad gloriosa del Hijo unigénito del Padre.
Metafóricamente se puede
imaginar uno que el Verbo, al encarnarse, tuvo que bajar por la escalera del
Ser hasta convertirse en el ser humano de Jesús de Nazaret. En el caso de la
muerte de Jesucristo, habría que decir, siguiendo con la metáfora anterior, que
el Hijo humanado sintió en su interior la amenaza de quedarse sin escalera
alguna y de caer en el vacío absoluto de la muerte.
Pero fue entonces
cuando tuvo lugar, por parte del moribundo Hijo humanado, la entrega más
confiada al Dios-engendrador-de-vida, y, por parte del Padre, la acción
engendradora que caracteriza al Padre como el Principio de la Vida dentro del
misterio de la santa Trinidad. Como escribe F. X. Durrwell:
“Cuando
Jesús se ve reducido a la debilidad más extrema, en el punto cero de la
existencia humana, en donde no es nada por sí mismo, se entrega a su Padre y
creador, para ser por el Padre lo que no puede ser por él mismo: engendrado,
infinitamente engendrado. Muere
engendrado en su plenitud”.
Pienso que el trance
final de la pasión y muerte de Jesús hay que contemplarlo ante todo como un
suceso del Amor de Dios entre las
Personas divinas: El Padre es pura donación amorosa (=en el Espíritu) de vida
para con el Hijo. El Hijo es pura receptividad amorosa (=en el Espíritu) de la
autocomunicación de vida del Padre. Pues bien, la muerte inminente con la
amenaza de perder la vida tuvo que avivar ilimitadamente en Jesucristo su
conciencia filial, su conciencia de depender totalmente del Padre, y, al mismo
tiempo, su conciencia de que el Hijo es Hijo porque toda su realidad filial la
recibe amorosamente del Padre.
Cuando la cruz es contemplada a la luz de la resurrección... |
Cuando la cruz es
contemplada a la luz de la resurrección, entonces el cristiano “comprende” el
escándalo de la cruz y se asombra al ver la entrega generosa, voluntaria,
confiada… del Hijo humanado de Dios Padre a una muerte como la muerte de cruz.
Lo que la resurrección del Señor sanciona en primer lugar (se trata de un orden
cualitativo) no es nuestra salvación, sino el amor incondicional del Hijo. La
resurrección es un acontecimiento que afecta ante todo al Crucificado, quien,
en el Padre y en el Espíritu, nos amó “hasta el extremo”, y después, en segundo
lugar, en lugar secundario, repercute en nuestra salvación.
Es cierto que son
muchos los textos del NT, sobre todo de Pablo, en los que se habla expresamente
de que Jesús se ha entregado a la muerte injusta de la cruz para salvarnos a
nosotros de nuestros pecados, para rescatarnos de la dominación del demonio,
para reconciliarnos con Dios… (cf Gal 1,4; Ef 1,7; 5,2; 1 Tim
2,6; Tit 2,14; 1 Cor 15,3; 2 Cor 5,21; Gal 3,13; …).
Estas son formas culturales judías de expresar algo secundario de la muerte de
Jesús: sus efectos liberadores para nosotros, efectos maravillosos por su
eficacia y universalidad en nosotros. No hay que olvidar, sin embargo, que para
el NT lo primero y lo más admirable de la muerte de Jesús en cruz es la
autoentrega por amor gratuito de Dios Hijo en fidelidad a Dios Padre.
La teología tradicional,
con santo Tomás de Aquino al frente, insiste en considerar la entrega de Jesús
a la muerte para redimirnos de nuestros pecados, con lo que se corre el grave
peligro de entender esa entrega de Jesús hasta la muerte de cruz como una
exigencia de Dios Padre en sustitución expiatoria de los verdaderos pecadores
que somos nosotros. Los cristianos protestantes en este punto de la muerte
redentora del Hijo crucificado van mucho más lejos que los católicos y llegan a
escribir que el Padre ve en su Hijo crucificado la personificación de todos los
pecadores (Lutero: “tú
vas a ser como la persona de todos los hombres, que has cometido los pecados de
todos”), o que debemos entender la “entrega” del Hijo
hecha por el Padre en el sentido literal
de entrega a los poderes de la muerte o del mal (W. Popkes: “Para expresar la idea con la mayor energía
posible, se podría decir con palabras de la antigua dogmática: la Primera
Persona de la Trinidad arroja y destruye a la Segunda”). Ni
que decir tiene que los pecados de la humanidad no pueden enfrentar a las
divinas Personas ni romper por un instante las Relaciones de vida y comunión
eternas entre el Padre-Hijo-Espíritu Santo.
Sólo
el atributo del Amor hace algo “entendibles” la pasión y muerte del Hijo
humanado
Impasibilidad: victoria definitiva del Amor. |
Ante el Dios Hijo crucificado, las propiedades divinas que más se
resienten a primera vista son la impasibilidad y la inmortalidad. La filosofía
helenística ha rechazado siempre con energía la hipótesis del sufrimiento
referido a la divinidad. La inmortalidad es otra de las propiedades
indiscutibles de la divinidad.
Es evidente que estos dos atributos no pueden predicarse del Dios
cristiano siempre que se le considere filosóficamente como “el Dios del Ser”.
Sólo hay posibilidad de aplicar a Jesucristo las propiedades divinas antedichas
si ponemos el Amor de caridad, no el Ser, en el centro del sistema planetario de
los atributos de la divinidad.
¿Cómo podemos atribuir la cualidad de la impasibilidad a Cristo
crucificado desde la perspectiva divina
del Amor? Pues afirmando, ante el Crucificado, que no existe padecimiento
alguno que haga claudicar a Jesucristo de su Amor a Dios Padre, en el Espíritu
Santo, ni de su Amor a los hombres, que es, al fin y al cabo, un Amor que
deriva del Amor divino. “Impasibilidad” no significa en el léxico cristiano
carencia de sufrimiento, sino victoria definitiva del Amor divino sobre aquel.
La resurrección es un acontecimiento... |
Y ¿qué explicación se puede dar de la inmortalidad de Jesucristo
muerto y sepultado? “Inmortalidad” no significa en el diccionario de la
teología cristiana imposibilidad de morir. En el caso de nuestro Señor, hemos
afirmado que cabe la muerte, pero no la muerte total, en el sentido de triunfo
absoluto de la muerte sobre su corporalidad humana. Los testigos del
Resucitado aseguran que la Realidad que se les apareció era la de Jesús de
Nazaret glorificado en cuerpo y alma por el Padre en respuesta amorosa a su
fidelidad hasta la muerte de cruz (Jn 17,4-5: “Yo te he glorificado en la
tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame
tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese”).
El Amor “hasta el extremo” de Jesús fue más fuerte que la muerte corporal:
atravesó -en cuerpo y alma- la muerte sin que esta le atrapara y engullera, y
alcanzó la inmortalidad de su humanidad gloriosa atraído por el Amor siempre
inmortal del Padre, en el Espíritu Santo.
EDUARDO
MALVIDO
Maestro, catequista, teólogo
BREVES APUNTES SOBRE LA NOVELÍSTICA CELIANA
V. MRS. CALDWELL HABLA CON SU HIJO
Quinta
novela, y quinta forma de novelar. Desde que con ‘La familia de Pascual Duarte”
Cela despertara el interés de los críticos por su particular estilo narrativo,
el autor parecía verse en la necesidad de sorprenderles con cada nueva
creación. En este caso el soliloquio se acompaña de la permanente referencia a
la segunda persona, de modo que narrador y personaje interpelado se convierten
por igual en protagonistas de los distintos episodios. Doscientos doce
capítulos, en muchos casos microrrelatos de situaciones en los que la
referencia a acontecimientos en sí mismos intrascendentes se acompaña de
reflexiones sobre la vida y sobre el mundo, que traslucen, como denominador
común, la soledad y la angustia de la madre a quien su hijo le fue arrebatado
en un trágico naufragio y que no se resigna a aceptar definitivamente tan
dolorosa pérdida.
El
propio autor reconoce abiertamente su interés por la permanente innovación. En “Algunas palabras
al que leyere”, con que Cela encabeza
esta novela, comenta: Esta Mrs. Caldwell es
la quinta novela que publico y la
quinta técnica de novelar. Pascual
Duarte es una novela lineal, escrita en primera persona, que abarca toda una
vida. […] Pabellón de reposo es más
bien una novela ensamblada como los pisos de parquet, escrita también en
primera persona, desde los diversos ángulos de cada uno de sus personajes…
[…] En el Lazarillo, una novela
calendario, sigo con la primera persona y me ocupo del despertar de mi pícaro
hasta su oficial consideración de hombre… […] En La colmena salto a la tercera persona… es una novela reloj, una
novela hecha de múltiples ruedas y piececitas… […], una novela sin héroe, en la que todos sus personajes, como el caracol,
viven inmersos en su propia insignificancia. […] En Mrs. Caldwell intento, hasta donde pensé que pudiera hacerlo sin
riesgo de confundir al lector, la segunda persona.
En
esta original obra, en la que una apenada viuda, Mrs. Caldwell, manifiesta abiertamente
sus sentimientos y
hace partícipe al
lector de su angustia por la
desaparición de Eliacim, su hijo, el
género narrativo y el epistolar se funden, al tiempo que la simple
cotidianeidad se entrelaza con el desvarío, la visión onírica o la imagen surrealista.
El
sentimiento de la protagonista por su hijo va en ocasiones más allá del afecto
maternal, y adquiere tintes próximos al amor incestuoso. En ocasiones el
discurso de aquella está más próximo a la desesperación de la amante que al de
la madre atribulada.
Por
lo que se refiere a la estructura de la obra, si ya “Pabellón de reposo” o “La
Colmena” carecían de línea argumental, el alejamiento de la narrativa clásica
va siendo progresivamente más acusado en cada nueva novela, hasta convertirse
en una característica general de la narrativa celiana. Y si bien no en todas
sus novelas se manifiesta con igual rotundidad, este alejamiento del modelo
narrativo clásico resulta evidente en el caso que nos ocupa. Como bien dice
Jorge Cela Trulok, hermano menor de don Camilo, en el prólogo con que introduce
la obra que comentamos, el argumento no
existe… no hay más trama que el nacimiento, la vida y la muerte.
En
cuanto a la forma se trata de un alarde de virtuosismo literario, Resultan
patentes, como el mismo prologuista señala, una
emoción poética contenida pero arrolladora. No se puede, lector –asegura-, sumar
más deseo cargado de contención.
Y
respecto al contenido, este fascinante monólogo, desarrollado en forma
epistolar, podría muy bien calificarse de una manifestación patológica del
amor, próxima a lo incestuoso, un poema nacido en el subconsciente y cargado de
tintes surrealistas. La proyección inversa de un complejo de Edipo, que
convierte a la madre en amante; arriesgada creación de un Cela provocador,
dentro de un contexto social nada tolerante.
ÁNGEL HERNÁNDEZ EXPÓSITO
Maestro. Doctor en Ciencias de la Educación y estudioso de Cela
POR TIERRAS DE CASTILLA III
San Bartolomé. Campisábalos. |
El viajero abandonó Sigüenza con la intención de hacer una parte de La Ruta del Románico Rural al día siguiente. Pernoctó en su pueblo, Cogolludo.
Saldría casi al alba. De niño, el autobús que llamaban –y llaman– El Campisábalos llegaba a la plaza sobre
las nueve de la mañana. Salía de Guadalajara, abandonándola desde un marco
incomparable. Tenía la parada delante del Palacio del Infantado, una de las
fachadas más hermosas del Renacimiento. Palacio que iniciara el Marqués de Santillana,
el de Las Serranillas, señor de Hita
y Buitrago. Era el Campisábalos el único medio de transporte que había entonces y que llegaba hasta
el pueblo cuando las carreteras eran de tierra blanca apelmazada, y apenas
tenían la anchura para cruzarse dos coches. Pero se enteró muy tarde –entonces
el viajero no conocía la sierra–, que el nombre le provenía por ser su última
parada en el pueblo de Campisábalos, que posee una iglesia románica de preciosa
hechura; desde la villa bajaba el autobús al otro día. Llegaba a las siete de
la mañana a la plaza de Cogolludo.
... ... ... ... ... ...
ANTONIO MONTERO SÁNCHEZ
Ver texto completo POR TIERRAS DE CASTILLA III en Addenda
LA CLAVE DE BÓVEDA DE
NUESTRA IDENTIDAD
VIDA CATÓLICA VIGENTE
AYER, HOY EN RETIRADA
En este tema también los árboles nos impiden ver el bosque. Y
no habría más que sobrevolar la Historia de España, de los RR. CC. a nuestros
días para ver por dónde estuvo y se nos fue el nervio español, lo que en la
Historia nos identifica como españoles frente al mundo que nos rodea.
La fe católica es la raíz española que más y mejor nos define
y configura. Está en el centro del gran
salto que dan los RR. CC. del siglo XV, nada precursor, a la centuria siguiente,
que se inicia con la toma de Granada, la Gramática de Nebrija, el alba de la
Conquista de América y la Universidad Complutense de Cisneros. La fe católica es
el valor supremo. Por encima de los demás. Fe que es doctrina, pero sobre todo es vida
personal y rutina social.
Entonces, 1492 fue en
España más que el “año de América” el “año de Granada”. Cronistas, predicadores
y poetas cantaron la unidad de fe recobrada en la “España perdida” de 711. No
era la estructura política lo que más importaba, era la unidad religiosa de la
cruz lograda tras su rompimiento por el Islam. Esta fe con sus implicaciones sociales
y morales se proyectaba e invadía la totalidad del pensamiento y de la vida y
costumbres del pueblo español. Se prohíbe en esa fecha la práctica del judaísmo
y, no tardando mucho, la del Islam.
Ni la raza, ni el territorio, ni las estructuras políticas se
consideraban esenciales. Todo estaba presidido por la fe religiosa.
El ponderado historiador Luis Suárez Fernández constata como
decisivo el deseo que impulsaba a los hombres de aquella sociedad a “salir
fuera”. ¿Y qué les hacía salir hacia fuera? El agrandar el mundo español con
estilo y maneras españoles a los
conquistadores, el Renacimiento italiano a humanistas y artistas, las ganancias
en preciosas materias primas, las especias y la seda, a comerciantes, y el afán
de lograr nuevos fieles para Cristo a los misioneros. La sociedad española trató
de construir al otro lado del Atlántico un mundo nuevo, continuidad de la vida
de la Península, que fuera mejor y más perfecto que el viejo, pero no distinto:
honor, humanismo hispano, contrarreforma tridentina.
Tras el derrumbe, transformado, algo de valioso queda en
nuestra Patria en el siglo XXI, al lado de una vergonzosa y torpe retirada de
aquel fermento católico.
La fe católica, ella, no ha sufrido merma. Nosotros, sí. La
solución es claro dónde habrá que buscarla.
¡En pie, de nuevo, España!
Universidad de San
Marcos, Perú, 12 de mayo 1551
RAMIRO DUQUE DE AZA
Maestro. Profesor de Teoría del conocimiento
Bachillerato Internacional
Hasta para hacer
turismo ha de ir el espíritu por delante, de forma que no se quede en la mera
curiosidad sino que el turista se lance a la “caza de estrellas” y lo haga en
la noble compañía de personas con estilo. Nuestra compañera de docencia María
Ángeles Rubio ha encendido esta vez su lámpara de maestra y socióloga y nos
ofrece la porción de España que tiene el encanto de lo que nos fascina de La
Rioja.
Partiendo
del turismo cultural, como factor de desarrollo, se
ha considerado La Rioja Encantada como un conjunto de rutas en los valles del río Alhama y el
Linares, al hilo de las leyendas de escritores del siglo XIX, como Bécquer o
Ibo Alfaro. Encantada también, por ser semillero de seres excepcionales como
Eloy Alfaro democratizador del Ecuador, María de Agreda en Nuevo México, o el
director espiritual de Santa Teresa, Baltasar Álvarez. Peculiar por su paisaje
Reserva de la Biosfera, así como, tierra de frontera rica en interesantes
historias de reyes y contrabandistas. O su Ruta de los Dinosaurios, así
bautizada por el Nobel Camilo José Cela, en sus “Rutas Escondidas” de 1995.
Zona
recóndita de La Rioja, en otro tiempo centro de la vida social por sus
balnearios, hoy encanta a los ‘cazadores de estrellas’: destino Starlight para
emocionarse, aprender y conectar con experiencias únicas fuera de los caminos
trillados. “Vengan ligeros de equipaje, que en esta tierra encontrará todo lo
que hubiera menester, desde las alpargatas de Cervera, hasta yantar sólido y
vino glorioso en todas partes". (CJC). Autora: Ángeles Rubio
Gil. Con ayuda del Instituto de Estudios Riojano. www.angelesrubio.net
ODA DE
AMOR
A LA SIERRA DE
GUADARRAMA
Hay
una Sierra en que Madrid se cierra.
Hay
una Sierra en que Madrid se abre.
Madrid
es una puerta sin fronteras.
Madrid
es un camino a cualquier parte.
Se
alza frente a mi casa el Guadarrama,
cordillera
ojival de tomo y lomo
que
impone como un Dios su eterna estampa:
una
crustácea voluntad de plomo.
Pero
a la vez se escurre crudamente
en
impávidas moles de granito
que
pulen insaciables los torrentes
con
un buril de acristalado filo.
Su
arbolada belleza ¿quién la encumbra?
¿Qué
cíclope sostiene en las espaldas
esta
estatua durmiente, esta armadura,
esta
espina dorsal de las Españas?
Por
sus vaguadas corro como un ciervo,
por
sus canchales salto yo a la comba,
en
sus veneros con mis manos bebo,
manos
hechas ritual, cáliz y concha.
Soy
un rey por los montes cinegéticos,
un
pastor trashumante por los prados,
un donoso
Arcipreste de senderos
y un
amante cortés enamorado.
De
la aulaga al espliego piso y huelo
el
aroma en redoma retenido;
chiquitina
es la flor y pobre el suelo
pero
enloquece todos mis sentidos.
Cubre
el ramaje mi sudor de sienes,
oigo
el alto trinar de los jilgueros
y leo
el pergamino ocre y crujiente
que traza
el jabalí, hozando fiero.
Y
allí donde las nubes tocan tierra
al
modo de las Musas del Parnaso,
me
arrodillo y entrego mis ofrendas:
palabras
y palabras, cielo al raso.
Gran
Vía de cristianos y de moros
es
esta sucesión de dromedarios
que
transporta viajeros, sueños, tronos,
condes,
monjes, poetas y aldeanos.
Pues
no divide, junta; no rechaza
sino
que acoge pueblos en agraz
y
lenta y hondamente los amasa
en
artesas o navas de la paz.
Escorial,
Miraflores, Rascafría,
El
Espinar, Buitrago, Manzanares…
son
hitos de la historia que convidan
a
vivir y pujar entre pinares.
Por
eso hice mi casa yo a su abrigo;
por
eso aquí me tienen enclaustrado
los
barrancos suicidas, los alisos
y
los robles erguidos y tatuados.
Nada
me falta ni me sobra, juntos
recibo
el agua, el sol, la luz, el viento;
almaceno
los libros y los frutos,
escribo,
toco, canto, pienso, siento.
¡Si
supieran quién eres, Guadarrama!
¡Si
vinieran a ver la biblioteca
de
nombres cultos de canela en rama
que
hicieron tu retrato en sus poemas:
Rafael
Montesinos, siempre niño;
Leopoldo
Panero, nieve fina;
José
García Nieto, lira en pinos
y
Luis Rosales, ave en Cercedilla!...
Y,
¡cómo no!, el bueno de Machado,
el
trotero Juan Ruiz de las serranas,
el
Enrique de Mesa cartujano
y el
cetrero Marqués de Santillana…
Me
callo y te contemplo, amigo viejo,
una
vez más tras la ventana clara,
y me
guardo las cartas del secreto
que
tu visión me da cada mañana.
del
soberbio Madrid atareado.
Me
voy pero me quedo porque suene
en
mi tu corazón del verde al blanco.
Que
pasen por tu vientre trenes aves,
más
veloces que ríos sobre rocas.
Que
el hombre en su locura te traspase,
buscándose
a sí mismo entre las cosas.
Yo
ya encontré lo necesario y justo
a
tus pies, a tu sombra, en tus entrañas.
Soy
tu escudero fiel y tú mi escudo.
¡Soy
tu amante fatal, mi Guadarrama!
RANERÍAS
·
De mayores se nos van
olvidando las cosas, que se nos marchan de la memoria y no vuelven, se instalan
lejos, ¿dónde?
· No se nos ha olvidado
el juego de la rana de nuestra infancia. Pruebas al canto.
o Tragaba la rana y no
cerraba la boca para tragar. Aprended, muchachos a tragar sin tragar, como la
rana.
o Si la rana no hubiera
sido metálica sino viva, habría buscado la pieza que le lanzábamos y el juego
hubiera sido más fácil.
·
Los zurdos, como que atinaban menos, acertaban igual.
· Los bajitos lanzaban las piezas en parábola, eran los más
evangélicos.
o
Entre nosotros, a uno
muy lento, en una ocasión, le saltó la rana a la mano.
o
Al mismo, en otra, la
rana primero cerró sus ojos, luego la boca. Se le durmió. La pieza, sin llegar.
·
Se movió el molinillo, pero fue por el viento.
·
Los otros orificios de la mesa de la rana, para los que se contentan
con el aprobado.
CUR
Desde su paraíso canario nos manda Antonio Montero Sánchez unas
estrofas que él juzga de mero aprendizaje.
Espera
una llamada,
Un
gracias, una sonrisa, un te quiero.
El
silencio anonada.
¡Qué
lejos el lucero
Que
herida fue de ese dardo certero!
¡Qué
venturosa vida
La
casa por la esposa recreada,
De
sonrisas vestida,
De
la pura alborada,
De
ósculos que dejó la madrugada!
¡Oh
noche deliciosa
Que
tejió rosas blancas en la almohada!
¡Oh
caricia amorosa,
Beso
del alma amada!
Noche
de estrellas siempre recordada.
.........
Cuando
era Navidad siempre mi infancia!
¡Qué
inocente alegría!
¡Estúpida
arrogancia
Que
quiso en la culpa ver ganancia!
¡Qué
sombría la vida,
Huida
de tu ejemplo salvador!
¡Qué
profunda la herida
Que
fuera antes flor!
¡Qué
dolor en mi alma sin tu Amor!
Dichosos
son los días
Cuando,
humilde, tus huellas siempre sigo.
¡Qué
noches tan sombrías
Sufro,
Jesús, mi amigo!
Ningún
mal temeré si vas conmigo.
.......
Fue
en una pobre cueva
Y
un serafín divino que lloraba
Fue
la alegría nueva
Y
ya anunciaba el alba
Que
el Niño Dios a la tierra llegaba.
Y
fue la noche larga,
El
celestial Gloria en la altura
A
los hombres embarga
Y
todo el mal conjura
Con
sagrado Amor y con mesura.
¡Noche
de Navidad!
Faltarán
siempre seres que se fueron
Y
estrellas son de paz
Quienes
amor nos dieron
Y nada
nunca a cambio nos pidieron.
¡Qué
sagrado recinto
Es
el claustro de cedros perfumado!
¡Qué
solaz tan distinto!
Sube
incienso sagrado,
Rezan
bellos altares consagrados.
El
canto gregoriano
De
tono tan sencillo y tan sublime,
También
protocristiano:
Oración
que redime
Y
un cupo de perdón sobreimprime.
El
órgano es plegaria
Y
música de acordes celestiales,
Emoción
solitaria
Y
lazos fraternales
Que
unen los corazones de mortales.
¡Qué
dulce es el recuerdo
De
Silos, su ciprés y su silencio
Que
al hombre vuelve cuerdo!
¡Qué
hermosura presencio
En
esa soledad que reverencio!
.........
Esta
pesada carga
Que
cada día es cruz sobre mi hombro,
Una
bebida amarga,
Paralizante
asombro,
Un
camino que de dolor alfombro.
¿Por
qué tanta desdicha?
¿En
qué me equivoqué, senda insegura?
Recuerdo
aquella dicha
Del
amor, llama pura,
Que
era, del alma, celestial dulzura.
Nada
quizás merezco.
Nada,
Señor, que Tú no me procures,
Pues
poco yo te ofrezco.
¡Mi
vida transfigures
Y
mis heridas, bondadoso, cures!
Añoro
ese pasado
En
que nada temía del destino.
Ese
tiempo adorado,
Un
favorable sino,
Que
regaba de risas mi camino.
¿Por
qué, Señor, olvido,
En
los muchos fracasos, la esperanza?
Yo
solo he vivido
Feliz
en la bonanza
Que
siempre me trasmite tu enseñanza.
Y
es cierto: solo él me pertenece.
Nunca
había pensado
Presente
que fallece
Como
el mendigo que nada merece.
Mi
Señor, estoy triste.
Y
mendigo soy. Tu bendición pido.
Mi
pobreza asiste
Y a
Ti, Señor, rendido
Sea
este mal que me aflige redimido.
Tú
conoces mi alma
Y
el cruel sufrimiento que me aflige.
Devuélveme
la calma,
¡Tú
mis pasos dirige,
Sea
siempre el Bien quien por mí elige!
ANTONIO
MONTERO SÁNCHEZ
Maestro. Profesor de
Filosofía y Psicología
SIN
ECHAR EL ANCLA
Centenario de Griñón
Griñón, espacio abierto
Uno de los caracteres de la Casa de
Griñón, especialmente en los tiempos de los hoy lectores de AFDA, fue su clausura, es decir, la vivencia de
cierto ensimismamiento, la lejanía de lo otro y de los otros, el ser un lugar
cerrado. Pero la Casa no fue tan sólo una institución cerrada, sino mucho más.
Y aunque acentuaba su carácter de “riguroso internado”, ello no significó
soledad ni aislamiento. Ciertamente los primeros lustros se vivió en el Griñón
lasaliano una preocupación por crear ese espacio vital –la Casa- que permitiera
la función nutricia y educadora para la que estaba siendo creada.
Por
supuesto, Griñón era un lugar cerrado. Al menos físicamente. Las comunicaciones
con el exterior no eran fáciles ni frecuentes: tan solo había algo de prensa y
radio, y esto no era de dominio público. Tampoco había vacaciones fuera del
recinto griñonés. La conexión de los lasalianos con el exterior quedaba, pues,
bastante limitada. A la carencia de los medios había que añadir la preocupación
interna o el interés de los formadores por que los jóvenes en formación
vivieran una ascesis de retirada o lejanía del mundo. La fuga mundi monacal fue un lema que se instaló durante décadas en nuestra
Casa. Y que hizo perder sintonía con el exterior.
Y
sin embargo podemos decir que Griñón, la Casa, fue un espacio abierto: abierto en lo que le permitían las
circunstancias, en lo que podía, en la extensión y amplitud –poca- de sus
medios; abierto a aquello que ella consideraba fuente de riqueza y de
progreso. Apertura que, mirada desde
hoy, nos parecerá como un minúsculo intento, como una reducida puerta por donde
entraban y salían tan sólo algunas cosas, dejando fuera mucho de la gran
riqueza exterior. Visto desde hoy, que vivimos en la incluso superada “aldea
global”, la otra aldea –villa de Griñón- era un reducido campo de comunicación
y de apertura. Y la Casa, un lugar con limitaciones, pero con deseos de estar
en sintonía con lo que había más allá.
Ciertamente
Griñón no era una isla. Ni un castillo de puentes levadizos. Era un enclave en
medio del mundo, con altas tapias que fueron rebajándose con los años hasta
desaparecer, si no físicamente, sí cultural, espiritualmente. A pesar de sus limitaciones,
Griñón vivía conectado a la realidad, en cierta
y notable sintonía con el mundo.
1. Sintonía religiosa
Una
primera constatación: en los primeros años la conexión de Griñón era, en gran
medida, de tipo religioso. Además del calendario litúrgico que modulaba y
articulaba la vida anual de la Casa, hay que reconocer que algunos
acontecimientos religiosos eclesiales adquirieron en tiempos posteriores cierto
relieve y, en algún caso, de tradición casi consustancial: tal era la práctica
anual, y es solo un ejemplo, de la celebración de la Unidad de las Iglesias
cuyo recuerdo en enero era ya casi una costumbre en Griñón.
De
igual manera se sintonizaba desde la Casa con la más variada gama de
eventos marianos. Podemos recordar la presencia en Griñón de
los “años santos” señalados por Roma o
el Año Mariano de 1954,… Estos acontecimientos, en los primeros y lejanos
tiempos, unían con el exterior, y su celebración era global, o, por lo menos,
interdisciplinar: no sólo se celebran actos litúrgicos, también se tenían
certámenes literarios, disertaciones doctrinales, exposiciones artísticas… Y también hubo sintonía en los primeros
tiempos con los movimientos pastorales y apostólicos: al Congreso de Perfección
y Apostolado, celebrado en 1956 en Madrid, se trasladaron diariamente desde
Griñón varios profesores del Escolasticado. Resulta obvio que el Concilio
Vaticano II, según lo relata el Historial de la Casa, fue una fecha que tuvo
una honda repercusión en la apertura de toda la Casa y en su sintonía con el
mundo.
Todo esto, claro está, cuando la comunicación
con el exterior accedía por canales escasos y no muy concretos. No decimos nada
de la conexión de la Casa de Griñón a partir de los años sesenta en los que la
radio, la televisión y otros medios de comunicación hacían de ella un lugar
conectado con la vida del exterior, informado. Desde los años setenta la vida
de la Iglesia -“exterior” a Griñón- entraba a raudales por las amplias ventanas
de los medios de comunicación y llegaba por las autopistas del intercambio
entre un ambiente eclesial más popularizado y cercano, y la capacidad de
apertura adquirida por la Casa.
2. La sintonía educativa
Por
otra parte, la creación de la Escuela de Magisterio fue un modo real de
conectar con el exterior, de ponerse a tono con las necesidades del tiempo y de
formar maestros que respondieran a esas necesidades. La inspección que cada
cierto tiempo recibía la Escuela de Magisterio era una forma de mantenerse
conectada con los organismos del Ministerio y con la Iglesia, a partir de los
Inspectores que realizaban puntualmente esa función. Estas visitas se
repitieron en Griñón; además de su carácter meramente burocrático, servían para
un intercambio de ideas, para el progreso en la práctica pedagógica o la
corrección de errores. Quizás sin esta sintonía con el exterior, la Escuela de
Magisterio quizás no hubiera podido realizar iniciativas e innovaciones. Bien
es cierto que la Escuela Normal estaba reservada sólo a los escolásticos,
jóvenes estudiantes lasalianos. Pero luego,
la salida de la Escuela Normal de Griñón fue una respuesta adecuada a la
llamada del exterior: la necesidad de extender el magisterio, la pedagogía de
La Salle fuera de los ámbitos propios.
Podemos
afirmar igualmente que en enero de 1954 Griñón participó en las Primeras
Jornadas Nacionales para Inspectores de la Iglesia (sic) y Directores de
Escuelas de Magisterio (asimismo de la Iglesia) organizadas por la FAE;
“nuestro carísimo Hermano Director tiene a su cargo la conferencia de hoy sobre
el tema “Formación Pedagógica en las Escuelas de Magisterio. Y que recién
creada la FERE (Federación Española de Religiosos de la Enseñanza), el Escolasticado,
atento y en sintonía con este reciente y trascendental cambio en la educación
católica, estuvo presente, con la asistencia de su profesorado, en su Primer
Congreso celebrado los días 27 a 31 de diciembre de 1958. (Entre las ponencias
se destacaba la del lasaliano H. Ansèlme, profesor de la Universidad de Lovaina
y director de la Nouvelle Revue Belge de
Pédagogie. El H. Ansèlme pasó luego
por Griñón, en una visita relámpago.
La sintonía con las reformas en
educación
Las
reformas educativas han acompañado a Griñón casi desde que el Noviciado Menor
de Griñón comenzó su andadura. Desde los tiempos de la Dictadura de Primo de
Rivera, pasando por las modificaciones de Planes de Estudios de la 2ª
República, las reformas del primer franquismo… o la reforma del Sistema
educativo acaecido con la Ley General de Educación de 1970. En esta reforma,
Griñón no sólo cumplió con lo establecido legalmente, sino que vivió profunda e
intensamente su espíritu, con el que había previamente conectado. La Escuela de
Magisterio era ámbito de innovación pedagógica y laboratorio donde se fraguaba
y desarrollaba la metodología individualizada y la educación personalizada, que
serían principios inspiradores de la nueva Ley.
De modo parecido en Griñón se mantuvo una sintonía afinada con alguna de
las reformas del Sistema educativo, especialmente la de los años noventa.
3. Sintonía cultural
No
puede olvidar la existencia de esas ventanas especiales por donde la cultura
entraba en nuestra casa: los libros de actualidad (teológica y pedagógica),
algunos ensayos de actualidad, las revistas educativas y literarias, las
conferencias de personas que, dentro de la cultura oficial, estaban en primera
línea de la educación o de la cultura .
(Por cierto, que al hablar de libros o de revistas, se echa de menos,
desde una mirada retrospectiva, una buena biblioteca, lugar de referencia, de
lectura y de consulta. Parece que las pequeñas bibliotecas de cada grupo, más
bien existentes para uso del profesorado, no eran del estilo de la pedagogía
lasaliana de entonces. Hablo hasta los años sesenta o setenta).
En aras de la brevedad tan sólo
citaremos nuestra apertura al exterior a través de la literatura y el teatro,
la música, las revistas propias… medios que nos “sacaban de nuestra rutina”,
ensanchaban nuestro espíritu y nos hacían soñar con otros horizontes. A todo lo
cual habría que añadir las múltiples
actividades que, desde siempre, pero sobre todo cuando viajar se convirtió en
algo habitual, servían de puntos de contacto con el exterior: los deportes
fueron un medio excelente y eficaz, los campamentos de los aspirantes en los
años sesenta y setenta, las actividades musicales de pequeños y mayores, los
encuentros con grupos de iniciación y de maduración cristiana…
4. Sintonía con la vida social
Es
indudable que en este campo las primeras décadas de la vida griñonesa no fueron
muy abiertas: las relaciones sociales se cultivaban en el interior y las
escasísimas salidas de los llamados formandos no favorecían el desarrollo de
esta dimensión. Pero si no salíamos de Griñón, sí recibíamos a dignos y
competentes representantes del exterior. Claro que, generalmente, solo
recibíamos información, no teníamos relación con sus lugares ni la experiencia
de sus obras. Aunque ello no era obstáculo para que nos sintiéramos vinculados
con las múltiples y variadas obras del Instituto, con la vecindad, con alguna
personalidad que nos visitaba. Cierto
que en las primeras décadas no teníamos ni información ni experiencia de la
realidad social que nos circundaba. Pero en cierta medida los formadores
intentaban acercarnos un poco más el mundo exterior. Ya fuera en las aulas,
yendo más allá de los meros programas escolares- ya en otro tipo de relaciones
y de charlas.
Claro
que, como en lo dicho antes, los tiempos dieron un vuelco no solo sensible sino
sensacional en este ámbito: los formandos de Griñón, después de la Transición
política operada en la década de los
setenta, participaron en manifestaciones sociales y aun políticas (referéndum
sobre la OTAN, manifestación ante la LODE), recepción de grupos ajenos a Griñón
e incluso a lo lasaliano, salidas cada vez más frecuentes al mundo exterior.
Desde estos años Griñón estaba cada vez más en sintonía con el mundo en cambio,
con la sociedad del cambio, luego sociedad de consumo y de la información. Y la
sintonía fue más intensa con los problemas sociales, con su toma de postura y
compromiso.
En
los últimos tiempos Griñón ha estado como cualquier otra institución dotada de
excelentes medios de comunicación, inmersa en la sociedad de la información y
conectada con las redes sociales. La conexión, la sintonía y el contacto
subsiguiente no son ya una nota que destacar; constituyen, sencillamente, la
forma normal de ser, de vivir inmersos en la sociedad y la cultura del momento.
Hoy, lo sabe muy bien Griñón, no se puede vivir desconectado, perdida la
sintonía. Ello tanto por lo que se
refiere a los Hermanos mayores como, sobre todo, al Colegio la Salle, que no
sólo vive conectado con el exterior sino que él mismo sirve de enlace y ámbito
de comunicación…
Ciertamente,
los “muros del convento” se derribaron con el cambio y la apertura; la
población en torno a Griñón no sólo creció, sino que “se acercó” físicamente
invadiendo el espacio antes reservado para los Hermanos… La cercanía de los chalés que ayer
fueron nuestra huerta y hoy son nuestros vecinos bien puede ser ejemplo o
parábola de esa sintonía que, desde siempre, pero con intensidad diversa, se dio en Griñón, un “lugar cerrado” en las primeras décadas pero siempre con
vocación de ser un “espacio abierto”.
Teódulo GARCÍA REGIDOR
Maestro. Profesor del Centro Universitario La Salle
Cronista del Centenario de Griñón
PRINCIPIOS DE ENTRENAMIENTO
Cada sesión de entrenamiento para la adquisición de la forma física será interpretado por el organismo como un estrés; esto es, como una alteración de su equilibrio y de su normalidad. Por tanto, para que se cumplan de manera adecuada los procesos de adaptación, es preciso respetar unas determinadas pautas o principios. Son numerosos los principios del entrenamiento en la literatura de educación física; nosotros enumeraremos los esenciales relacionados con la adaptación.
Principio
del entrenamiento multilateral
Lo adecuado es realizar un trabajo amplio, que
abarque los diferentes aspectos de la condición física y técnica; tanto del
desarrollo muscular como del entrenamiento de las cualidades físicas y de las
técnicas específicas de cada disciplina deportiva.
Principio del
crecimiento paulatino
Mediante la repetición sistemática de los
estímulos, y procurando que la intensidad aumente paulatinamente, la persona
irá adaptándose progresivamente a esfuerzos mayores; de esa manera, podrá ir asimilando las cargas de
entrenamiento y produciendo mejoras orgánicas y técnicas.
Si las cargas no se van incrementando
con arreglo a las necesidades personales, no se producirán mejoras, sólo se
mantendrán. Pero si son excesivas y la persona no puede asimilarlas, se
producirá fatiga por sobreentrenamiento, y tampoco se experimentará progreso.
Principio de
continuidad
Para que se puedan
producir las oportunas adaptaciones del organismo al esfuerzo, es necesario que
las sesiones de entrenamiento se realicen con la suficiente frecuencia para que
un estímulo se produzca antes de que haya desaparecido el anterior.
Si pasa demasiado tiempo desde una
sesión a otra, no se producirán mejoran puesto que se habrán perdido los
efectos producidos por la sesión anterior. Por tanto, las sesiones, o estímulos
de trabajo físico, deberán realizarse con la adecuada frecuencia, dependiendo
del grado de entrenamiento personal y de las exigencias de la disciplina en
concreto. De este principio surge otro, que es clave en la planificación
deportiva: el principio de supercompensación.
Principio de supercompensación
Según este principio, después de aplicar una
carga al organismo, y tras el adecuado descanso, éste reacciona elevando su
umbral; esto es, no sólo recupera su nivel de forma física anterior, sino que
obtiene una capacidad superior a la anterior.
Si el siguiente estímulo
se aplica antes de que hayan pasado los efectos de la anterior sesión, el
organismo obtendrá un nivel superior como consecuencia del proceso de
adaptación. Y así sucesivamente, hasta que el individuo llegue al límite de su
capacidad.
No obstante, para que
este fenómeno se produzca de manera continuada, las cargas deberán adecuarse a
los nuevos requerimientos del individuo. Si las recuperaciones no son suficientes,
entrará en un proceso de empeoramiento y retroceso en sus capacidades. Si las
recuperaciones son excesivas, no se producirán los procesos de
supercompensación.
Estos procesos darán como
resultado la obtención de la adecuada forma
deportiva: esto es, el óptimo estado de capacidad de
rendimiento alcanzado en cada fase del desarrollo deportivo del individuo, gracias
a una adecuada planificación, hasta que se llegue a la máxima cota del
potencial de cada persona.
Todos los principios
enumerados pueden extrapolarse también a otras disciplinas de la actividad
humana, con las consiguientes adaptaciones específicas, y se podrán obtener así
los progresos esperados.
Francisco Sáez Pastor
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